Hoyanco
De la vieja guardia
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... Tengo que decírtelo.
He roto baldosas de porcelanato al dejar caer al suelo un calzoncillo recién quitado -y usado como Díos manda-
Recuerdo, incluso, alguno qué, de forma autónoma, no ha dudado en arrastrarse él mismo hasta la lavadora. Siempre he preferido pensar que era el calzoncillo con su vida propia, propiamente dicha, antes que pensar qué elemento biológico -ajeno a mí- los había estado utilizando.
Los calzoncillos son como los espaguetis, para comprobar su punto hay que tirarlos contra la pared. Si se quedan pegados es su momento....
Un par de veces reptaron por la pared hasta el techo. Reconozco que ahí me asusté.