Montxo Grau
Milpostista
Sin verificar
Una lástima que un monumento inacabado no haya, hace pocas horas, caído en desplome apocalíptico, permitiendo ya la culminación infinita en el espacio turístico de una ciudad sin prodigios y abrir una senda ignota a fans de ruinas modernas…
Lo más divertido de los escépticos tecnológicos urbanos es que llevan muchos años jugando a santones imbuídos por la Providencia, que siempre es una buena carta de presentación ante los temerosos y avala los resultados, porque sean cuales sean serán debidos a su infalible acción y devoción.
En 2002 se estableció por método consensuado ( o sea, por voluntad del que más podía joder a otros ) un trayecto de un método de transporte via subterránea – por más que tenga denominación alada – por una zona determinada en la cual está radicado el mencionado emblema de Fe, y eso ya causó la llegada del Armagedon.
Que en ese mismo espacio hubiesen habitáculos de personas vivas era algo irrelevante.
Lo único inaceptable y motivo de “casus belli” eran las hipotéticas implicaciones que podrían derivarse a un conjunto de priedras.
Y desde entonces esos defensores de la nada se han pasado toooooooooooooooodo el tiempo tocando las narices arropados en una histeria de escrupulosidad divina y moviendo cielo y purgatorio para impedir aquello que, en su día, ellos mismos habían requerido, pactado y condicionado.
Es decir, todo se realiza en base a lo que querían y, con afán propio de quienes tienen espíritu malcriado y de abofeteo constante, una vez conseguido ese propósito adoptan como mantra todo lo contrario.
Lo más impertinente de toda esta patraña es que, ahora, cuando el fín del mundo no ha llegado y las carcajadas retumban sin fin, los de siempre saldrán diciendo que todo ha salido a pedir de boca por sus desvelos…
Lo mismo que hacían los “salvadores” medievales diagnosticando quienes eran puros o podían purificarse en la hoguera.
Se demuestra, pues, que el Infierno no es un lugar, sino un estado mental… algo equiparable a una ineptitud global.
Y es muy contagiosa, acostumbra a presentarse embutida en ceremonial condescencia y siempre con la máxima que la Verdad está con ellos…
Montxo
Lo más divertido de los escépticos tecnológicos urbanos es que llevan muchos años jugando a santones imbuídos por la Providencia, que siempre es una buena carta de presentación ante los temerosos y avala los resultados, porque sean cuales sean serán debidos a su infalible acción y devoción.
En 2002 se estableció por método consensuado ( o sea, por voluntad del que más podía joder a otros ) un trayecto de un método de transporte via subterránea – por más que tenga denominación alada – por una zona determinada en la cual está radicado el mencionado emblema de Fe, y eso ya causó la llegada del Armagedon.
Que en ese mismo espacio hubiesen habitáculos de personas vivas era algo irrelevante.
Lo único inaceptable y motivo de “casus belli” eran las hipotéticas implicaciones que podrían derivarse a un conjunto de priedras.
Y desde entonces esos defensores de la nada se han pasado toooooooooooooooodo el tiempo tocando las narices arropados en una histeria de escrupulosidad divina y moviendo cielo y purgatorio para impedir aquello que, en su día, ellos mismos habían requerido, pactado y condicionado.
Es decir, todo se realiza en base a lo que querían y, con afán propio de quienes tienen espíritu malcriado y de abofeteo constante, una vez conseguido ese propósito adoptan como mantra todo lo contrario.
Lo más impertinente de toda esta patraña es que, ahora, cuando el fín del mundo no ha llegado y las carcajadas retumban sin fin, los de siempre saldrán diciendo que todo ha salido a pedir de boca por sus desvelos…
Lo mismo que hacían los “salvadores” medievales diagnosticando quienes eran puros o podían purificarse en la hoguera.
Se demuestra, pues, que el Infierno no es un lugar, sino un estado mental… algo equiparable a una ineptitud global.
Y es muy contagiosa, acostumbra a presentarse embutida en ceremonial condescencia y siempre con la máxima que la Verdad está con ellos…
Montxo