J
jordi gonzalez
Baneado
Sin verificar
Altamente sensible a un sector como el de los operadores y analistas financieros del mundo, las principales casas de relojes del mundo se preguntan si volverán a vender como en 2007. Parece que no
Dicen por ahí que uno nunca deja de pagar un reloj de lujo. No hablamos de las cuotas para adquirirlo, sino de las reparaciones, esos arreglos necesarios que siempre llegan y que, en general, y al momento de la compra, pocas veces se tiene presente. Llegada la crisis, cualquier reparación luce costosa. Mucho más la de un reloj premium.
Jason Wong le compró a su esposa un reloj Chopard Happy Diamonds de u$s 20.000, hace tres años. No tuvo en cuenta los u$s 200 extra por año para nuevas correas de cuero que, dice, tienden a decolorarse con el tiempo y dejar rastros de tintura en la ropa cuando no a arrugarse.
“Uno no piensa en esas cosas cuando compra”, dijo Wong, de 34 años, que trabaja en una compañía tecnológica en Hong Kong. “Si compro la correa de acero inoxidable, me va a costar otro montón de dinero, o de lo contrario debo cambiarla todos los años”, le dijo a la agencia Bloomberg. Wong señaló que seguirá arreglando el Chopard para que su mujer esté contenta, pero por ahora no ampliará su colección de 10 relojes.
Unos 127 millones de relojes suizos necesitarán mantenimiento al finalizar un auge exportador de cinco años que aprovechó la búsqueda de estatus por parte de nuevos ricos desde China hasta Wall Street, informa Bloomberg. Los costos pueden sorprender a los usuarios pero también ser una carga para los fabricantes, entre ellos los líderes del mercado Swatch Group y Cie. Financiere Richemont cuando tratan de complacer a los clientes en medio de una recesión.
“Cuando alguien compra un Mercedes, acepta que en dos años el auto necesitará servicio”, dijo en una entrevista el máximo responsable de Baume & Mercier, Michael Nieto. Prefirió no especificar cifras de gastos en reparaciones. “Cuando se trata de relojes, la gente no entiende eso”.
Las marcas Baume & Mercier, Jaeger-LeCoultre y Cartier pertenecen a Richemont, la segunda compañía de bienes de lujo del mundo.
Walter von Kaenel, presidente de Longines, de Swatch Group, dijo en una entrevista a Bloomberg que la marca no obtiene ganancia alguna con las reparaciones, que ocupan a 60 personas, un décimo de su personal. Swatch Group es la mayor compañía de relojes del mundo.
Como otros lujos, los relojes son vulnerables cuando las personas acaudaladas hacen economía, más aún cuando los costos de reparaciones son altos. Daniel Pasquier, ejecutivo de relaciones públicas en Ginebra que posee dos relojes antiguos, abandonó su hobby a causa de las sombrías perspectivas económicas. Los costos de relubricar y cambiar los sellos de su reloj Oris de 10 años y un Jaeger-LeCoultre de 1970 llegaron el año pasado a u$s 300, dijo, y está decidido a usar su teléfono para saber la hora en vez de repararlos nuevamente. “Uno se pregunta si vale la pena”, agregó.
Con la caída de Wall Street, las compañías de relojes enfrentan una fuerte baja en la demanda. El año pasado, Suiza exportó relojes por valor de u$s 14.600 millones. Swatch Group tuvo un margen operativo de 22 % en 2007, mientras que el margen de explotación de Richemont, que también fabrica joyas, artículos de cuero y ropa, fue de 21 % en los 12 meses que finalizaron en marzo de 2008. A medida que mengua la demanda de los profesionales de las finanzas y los nuevos ricos de mercados emergentes, 2009 se perfila como el peor año para el sector suizo de relojes desde la “crisis del cuarzo”, que volvió obsoletos tecnológicamente a muchos relojes.
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Dicen por ahí que uno nunca deja de pagar un reloj de lujo. No hablamos de las cuotas para adquirirlo, sino de las reparaciones, esos arreglos necesarios que siempre llegan y que, en general, y al momento de la compra, pocas veces se tiene presente. Llegada la crisis, cualquier reparación luce costosa. Mucho más la de un reloj premium.
Jason Wong le compró a su esposa un reloj Chopard Happy Diamonds de u$s 20.000, hace tres años. No tuvo en cuenta los u$s 200 extra por año para nuevas correas de cuero que, dice, tienden a decolorarse con el tiempo y dejar rastros de tintura en la ropa cuando no a arrugarse.
“Uno no piensa en esas cosas cuando compra”, dijo Wong, de 34 años, que trabaja en una compañía tecnológica en Hong Kong. “Si compro la correa de acero inoxidable, me va a costar otro montón de dinero, o de lo contrario debo cambiarla todos los años”, le dijo a la agencia Bloomberg. Wong señaló que seguirá arreglando el Chopard para que su mujer esté contenta, pero por ahora no ampliará su colección de 10 relojes.
Unos 127 millones de relojes suizos necesitarán mantenimiento al finalizar un auge exportador de cinco años que aprovechó la búsqueda de estatus por parte de nuevos ricos desde China hasta Wall Street, informa Bloomberg. Los costos pueden sorprender a los usuarios pero también ser una carga para los fabricantes, entre ellos los líderes del mercado Swatch Group y Cie. Financiere Richemont cuando tratan de complacer a los clientes en medio de una recesión.
“Cuando alguien compra un Mercedes, acepta que en dos años el auto necesitará servicio”, dijo en una entrevista el máximo responsable de Baume & Mercier, Michael Nieto. Prefirió no especificar cifras de gastos en reparaciones. “Cuando se trata de relojes, la gente no entiende eso”.
Las marcas Baume & Mercier, Jaeger-LeCoultre y Cartier pertenecen a Richemont, la segunda compañía de bienes de lujo del mundo.
Walter von Kaenel, presidente de Longines, de Swatch Group, dijo en una entrevista a Bloomberg que la marca no obtiene ganancia alguna con las reparaciones, que ocupan a 60 personas, un décimo de su personal. Swatch Group es la mayor compañía de relojes del mundo.
Como otros lujos, los relojes son vulnerables cuando las personas acaudaladas hacen economía, más aún cuando los costos de reparaciones son altos. Daniel Pasquier, ejecutivo de relaciones públicas en Ginebra que posee dos relojes antiguos, abandonó su hobby a causa de las sombrías perspectivas económicas. Los costos de relubricar y cambiar los sellos de su reloj Oris de 10 años y un Jaeger-LeCoultre de 1970 llegaron el año pasado a u$s 300, dijo, y está decidido a usar su teléfono para saber la hora en vez de repararlos nuevamente. “Uno se pregunta si vale la pena”, agregó.
Con la caída de Wall Street, las compañías de relojes enfrentan una fuerte baja en la demanda. El año pasado, Suiza exportó relojes por valor de u$s 14.600 millones. Swatch Group tuvo un margen operativo de 22 % en 2007, mientras que el margen de explotación de Richemont, que también fabrica joyas, artículos de cuero y ropa, fue de 21 % en los 12 meses que finalizaron en marzo de 2008. A medida que mengua la demanda de los profesionales de las finanzas y los nuevos ricos de mercados emergentes, 2009 se perfila como el peor año para el sector suizo de relojes desde la “crisis del cuarzo”, que volvió obsoletos tecnológicamente a muchos relojes.
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