Apostol
Habitual
Verificad@ con 2FA
Dado que estamos viviendo en un año tan -genuinamente milenarista-, quería compartir con vosotros una humilde reflexión:
Manel Castells en su trilogía "La era de la información", relata la intención en Estados Unidos de construir un reloj cósmico que pudiera medir el tiempo durante 10.000 años. De tal forma que: "El reloj estaba explícitamente concebido como un artefacto cultural para contrarrestar la idea del tiempo instantáneo y para ralentizar nuestra experiencia del tiempo adecuándola al ritmo de nuestro ser cosmológico". Este tiempo cosmológico constituye, en el fondo, señala Dosse: "una conciencia planetaria, topográfica, (que) rechaza la conciencia histórica". Para "sanar" la angustia de lo efímero, la posmodernidad no busca que el hombre se reencuentre con lo "histórico", sino que lo hace reposar en un "tiempo" casi eterno que representa la vida del Cosmos. Así, el hombre se entusiasma con los millones de años que han transcurrido desde el Big Bang y los millones de años que le quedan de vida al Cosmos. Si la vida es efímera -se consuela el hombre posmoderno- al menos hay algo casi eterno: el Cosmos.
Me pregunto:
¿Las almas menos inquietas pueden esperar tranquilamente que transcurran millones de años y que llegue un definitivo Big Crash, cuando ni siquiera exista la humanidad?.
Dependerá posiblemente de que decisión ha tomado nuestra civilización;
encaminar sus esfuerzos a la supervivencia tras la muerte o abocarse a agotar todas sus energías en vivir una individualidad sin sentido.
O eternidad o nihilismo, desgraciadamente en esta cuestión no hay término medio.
Manel Castells en su trilogía "La era de la información", relata la intención en Estados Unidos de construir un reloj cósmico que pudiera medir el tiempo durante 10.000 años. De tal forma que: "El reloj estaba explícitamente concebido como un artefacto cultural para contrarrestar la idea del tiempo instantáneo y para ralentizar nuestra experiencia del tiempo adecuándola al ritmo de nuestro ser cosmológico". Este tiempo cosmológico constituye, en el fondo, señala Dosse: "una conciencia planetaria, topográfica, (que) rechaza la conciencia histórica". Para "sanar" la angustia de lo efímero, la posmodernidad no busca que el hombre se reencuentre con lo "histórico", sino que lo hace reposar en un "tiempo" casi eterno que representa la vida del Cosmos. Así, el hombre se entusiasma con los millones de años que han transcurrido desde el Big Bang y los millones de años que le quedan de vida al Cosmos. Si la vida es efímera -se consuela el hombre posmoderno- al menos hay algo casi eterno: el Cosmos.
Me pregunto:
¿Las almas menos inquietas pueden esperar tranquilamente que transcurran millones de años y que llegue un definitivo Big Crash, cuando ni siquiera exista la humanidad?.
Dependerá posiblemente de que decisión ha tomado nuestra civilización;
encaminar sus esfuerzos a la supervivencia tras la muerte o abocarse a agotar todas sus energías en vivir una individualidad sin sentido.
O eternidad o nihilismo, desgraciadamente en esta cuestión no hay término medio.