The Skipper
Milpostista
Sin verificar
Nunca había probado un brazalete de malla, ya que en principio no me llaman la atención, pero viendo el resultado en algunos de vuestros relojes me entró la CRI (Curiosidad por Repetir Ideas) y hace un par de días me llegaron tres, idénticas pero de distinta anchura.
Las compré para probar el resultado en tres Amphibias, un 120 que tengo desde hace tiempo, y un 150 y un 670 que parece que tras un mes a lomos de caballo tártaro desde Chistopol a Volgogrado, y una semana remontando de vuelta el Volga hasta Saratov en una barcaza arrastrada por los célebres remeros, han salido por fin del país de los planes quinquenales tal como me acaba de documentar el servicio postal con esta foto del vehículo que lo traerá a España:
Aunque se aprecia la cincha, los bueyes que lo arrastrarán no han querido salir en la foto...
Bueno, vamos a lo nuestro:
Me gusta, como algunos sabéis, cambiar correas con mucha frecuencia, por lo que a lo largo del tiempo he ido convirtiendo todas las que tenía para que acepten pasadores de cambio rápido.
Pues bien, se me ocurrió la idea de que, ya que de todas formas tenía que cortar hileras de la malla para adaptar los brazaletes a mi esquelética muñeca, podía intentar la conversión del brazalete: si metía la pata, tenía hileras de sobra para no tener que tirarlo.
Y, ¡qué demonios! el precio de estos chinorros es inferior a un par de cañas...
De forma que me puse a cavilar, apliqué unas cuantas fórmulas de física aeroespacial que ni yo mismo entiendo, me bebí cinco o seis botellas de vodka y me puse manos a la obra... sin haber hecho planos ni ná, que a fin de cuentas se trata de aplicar la tecnología soviética.
La teoría era cortar el segundo aro desde el extremo de la hilera para permitir que pase el tetón del pasador de cambio rápido. Evidentemente esto hace que la última hilera se componga ahora de dos secciones, pero la propia forma de los bucles, la tensión del brazalete una vez montado y la ingeniería maoísta aplicada en su construcción impiden que queden mal alineadas.
El resultado es éste:
En las siguientes fotos he intentado mostrar la operación realizada:
La calidad deja mucho que desear, pero con aplicación e imaginación se pueden apreciar tanto el corte en el eslabón como el tetón del pasador ya situado en su posición de uso.
Aunque el invento funciona, aún tengo que pulir los bordes del eslabón cortado y rebajar unas décimas los dos adyacentes para facilitar la acción de manipulado, pero esperaré a que mi pulso se tranquilice tras el efecto que la bebida ha tenido en mi MDD
Las compré para probar el resultado en tres Amphibias, un 120 que tengo desde hace tiempo, y un 150 y un 670 que parece que tras un mes a lomos de caballo tártaro desde Chistopol a Volgogrado, y una semana remontando de vuelta el Volga hasta Saratov en una barcaza arrastrada por los célebres remeros, han salido por fin del país de los planes quinquenales tal como me acaba de documentar el servicio postal con esta foto del vehículo que lo traerá a España:
Aunque se aprecia la cincha, los bueyes que lo arrastrarán no han querido salir en la foto...
Bueno, vamos a lo nuestro:
Me gusta, como algunos sabéis, cambiar correas con mucha frecuencia, por lo que a lo largo del tiempo he ido convirtiendo todas las que tenía para que acepten pasadores de cambio rápido.
Pues bien, se me ocurrió la idea de que, ya que de todas formas tenía que cortar hileras de la malla para adaptar los brazaletes a mi esquelética muñeca, podía intentar la conversión del brazalete: si metía la pata, tenía hileras de sobra para no tener que tirarlo.
Y, ¡qué demonios! el precio de estos chinorros es inferior a un par de cañas...
De forma que me puse a cavilar, apliqué unas cuantas fórmulas de física aeroespacial que ni yo mismo entiendo, me bebí cinco o seis botellas de vodka y me puse manos a la obra... sin haber hecho planos ni ná, que a fin de cuentas se trata de aplicar la tecnología soviética.
La teoría era cortar el segundo aro desde el extremo de la hilera para permitir que pase el tetón del pasador de cambio rápido. Evidentemente esto hace que la última hilera se componga ahora de dos secciones, pero la propia forma de los bucles, la tensión del brazalete una vez montado y la ingeniería maoísta aplicada en su construcción impiden que queden mal alineadas.
El resultado es éste:
En las siguientes fotos he intentado mostrar la operación realizada:
La calidad deja mucho que desear, pero con aplicación e imaginación se pueden apreciar tanto el corte en el eslabón como el tetón del pasador ya situado en su posición de uso.
Aunque el invento funciona, aún tengo que pulir los bordes del eslabón cortado y rebajar unas décimas los dos adyacentes para facilitar la acción de manipulado, pero esperaré a que mi pulso se tranquilice tras el efecto que la bebida ha tenido en mi MDD