Voy a intentar ilustrar un poco el tema de las tintas ferrogálicas que veo que no está muy claro.
Los efectos más perjudiciales son para la durabilidad del papel, de ahí que llamarlas "permanentes" sea un sarcasmo. Indirectamente, también pueden dañar las plumas, sino se limpian con frecuencia, aunque estos efectos se manifestaran a medio o largo plazo y con distinta intensidad en cada caso. Su poder corrosivo es más dañino con el acero que con el oro, obviamente por el carácter más estable del último.
Os pongo una foto de un documento impreso, dónde el uso de una tinta ferrogálica (con el tiempo se amarronan) en unas anotaciones a mano, se ha comido completamente el papel
Y si alguien quiere más información, os añado este texto:
Tintas Metaloácidas. Esta denominación incluye todas aquellas tintas cuyos componentes básicos están formados por un colorante a base de un metal y un compuesto ácido que actúa como agente de oxidación a la vez que de mordiente, es decir, fijador químico del color.
Son las siguientes: ferrogálicas o de hierro, de campeche, de alizarina, de Vanadio.
Ferrogálica o de hierro. Son también conocidas como tintas de agallas, taninas, de caparrosa, etc. En cualquier caso, son el resultado de la combinación de un compuesto ácido y una sal de hierro.
La descripción más antigua de estas tintas se debe a Plinio (s. I) que relata la forma de obtención y el resultado de un líquido intensamente negro, ampliamente utilizado en el mundo romano.
Originalmente, el compuesto ácido se obtenía a partir del tanino que contienen las agallas del roble que, al ser cocidas, forman ácido galo-tánico. La sal de hierro, denominada sulfato ferroso, se obtenía por combinación de hierro y ácido sulfúrico.
De esta forma, al mezclar el sulfato ferroso con el tanino se forma un tanato ferroso que, ciertamente, posee poca coloración y al ser aplicado al soporte no presenta buena calidad de tinción por su poca intensidad cromática. Sin embargo, esta coloración va aumentando paulatinamente conforme este tanato recibe la acción del oxígeno atmosférico y procura la oxidación del mineral que se transforma en tanato férrico que adquiere, finalmente, un característico color marrón oscuro.
Por esta razón, es habitual que a estas tintas se les incorpore una pequeña cantidad de colorante negro que potencia su poca coloración inicial. Generalmente, se emplea negro de humo.
Otra cualidad de estas tintas es que no necesitan aglutinante ya que la fijación de la tinta al soporte no se realiza por la acción mecánica de sustancia pegamentosa sino por el efecto químico del "mordiente" que, en este caso, es el compuesto ácido. Sin embargo, suelen disponer de alguna sustancia similar, con calidad de espesante, para aumentar la densidad de la tinta y reducir la decantación de las partículas tintóreas que por ser insolubles se mantienen dispersas en el preparado acuoso.
Comercialmente se las denomina "permanentes" aunque dicha condición sólo es válida en su estabilidad frente al agua ya que son insolubles en este medio. Sin embargo, esta característica no debe ocultar la gran inestabilidad química que poseen y que es motivó de uno de los mayores daños que sufre la documentación gráfica ejecutada con este tipo de tintas.
Este daño va implícito a la propia tinta pues uno de sus componentes básicos es un ácido que, finalmente, debido a la propia reacción con el sulfato ferroso, se transforma en ácido sulfúrico que se incorpora al papel consustancialmente a la tinta.
Este ácido, altamente corrosivo, puede ser neutralizado en parte por la misma alcalinidad del papel o por alguno de los componentes complementarios de la tinta pero, generalmente, su presencia se pone pronto de manifiesto al ocasionar la desintegración del papel en los trazos más intensos, y, posteriormente, en las zonas colindantes por razón de su emigración.
Esta acción desintegradora del ácido está, a su vez, favorecida por la presencia del hierro que, junto a la degradación que ocasiona su propia oxidación oxidando a la celulosa, es catalizador del dióxido de azufre presente en la atmósfera que se combina fácilmente con la humedad ambiental y forma nuevo ácido sulfúrico.
Así pues, tanto por el propio ácido de la tinta como por el formado a partir de la acción catalizadora del hierro, resulta que estas tintas poseen un alto grado de acidez, mayor cuanto mayor sea la participación inicial de ácido y hierro.
El resultado es que la propia tinta, elemento fundamental del documento gráfico, es quien aporta la principal causa de su deterioro.
Extraído de “La Preservación y restauración de documentos y libros en papel: un estudio del RAMP con directrices” de la UNESCO de 1984