Pedro Haddock
Forer@ Senior
Sin verificar
Os hago a continuación un pequeño resumen de algunas reflexiones que he escrito sobre los plumines flex.. Como es un tema polémico, me animo a nadar un poquito contracorriente a la espera de vuestros siempre deseados comentarios.
Desde hace unos años y creo que por influencia de los aficionados norteamericanos que han terminado por contagiar a los mercados, el santo grial de los usuarios de estilográficas son los plumines flexibles a los que inevitablemente se hace referencia en cualquier prueba o ensayo y a los que se invoca como un mantra curativo y salvador.
Es cierto que hay pocas estilográficas modernas con plumines flexibles, si con ello nos referimos a lo que ofrecían y aún ofrecen en las plumillas tradicionales de palillero o algunos modelos de estilográficas de primeros del siglo XX.
Pero la búsqueda de este Grial no parece obedecer a razones prácticas sino a una especie de nostalgia de diseño que no se justifica sino por un mero rasgo distintivo que parece otorgar carácter al producto.
¿Para que sirve un plumín flexible? Me parece que para pocas cosas hoy en día. La flexibilidad aporta, sobre todo, variedad de trazo y esto solo se aprecia en la escritura caligráfica y muy especialmente, en la mano Copperplate que muy pocos o casi nadie saben siquiera esbozar, sobre todo porque es una escritura alambicada y compleja muy poco práctica en el mundo actual
¿Qué aporta la variedad de trazo a la escritura corriente? Poca cosa también. Para conseguirlo hay que apretar la pluma contra el papel cada vez que el trazo baja y eso significa que la escritura se hace más lenta y menos ágil. Sin contar con que se precisa un mejor pulso y una alimentación perfecta que evite el temido "efecto vías de ferrocarril". El plumín flexible sirve a manos caligráficas muy especiales para los que sigue siendo óptimo el viejo sistema de palillero, plumilla y tintero.
¿Por qué, pues, el ansia de lo flexible? Misterio. Creo que se trata de una simple cuestión de modas. Como si fuese un mágico "amortiguador estilográfico", parece que aporta comodidad al escribir cuando no es así. También parece que ofrece mayor agilidad o versatilidad, cuando la realidad es que sólo se aprecia con escrituras caligráficas especiales. En realidad, cuando el lector curioso intenta descubrir por qué los aficionados lloran la flexibilidad perdida, encuentra pocas razones comprensibles.
La versión moderna de la variación en el trazo la aportan los plumines caligráficos o stub con cuyo sistema, se consigue una buena variedad del trazo sin necesidad de apretar el plumín, sino simplemente cambiando su orientación respecto al papel. Ello permite escribir fácilmente, a una buena velocidad y con un flujo uniforme.
Pero la fuerza de la moda arrastra voluntades y arranca pasiones.
Desde hace unos años y creo que por influencia de los aficionados norteamericanos que han terminado por contagiar a los mercados, el santo grial de los usuarios de estilográficas son los plumines flexibles a los que inevitablemente se hace referencia en cualquier prueba o ensayo y a los que se invoca como un mantra curativo y salvador.
Es cierto que hay pocas estilográficas modernas con plumines flexibles, si con ello nos referimos a lo que ofrecían y aún ofrecen en las plumillas tradicionales de palillero o algunos modelos de estilográficas de primeros del siglo XX.
Pero la búsqueda de este Grial no parece obedecer a razones prácticas sino a una especie de nostalgia de diseño que no se justifica sino por un mero rasgo distintivo que parece otorgar carácter al producto.
¿Para que sirve un plumín flexible? Me parece que para pocas cosas hoy en día. La flexibilidad aporta, sobre todo, variedad de trazo y esto solo se aprecia en la escritura caligráfica y muy especialmente, en la mano Copperplate que muy pocos o casi nadie saben siquiera esbozar, sobre todo porque es una escritura alambicada y compleja muy poco práctica en el mundo actual
¿Qué aporta la variedad de trazo a la escritura corriente? Poca cosa también. Para conseguirlo hay que apretar la pluma contra el papel cada vez que el trazo baja y eso significa que la escritura se hace más lenta y menos ágil. Sin contar con que se precisa un mejor pulso y una alimentación perfecta que evite el temido "efecto vías de ferrocarril". El plumín flexible sirve a manos caligráficas muy especiales para los que sigue siendo óptimo el viejo sistema de palillero, plumilla y tintero.
¿Por qué, pues, el ansia de lo flexible? Misterio. Creo que se trata de una simple cuestión de modas. Como si fuese un mágico "amortiguador estilográfico", parece que aporta comodidad al escribir cuando no es así. También parece que ofrece mayor agilidad o versatilidad, cuando la realidad es que sólo se aprecia con escrituras caligráficas especiales. En realidad, cuando el lector curioso intenta descubrir por qué los aficionados lloran la flexibilidad perdida, encuentra pocas razones comprensibles.
La versión moderna de la variación en el trazo la aportan los plumines caligráficos o stub con cuyo sistema, se consigue una buena variedad del trazo sin necesidad de apretar el plumín, sino simplemente cambiando su orientación respecto al papel. Ello permite escribir fácilmente, a una buena velocidad y con un flujo uniforme.
Pero la fuerza de la moda arrastra voluntades y arranca pasiones.