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Vamos a escribir un cuento.....

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  • #26
Los recuerdos me habian impedido conciliar el sueño. Mientras el café humeante trataba de poner orden en mis pensamientos, no dejaba de mirar insistentemente el reloj ya que el bisel unidireccional no cuadraba exactamente con las 12 horas. Parece mentira pero puedo llegar a ser tan raro. No obstante el motivo de mi insomnio no era éste, no tenía nada que ver con las cosas materiales. El problema no dejaba de darme vueltas en la cabeza. La policía estaba detrás de la pista y la coartada parecía que que se desmoronaba por momentos. Busqué en mi agenda el número de aquella chica que conocí esa noche, Helena, y, a pesar de las altas horas de la madrugada marqué desde mi móvil NOKIA N95, 659 02..... El teléfono sonó varias veces, estaba a punto de desistir pero una voz sensual como pocas me contestó: buenas noches, quien llama a estás horas? Quede totalmente prendido, le contesté y dimos rienda suelta a nuestras lenguas. De nuevo comprobé que no es cierto - como decía mi madre - que no es bueno llamar más allá de las 10 de la noche. Ya es estos momentos los placeres ocultos se permiten todas las licencias, y decidimos que la virtualidad es más adecuada mutarla en verades tangibles, y más si hay en juego algo más que sonrisas inventadas o deseos a media voz. No creí que viniese, pero reconocerla al cruzar el umbral del "Absenta´s House" resultó, como mínimo, emocionante: todas las mujeres son aún más bellas si mienten.
De repente, se oyó un ruido de pasos en la escalera.
Alguien, desde la sombra aporreó mi puerta, sobresaltándome. El gató saltó del sofá y salió huyendo. Aquello no podía significar mas que una cosa...
Si no estoy en el Absenta House... Todo ha sido un sueño... Jooder!! Por un momento pensé que me estaba volviendo heterosexual.. un momento.. soy heterosexual.. puaj!.. la maldita resaca resuena a mi con cada golpe en la dichosa puerta.. ¿que hora es..?.. ¿donde demonios esta mi Rolex..?... ¡Ya va!.. ¡Ya va..!... ¿Donde demonios estan mis pantalones...?.. La noche debió ser ajitada, ya he perdido dos cosas..
Una de ellas ha debido ser la decencia porque no encuentro mi ropa interior, pero lo que más temo es haberla perdido a ella. La conciencia nunca me molestó o inquietó lo más mínimo, pero saberme abandonado es más insoportable que las responsabilidades que habré de asumir ante la Justicia y ante Dios.
¡Dios mio! ¿Que es esa mancha que hay en la alfombra? ¡Parece sangre!
-En la alfombra se veía una mancha roja, oscura, mas o menos redonda, de un tamaño de unos 90 centímetros...
-y... ¿Donde está Teresa? ¿A donde ha ido el maldito gato?
Rapidamente la pupila observo un paquete de Marlboro, me dispuse a encender un pitillo mientras mi mente agrupaba ideas sueltas y absurdas, risas y copas, cubitos de hielo y perfume, cuando en mi mano apunte una cajetilla de cerillas con el logo impreso "The Buda club", no lograba recordar nada de ese lugar ¿ acaso pase por alli tras salir del Absenta House ? ¿ donde estaba el gato ?

No dí más de tres caladas, que me llenaron los pulmones hasta casi perder el conocimiento, hacía calor y el maldito ventilador revolvía el ambiente calentorro que una noche de agosto. Aquella mancha de sangre...no recordaba nada. Junto al paquete de Marlboro una botella vacía de Champám barato y una copa con una marca de carmín. ¡ Teresa !, ahora lo recuerdo todo...
- Pom Pom Pom, otra vez la puerta.
-Aquel ruido interrumpió el hilo de mis pensamientos. debía huir. Nadie debía saber que aquella noche yo había estado en aquella casa.
Abrí la ventana y me deslice al patio sin hacer ruido.

Dos coches de policiá estaban aparcados prudentemente, la sombra de un tipo que cruzaba la calle, me hizo rodar por el suelo y casi caigo encima de una m...de un puto perro. De pronto pensé, ¡ Dios ! me he dejado la cartera y el tabaco...estoy perdido. No sabía qué hacer, tenía que buscar una forma de salir de la ciudad, pero no tenía dinero dinero ni documentación...

Sin embargo, con cuerte, sin ser visto y pasar desapercibido, ahi comienzo mi marcha, todos esos recuerdos me cruzan, fugaces, la calle oscura invita a meditar detenidamente, a cada paso ideas van y vienen, y no concluyo nada, no puedo ordenar mis putos pensamientos. Decido pues, ir a donde ese jóven, delgado, alto, recargado en aquel candil y fumando un cigarrillo, posiblemente logre obtener algo de pasta, o al menos un cigarrillo, !que va!, la suerte le sonríe al osado...

Pese a los peliagudo de la situación, iba siendo hora de poner en orden mis recuerdos, e intentar averiguar qué coño había pasado, cómo había llegado hasta allí. Intentaba, de forma infructuosa, hacer memoria, pero la verdad es que logré más bien poco, cosa que para nada me tranquilizó. Conseguía recordar estar sentado en un taburete de la barra del Absenta's, pero prácticamente nada más. Desde ahí a despertarme con los golpes en la puerta todo eran fogonazos, flashes, sombras, siluetas difuminadas, que por mucho que lo intentase no había forma de que reconstruyesen una historia medio coherente. Tenía el vago recuerdo de haber empuñado un arma durante la noche, seguramente una pistola, pero no era capaz de recordar ni dónde, ni cuándo, ni, y esto tal vez fuese lo peor, por qué ni contra qué o quién. Es más. ¿De dónde había salido aquélla pistola?
. De repente algo vibra en mi pantalón... tengo el sano vicio de quitar de cuajo esas estúpidas melodías del Nokia, a veces me dan ganas de asesinar a todos los estúpidos que en el interurbano me joden con sus vulgares sonidos y sus aún peores dimes y diretes... ¿ Pero qué me importa a mí lo que su jodida familia quiere para la comida ?. ¿ Y esa niñata histérica que discute con su amiga del alma, la misma que -seguro - le joderá al novio de su vida ?. Al cogerlo se corta la llamada, pero me sonaba vagamente tanto el número como la respiración, muy llena de vida cargada de sueños, y de reproches quizás injustos. Quizás he de tomarme una ducha, vomitar, o hacerlo todo a la vez y limpiar mi mente de todo lo que ahora se agolpa, como un puñetazo inmediato, en la poca sensatez que aún, espero, me queda.

Aquella llamada provocó en mi uno de esos escasos momentos de lucidez con los que el destino me sorprende de vez en cuando. No era ni el momento ni la situacion de andarse con pamplinas. Miré el reloj instintivamente, sin ver tan siquiera la hora que marcaba, le dí una ultima calada al que posiblemente sería el último cigarrillo de mi vida -vaya momento para dejar de fumar- y me encaminé sin vacilar a casa de Susana. Si había una persona en el mundo capaz de conocer la verdad, esta era Susana, si habia una persona en el mundo capaz de darme protección, esta era Susana, pero, ¿querría hacerlo?

Susana vivia a las afueras de la ciudad, en lo alto de un monte con vistas al puerto, en el ultimo piso de un bloque de apartamentos con aire esceptico, morena, rozando los cuarenta, ojos azules y piernas duras como rocas del mar, sin duda ella podria ayudarme y facilitarme algun contacto para conseguir una nueva identidad, el sol empezaba asomar por el este y el amanecer impasible arañaba los tejados de la ciudad.
LLamó a la puerta, la espera se me hace interminable, ruido de pasos, la mirilla.
¿Joder, que haces aquí a estas horas?. Solo una mirada. Me conoce bien sabe que hay problemas. Pasamos al salón. Por fin tabaco, enciendo un cigarrillo y el humo gris inunda mis pulmones devolviendome media vida.
Susana es como el tabaco, he intentado dejarlo mil veces, pero siempre acabo volviendo a caer. Recién levantada esta especialmente hermosa, muy hermosa. Debí haberme casado con ella, pero siempre he sido un gilipollas. Ahora ya no importa.
Susana denotaba tristeza. Mientras apuraba un trago de Cardhu con hielo, le contaba con voz temblorosa la vaga película que asolaba mi mente. Ella era una mujer fuerte, alta, delgada, como sacada de un largometraje de los años 40. La vida, le había enseñado a sufrir y a caminar, sin más ayuda que la de sus anchas e interminables caderas. La muerte de su madre cuando tan sólo era una niña, había curtido de cicatrices su alma y embellecido de forma notoria su figura.

Era tímida y se cohibía cuando se encuntraba entre varias personas, pero conmigo era muy explícita y pienso que la atracción era mutua, aunque ella además, me amaba. Antes de haber consumido la mitad de mi pitillo, ella estaba a orcajadas sobre mi, sobre la alfombra del salón, desnuda y dispuesta a recordarme lo que he perdido durante tantos años se sexo a disgusto y desvelos innecesarios, y tuve la impresión por un momento de que ella era conocedora de lo ocurrido la noche anterior. Ni siquiera me preguntó por Teresa, pero es imposible que ella pueda saber lo que había ocurrido. Tras 20 minutos de frenesí, me duché solo en su casa y empecé a contarle lo que recordaba de la noche anterior.

Durante una hora fuí desgranando mis vagos e imprecisos recuerdos, estar sentado en la barra del Absenta´s la pistola, la mirada insistente a mi reloj, esperando que sucediera algo o viniera alguien a una hora concreta...

Ese deslabazamiento de ideas parecía no llevar a ningún sitio. Susana ni gesticulaba ni se movía, ni siquiera decía nada sobre mi relato.

- No entiendo nada - dijo ella-. Es decir, lo único que recuerdas es lo que me has contado. ¿ En serio que no recuerdas nada más?.
- No - repuse tras un momento de reflexión-. No recuerdo nada más.

Sus ojos se abrieron, y de repente me di cuenta que ella sabía mas de lo que parecía, que me ocultaba algo.

- ¿ Hay algo que deba conocer y que me estás ocultando? - le pregunté.
- Que va, ¿ insinúas algo? - no me miraba a los ojos, tenía la mirada fija en la ventana que daba a la calle.
- No, pero a lo mejor me puedes ayudar a ordenar mis ideas.

No tenía buenas sensaciones. No me fiaba de Susana, otrora buena amiga. Su actitud me producía intranquilidad.

Nos mantuvimos en silencio diez minutos. El silencio se convertía en sopor, interrumpido por una llamada telefónica.

- Si - contesta ella.
...
- No, es un mal momento para eso - sigue al teléfono.
...
- Si, está conmigo- concluye.

Tras colgar me sonríe y se acerca.

- Tengo que contarte algo - dice Susana.
- ¿ Ahora?.
- Si, precisamente ahora.
- ¿recuerdas tu viaje a Suiza de hace unos meses?, dijo.

Pues claro que lo recordaba. Había sido un viaje largamente esperado por mí, pues yo era el encargado de presentar en la Basel de este año un grandísimo logro de mi compañía. Tan grande que seguramente el hecho de hacerlo público en la feria, marcase un hito en la historia de lo que hasta ahora había sido la relojería mecánica.
No en vano habíamos dedicado a su desarrollo más de cinco años y gastado cantidades obscenas de dinero. Tal había sido el gasto realizado que faltó poco para que la compañía se descapitalizara completamente.
Pero afortunadamente ese ímprobo esfuerzo dio su fruto, y lo que yo transportaba en mi maletín ese día, camino de la Basel; no tenía parangón. Incluso podía ser considerado pecaminoso: el primer mecanismo integramente de seda. Siempre, desde crío, alucinaba con los experimentos en la escuela, en esas cajitas de cartón llenas de capullos ( mucho más inteligentes que los que en la edad adulta conocí ) y esas hojitas verdes, y su fantástica transformación con el paso de los días. Como responsable de I+D de "Tempus Imaginarium Design " empezamos a investigar hasta sus últimas consecuencias las capacidades de reistencia y flexibilidad de tan maravillosa materia. Y lo conseguimos. Nuestro mecanismo es, indudablemente, el más liviano, bello y resistente. Es único. Y, por eso mismo, es peligroso.
 
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  • #27
Los recuerdos me habian impedido conciliar el sueño. Mientras el café humeante trataba de poner orden en mis pensamientos, no dejaba de mirar insistentemente el reloj ya que el bisel unidireccional no cuadraba exactamente con las 12 horas. Parece mentira pero puedo llegar a ser tan raro. No obstante el motivo de mi insomnio no era éste, no tenía nada que ver con las cosas materiales. El problema no dejaba de darme vueltas en la cabeza. La policía estaba detrás de la pista y la coartada parecía que que se desmoronaba por momentos. Busqué en mi agenda el número de aquella chica que conocí esa noche, Helena, y, a pesar de las altas horas de la madrugada marqué desde mi móvil NOKIA N95, 659 02..... El teléfono sonó varias veces, estaba a punto de desistir pero una voz sensual como pocas me contestó: buenas noches, quien llama a estás horas? Quede totalmente prendido, le contesté y dimos rienda suelta a nuestras lenguas. De nuevo comprobé que no es cierto - como decía mi madre - que no es bueno llamar más allá de las 10 de la noche. Ya es estos momentos los placeres ocultos se permiten todas las licencias, y decidimos que la virtualidad es más adecuada mutarla en verades tangibles, y más si hay en juego algo más que sonrisas inventadas o deseos a media voz. No creí que viniese, pero reconocerla al cruzar el umbral del "Absenta´s House" resultó, como mínimo, emocionante: todas las mujeres son aún más bellas si mienten.
De repente, se oyó un ruido de pasos en la escalera.
Alguien, desde la sombra aporreó mi puerta, sobresaltándome. El gató saltó del sofá y salió huyendo. Aquello no podía significar mas que una cosa...
Si no estoy en el Absenta House... Todo ha sido un sueño... Jooder!! Por un momento pensé que me estaba volviendo heterosexual.. un momento.. soy heterosexual.. puaj!.. la maldita resaca resuena a mi con cada golpe en la dichosa puerta.. ¿que hora es..?.. ¿donde demonios esta mi Rolex..?... ¡Ya va!.. ¡Ya va..!... ¿Donde demonios estan mis pantalones...?.. La noche debió ser ajitada, ya he perdido dos cosas..
Una de ellas ha debido ser la decencia porque no encuentro mi ropa interior, pero lo que más temo es haberla perdido a ella. La conciencia nunca me molestó o inquietó lo más mínimo, pero saberme abandonado es más insoportable que las responsabilidades que habré de asumir ante la Justicia y ante Dios.
¡Dios mio! ¿Que es esa mancha que hay en la alfombra? ¡Parece sangre!
-En la alfombra se veía una mancha roja, oscura, mas o menos redonda, de un tamaño de unos 90 centímetros...
-y... ¿Donde está Teresa? ¿A donde ha ido el maldito gato?
Rapidamente la pupila observo un paquete de Marlboro, me dispuse a encender un pitillo mientras mi mente agrupaba ideas sueltas y absurdas, risas y copas, cubitos de hielo y perfume, cuando en mi mano apunte una cajetilla de cerillas con el logo impreso "The Buda club", no lograba recordar nada de ese lugar ¿ acaso pase por alli tras salir del Absenta House ? ¿ donde estaba el gato ?

No dí más de tres caladas, que me llenaron los pulmones hasta casi perder el conocimiento, hacía calor y el maldito ventilador revolvía el ambiente calentorro que una noche de agosto. Aquella mancha de sangre...no recordaba nada. Junto al paquete de Marlboro una botella vacía de Champám barato y una copa con una marca de carmín. ¡ Teresa !, ahora lo recuerdo todo...
- Pom Pom Pom, otra vez la puerta.
-Aquel ruido interrumpió el hilo de mis pensamientos. debía huir. Nadie debía saber que aquella noche yo había estado en aquella casa.
Abrí la ventana y me deslice al patio sin hacer ruido.

Dos coches de policiá estaban aparcados prudentemente, la sombra de un tipo que cruzaba la calle, me hizo rodar por el suelo y casi caigo encima de una m...de un puto perro. De pronto pensé, ¡ Dios ! me he dejado la cartera y el tabaco...estoy perdido. No sabía qué hacer, tenía que buscar una forma de salir de la ciudad, pero no tenía dinero dinero ni documentación...

Sin embargo, con cuerte, sin ser visto y pasar desapercibido, ahi comienzo mi marcha, todos esos recuerdos me cruzan, fugaces, la calle oscura invita a meditar detenidamente, a cada paso ideas van y vienen, y no concluyo nada, no puedo ordenar mis putos pensamientos. Decido pues, ir a donde ese jóven, delgado, alto, recargado en aquel candil y fumando un cigarrillo, posiblemente logre obtener algo de pasta, o al menos un cigarrillo, !que va!, la suerte le sonríe al osado...

Pese a los peliagudo de la situación, iba siendo hora de poner en orden mis recuerdos, e intentar averiguar qué coño había pasado, cómo había llegado hasta allí. Intentaba, de forma infructuosa, hacer memoria, pero la verdad es que logré más bien poco, cosa que para nada me tranquilizó. Conseguía recordar estar sentado en un taburete de la barra del Absenta's, pero prácticamente nada más. Desde ahí a despertarme con los golpes en la puerta todo eran fogonazos, flashes, sombras, siluetas difuminadas, que por mucho que lo intentase no había forma de que reconstruyesen una historia medio coherente. Tenía el vago recuerdo de haber empuñado un arma durante la noche, seguramente una pistola, pero no era capaz de recordar ni dónde, ni cuándo, ni, y esto tal vez fuese lo peor, por qué ni contra qué o quién. Es más. ¿De dónde había salido aquélla pistola?
. De repente algo vibra en mi pantalón... tengo el sano vicio de quitar de cuajo esas estúpidas melodías del Nokia, a veces me dan ganas de asesinar a todos los estúpidos que en el interurbano me joden con sus vulgares sonidos y sus aún peores dimes y diretes... ¿ Pero qué me importa a mí lo que su jodida familia quiere para la comida ?. ¿ Y esa niñata histérica que discute con su amiga del alma, la misma que -seguro - le joderá al novio de su vida ?. Al cogerlo se corta la llamada, pero me sonaba vagamente tanto el número como la respiración, muy llena de vida cargada de sueños, y de reproches quizás injustos. Quizás he de tomarme una ducha, vomitar, o hacerlo todo a la vez y limpiar mi mente de todo lo que ahora se agolpa, como un puñetazo inmediato, en la poca sensatez que aún, espero, me queda.

Aquella llamada provocó en mi uno de esos escasos momentos de lucidez con los que el destino me sorprende de vez en cuando. No era ni el momento ni la situacion de andarse con pamplinas. Miré el reloj instintivamente, sin ver tan siquiera la hora que marcaba, le dí una ultima calada al que posiblemente sería el último cigarrillo de mi vida -vaya momento para dejar de fumar- y me encaminé sin vacilar a casa de Susana. Si había una persona en el mundo capaz de conocer la verdad, esta era Susana, si habia una persona en el mundo capaz de darme protección, esta era Susana, pero, ¿querría hacerlo?

Susana vivia a las afueras de la ciudad, en lo alto de un monte con vistas al puerto, en el ultimo piso de un bloque de apartamentos con aire esceptico, morena, rozando los cuarenta, ojos azules y piernas duras como rocas del mar, sin duda ella podria ayudarme y facilitarme algun contacto para conseguir una nueva identidad, el sol empezaba asomar por el este y el amanecer impasible arañaba los tejados de la ciudad.
LLamó a la puerta, la espera se me hace interminable, ruido de pasos, la mirilla.
¿Joder, que haces aquí a estas horas?. Solo una mirada. Me conoce bien sabe que hay problemas. Pasamos al salón. Por fin tabaco, enciendo un cigarrillo y el humo gris inunda mis pulmones devolviendome media vida.
Susana es como el tabaco, he intentado dejarlo mil veces, pero siempre acabo volviendo a caer. Recién levantada esta especialmente hermosa, muy hermosa. Debí haberme casado con ella, pero siempre he sido un gilipollas. Ahora ya no importa.
Susana denotaba tristeza. Mientras apuraba un trago de Cardhu con hielo, le contaba con voz temblorosa la vaga película que asolaba mi mente. Ella era una mujer fuerte, alta, delgada, como sacada de un largometraje de los años 40. La vida, le había enseñado a sufrir y a caminar, sin más ayuda que la de sus anchas e interminables caderas. La muerte de su madre cuando tan sólo era una niña, había curtido de cicatrices su alma y embellecido de forma notoria su figura.

Era tímida y se cohibía cuando se encuntraba entre varias personas, pero conmigo era muy explícita y pienso que la atracción era mutua, aunque ella además, me amaba. Antes de haber consumido la mitad de mi pitillo, ella estaba a orcajadas sobre mi, sobre la alfombra del salón, desnuda y dispuesta a recordarme lo que he perdido durante tantos años se sexo a disgusto y desvelos innecesarios, y tuve la impresión por un momento de que ella era conocedora de lo ocurrido la noche anterior. Ni siquiera me preguntó por Teresa, pero es imposible que ella pueda saber lo que había ocurrido. Tras 20 minutos de frenesí, me duché solo en su casa y empecé a contarle lo que recordaba de la noche anterior.

Durante una hora fuí desgranando mis vagos e imprecisos recuerdos, estar sentado en la barra del Absenta´s la pistola, la mirada insistente a mi reloj, esperando que sucediera algo o viniera alguien a una hora concreta...

Ese deslabazamiento de ideas parecía no llevar a ningún sitio. Susana ni gesticulaba ni se movía, ni siquiera decía nada sobre mi relato.

- No entiendo nada - dijo ella-. Es decir, lo único que recuerdas es lo que me has contado. ¿ En serio que no recuerdas nada más?.
- No - repuse tras un momento de reflexión-. No recuerdo nada más.

Sus ojos se abrieron, y de repente me di cuenta que ella sabía mas de lo que parecía, que me ocultaba algo.

- ¿ Hay algo que deba conocer y que me estás ocultando? - le pregunté.
- Que va, ¿ insinúas algo? - no me miraba a los ojos, tenía la mirada fija en la ventana que daba a la calle.
- No, pero a lo mejor me puedes ayudar a ordenar mis ideas.

No tenía buenas sensaciones. No me fiaba de Susana, otrora buena amiga. Su actitud me producía intranquilidad.

Nos mantuvimos en silencio diez minutos. El silencio se convertía en sopor, interrumpido por una llamada telefónica.

- Si - contesta ella.
...
- No, es un mal momento para eso - sigue al teléfono.
...
- Si, está conmigo- concluye.

Tras colgar me sonríe y se acerca.

- Tengo que contarte algo - dice Susana.
- ¿ Ahora?.
- Si, precisamente ahora.
- ¿recuerdas tu viaje a Suiza de hace unos meses?, dijo.

Pues claro que lo recordaba. Había sido un viaje largamente esperado por mí, pues yo era el encargado de presentar en la Basel de este año un grandísimo logro de mi compañía. Tan grande que seguramente el hecho de hacerlo público en la feria, marcase un hito en la historia de lo que hasta ahora había sido la relojería mecánica.
No en vano habíamos dedicado a su desarrollo más de cinco años y gastado cantidades obscenas de dinero. Tal había sido el gasto realizado que faltó poco para que la compañía se descapitalizara completamente.
Pero afortunadamente ese ímprobo esfuerzo dio su fruto, y lo que yo transportaba en mi maletín ese día, camino de la Basel; no tenía parangón. Incluso podía ser considerado pecaminoso: el primer mecanismo integramente de seda. Siempre, desde crío, alucinaba con los experimentos en la escuela, en esas cajitas de cartón llenas de capullos ( mucho más inteligentes que los que en la edad adulta conocí ) y esas hojitas verdes, y su fantástica transformación con el paso de los días. Como responsable de I+D de "Tempus Imaginarium Design " empezamos a investigar hasta sus últimas consecuencias las capacidades de reistencia y flexibilidad de tan maravillosa materia. Y lo conseguimos. Nuestro mecanismo es, indudablemente, el más liviano, bello y resistente. Es único. Y, por eso mismo, es peligroso.

Todos los sinsabores de estos años venian a mi mente y la golpeaban machaconamente, con una insistencia dolorosa. Susana me miraba perpleja sin terminar de comprenderlo. Ella no habia sido solamente una inversora capitalista ávida de fama y reconocimiento mundial. Se había implicado en este proyecto tanto como Mr. Boyle y yo, y los tres eramos los únicos que conociamos al dedillo todos los entresijos del proyecto. Solamente uno de nosotros podía haber traicionado tanta implicacion, tanto trabajo, tanta amistad.....

No quedaba tiempo, apenas venticuatro horas y todo este ingente esfuerzo y dinero se iría al garete de una forma definitiva. Era el tiempo de encontrar al cupable, pero sobre todo, de que no se saliese con la suya. Habia demasiado en juego.

Enfrascado en mis pensamientos no reparé en que Susana habia empezado a contarme lo que sucedió durante mi viaje a Suiza.
 
  • #28
Los recuerdos me habian impedido conciliar el sueño. Mientras el café humeante trataba de poner orden en mis pensamientos, no dejaba de mirar insistentemente el reloj ya que el bisel unidireccional no cuadraba exactamente con las 12 horas. Parece mentira pero puedo llegar a ser tan raro. No obstante el motivo de mi insomnio no era éste, no tenía nada que ver con las cosas materiales. El problema no dejaba de darme vueltas en la cabeza. La policía estaba detrás de la pista y la coartada parecía que que se desmoronaba por momentos. Busqué en mi agenda el número de aquella chica que conocí esa noche, Helena, y, a pesar de las altas horas de la madrugada marqué desde mi móvil NOKIA N95, 659 02..... El teléfono sonó varias veces, estaba a punto de desistir pero una voz sensual como pocas me contestó: buenas noches, quien llama a estás horas? Quede totalmente prendido, le contesté y dimos rienda suelta a nuestras lenguas. De nuevo comprobé que no es cierto - como decía mi madre - que no es bueno llamar más allá de las 10 de la noche. Ya es estos momentos los placeres ocultos se permiten todas las licencias, y decidimos que la virtualidad es más adecuada mutarla en verades tangibles, y más si hay en juego algo más que sonrisas inventadas o deseos a media voz. No creí que viniese, pero reconocerla al cruzar el umbral del "Absenta´s House" resultó, como mínimo, emocionante: todas las mujeres son aún más bellas si mienten.
De repente, se oyó un ruido de pasos en la escalera.
Alguien, desde la sombra aporreó mi puerta, sobresaltándome. El gató saltó del sofá y salió huyendo. Aquello no podía significar mas que una cosa...
Si no estoy en el Absenta House... Todo ha sido un sueño... Jooder!! Por un momento pensé que me estaba volviendo heterosexual.. un momento.. soy heterosexual.. puaj!.. la maldita resaca resuena a mi con cada golpe en la dichosa puerta.. ¿que hora es..?.. ¿donde demonios esta mi Rolex..?... ¡Ya va!.. ¡Ya va..!... ¿Donde demonios estan mis pantalones...?.. La noche debió ser ajitada, ya he perdido dos cosas..
Una de ellas ha debido ser la decencia porque no encuentro mi ropa interior, pero lo que más temo es haberla perdido a ella. La conciencia nunca me molestó o inquietó lo más mínimo, pero saberme abandonado es más insoportable que las responsabilidades que habré de asumir ante la Justicia y ante Dios.
¡Dios mio! ¿Que es esa mancha que hay en la alfombra? ¡Parece sangre!
-En la alfombra se veía una mancha roja, oscura, mas o menos redonda, de un tamaño de unos 90 centímetros...
-y... ¿Donde está Teresa? ¿A donde ha ido el maldito gato?
Rapidamente la pupila observo un paquete de Marlboro, me dispuse a encender un pitillo mientras mi mente agrupaba ideas sueltas y absurdas, risas y copas, cubitos de hielo y perfume, cuando en mi mano apunte una cajetilla de cerillas con el logo impreso "The Buda club", no lograba recordar nada de ese lugar ¿ acaso pase por alli tras salir del Absenta House ? ¿ donde estaba el gato ?

No dí más de tres caladas, que me llenaron los pulmones hasta casi perder el conocimiento, hacía calor y el maldito ventilador revolvía el ambiente calentorro que una noche de agosto. Aquella mancha de sangre...no recordaba nada. Junto al paquete de Marlboro una botella vacía de Champám barato y una copa con una marca de carmín. ¡ Teresa !, ahora lo recuerdo todo...
- Pom Pom Pom, otra vez la puerta.
-Aquel ruido interrumpió el hilo de mis pensamientos. debía huir. Nadie debía saber que aquella noche yo había estado en aquella casa.
Abrí la ventana y me deslice al patio sin hacer ruido.

Dos coches de policiá estaban aparcados prudentemente, la sombra de un tipo que cruzaba la calle, me hizo rodar por el suelo y casi caigo encima de una m...de un puto perro. De pronto pensé, ¡ Dios ! me he dejado la cartera y el tabaco...estoy perdido. No sabía qué hacer, tenía que buscar una forma de salir de la ciudad, pero no tenía dinero dinero ni documentación...

Sin embargo, con cuerte, sin ser visto y pasar desapercibido, ahi comienzo mi marcha, todos esos recuerdos me cruzan, fugaces, la calle oscura invita a meditar detenidamente, a cada paso ideas van y vienen, y no concluyo nada, no puedo ordenar mis putos pensamientos. Decido pues, ir a donde ese jóven, delgado, alto, recargado en aquel candil y fumando un cigarrillo, posiblemente logre obtener algo de pasta, o al menos un cigarrillo, !que va!, la suerte le sonríe al osado...

Pese a los peliagudo de la situación, iba siendo hora de poner en orden mis recuerdos, e intentar averiguar qué coño había pasado, cómo había llegado hasta allí. Intentaba, de forma infructuosa, hacer memoria, pero la verdad es que logré más bien poco, cosa que para nada me tranquilizó. Conseguía recordar estar sentado en un taburete de la barra del Absenta's, pero prácticamente nada más. Desde ahí a despertarme con los golpes en la puerta todo eran fogonazos, flashes, sombras, siluetas difuminadas, que por mucho que lo intentase no había forma de que reconstruyesen una historia medio coherente. Tenía el vago recuerdo de haber empuñado un arma durante la noche, seguramente una pistola, pero no era capaz de recordar ni dónde, ni cuándo, ni, y esto tal vez fuese lo peor, por qué ni contra qué o quién. Es más. ¿De dónde había salido aquélla pistola?
. De repente algo vibra en mi pantalón... tengo el sano vicio de quitar de cuajo esas estúpidas melodías del Nokia, a veces me dan ganas de asesinar a todos los estúpidos que en el interurbano me joden con sus vulgares sonidos y sus aún peores dimes y diretes... ¿ Pero qué me importa a mí lo que su jodida familia quiere para la comida ?. ¿ Y esa niñata histérica que discute con su amiga del alma, la misma que -seguro - le joderá al novio de su vida ?. Al cogerlo se corta la llamada, pero me sonaba vagamente tanto el número como la respiración, muy llena de vida cargada de sueños, y de reproches quizás injustos. Quizás he de tomarme una ducha, vomitar, o hacerlo todo a la vez y limpiar mi mente de todo lo que ahora se agolpa, como un puñetazo inmediato, en la poca sensatez que aún, espero, me queda.

Aquella llamada provocó en mi uno de esos escasos momentos de lucidez con los que el destino me sorprende de vez en cuando. No era ni el momento ni la situacion de andarse con pamplinas. Miré el reloj instintivamente, sin ver tan siquiera la hora que marcaba, le dí una ultima calada al que posiblemente sería el último cigarrillo de mi vida -vaya momento para dejar de fumar- y me encaminé sin vacilar a casa de Susana. Si había una persona en el mundo capaz de conocer la verdad, esta era Susana, si habia una persona en el mundo capaz de darme protección, esta era Susana, pero, ¿querría hacerlo?

Susana vivia a las afueras de la ciudad, en lo alto de un monte con vistas al puerto, en el ultimo piso de un bloque de apartamentos con aire esceptico, morena, rozando los cuarenta, ojos azules y piernas duras como rocas del mar, sin duda ella podria ayudarme y facilitarme algun contacto para conseguir una nueva identidad, el sol empezaba asomar por el este y el amanecer impasible arañaba los tejados de la ciudad.
LLamó a la puerta, la espera se me hace interminable, ruido de pasos, la mirilla.
¿Joder, que haces aquí a estas horas?. Solo una mirada. Me conoce bien sabe que hay problemas. Pasamos al salón. Por fin tabaco, enciendo un cigarrillo y el humo gris inunda mis pulmones devolviendome media vida.
Susana es como el tabaco, he intentado dejarlo mil veces, pero siempre acabo volviendo a caer. Recién levantada esta especialmente hermosa, muy hermosa. Debí haberme casado con ella, pero siempre he sido un gilipollas. Ahora ya no importa.
Susana denotaba tristeza. Mientras apuraba un trago de Cardhu con hielo, le contaba con voz temblorosa la vaga película que asolaba mi mente. Ella era una mujer fuerte, alta, delgada, como sacada de un largometraje de los años 40. La vida, le había enseñado a sufrir y a caminar, sin más ayuda que la de sus anchas e interminables caderas. La muerte de su madre cuando tan sólo era una niña, había curtido de cicatrices su alma y embellecido de forma notoria su figura.

Era tímida y se cohibía cuando se encuntraba entre varias personas, pero conmigo era muy explícita y pienso que la atracción era mutua, aunque ella además, me amaba. Antes de haber consumido la mitad de mi pitillo, ella estaba a orcajadas sobre mi, sobre la alfombra del salón, desnuda y dispuesta a recordarme lo que he perdido durante tantos años se sexo a disgusto y desvelos innecesarios, y tuve la impresión por un momento de que ella era conocedora de lo ocurrido la noche anterior. Ni siquiera me preguntó por Teresa, pero es imposible que ella pueda saber lo que había ocurrido. Tras 20 minutos de frenesí, me duché solo en su casa y empecé a contarle lo que recordaba de la noche anterior.

Durante una hora fuí desgranando mis vagos e imprecisos recuerdos, estar sentado en la barra del Absenta´s la pistola, la mirada insistente a mi reloj, esperando que sucediera algo o viniera alguien a una hora concreta...

Ese deslabazamiento de ideas parecía no llevar a ningún sitio. Susana ni gesticulaba ni se movía, ni siquiera decía nada sobre mi relato.

- No entiendo nada - dijo ella-. Es decir, lo único que recuerdas es lo que me has contado. ¿ En serio que no recuerdas nada más?.
- No - repuse tras un momento de reflexión-. No recuerdo nada más.

Sus ojos se abrieron, y de repente me di cuenta que ella sabía mas de lo que parecía, que me ocultaba algo.

- ¿ Hay algo que deba conocer y que me estás ocultando? - le pregunté.
- Que va, ¿ insinúas algo? - no me miraba a los ojos, tenía la mirada fija en la ventana que daba a la calle.
- No, pero a lo mejor me puedes ayudar a ordenar mis ideas.

No tenía buenas sensaciones. No me fiaba de Susana, otrora buena amiga. Su actitud me producía intranquilidad.

Nos mantuvimos en silencio diez minutos. El silencio se convertía en sopor, interrumpido por una llamada telefónica.

- Si - contesta ella.
...
- No, es un mal momento para eso - sigue al teléfono.
...
- Si, está conmigo- concluye.

Tras colgar me sonríe y se acerca.

- Tengo que contarte algo - dice Susana.
- ¿ Ahora?.
- Si, precisamente ahora.
- ¿recuerdas tu viaje a Suiza de hace unos meses?, dijo.

Pues claro que lo recordaba. Había sido un viaje largamente esperado por mí, pues yo era el encargado de presentar en la Basel de este año un grandísimo logro de mi compañía. Tan grande que seguramente el hecho de hacerlo público en la feria, marcase un hito en la historia de lo que hasta ahora había sido la relojería mecánica.
No en vano habíamos dedicado a su desarrollo más de cinco años y gastado cantidades obscenas de dinero. Tal había sido el gasto realizado que faltó poco para que la compañía se descapitalizara completamente.
Pero afortunadamente ese ímprobo esfuerzo dio su fruto, y lo que yo transportaba en mi maletín ese día, camino de la Basel; no tenía parangón. Incluso podía ser considerado pecaminoso: el primer mecanismo integramente de seda. Siempre, desde crío, alucinaba con los experimentos en la escuela, en esas cajitas de cartón llenas de capullos ( mucho más inteligentes que los que en la edad adulta conocí ) y esas hojitas verdes, y su fantástica transformación con el paso de los días. Como responsable de I+D de "Tempus Imaginarium Design " empezamos a investigar hasta sus últimas consecuencias las capacidades de reistencia y flexibilidad de tan maravillosa materia. Y lo conseguimos. Nuestro mecanismo es, indudablemente, el más liviano, bello y resistente. Es único. Y, por eso mismo, es peligroso.

Todos los sinsabores de estos años venian a mi mente y la golpeaban machaconamente, con una insistencia dolorosa. Susana me miraba perpleja sin terminar de comprenderlo. Ella no habia sido solamente una inversora capitalista ávida de fama y reconocimiento mundial. Se había implicado en este proyecto tanto como Mr. Boyle y yo, y los tres eramos los únicos que conociamos al dedillo todos los entresijos del proyecto. Solamente uno de nosotros podía haber traicionado tanta implicacion, tanto trabajo, tanta amistad.....

No quedaba tiempo, apenas venticuatro horas y todo este ingente esfuerzo y dinero se iría al garete de una forma definitiva. Era el tiempo de encontrar al cupable, pero sobre todo, de que no se saliese con la suya. Habia demasiado en juego.

Enfrascado en mis pensamientos no reparé en que Susana habia empezado a contarme lo que sucedió durante mi viaje a Suiza.

- Ese viaje fue un error. Para los dos - oí que decía mi amiga.

Y algo más añadió que, seguro, me enfureció. Sonaba la impagable voz de Tom Waits y los gritos camuflaron la bella "Take it with me". Sólo recuerdo que, al cerrar la puerta, el corazón de Susana lloraba, literalmente, en mi mano.
 
  • #29
Los recuerdos me habian impedido conciliar el sueño. Mientras el café humeante trataba de poner orden en mis pensamientos, no dejaba de mirar insistentemente el reloj ya que el bisel unidireccional no cuadraba exactamente con las 12 horas. Parece mentira pero puedo llegar a ser tan raro. No obstante el motivo de mi insomnio no era éste, no tenía nada que ver con las cosas materiales. El problema no dejaba de darme vueltas en la cabeza. La policía estaba detrás de la pista y la coartada parecía que que se desmoronaba por momentos. Busqué en mi agenda el número de aquella chica que conocí esa noche, Helena, y, a pesar de las altas horas de la madrugada marqué desde mi móvil NOKIA N95, 659 02..... El teléfono sonó varias veces, estaba a punto de desistir pero una voz sensual como pocas me contestó: buenas noches, quien llama a estás horas? Quede totalmente prendido, le contesté y dimos rienda suelta a nuestras lenguas. De nuevo comprobé que no es cierto - como decía mi madre - que no es bueno llamar más allá de las 10 de la noche. Ya es estos momentos los placeres ocultos se permiten todas las licencias, y decidimos que la virtualidad es más adecuada mutarla en verades tangibles, y más si hay en juego algo más que sonrisas inventadas o deseos a media voz. No creí que viniese, pero reconocerla al cruzar el umbral del "Absenta´s House" resultó, como mínimo, emocionante: todas las mujeres son aún más bellas si mienten.
De repente, se oyó un ruido de pasos en la escalera.
Alguien, desde la sombra aporreó mi puerta, sobresaltándome. El gató saltó del sofá y salió huyendo. Aquello no podía significar mas que una cosa...
Si no estoy en el Absenta House... Todo ha sido un sueño... Jooder!! Por un momento pensé que me estaba volviendo heterosexual.. un momento.. soy heterosexual.. puaj!.. la maldita resaca resuena a mi con cada golpe en la dichosa puerta.. ¿que hora es..?.. ¿donde demonios esta mi Rolex..?... ¡Ya va!.. ¡Ya va..!... ¿Donde demonios estan mis pantalones...?.. La noche debió ser ajitada, ya he perdido dos cosas..
Una de ellas ha debido ser la decencia porque no encuentro mi ropa interior, pero lo que más temo es haberla perdido a ella. La conciencia nunca me molestó o inquietó lo más mínimo, pero saberme abandonado es más insoportable que las responsabilidades que habré de asumir ante la Justicia y ante Dios.
¡Dios mio! ¿Que es esa mancha que hay en la alfombra? ¡Parece sangre!
-En la alfombra se veía una mancha roja, oscura, mas o menos redonda, de un tamaño de unos 90 centímetros...
-y... ¿Donde está Teresa? ¿A donde ha ido el maldito gato?
Rapidamente la pupila observo un paquete de Marlboro, me dispuse a encender un pitillo mientras mi mente agrupaba ideas sueltas y absurdas, risas y copas, cubitos de hielo y perfume, cuando en mi mano apunte una cajetilla de cerillas con el logo impreso "The Buda club", no lograba recordar nada de ese lugar ¿ acaso pase por alli tras salir del Absenta House ? ¿ donde estaba el gato ?

No dí más de tres caladas, que me llenaron los pulmones hasta casi perder el conocimiento, hacía calor y el maldito ventilador revolvía el ambiente calentorro que una noche de agosto. Aquella mancha de sangre...no recordaba nada. Junto al paquete de Marlboro una botella vacía de Champám barato y una copa con una marca de carmín. ¡ Teresa !, ahora lo recuerdo todo...
- Pom Pom Pom, otra vez la puerta.
-Aquel ruido interrumpió el hilo de mis pensamientos. debía huir. Nadie debía saber que aquella noche yo había estado en aquella casa.
Abrí la ventana y me deslice al patio sin hacer ruido.

Dos coches de policiá estaban aparcados prudentemente, la sombra de un tipo que cruzaba la calle, me hizo rodar por el suelo y casi caigo encima de una m...de un puto perro. De pronto pensé, ¡ Dios ! me he dejado la cartera y el tabaco...estoy perdido. No sabía qué hacer, tenía que buscar una forma de salir de la ciudad, pero no tenía dinero dinero ni documentación...

Sin embargo, con cuerte, sin ser visto y pasar desapercibido, ahi comienzo mi marcha, todos esos recuerdos me cruzan, fugaces, la calle oscura invita a meditar detenidamente, a cada paso ideas van y vienen, y no concluyo nada, no puedo ordenar mis putos pensamientos. Decido pues, ir a donde ese jóven, delgado, alto, recargado en aquel candil y fumando un cigarrillo, posiblemente logre obtener algo de pasta, o al menos un cigarrillo, !que va!, la suerte le sonríe al osado...

Pese a los peliagudo de la situación, iba siendo hora de poner en orden mis recuerdos, e intentar averiguar qué coño había pasado, cómo había llegado hasta allí. Intentaba, de forma infructuosa, hacer memoria, pero la verdad es que logré más bien poco, cosa que para nada me tranquilizó. Conseguía recordar estar sentado en un taburete de la barra del Absenta's, pero prácticamente nada más. Desde ahí a despertarme con los golpes en la puerta todo eran fogonazos, flashes, sombras, siluetas difuminadas, que por mucho que lo intentase no había forma de que reconstruyesen una historia medio coherente. Tenía el vago recuerdo de haber empuñado un arma durante la noche, seguramente una pistola, pero no era capaz de recordar ni dónde, ni cuándo, ni, y esto tal vez fuese lo peor, por qué ni contra qué o quién. Es más. ¿De dónde había salido aquélla pistola?
. De repente algo vibra en mi pantalón... tengo el sano vicio de quitar de cuajo esas estúpidas melodías del Nokia, a veces me dan ganas de asesinar a todos los estúpidos que en el interurbano me joden con sus vulgares sonidos y sus aún peores dimes y diretes... ¿ Pero qué me importa a mí lo que su jodida familia quiere para la comida ?. ¿ Y esa niñata histérica que discute con su amiga del alma, la misma que -seguro - le joderá al novio de su vida ?. Al cogerlo se corta la llamada, pero me sonaba vagamente tanto el número como la respiración, muy llena de vida cargada de sueños, y de reproches quizás injustos. Quizás he de tomarme una ducha, vomitar, o hacerlo todo a la vez y limpiar mi mente de todo lo que ahora se agolpa, como un puñetazo inmediato, en la poca sensatez que aún, espero, me queda.

Aquella llamada provocó en mi uno de esos escasos momentos de lucidez con los que el destino me sorprende de vez en cuando. No era ni el momento ni la situacion de andarse con pamplinas. Miré el reloj instintivamente, sin ver tan siquiera la hora que marcaba, le dí una ultima calada al que posiblemente sería el último cigarrillo de mi vida -vaya momento para dejar de fumar- y me encaminé sin vacilar a casa de Susana. Si había una persona en el mundo capaz de conocer la verdad, esta era Susana, si habia una persona en el mundo capaz de darme protección, esta era Susana, pero, ¿querría hacerlo?

Susana vivia a las afueras de la ciudad, en lo alto de un monte con vistas al puerto, en el ultimo piso de un bloque de apartamentos con aire esceptico, morena, rozando los cuarenta, ojos azules y piernas duras como rocas del mar, sin duda ella podria ayudarme y facilitarme algun contacto para conseguir una nueva identidad, el sol empezaba asomar por el este y el amanecer impasible arañaba los tejados de la ciudad.
LLamó a la puerta, la espera se me hace interminable, ruido de pasos, la mirilla.
¿Joder, que haces aquí a estas horas?. Solo una mirada. Me conoce bien sabe que hay problemas. Pasamos al salón. Por fin tabaco, enciendo un cigarrillo y el humo gris inunda mis pulmones devolviendome media vida.
Susana es como el tabaco, he intentado dejarlo mil veces, pero siempre acabo volviendo a caer. Recién levantada esta especialmente hermosa, muy hermosa. Debí haberme casado con ella, pero siempre he sido un gilipollas. Ahora ya no importa.
Susana denotaba tristeza. Mientras apuraba un trago de Cardhu con hielo, le contaba con voz temblorosa la vaga película que asolaba mi mente. Ella era una mujer fuerte, alta, delgada, como sacada de un largometraje de los años 40. La vida, le había enseñado a sufrir y a caminar, sin más ayuda que la de sus anchas e interminables caderas. La muerte de su madre cuando tan sólo era una niña, había curtido de cicatrices su alma y embellecido de forma notoria su figura.

Era tímida y se cohibía cuando se encuntraba entre varias personas, pero conmigo era muy explícita y pienso que la atracción era mutua, aunque ella además, me amaba. Antes de haber consumido la mitad de mi pitillo, ella estaba a orcajadas sobre mi, sobre la alfombra del salón, desnuda y dispuesta a recordarme lo que he perdido durante tantos años se sexo a disgusto y desvelos innecesarios, y tuve la impresión por un momento de que ella era conocedora de lo ocurrido la noche anterior. Ni siquiera me preguntó por Teresa, pero es imposible que ella pueda saber lo que había ocurrido. Tras 20 minutos de frenesí, me duché solo en su casa y empecé a contarle lo que recordaba de la noche anterior.

Durante una hora fuí desgranando mis vagos e imprecisos recuerdos, estar sentado en la barra del Absenta´s la pistola, la mirada insistente a mi reloj, esperando que sucediera algo o viniera alguien a una hora concreta...

Ese deslabazamiento de ideas parecía no llevar a ningún sitio. Susana ni gesticulaba ni se movía, ni siquiera decía nada sobre mi relato.

- No entiendo nada - dijo ella-. Es decir, lo único que recuerdas es lo que me has contado. ¿ En serio que no recuerdas nada más?.
- No - repuse tras un momento de reflexión-. No recuerdo nada más.

Sus ojos se abrieron, y de repente me di cuenta que ella sabía mas de lo que parecía, que me ocultaba algo.

- ¿ Hay algo que deba conocer y que me estás ocultando? - le pregunté.
- Que va, ¿ insinúas algo? - no me miraba a los ojos, tenía la mirada fija en la ventana que daba a la calle.
- No, pero a lo mejor me puedes ayudar a ordenar mis ideas.

No tenía buenas sensaciones. No me fiaba de Susana, otrora buena amiga. Su actitud me producía intranquilidad.

Nos mantuvimos en silencio diez minutos. El silencio se convertía en sopor, interrumpido por una llamada telefónica.

- Si - contesta ella.
...
- No, es un mal momento para eso - sigue al teléfono.
...
- Si, está conmigo- concluye.

Tras colgar me sonríe y se acerca.

- Tengo que contarte algo - dice Susana.
- ¿ Ahora?.
- Si, precisamente ahora.
- ¿recuerdas tu viaje a Suiza de hace unos meses?, dijo.

Pues claro que lo recordaba. Había sido un viaje largamente esperado por mí, pues yo era el encargado de presentar en la Basel de este año un grandísimo logro de mi compañía. Tan grande que seguramente el hecho de hacerlo público en la feria, marcase un hito en la historia de lo que hasta ahora había sido la relojería mecánica.
No en vano habíamos dedicado a su desarrollo más de cinco años y gastado cantidades obscenas de dinero. Tal había sido el gasto realizado que faltó poco para que la compañía se descapitalizara completamente.
Pero afortunadamente ese ímprobo esfuerzo dio su fruto, y lo que yo transportaba en mi maletín ese día, camino de la Basel; no tenía parangón. Incluso podía ser considerado pecaminoso: el primer mecanismo integramente de seda. Siempre, desde crío, alucinaba con los experimentos en la escuela, en esas cajitas de cartón llenas de capullos ( mucho más inteligentes que los que en la edad adulta conocí ) y esas hojitas verdes, y su fantástica transformación con el paso de los días. Como responsable de I+D de "Tempus Imaginarium Design " empezamos a investigar hasta sus últimas consecuencias las capacidades de reistencia y flexibilidad de tan maravillosa materia. Y lo conseguimos. Nuestro mecanismo es, indudablemente, el más liviano, bello y resistente. Es único. Y, por eso mismo, es peligroso.

Todos los sinsabores de estos años venian a mi mente y la golpeaban machaconamente, con una insistencia dolorosa. Susana me miraba perpleja sin terminar de comprenderlo. Ella no habia sido solamente una inversora capitalista ávida de fama y reconocimiento mundial. Se había implicado en este proyecto tanto como Mr. Boyle y yo, y los tres eramos los únicos que conociamos al dedillo todos los entresijos del proyecto. Solamente uno de nosotros podía haber traicionado tanta implicacion, tanto trabajo, tanta amistad.....

No quedaba tiempo, apenas venticuatro horas y todo este ingente esfuerzo y dinero se iría al garete de una forma definitiva. Era el tiempo de encontrar al cupable, pero sobre todo, de que no se saliese con la suya. Habia demasiado en juego.

Enfrascado en mis pensamientos no reparé en que Susana habia empezado a contarme lo que sucedió durante mi viaje a Suiza.

- Ese viaje fue un error. Para los dos - oí que decía mi amiga.

Y algo más añadió que, seguro, me enfureció. Sonaba la impagable voz de Tom Waits y los gritos camuflaron la bella "Take it with me". Sólo recuerdo que, al cerrar la puerta, el corazón de Susana lloraba, literalmente, en mi mano.
Yo me pregunté si no sería cosa de decírselo ahora; recibiría la ducha fría justo en el momento en que estaba desnuda, llena de la felicidad que le daba aquel sitio tan bonito. Pero cuando me volví hacia ella y vi sus hombros delicados, con los brazos levantados, y quitarse la falda por la cabeza, se me fueron las ganas. Tanto más cuanto que ella decía, siempre con su voz cariñosa, no te creas que no me doy cuenta, me estás mirando.
 
  • #30
Los recuerdos me habian impedido conciliar el sueño. Mientras el café humeante trataba de poner orden en mis pensamientos, no dejaba de mirar insistentemente el reloj ya que el bisel unidireccional no cuadraba exactamente con las 12 horas. Parece mentira pero puedo llegar a ser tan raro. No obstante el motivo de mi insomnio no era éste, no tenía nada que ver con las cosas materiales. El problema no dejaba de darme vueltas en la cabeza. La policía estaba detrás de la pista y la coartada parecía que que se desmoronaba por momentos. Busqué en mi agenda el número de aquella chica que conocí esa noche, Helena, y, a pesar de las altas horas de la madrugada marqué desde mi móvil NOKIA N95, 659 02..... El teléfono sonó varias veces, estaba a punto de desistir pero una voz sensual como pocas me contestó: buenas noches, quien llama a estás horas? Quede totalmente prendido, le contesté y dimos rienda suelta a nuestras lenguas. De nuevo comprobé que no es cierto - como decía mi madre - que no es bueno llamar más allá de las 10 de la noche. Ya es estos momentos los placeres ocultos se permiten todas las licencias, y decidimos que la virtualidad es más adecuada mutarla en verades tangibles, y más si hay en juego algo más que sonrisas inventadas o deseos a media voz. No creí que viniese, pero reconocerla al cruzar el umbral del "Absenta´s House" resultó, como mínimo, emocionante: todas las mujeres son aún más bellas si mienten.
De repente, se oyó un ruido de pasos en la escalera.
Alguien, desde la sombra aporreó mi puerta, sobresaltándome. El gató saltó del sofá y salió huyendo. Aquello no podía significar mas que una cosa...
Si no estoy en el Absenta House... Todo ha sido un sueño... Jooder!! Por un momento pensé que me estaba volviendo heterosexual.. un momento.. soy heterosexual.. puaj!.. la maldita resaca resuena a mi con cada golpe en la dichosa puerta.. ¿que hora es..?.. ¿donde demonios esta mi Rolex..?... ¡Ya va!.. ¡Ya va..!... ¿Donde demonios estan mis pantalones...?.. La noche debió ser ajitada, ya he perdido dos cosas..
Una de ellas ha debido ser la decencia porque no encuentro mi ropa interior, pero lo que más temo es haberla perdido a ella. La conciencia nunca me molestó o inquietó lo más mínimo, pero saberme abandonado es más insoportable que las responsabilidades que habré de asumir ante la Justicia y ante Dios.
¡Dios mio! ¿Que es esa mancha que hay en la alfombra? ¡Parece sangre!
-En la alfombra se veía una mancha roja, oscura, mas o menos redonda, de un tamaño de unos 90 centímetros...
-y... ¿Donde está Teresa? ¿A donde ha ido el maldito gato?
Rapidamente la pupila observo un paquete de Marlboro, me dispuse a encender un pitillo mientras mi mente agrupaba ideas sueltas y absurdas, risas y copas, cubitos de hielo y perfume, cuando en mi mano apunte una cajetilla de cerillas con el logo impreso "The Buda club", no lograba recordar nada de ese lugar ¿ acaso pase por alli tras salir del Absenta House ? ¿ donde estaba el gato ?

No dí más de tres caladas, que me llenaron los pulmones hasta casi perder el conocimiento, hacía calor y el maldito ventilador revolvía el ambiente calentorro que una noche de agosto. Aquella mancha de sangre...no recordaba nada. Junto al paquete de Marlboro una botella vacía de Champám barato y una copa con una marca de carmín. ¡ Teresa !, ahora lo recuerdo todo...
- Pom Pom Pom, otra vez la puerta.
-Aquel ruido interrumpió el hilo de mis pensamientos. debía huir. Nadie debía saber que aquella noche yo había estado en aquella casa.
Abrí la ventana y me deslice al patio sin hacer ruido.

Dos coches de policiá estaban aparcados prudentemente, la sombra de un tipo que cruzaba la calle, me hizo rodar por el suelo y casi caigo encima de una m...de un puto perro. De pronto pensé, ¡ Dios ! me he dejado la cartera y el tabaco...estoy perdido. No sabía qué hacer, tenía que buscar una forma de salir de la ciudad, pero no tenía dinero dinero ni documentación...

Sin embargo, con cuerte, sin ser visto y pasar desapercibido, ahi comienzo mi marcha, todos esos recuerdos me cruzan, fugaces, la calle oscura invita a meditar detenidamente, a cada paso ideas van y vienen, y no concluyo nada, no puedo ordenar mis putos pensamientos. Decido pues, ir a donde ese jóven, delgado, alto, recargado en aquel candil y fumando un cigarrillo, posiblemente logre obtener algo de pasta, o al menos un cigarrillo, !que va!, la suerte le sonríe al osado...

Pese a los peliagudo de la situación, iba siendo hora de poner en orden mis recuerdos, e intentar averiguar qué coño había pasado, cómo había llegado hasta allí. Intentaba, de forma infructuosa, hacer memoria, pero la verdad es que logré más bien poco, cosa que para nada me tranquilizó. Conseguía recordar estar sentado en un taburete de la barra del Absenta's, pero prácticamente nada más. Desde ahí a despertarme con los golpes en la puerta todo eran fogonazos, flashes, sombras, siluetas difuminadas, que por mucho que lo intentase no había forma de que reconstruyesen una historia medio coherente. Tenía el vago recuerdo de haber empuñado un arma durante la noche, seguramente una pistola, pero no era capaz de recordar ni dónde, ni cuándo, ni, y esto tal vez fuese lo peor, por qué ni contra qué o quién. Es más. ¿De dónde había salido aquélla pistola?
. De repente algo vibra en mi pantalón... tengo el sano vicio de quitar de cuajo esas estúpidas melodías del Nokia, a veces me dan ganas de asesinar a todos los estúpidos que en el interurbano me joden con sus vulgares sonidos y sus aún peores dimes y diretes... ¿ Pero qué me importa a mí lo que su jodida familia quiere para la comida ?. ¿ Y esa niñata histérica que discute con su amiga del alma, la misma que -seguro - le joderá al novio de su vida ?. Al cogerlo se corta la llamada, pero me sonaba vagamente tanto el número como la respiración, muy llena de vida cargada de sueños, y de reproches quizás injustos. Quizás he de tomarme una ducha, vomitar, o hacerlo todo a la vez y limpiar mi mente de todo lo que ahora se agolpa, como un puñetazo inmediato, en la poca sensatez que aún, espero, me queda.

Aquella llamada provocó en mi uno de esos escasos momentos de lucidez con los que el destino me sorprende de vez en cuando. No era ni el momento ni la situacion de andarse con pamplinas. Miré el reloj instintivamente, sin ver tan siquiera la hora que marcaba, le dí una ultima calada al que posiblemente sería el último cigarrillo de mi vida -vaya momento para dejar de fumar- y me encaminé sin vacilar a casa de Susana. Si había una persona en el mundo capaz de conocer la verdad, esta era Susana, si habia una persona en el mundo capaz de darme protección, esta era Susana, pero, ¿querría hacerlo?

Susana vivia a las afueras de la ciudad, en lo alto de un monte con vistas al puerto, en el ultimo piso de un bloque de apartamentos con aire esceptico, morena, rozando los cuarenta, ojos azules y piernas duras como rocas del mar, sin duda ella podria ayudarme y facilitarme algun contacto para conseguir una nueva identidad, el sol empezaba asomar por el este y el amanecer impasible arañaba los tejados de la ciudad.
LLamó a la puerta, la espera se me hace interminable, ruido de pasos, la mirilla.
¿Joder, que haces aquí a estas horas?. Solo una mirada. Me conoce bien sabe que hay problemas. Pasamos al salón. Por fin tabaco, enciendo un cigarrillo y el humo gris inunda mis pulmones devolviendome media vida.
Susana es como el tabaco, he intentado dejarlo mil veces, pero siempre acabo volviendo a caer. Recién levantada esta especialmente hermosa, muy hermosa. Debí haberme casado con ella, pero siempre he sido un gilipollas. Ahora ya no importa.
Susana denotaba tristeza. Mientras apuraba un trago de Cardhu con hielo, le contaba con voz temblorosa la vaga película que asolaba mi mente. Ella era una mujer fuerte, alta, delgada, como sacada de un largometraje de los años 40. La vida, le había enseñado a sufrir y a caminar, sin más ayuda que la de sus anchas e interminables caderas. La muerte de su madre cuando tan sólo era una niña, había curtido de cicatrices su alma y embellecido de forma notoria su figura.

Era tímida y se cohibía cuando se encuntraba entre varias personas, pero conmigo era muy explícita y pienso que la atracción era mutua, aunque ella además, me amaba. Antes de haber consumido la mitad de mi pitillo, ella estaba a orcajadas sobre mi, sobre la alfombra del salón, desnuda y dispuesta a recordarme lo que he perdido durante tantos años se sexo a disgusto y desvelos innecesarios, y tuve la impresión por un momento de que ella era conocedora de lo ocurrido la noche anterior. Ni siquiera me preguntó por Teresa, pero es imposible que ella pueda saber lo que había ocurrido. Tras 20 minutos de frenesí, me duché solo en su casa y empecé a contarle lo que recordaba de la noche anterior.

Durante una hora fuí desgranando mis vagos e imprecisos recuerdos, estar sentado en la barra del Absenta´s la pistola, la mirada insistente a mi reloj, esperando que sucediera algo o viniera alguien a una hora concreta...

Ese deslabazamiento de ideas parecía no llevar a ningún sitio. Susana ni gesticulaba ni se movía, ni siquiera decía nada sobre mi relato.

- No entiendo nada - dijo ella-. Es decir, lo único que recuerdas es lo que me has contado. ¿ En serio que no recuerdas nada más?.
- No - repuse tras un momento de reflexión-. No recuerdo nada más.

Sus ojos se abrieron, y de repente me di cuenta que ella sabía mas de lo que parecía, que me ocultaba algo.

- ¿ Hay algo que deba conocer y que me estás ocultando? - le pregunté.
- Que va, ¿ insinúas algo? - no me miraba a los ojos, tenía la mirada fija en la ventana que daba a la calle.
- No, pero a lo mejor me puedes ayudar a ordenar mis ideas.

No tenía buenas sensaciones. No me fiaba de Susana, otrora buena amiga. Su actitud me producía intranquilidad.

Nos mantuvimos en silencio diez minutos. El silencio se convertía en sopor, interrumpido por una llamada telefónica.

- Si - contesta ella.
...
- No, es un mal momento para eso - sigue al teléfono.
...
- Si, está conmigo- concluye.

Tras colgar me sonríe y se acerca.

- Tengo que contarte algo - dice Susana.
- ¿ Ahora?.
- Si, precisamente ahora.
- ¿recuerdas tu viaje a Suiza de hace unos meses?, dijo.

Pues claro que lo recordaba. Había sido un viaje largamente esperado por mí, pues yo era el encargado de presentar en la Basel de este año un grandísimo logro de mi compañía. Tan grande que seguramente el hecho de hacerlo público en la feria, marcase un hito en la historia de lo que hasta ahora había sido la relojería mecánica.
No en vano habíamos dedicado a su desarrollo más de cinco años y gastado cantidades obscenas de dinero. Tal había sido el gasto realizado que faltó poco para que la compañía se descapitalizara completamente.
Pero afortunadamente ese ímprobo esfuerzo dio su fruto, y lo que yo transportaba en mi maletín ese día, camino de la Basel; no tenía parangón. Incluso podía ser considerado pecaminoso: el primer mecanismo integramente de seda. Siempre, desde crío, alucinaba con los experimentos en la escuela, en esas cajitas de cartón llenas de capullos ( mucho más inteligentes que los que en la edad adulta conocí ) y esas hojitas verdes, y su fantástica transformación con el paso de los días. Como responsable de I+D de "Tempus Imaginarium Design " empezamos a investigar hasta sus últimas consecuencias las capacidades de reistencia y flexibilidad de tan maravillosa materia. Y lo conseguimos. Nuestro mecanismo es, indudablemente, el más liviano, bello y resistente. Es único. Y, por eso mismo, es peligroso.

Todos los sinsabores de estos años venian a mi mente y la golpeaban machaconamente, con una insistencia dolorosa. Susana me miraba perpleja sin terminar de comprenderlo. Ella no habia sido solamente una inversora capitalista ávida de fama y reconocimiento mundial. Se había implicado en este proyecto tanto como Mr. Boyle y yo, y los tres eramos los únicos que conociamos al dedillo todos los entresijos del proyecto. Solamente uno de nosotros podía haber traicionado tanta implicacion, tanto trabajo, tanta amistad.....

No quedaba tiempo, apenas venticuatro horas y todo este ingente esfuerzo y dinero se iría al garete de una forma definitiva. Era el tiempo de encontrar al cupable, pero sobre todo, de que no se saliese con la suya. Habia demasiado en juego.

Enfrascado en mis pensamientos no reparé en que Susana habia empezado a contarme lo que sucedió durante mi viaje a Suiza.

- Ese viaje fue un error. Para los dos - oí que decía mi amiga.

Y algo más añadió que, seguro, me enfureció. Sonaba la impagable voz de Tom Waits y los gritos camuflaron la bella "Take it with me". Sólo recuerdo que, al cerrar la puerta, el corazón de Susana lloraba, literalmente, en mi mano.
Yo me pregunté si no sería cosa de decírselo ahora; recibiría la ducha fría justo en el momento en que estaba desnuda, llena de la felicidad que le daba aquel sitio tan bonito. Pero cuando me volví hacia ella y vi sus hombros delicados, con los brazos levantados, y quitarse la falda por la cabeza, se me fueron las ganas. Tanto más cuanto que ella decía, siempre con su voz cariñosa, no te creas que no me doy cuenta, me estás mirando.

Sí, la miraba de esa manera injusta, porque no es de recibo desearla tanto y negarlo displicentemente, como un tahúr que hace equilibrios entre lo real y aquello que se alimenta de mentiras. La miraba posesivamente, porque adiviné en ese momento que era nuestro último intento por sobrevivirnos, y me entristecí. Ella sonrío dulcemente y me llevó, de nuevo, a <?xml:namespace prefix = st1 ns = "urn:schemas-microsoft-com:office:smarttags" /><st1:personName w:st="on" ProductID="la Eternidad.">la Eternidad.</st1:personName>
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CAPITULO II​
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Mi nombre es otro pero me llamo Nieve. Tengo 41 años y un culo precioso, como todo el mundo sabe. No uso tarjetas de visita porque siempre que quedo con alguien acostumbro a matarlo, así que se me disculpará la descortesía. Prefiero la daga a otros utensilios, es discreta y muy efectiva, me produce un placer casi sexual ver los últimos espasmos de mis víctimas. Algunas mueren mientras follamos, quizás tendré que preguntar a mi psiquiatra qué extraño designio me lleva a encadenar ambos placeres. Suerte que no ocurre siempre, también me gusta querer a quien lo merece. Y Otis era mi preferido. Siempre ha sabido encandilarme con su preciosa colección de Soul, las parodias de un cómico que es feo y su despistado aire de hombre encantador. Lo conocí (¿ o quizás fue él ? ) en un local del Barrio Gótico, muy de madrugada, recuerdo que Lene Lovich presentó un disco suyo, que como siempre resultó peor que su presencia. Es por ella que llevo seis aros en mi cuerpo, y también desde esa noche no me he quitado el Angelus Chronodato que le gané en una apuesta a él. Me emocionó – a mí, que siempre me burlo de esas memeces – que supiera perder tan elegantemente, pero creo que ganó él con la fiesta que le monté poco después en mi casa. Nos hemos visto varias veces desde entonces, y hoy deseo verlo. Porque tengo algo importante para él.
 
  • #31
Los recuerdos me habian impedido conciliar el sueño. Mientras el café humeante trataba de poner orden en mis pensamientos, no dejaba de mirar insistentemente el reloj ya que el bisel unidireccional no cuadraba exactamente con las 12 horas. Parece mentira pero puedo llegar a ser tan raro. No obstante el motivo de mi insomnio no era éste, no tenía nada que ver con las cosas materiales. El problema no dejaba de darme vueltas en la cabeza. La policía estaba detrás de la pista y la coartada parecía que que se desmoronaba por momentos. Busqué en mi agenda el número de aquella chica que conocí esa noche, Helena, y, a pesar de las altas horas de la madrugada marqué desde mi móvil NOKIA N95, 659 02..... El teléfono sonó varias veces, estaba a punto de desistir pero una voz sensual como pocas me contestó: buenas noches, quien llama a estás horas? Quede totalmente prendido, le contesté y dimos rienda suelta a nuestras lenguas. De nuevo comprobé que no es cierto - como decía mi madre - que no es bueno llamar más allá de las 10 de la noche. Ya es estos momentos los placeres ocultos se permiten todas las licencias, y decidimos que la virtualidad es más adecuada mutarla en verades tangibles, y más si hay en juego algo más que sonrisas inventadas o deseos a media voz. No creí que viniese, pero reconocerla al cruzar el umbral del "Absenta´s House" resultó, como mínimo, emocionante: todas las mujeres son aún más bellas si mienten.
De repente, se oyó un ruido de pasos en la escalera.
Alguien, desde la sombra aporreó mi puerta, sobresaltándome. El gató saltó del sofá y salió huyendo. Aquello no podía significar mas que una cosa...
Si no estoy en el Absenta House... Todo ha sido un sueño... Jooder!! Por un momento pensé que me estaba volviendo heterosexual.. un momento.. soy heterosexual.. puaj!.. la maldita resaca resuena a mi con cada golpe en la dichosa puerta.. ¿que hora es..?.. ¿donde demonios esta mi Rolex..?... ¡Ya va!.. ¡Ya va..!... ¿Donde demonios estan mis pantalones...?.. La noche debió ser ajitada, ya he perdido dos cosas..
Una de ellas ha debido ser la decencia porque no encuentro mi ropa interior, pero lo que más temo es haberla perdido a ella. La conciencia nunca me molestó o inquietó lo más mínimo, pero saberme abandonado es más insoportable que las responsabilidades que habré de asumir ante la Justicia y ante Dios.
¡Dios mio! ¿Que es esa mancha que hay en la alfombra? ¡Parece sangre!
-En la alfombra se veía una mancha roja, oscura, mas o menos redonda, de un tamaño de unos 90 centímetros...
-y... ¿Donde está Teresa? ¿A donde ha ido el maldito gato?
Rapidamente la pupila observo un paquete de Marlboro, me dispuse a encender un pitillo mientras mi mente agrupaba ideas sueltas y absurdas, risas y copas, cubitos de hielo y perfume, cuando en mi mano apunte una cajetilla de cerillas con el logo impreso "The Buda club", no lograba recordar nada de ese lugar ¿ acaso pase por alli tras salir del Absenta House ? ¿ donde estaba el gato ?

No dí más de tres caladas, que me llenaron los pulmones hasta casi perder el conocimiento, hacía calor y el maldito ventilador revolvía el ambiente calentorro que una noche de agosto. Aquella mancha de sangre...no recordaba nada. Junto al paquete de Marlboro una botella vacía de Champám barato y una copa con una marca de carmín. ¡ Teresa !, ahora lo recuerdo todo...
- Pom Pom Pom, otra vez la puerta.
-Aquel ruido interrumpió el hilo de mis pensamientos. debía huir. Nadie debía saber que aquella noche yo había estado en aquella casa.
Abrí la ventana y me deslice al patio sin hacer ruido.

Dos coches de policiá estaban aparcados prudentemente, la sombra de un tipo que cruzaba la calle, me hizo rodar por el suelo y casi caigo encima de una m...de un puto perro. De pronto pensé, ¡ Dios ! me he dejado la cartera y el tabaco...estoy perdido. No sabía qué hacer, tenía que buscar una forma de salir de la ciudad, pero no tenía dinero dinero ni documentación...

Sin embargo, con cuerte, sin ser visto y pasar desapercibido, ahi comienzo mi marcha, todos esos recuerdos me cruzan, fugaces, la calle oscura invita a meditar detenidamente, a cada paso ideas van y vienen, y no concluyo nada, no puedo ordenar mis putos pensamientos. Decido pues, ir a donde ese jóven, delgado, alto, recargado en aquel candil y fumando un cigarrillo, posiblemente logre obtener algo de pasta, o al menos un cigarrillo, !que va!, la suerte le sonríe al osado...

Pese a los peliagudo de la situación, iba siendo hora de poner en orden mis recuerdos, e intentar averiguar qué coño había pasado, cómo había llegado hasta allí. Intentaba, de forma infructuosa, hacer memoria, pero la verdad es que logré más bien poco, cosa que para nada me tranquilizó. Conseguía recordar estar sentado en un taburete de la barra del Absenta's, pero prácticamente nada más. Desde ahí a despertarme con los golpes en la puerta todo eran fogonazos, flashes, sombras, siluetas difuminadas, que por mucho que lo intentase no había forma de que reconstruyesen una historia medio coherente. Tenía el vago recuerdo de haber empuñado un arma durante la noche, seguramente una pistola, pero no era capaz de recordar ni dónde, ni cuándo, ni, y esto tal vez fuese lo peor, por qué ni contra qué o quién. Es más. ¿De dónde había salido aquélla pistola?
. De repente algo vibra en mi pantalón... tengo el sano vicio de quitar de cuajo esas estúpidas melodías del Nokia, a veces me dan ganas de asesinar a todos los estúpidos que en el interurbano me joden con sus vulgares sonidos y sus aún peores dimes y diretes... ¿ Pero qué me importa a mí lo que su jodida familia quiere para la comida ?. ¿ Y esa niñata histérica que discute con su amiga del alma, la misma que -seguro - le joderá al novio de su vida ?. Al cogerlo se corta la llamada, pero me sonaba vagamente tanto el número como la respiración, muy llena de vida cargada de sueños, y de reproches quizás injustos. Quizás he de tomarme una ducha, vomitar, o hacerlo todo a la vez y limpiar mi mente de todo lo que ahora se agolpa, como un puñetazo inmediato, en la poca sensatez que aún, espero, me queda.

Aquella llamada provocó en mi uno de esos escasos momentos de lucidez con los que el destino me sorprende de vez en cuando. No era ni el momento ni la situacion de andarse con pamplinas. Miré el reloj instintivamente, sin ver tan siquiera la hora que marcaba, le dí una ultima calada al que posiblemente sería el último cigarrillo de mi vida -vaya momento para dejar de fumar- y me encaminé sin vacilar a casa de Susana. Si había una persona en el mundo capaz de conocer la verdad, esta era Susana, si habia una persona en el mundo capaz de darme protección, esta era Susana, pero, ¿querría hacerlo?

Susana vivia a las afueras de la ciudad, en lo alto de un monte con vistas al puerto, en el ultimo piso de un bloque de apartamentos con aire esceptico, morena, rozando los cuarenta, ojos azules y piernas duras como rocas del mar, sin duda ella podria ayudarme y facilitarme algun contacto para conseguir una nueva identidad, el sol empezaba asomar por el este y el amanecer impasible arañaba los tejados de la ciudad.
LLamó a la puerta, la espera se me hace interminable, ruido de pasos, la mirilla.
¿Joder, que haces aquí a estas horas?. Solo una mirada. Me conoce bien sabe que hay problemas. Pasamos al salón. Por fin tabaco, enciendo un cigarrillo y el humo gris inunda mis pulmones devolviendome media vida.
Susana es como el tabaco, he intentado dejarlo mil veces, pero siempre acabo volviendo a caer. Recién levantada esta especialmente hermosa, muy hermosa. Debí haberme casado con ella, pero siempre he sido un gilipollas. Ahora ya no importa.
Susana denotaba tristeza. Mientras apuraba un trago de Cardhu con hielo, le contaba con voz temblorosa la vaga película que asolaba mi mente. Ella era una mujer fuerte, alta, delgada, como sacada de un largometraje de los años 40. La vida, le había enseñado a sufrir y a caminar, sin más ayuda que la de sus anchas e interminables caderas. La muerte de su madre cuando tan sólo era una niña, había curtido de cicatrices su alma y embellecido de forma notoria su figura.

Era tímida y se cohibía cuando se encuntraba entre varias personas, pero conmigo era muy explícita y pienso que la atracción era mutua, aunque ella además, me amaba. Antes de haber consumido la mitad de mi pitillo, ella estaba a orcajadas sobre mi, sobre la alfombra del salón, desnuda y dispuesta a recordarme lo que he perdido durante tantos años se sexo a disgusto y desvelos innecesarios, y tuve la impresión por un momento de que ella era conocedora de lo ocurrido la noche anterior. Ni siquiera me preguntó por Teresa, pero es imposible que ella pueda saber lo que había ocurrido. Tras 20 minutos de frenesí, me duché solo en su casa y empecé a contarle lo que recordaba de la noche anterior.

Durante una hora fuí desgranando mis vagos e imprecisos recuerdos, estar sentado en la barra del Absenta´s la pistola, la mirada insistente a mi reloj, esperando que sucediera algo o viniera alguien a una hora concreta...

Ese deslabazamiento de ideas parecía no llevar a ningún sitio. Susana ni gesticulaba ni se movía, ni siquiera decía nada sobre mi relato.

- No entiendo nada - dijo ella-. Es decir, lo único que recuerdas es lo que me has contado. ¿ En serio que no recuerdas nada más?.
- No - repuse tras un momento de reflexión-. No recuerdo nada más.

Sus ojos se abrieron, y de repente me di cuenta que ella sabía mas de lo que parecía, que me ocultaba algo.

- ¿ Hay algo que deba conocer y que me estás ocultando? - le pregunté.
- Que va, ¿ insinúas algo? - no me miraba a los ojos, tenía la mirada fija en la ventana que daba a la calle.
- No, pero a lo mejor me puedes ayudar a ordenar mis ideas.

No tenía buenas sensaciones. No me fiaba de Susana, otrora buena amiga. Su actitud me producía intranquilidad.

Nos mantuvimos en silencio diez minutos. El silencio se convertía en sopor, interrumpido por una llamada telefónica.

- Si - contesta ella.
...
- No, es un mal momento para eso - sigue al teléfono.
...
- Si, está conmigo- concluye.

Tras colgar me sonríe y se acerca.

- Tengo que contarte algo - dice Susana.
- ¿ Ahora?.
- Si, precisamente ahora.
- ¿recuerdas tu viaje a Suiza de hace unos meses?, dijo.

Pues claro que lo recordaba. Había sido un viaje largamente esperado por mí, pues yo era el encargado de presentar en la Basel de este año un grandísimo logro de mi compañía. Tan grande que seguramente el hecho de hacerlo público en la feria, marcase un hito en la historia de lo que hasta ahora había sido la relojería mecánica.
No en vano habíamos dedicado a su desarrollo más de cinco años y gastado cantidades obscenas de dinero. Tal había sido el gasto realizado que faltó poco para que la compañía se descapitalizara completamente.
Pero afortunadamente ese ímprobo esfuerzo dio su fruto, y lo que yo transportaba en mi maletín ese día, camino de la Basel; no tenía parangón. Incluso podía ser considerado pecaminoso: el primer mecanismo integramente de seda. Siempre, desde crío, alucinaba con los experimentos en la escuela, en esas cajitas de cartón llenas de capullos ( mucho más inteligentes que los que en la edad adulta conocí ) y esas hojitas verdes, y su fantástica transformación con el paso de los días. Como responsable de I+D de "Tempus Imaginarium Design " empezamos a investigar hasta sus últimas consecuencias las capacidades de reistencia y flexibilidad de tan maravillosa materia. Y lo conseguimos. Nuestro mecanismo es, indudablemente, el más liviano, bello y resistente. Es único. Y, por eso mismo, es peligroso.

Todos los sinsabores de estos años venian a mi mente y la golpeaban machaconamente, con una insistencia dolorosa. Susana me miraba perpleja sin terminar de comprenderlo. Ella no habia sido solamente una inversora capitalista ávida de fama y reconocimiento mundial. Se había implicado en este proyecto tanto como Mr. Boyle y yo, y los tres eramos los únicos que conociamos al dedillo todos los entresijos del proyecto. Solamente uno de nosotros podía haber traicionado tanta implicacion, tanto trabajo, tanta amistad.....

No quedaba tiempo, apenas venticuatro horas y todo este ingente esfuerzo y dinero se iría al garete de una forma definitiva. Era el tiempo de encontrar al cupable, pero sobre todo, de que no se saliese con la suya. Habia demasiado en juego.

Enfrascado en mis pensamientos no reparé en que Susana habia empezado a contarme lo que sucedió durante mi viaje a Suiza.

- Ese viaje fue un error. Para los dos - oí que decía mi amiga.

Y algo más añadió que, seguro, me enfureció. Sonaba la impagable voz de Tom Waits y los gritos camuflaron la bella "Take it with me". Sólo recuerdo que, al cerrar la puerta, el corazón de Susana lloraba, literalmente, en mi mano.
Yo me pregunté si no sería cosa de decírselo ahora; recibiría la ducha fría justo en el momento en que estaba desnuda, llena de la felicidad que le daba aquel sitio tan bonito. Pero cuando me volví hacia ella y vi sus hombros delicados, con los brazos levantados, y quitarse la falda por la cabeza, se me fueron las ganas. Tanto más cuanto que ella decía, siempre con su voz cariñosa, no te creas que no me doy cuenta, me estás mirando.

Sí, la miraba de esa manera injusta, porque no es de recibo desearla tanto y negarlo displicentemente, como un tahúr que hace equilibrios entre lo real y aquello que se alimenta de mentiras. La miraba posesivamente, porque adiviné en ese momento que era nuestro último intento por sobrevivirnos, y me entristecí. Ella sonrío dulcemente y me llevó, de nuevo, a <?xml:namespace prefix = st1 ns = "urn:schemas-microsoft-com:office:smarttags" /><st1:personName ProductID="la Eternidad." w:st="on">la Eternidad.</st1:personName>
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CAPITULO II
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Mi nombre es otro pero me llamo Nieve. Tengo 41 años y un culo precioso, como todo el mundo sabe. No uso tarjetas de visita porque siempre que quedo con alguien acostumbro a matarlo, así que se me disculpará la descortesía. Prefiero la daga a otros utensilios, es discreta y muy efectiva, me produce un placer casi sexual ver los últimos espasmos de mis víctimas. Algunas mueren mientras follamos, quizás tendré que preguntar a mi psiquiatra qué extraño designio me lleva a encadenar ambos placeres. Suerte que no ocurre siempre, también me gusta querer a quien lo merece. Y Otis era mi preferido. Siempre ha sabido encandilarme con su preciosa colección de Soul, las parodias de un cómico que es feo y su despistado aire de hombre encantador. Lo conocí (¿ o quizás fue él ? ) en un local del Barrio Gótico, muy de madrugada, recuerdo que Lene Lovich presentó un disco suyo, que como siempre resultó peor que su presencia. Es por ella que llevo seis aros en mi cuerpo, y también desde esa noche no me he quitado el Angelus Chronodato que le gané en una apuesta a él. Me emocionó – a mí, que siempre me burlo de esas memeces – que supiera perder tan elegantemente, pero creo que ganó él con la fiesta que le monté poco después en mi casa. Nos hemos visto varias veces desde entonces, y hoy deseo verlo. Porque tengo algo importante, seguro.
Mientras me afeito pongo la versión en directo de “Take Five”, qué estilazo indefinible Dave Brubeck y su banda, me lo pido en mi entierro para animarme. Hoy no estoy de humor, mejor dicho, estoy que no sé como estar. Espero que Otis me alegre el cuerpo y el día, porque yo se lo voy a joder, sin duda. La charla que pillé sin querer en ese chat de intercambios tendrá más consecuencias de las que me imagino, y yo imagino mucho… No sé, me extraña que no me haya contestado el sms que le he escrito, pero ha tenido tiempo de pensar en ello, y ya sabe que no me gusta que me hagan esperar. Igual le castigo un poco, y ni le beso cuando llegue.
 
  • #32
Los recuerdos me habian impedido conciliar el sueño. Mientras el café humeante trataba de poner orden en mis pensamientos, no dejaba de mirar insistentemente el reloj ya que el bisel unidireccional no cuadraba exactamente con las 12 horas. Parece mentira pero puedo llegar a ser tan raro. No obstante el motivo de mi insomnio no era éste, no tenía nada que ver con las cosas materiales. El problema no dejaba de darme vueltas en la cabeza. La policía estaba detrás de la pista y la coartada parecía que que se desmoronaba por momentos. Busqué en mi agenda el número de aquella chica que conocí esa noche, Helena, y, a pesar de las altas horas de la madrugada marqué desde mi móvil NOKIA N95, 659 02..... El teléfono sonó varias veces, estaba a punto de desistir pero una voz sensual como pocas me contestó: buenas noches, quien llama a estás horas? Quede totalmente prendido, le contesté y dimos rienda suelta a nuestras lenguas. De nuevo comprobé que no es cierto - como decía mi madre - que no es bueno llamar más allá de las 10 de la noche. Ya es estos momentos los placeres ocultos se permiten todas las licencias, y decidimos que la virtualidad es más adecuada mutarla en verades tangibles, y más si hay en juego algo más que sonrisas inventadas o deseos a media voz. No creí que viniese, pero reconocerla al cruzar el umbral del "Absenta´s House" resultó, como mínimo, emocionante: todas las mujeres son aún más bellas si mienten.
De repente, se oyó un ruido de pasos en la escalera.
Alguien, desde la sombra aporreó mi puerta, sobresaltándome. El gató saltó del sofá y salió huyendo. Aquello no podía significar mas que una cosa...
Si no estoy en el Absenta House... Todo ha sido un sueño... Jooder!! Por un momento pensé que me estaba volviendo heterosexual.. un momento.. soy heterosexual.. puaj!.. la maldita resaca resuena a mi con cada golpe en la dichosa puerta.. ¿que hora es..?.. ¿donde demonios esta mi Rolex..?... ¡Ya va!.. ¡Ya va..!... ¿Donde demonios estan mis pantalones...?.. La noche debió ser ajitada, ya he perdido dos cosas..
Una de ellas ha debido ser la decencia porque no encuentro mi ropa interior, pero lo que más temo es haberla perdido a ella. La conciencia nunca me molestó o inquietó lo más mínimo, pero saberme abandonado es más insoportable que las responsabilidades que habré de asumir ante la Justicia y ante Dios.
¡Dios mio! ¿Que es esa mancha que hay en la alfombra? ¡Parece sangre!
-En la alfombra se veía una mancha roja, oscura, mas o menos redonda, de un tamaño de unos 90 centímetros...
-y... ¿Donde está Teresa? ¿A donde ha ido el maldito gato?
Rapidamente la pupila observo un paquete de Marlboro, me dispuse a encender un pitillo mientras mi mente agrupaba ideas sueltas y absurdas, risas y copas, cubitos de hielo y perfume, cuando en mi mano apunte una cajetilla de cerillas con el logo impreso "The Buda club", no lograba recordar nada de ese lugar ¿ acaso pase por alli tras salir del Absenta House ? ¿ donde estaba el gato ?

No dí más de tres caladas, que me llenaron los pulmones hasta casi perder el conocimiento, hacía calor y el maldito ventilador revolvía el ambiente calentorro que una noche de agosto. Aquella mancha de sangre...no recordaba nada. Junto al paquete de Marlboro una botella vacía de Champám barato y una copa con una marca de carmín. ¡ Teresa !, ahora lo recuerdo todo...
- Pom Pom Pom, otra vez la puerta.
-Aquel ruido interrumpió el hilo de mis pensamientos. debía huir. Nadie debía saber que aquella noche yo había estado en aquella casa.
Abrí la ventana y me deslice al patio sin hacer ruido.

Dos coches de policiá estaban aparcados prudentemente, la sombra de un tipo que cruzaba la calle, me hizo rodar por el suelo y casi caigo encima de una m...de un puto perro. De pronto pensé, ¡ Dios ! me he dejado la cartera y el tabaco...estoy perdido. No sabía qué hacer, tenía que buscar una forma de salir de la ciudad, pero no tenía dinero dinero ni documentación...

Sin embargo, con cuerte, sin ser visto y pasar desapercibido, ahi comienzo mi marcha, todos esos recuerdos me cruzan, fugaces, la calle oscura invita a meditar detenidamente, a cada paso ideas van y vienen, y no concluyo nada, no puedo ordenar mis putos pensamientos. Decido pues, ir a donde ese jóven, delgado, alto, recargado en aquel candil y fumando un cigarrillo, posiblemente logre obtener algo de pasta, o al menos un cigarrillo, !que va!, la suerte le sonríe al osado...

Pese a los peliagudo de la situación, iba siendo hora de poner en orden mis recuerdos, e intentar averiguar qué coño había pasado, cómo había llegado hasta allí. Intentaba, de forma infructuosa, hacer memoria, pero la verdad es que logré más bien poco, cosa que para nada me tranquilizó. Conseguía recordar estar sentado en un taburete de la barra del Absenta's, pero prácticamente nada más. Desde ahí a despertarme con los golpes en la puerta todo eran fogonazos, flashes, sombras, siluetas difuminadas, que por mucho que lo intentase no había forma de que reconstruyesen una historia medio coherente. Tenía el vago recuerdo de haber empuñado un arma durante la noche, seguramente una pistola, pero no era capaz de recordar ni dónde, ni cuándo, ni, y esto tal vez fuese lo peor, por qué ni contra qué o quién. Es más. ¿De dónde había salido aquélla pistola?
. De repente algo vibra en mi pantalón... tengo el sano vicio de quitar de cuajo esas estúpidas melodías del Nokia, a veces me dan ganas de asesinar a todos los estúpidos que en el interurbano me joden con sus vulgares sonidos y sus aún peores dimes y diretes... ¿ Pero qué me importa a mí lo que su jodida familia quiere para la comida ?. ¿ Y esa niñata histérica que discute con su amiga del alma, la misma que -seguro - le joderá al novio de su vida ?. Al cogerlo se corta la llamada, pero me sonaba vagamente tanto el número como la respiración, muy llena de vida cargada de sueños, y de reproches quizás injustos. Quizás he de tomarme una ducha, vomitar, o hacerlo todo a la vez y limpiar mi mente de todo lo que ahora se agolpa, como un puñetazo inmediato, en la poca sensatez que aún, espero, me queda.

Aquella llamada provocó en mi uno de esos escasos momentos de lucidez con los que el destino me sorprende de vez en cuando. No era ni el momento ni la situacion de andarse con pamplinas. Miré el reloj instintivamente, sin ver tan siquiera la hora que marcaba, le dí una ultima calada al que posiblemente sería el último cigarrillo de mi vida -vaya momento para dejar de fumar- y me encaminé sin vacilar a casa de Susana. Si había una persona en el mundo capaz de conocer la verdad, esta era Susana, si habia una persona en el mundo capaz de darme protección, esta era Susana, pero, ¿querría hacerlo?

Susana vivia a las afueras de la ciudad, en lo alto de un monte con vistas al puerto, en el ultimo piso de un bloque de apartamentos con aire esceptico, morena, rozando los cuarenta, ojos azules y piernas duras como rocas del mar, sin duda ella podria ayudarme y facilitarme algun contacto para conseguir una nueva identidad, el sol empezaba asomar por el este y el amanecer impasible arañaba los tejados de la ciudad.
LLamó a la puerta, la espera se me hace interminable, ruido de pasos, la mirilla.
¿Joder, que haces aquí a estas horas?. Solo una mirada. Me conoce bien sabe que hay problemas. Pasamos al salón. Por fin tabaco, enciendo un cigarrillo y el humo gris inunda mis pulmones devolviendome media vida.
Susana es como el tabaco, he intentado dejarlo mil veces, pero siempre acabo volviendo a caer. Recién levantada esta especialmente hermosa, muy hermosa. Debí haberme casado con ella, pero siempre he sido un gilipollas. Ahora ya no importa.
Susana denotaba tristeza. Mientras apuraba un trago de Cardhu con hielo, le contaba con voz temblorosa la vaga película que asolaba mi mente. Ella era una mujer fuerte, alta, delgada, como sacada de un largometraje de los años 40. La vida, le había enseñado a sufrir y a caminar, sin más ayuda que la de sus anchas e interminables caderas. La muerte de su madre cuando tan sólo era una niña, había curtido de cicatrices su alma y embellecido de forma notoria su figura.

Era tímida y se cohibía cuando se encuntraba entre varias personas, pero conmigo era muy explícita y pienso que la atracción era mutua, aunque ella además, me amaba. Antes de haber consumido la mitad de mi pitillo, ella estaba a orcajadas sobre mi, sobre la alfombra del salón, desnuda y dispuesta a recordarme lo que he perdido durante tantos años se sexo a disgusto y desvelos innecesarios, y tuve la impresión por un momento de que ella era conocedora de lo ocurrido la noche anterior. Ni siquiera me preguntó por Teresa, pero es imposible que ella pueda saber lo que había ocurrido. Tras 20 minutos de frenesí, me duché solo en su casa y empecé a contarle lo que recordaba de la noche anterior.

Durante una hora fuí desgranando mis vagos e imprecisos recuerdos, estar sentado en la barra del Absenta´s la pistola, la mirada insistente a mi reloj, esperando que sucediera algo o viniera alguien a una hora concreta...

Ese deslabazamiento de ideas parecía no llevar a ningún sitio. Susana ni gesticulaba ni se movía, ni siquiera decía nada sobre mi relato.

- No entiendo nada - dijo ella-. Es decir, lo único que recuerdas es lo que me has contado. ¿ En serio que no recuerdas nada más?.
- No - repuse tras un momento de reflexión-. No recuerdo nada más.

Sus ojos se abrieron, y de repente me di cuenta que ella sabía mas de lo que parecía, que me ocultaba algo.

- ¿ Hay algo que deba conocer y que me estás ocultando? - le pregunté.
- Que va, ¿ insinúas algo? - no me miraba a los ojos, tenía la mirada fija en la ventana que daba a la calle.
- No, pero a lo mejor me puedes ayudar a ordenar mis ideas.

No tenía buenas sensaciones. No me fiaba de Susana, otrora buena amiga. Su actitud me producía intranquilidad.

Nos mantuvimos en silencio diez minutos. El silencio se convertía en sopor, interrumpido por una llamada telefónica.

- Si - contesta ella.
...
- No, es un mal momento para eso - sigue al teléfono.
...
- Si, está conmigo- concluye.

Tras colgar me sonríe y se acerca.

- Tengo que contarte algo - dice Susana.
- ¿ Ahora?.
- Si, precisamente ahora.
- ¿recuerdas tu viaje a Suiza de hace unos meses?, dijo.

Pues claro que lo recordaba. Había sido un viaje largamente esperado por mí, pues yo era el encargado de presentar en la Basel de este año un grandísimo logro de mi compañía. Tan grande que seguramente el hecho de hacerlo público en la feria, marcase un hito en la historia de lo que hasta ahora había sido la relojería mecánica.
No en vano habíamos dedicado a su desarrollo más de cinco años y gastado cantidades obscenas de dinero. Tal había sido el gasto realizado que faltó poco para que la compañía se descapitalizara completamente.
Pero afortunadamente ese ímprobo esfuerzo dio su fruto, y lo que yo transportaba en mi maletín ese día, camino de la Basel; no tenía parangón. Incluso podía ser considerado pecaminoso: el primer mecanismo integramente de seda. Siempre, desde crío, alucinaba con los experimentos en la escuela, en esas cajitas de cartón llenas de capullos ( mucho más inteligentes que los que en la edad adulta conocí ) y esas hojitas verdes, y su fantástica transformación con el paso de los días. Como responsable de I+D de "Tempus Imaginarium Design " empezamos a investigar hasta sus últimas consecuencias las capacidades de reistencia y flexibilidad de tan maravillosa materia. Y lo conseguimos. Nuestro mecanismo es, indudablemente, el más liviano, bello y resistente. Es único. Y, por eso mismo, es peligroso.

Todos los sinsabores de estos años venian a mi mente y la golpeaban machaconamente, con una insistencia dolorosa. Susana me miraba perpleja sin terminar de comprenderlo. Ella no habia sido solamente una inversora capitalista ávida de fama y reconocimiento mundial. Se había implicado en este proyecto tanto como Mr. Boyle y yo, y los tres eramos los únicos que conociamos al dedillo todos los entresijos del proyecto. Solamente uno de nosotros podía haber traicionado tanta implicacion, tanto trabajo, tanta amistad.....

No quedaba tiempo, apenas venticuatro horas y todo este ingente esfuerzo y dinero se iría al garete de una forma definitiva. Era el tiempo de encontrar al cupable, pero sobre todo, de que no se saliese con la suya. Habia demasiado en juego.

Enfrascado en mis pensamientos no reparé en que Susana habia empezado a contarme lo que sucedió durante mi viaje a Suiza.

- Ese viaje fue un error. Para los dos - oí que decía mi amiga.

Y algo más añadió que, seguro, me enfureció. Sonaba la impagable voz de Tom Waits y los gritos camuflaron la bella "Take it with me". Sólo recuerdo que, al cerrar la puerta, el corazón de Susana lloraba, literalmente, en mi mano.
Yo me pregunté si no sería cosa de decírselo ahora; recibiría la ducha fría justo en el momento en que estaba desnuda, llena de la felicidad que le daba aquel sitio tan bonito. Pero cuando me volví hacia ella y vi sus hombros delicados, con los brazos levantados, y quitarse la falda por la cabeza, se me fueron las ganas. Tanto más cuanto que ella decía, siempre con su voz cariñosa, no te creas que no me doy cuenta, me estás mirando.

Sí, la miraba de esa manera injusta, porque no es de recibo desearla tanto y negarlo displicentemente, como un tahúr que hace equilibrios entre lo real y aquello que se alimenta de mentiras. La miraba posesivamente, porque adiviné en ese momento que era nuestro último intento por sobrevivirnos, y me entristecí. Ella sonrío dulcemente y me llevó, de nuevo, a la Eternidad.






CAPITULO II


Mi nombre es otro pero me llamo Nieve. Tengo 41 años y un culo precioso, como todo el mundo sabe. No uso tarjetas de visita porque siempre que quedo con alguien acostumbro a matarlo, así que se me disculpará la descortesía. Prefiero la daga a otros utensilios, es discreta y muy efectiva, me produce un placer casi sexual ver los últimos espasmos de mis víctimas. Algunas mueren mientras follamos, quizás tendré que preguntar a mi psiquiatra qué extraño designio me lleva a encadenar ambos placeres. Suerte que no ocurre siempre, también me gusta querer a quien lo merece. Y Otis era mi preferido. Siempre ha sabido encandilarme con su preciosa colección de Soul, las parodias de un cómico que es feo y su despistado aire de hombre encantador. Lo conocí (¿ o quizás fue él ? ) en un local del Barrio Gótico, muy de madrugada, recuerdo que Lene Lovich presentó un disco suyo, que como siempre resultó peor que su presencia. Es por ella que llevo seis aros en mi cuerpo, y también desde esa noche no me he quitado el Angelus Chronodato que le gané en una apuesta a él. Me emocionó – a mí, que siempre me burlo de esas memeces – que supiera perder tan elegantemente, pero creo que ganó él con la fiesta que le monté poco después en mi casa. Nos hemos visto varias veces desde entonces, y hoy deseo verlo. Porque tengo algo importante, seguro.
Mientras me afeito pongo la versión en directo de “Take Five”, qué estilazo indefinible Dave Brubeck y su banda, me lo pido en mi entierro para animarme. Hoy no estoy de humor, mejor dicho, estoy que no sé como estar. Espero que Otis me alegre el cuerpo y el día, porque yo se lo voy a joder, sin duda. La charla que pillé sin querer en ese chat de intercambios tendrá más consecuencias de las que me imagino, y yo imagino mucho… No sé, me extraña que no me haya contestado el sms que le he escrito, pero ha tenido tiempo de pensar en ello, y ya sabe que no me gusta que me hagan esperar. Igual le castigo un poco, y ni le beso cuando llegue.

¿Sere capaz? Otis derrumbaba siempre todos mis esquemas con una mirada. No se de donde procedia aquella mirada animal que siempre fustigaba mi animo hasta hacer añicos cualquier atisbo de resistencia. Y él lo sabia. Sabía que el juguete roto de mi espiritu se desvanecía siempre como el algodon de feria en una boca que se moría por recibir de la suya el jugo de su alma. Lo esperaba, si, y esperaba quizas hacerle daño, pero era inevitable. Mis razones eran otras, mi vida en definitiva, era otra, pero Otis estaba allí, en una esquina de mi existencia, perturbandola.
Oir sus pasos ascendiendo lentamente por la escalera me rescató definitivamente hacía la realidad que me esperaba, que nos esperaba a ámbos. Ni por arte de magia, podría saber Otis lo que sucedería.
 
  • #33
Nota antes de seguir: propongo que capemos a Montxo Grau. Quien es Nieve? es transexual -porque se afeita- o es el mismo tío que salía del absenta? O es otro y hay que establecer la relación con el del primer capítulo?
 
  • #34
Nota de respuesta : eso lo puede decidir quien continue el texto...( no lo de caparme, que alguien puede echarlo de menos... ), pero es el atractivo de una composición a varias manos. Como señalas, puede ser transexual, o ser un hombre, o una mujer - no habla que se afeite la barba... -; puede tener relación con los personajes del capítulo inicial, aunque no ser necesariamente los mismos, y eso da mayor juego a la narración... Venga, que seguro que con este espectro de posibilidades el texto ganará en muchas cuestiones. Saludos.:ok::
 
  • #35
Los recuerdos me habian impedido conciliar el sueño. Mientras el café humeante trataba de poner orden en mis pensamientos, no dejaba de mirar insistentemente el reloj ya que el bisel unidireccional no cuadraba exactamente con las 12 horas. Parece mentira pero puedo llegar a ser tan raro. No obstante el motivo de mi insomnio no era éste, no tenía nada que ver con las cosas materiales. El problema no dejaba de darme vueltas en la cabeza. La policía estaba detrás de la pista y la coartada parecía que que se desmoronaba por momentos. Busqué en mi agenda el número de aquella chica que conocí esa noche, Helena, y, a pesar de las altas horas de la madrugada marqué desde mi móvil NOKIA N95, 659 02..... El teléfono sonó varias veces, estaba a punto de desistir pero una voz sensual como pocas me contestó: buenas noches, quien llama a estás horas? Quede totalmente prendido, le contesté y dimos rienda suelta a nuestras lenguas. De nuevo comprobé que no es cierto - como decía mi madre - que no es bueno llamar más allá de las 10 de la noche. Ya es estos momentos los placeres ocultos se permiten todas las licencias, y decidimos que la virtualidad es más adecuada mutarla en verades tangibles, y más si hay en juego algo más que sonrisas inventadas o deseos a media voz. No creí que viniese, pero reconocerla al cruzar el umbral del "Absenta´s House" resultó, como mínimo, emocionante: todas las mujeres son aún más bellas si mienten.
De repente, se oyó un ruido de pasos en la escalera.
Alguien, desde la sombra aporreó mi puerta, sobresaltándome. El gató saltó del sofá y salió huyendo. Aquello no podía significar mas que una cosa...
Si no estoy en el Absenta House... Todo ha sido un sueño... Jooder!! Por un momento pensé que me estaba volviendo heterosexual.. un momento.. soy heterosexual.. puaj!.. la maldita resaca resuena a mi con cada golpe en la dichosa puerta.. ¿que hora es..?.. ¿donde demonios esta mi Rolex..?... ¡Ya va!.. ¡Ya va..!... ¿Donde demonios estan mis pantalones...?.. La noche debió ser ajitada, ya he perdido dos cosas..
Una de ellas ha debido ser la decencia porque no encuentro mi ropa interior, pero lo que más temo es haberla perdido a ella. La conciencia nunca me molestó o inquietó lo más mínimo, pero saberme abandonado es más insoportable que las responsabilidades que habré de asumir ante la Justicia y ante Dios.
¡Dios mio! ¿Que es esa mancha que hay en la alfombra? ¡Parece sangre!
-En la alfombra se veía una mancha roja, oscura, mas o menos redonda, de un tamaño de unos 90 centímetros...
-y... ¿Donde está Teresa? ¿A donde ha ido el maldito gato?
Rapidamente la pupila observo un paquete de Marlboro, me dispuse a encender un pitillo mientras mi mente agrupaba ideas sueltas y absurdas, risas y copas, cubitos de hielo y perfume, cuando en mi mano apunte una cajetilla de cerillas con el logo impreso "The Buda club", no lograba recordar nada de ese lugar ¿ acaso pase por alli tras salir del Absenta House ? ¿ donde estaba el gato ?

No dí más de tres caladas, que me llenaron los pulmones hasta casi perder el conocimiento, hacía calor y el maldito ventilador revolvía el ambiente calentorro que una noche de agosto. Aquella mancha de sangre...no recordaba nada. Junto al paquete de Marlboro una botella vacía de Champám barato y una copa con una marca de carmín. ¡ Teresa !, ahora lo recuerdo todo...
- Pom Pom Pom, otra vez la puerta.
-Aquel ruido interrumpió el hilo de mis pensamientos. debía huir. Nadie debía saber que aquella noche yo había estado en aquella casa.
Abrí la ventana y me deslice al patio sin hacer ruido.

Dos coches de policiá estaban aparcados prudentemente, la sombra de un tipo que cruzaba la calle, me hizo rodar por el suelo y casi caigo encima de una m...de un puto perro. De pronto pensé, ¡ Dios ! me he dejado la cartera y el tabaco...estoy perdido. No sabía qué hacer, tenía que buscar una forma de salir de la ciudad, pero no tenía dinero dinero ni documentación...

Sin embargo, con cuerte, sin ser visto y pasar desapercibido, ahi comienzo mi marcha, todos esos recuerdos me cruzan, fugaces, la calle oscura invita a meditar detenidamente, a cada paso ideas van y vienen, y no concluyo nada, no puedo ordenar mis putos pensamientos. Decido pues, ir a donde ese jóven, delgado, alto, recargado en aquel candil y fumando un cigarrillo, posiblemente logre obtener algo de pasta, o al menos un cigarrillo, !que va!, la suerte le sonríe al osado...

Pese a los peliagudo de la situación, iba siendo hora de poner en orden mis recuerdos, e intentar averiguar qué coño había pasado, cómo había llegado hasta allí. Intentaba, de forma infructuosa, hacer memoria, pero la verdad es que logré más bien poco, cosa que para nada me tranquilizó. Conseguía recordar estar sentado en un taburete de la barra del Absenta's, pero prácticamente nada más. Desde ahí a despertarme con los golpes en la puerta todo eran fogonazos, flashes, sombras, siluetas difuminadas, que por mucho que lo intentase no había forma de que reconstruyesen una historia medio coherente. Tenía el vago recuerdo de haber empuñado un arma durante la noche, seguramente una pistola, pero no era capaz de recordar ni dónde, ni cuándo, ni, y esto tal vez fuese lo peor, por qué ni contra qué o quién. Es más. ¿De dónde había salido aquélla pistola?
. De repente algo vibra en mi pantalón... tengo el sano vicio de quitar de cuajo esas estúpidas melodías del Nokia, a veces me dan ganas de asesinar a todos los estúpidos que en el interurbano me joden con sus vulgares sonidos y sus aún peores dimes y diretes... ¿ Pero qué me importa a mí lo que su jodida familia quiere para la comida ?. ¿ Y esa niñata histérica que discute con su amiga del alma, la misma que -seguro - le joderá al novio de su vida ?. Al cogerlo se corta la llamada, pero me sonaba vagamente tanto el número como la respiración, muy llena de vida cargada de sueños, y de reproches quizás injustos. Quizás he de tomarme una ducha, vomitar, o hacerlo todo a la vez y limpiar mi mente de todo lo que ahora se agolpa, como un puñetazo inmediato, en la poca sensatez que aún, espero, me queda.

Aquella llamada provocó en mi uno de esos escasos momentos de lucidez con los que el destino me sorprende de vez en cuando. No era ni el momento ni la situacion de andarse con pamplinas. Miré el reloj instintivamente, sin ver tan siquiera la hora que marcaba, le dí una ultima calada al que posiblemente sería el último cigarrillo de mi vida -vaya momento para dejar de fumar- y me encaminé sin vacilar a casa de Susana. Si había una persona en el mundo capaz de conocer la verdad, esta era Susana, si habia una persona en el mundo capaz de darme protección, esta era Susana, pero, ¿querría hacerlo?

Susana vivia a las afueras de la ciudad, en lo alto de un monte con vistas al puerto, en el ultimo piso de un bloque de apartamentos con aire esceptico, morena, rozando los cuarenta, ojos azules y piernas duras como rocas del mar, sin duda ella podria ayudarme y facilitarme algun contacto para conseguir una nueva identidad, el sol empezaba asomar por el este y el amanecer impasible arañaba los tejados de la ciudad.
LLamó a la puerta, la espera se me hace interminable, ruido de pasos, la mirilla.
¿Joder, que haces aquí a estas horas?. Solo una mirada. Me conoce bien sabe que hay problemas. Pasamos al salón. Por fin tabaco, enciendo un cigarrillo y el humo gris inunda mis pulmones devolviendome media vida.
Susana es como el tabaco, he intentado dejarlo mil veces, pero siempre acabo volviendo a caer. Recién levantada esta especialmente hermosa, muy hermosa. Debí haberme casado con ella, pero siempre he sido un gilipollas. Ahora ya no importa.
Susana denotaba tristeza. Mientras apuraba un trago de Cardhu con hielo, le contaba con voz temblorosa la vaga película que asolaba mi mente. Ella era una mujer fuerte, alta, delgada, como sacada de un largometraje de los años 40. La vida, le había enseñado a sufrir y a caminar, sin más ayuda que la de sus anchas e interminables caderas. La muerte de su madre cuando tan sólo era una niña, había curtido de cicatrices su alma y embellecido de forma notoria su figura.

Era tímida y se cohibía cuando se encuntraba entre varias personas, pero conmigo era muy explícita y pienso que la atracción era mutua, aunque ella además, me amaba. Antes de haber consumido la mitad de mi pitillo, ella estaba a orcajadas sobre mi, sobre la alfombra del salón, desnuda y dispuesta a recordarme lo que he perdido durante tantos años se sexo a disgusto y desvelos innecesarios, y tuve la impresión por un momento de que ella era conocedora de lo ocurrido la noche anterior. Ni siquiera me preguntó por Teresa, pero es imposible que ella pueda saber lo que había ocurrido. Tras 20 minutos de frenesí, me duché solo en su casa y empecé a contarle lo que recordaba de la noche anterior.

Durante una hora fuí desgranando mis vagos e imprecisos recuerdos, estar sentado en la barra del Absenta´s la pistola, la mirada insistente a mi reloj, esperando que sucediera algo o viniera alguien a una hora concreta...

Ese deslabazamiento de ideas parecía no llevar a ningún sitio. Susana ni gesticulaba ni se movía, ni siquiera decía nada sobre mi relato.

- No entiendo nada - dijo ella-. Es decir, lo único que recuerdas es lo que me has contado. ¿ En serio que no recuerdas nada más?.
- No - repuse tras un momento de reflexión-. No recuerdo nada más.

Sus ojos se abrieron, y de repente me di cuenta que ella sabía mas de lo que parecía, que me ocultaba algo.

- ¿ Hay algo que deba conocer y que me estás ocultando? - le pregunté.
- Que va, ¿ insinúas algo? - no me miraba a los ojos, tenía la mirada fija en la ventana que daba a la calle.
- No, pero a lo mejor me puedes ayudar a ordenar mis ideas.

No tenía buenas sensaciones. No me fiaba de Susana, otrora buena amiga. Su actitud me producía intranquilidad.

Nos mantuvimos en silencio diez minutos. El silencio se convertía en sopor, interrumpido por una llamada telefónica.

- Si - contesta ella.
...
- No, es un mal momento para eso - sigue al teléfono.
...
- Si, está conmigo- concluye.

Tras colgar me sonríe y se acerca.

- Tengo que contarte algo - dice Susana.
- ¿ Ahora?.
- Si, precisamente ahora.
- ¿recuerdas tu viaje a Suiza de hace unos meses?, dijo.

Pues claro que lo recordaba. Había sido un viaje largamente esperado por mí, pues yo era el encargado de presentar en la Basel de este año un grandísimo logro de mi compañía. Tan grande que seguramente el hecho de hacerlo público en la feria, marcase un hito en la historia de lo que hasta ahora había sido la relojería mecánica.
No en vano habíamos dedicado a su desarrollo más de cinco años y gastado cantidades obscenas de dinero. Tal había sido el gasto realizado que faltó poco para que la compañía se descapitalizara completamente.
Pero afortunadamente ese ímprobo esfuerzo dio su fruto, y lo que yo transportaba en mi maletín ese día, camino de la Basel; no tenía parangón. Incluso podía ser considerado pecaminoso: el primer mecanismo integramente de seda. Siempre, desde crío, alucinaba con los experimentos en la escuela, en esas cajitas de cartón llenas de capullos ( mucho más inteligentes que los que en la edad adulta conocí ) y esas hojitas verdes, y su fantástica transformación con el paso de los días. Como responsable de I+D de "Tempus Imaginarium Design " empezamos a investigar hasta sus últimas consecuencias las capacidades de reistencia y flexibilidad de tan maravillosa materia. Y lo conseguimos. Nuestro mecanismo es, indudablemente, el más liviano, bello y resistente. Es único. Y, por eso mismo, es peligroso.

Todos los sinsabores de estos años venian a mi mente y la golpeaban machaconamente, con una insistencia dolorosa. Susana me miraba perpleja sin terminar de comprenderlo. Ella no habia sido solamente una inversora capitalista ávida de fama y reconocimiento mundial. Se había implicado en este proyecto tanto como Mr. Boyle y yo, y los tres eramos los únicos que conociamos al dedillo todos los entresijos del proyecto. Solamente uno de nosotros podía haber traicionado tanta implicacion, tanto trabajo, tanta amistad.....

No quedaba tiempo, apenas venticuatro horas y todo este ingente esfuerzo y dinero se iría al garete de una forma definitiva. Era el tiempo de encontrar al cupable, pero sobre todo, de que no se saliese con la suya. Habia demasiado en juego.

Enfrascado en mis pensamientos no reparé en que Susana habia empezado a contarme lo que sucedió durante mi viaje a Suiza.

- Ese viaje fue un error. Para los dos - oí que decía mi amiga.

Y algo más añadió que, seguro, me enfureció. Sonaba la impagable voz de Tom Waits y los gritos camuflaron la bella "Take it with me". Sólo recuerdo que, al cerrar la puerta, el corazón de Susana lloraba, literalmente, en mi mano.
Yo me pregunté si no sería cosa de decírselo ahora; recibiría la ducha fría justo en el momento en que estaba desnuda, llena de la felicidad que le daba aquel sitio tan bonito. Pero cuando me volví hacia ella y vi sus hombros delicados, con los brazos levantados, y quitarse la falda por la cabeza, se me fueron las ganas. Tanto más cuanto que ella decía, siempre con su voz cariñosa, no te creas que no me doy cuenta, me estás mirando.

Sí, la miraba de esa manera injusta, porque no es de recibo desearla tanto y negarlo displicentemente, como un tahúr que hace equilibrios entre lo real y aquello que se alimenta de mentiras. La miraba posesivamente, porque adiviné en ese momento que era nuestro último intento por sobrevivirnos, y me entristecí. Ella sonrío dulcemente y me llevó, de nuevo, a la Eternidad.




CAPITULO II

Mi nombre es otro pero me llamo Nieve. Tengo 41 años y un culo precioso, como todo el mundo sabe. No uso tarjetas de visita porque siempre que quedo con alguien acostumbro a matarlo, así que se me disculpará la descortesía. Prefiero la daga a otros utensilios, es discreta y muy efectiva, me produce un placer casi sexual ver los últimos espasmos de mis víctimas. Algunas mueren mientras follamos, quizás tendré que preguntar a mi psiquiatra qué extraño designio me lleva a encadenar ambos placeres. Suerte que no ocurre siempre, también me gusta querer a quien lo merece. Y Otis era mi preferido. Siempre ha sabido encandilarme con su preciosa colección de Soul, las parodias de un cómico que es feo y su despistado aire de hombre encantador. Lo conocí (¿ o quizás fue él ? ) en un local del Barrio Gótico, muy de madrugada, recuerdo que Lene Lovich presentó un disco suyo, que como siempre resultó peor que su presencia. Es por ella que llevo seis aros en mi cuerpo, y también desde esa noche no me he quitado el Angelus Chronodato que le gané en una apuesta a él. Me emocionó – a mí, que siempre me burlo de esas memeces – que supiera perder tan elegantemente, pero creo que ganó él con la fiesta que le monté poco después en mi casa. Nos hemos visto varias veces desde entonces, y hoy deseo verlo. Porque tengo algo importante, seguro.
Mientras me afeito pongo la versión en directo de “Take Five”, qué estilazo indefinible Dave Brubeck y su banda, me lo pido en mi entierro para animarme. Hoy no estoy de humor, mejor dicho, estoy que no sé como estar. Espero que Otis me alegre el cuerpo y el día, porque yo se lo voy a joder, sin duda. La charla que pillé sin querer en ese chat de intercambios tendrá más consecuencias de las que me imagino, y yo imagino mucho… No sé, me extraña que no me haya contestado el sms que le he escrito, pero ha tenido tiempo de pensar en ello, y ya sabe que no me gusta que me hagan esperar. Igual le castigo un poco, y ni le beso cuando llegue.

¿Sere capaz? Otis derrumbaba siempre todos mis esquemas con una mirada. No se de donde procedia aquella mirada animal que siempre fustigaba mi animo hasta hacer añicos cualquier atisbo de resistencia. Y él lo sabia. Sabía que el juguete roto de mi espiritu se desvanecía siempre como el algodon de feria en una boca que se moría por recibir de la suya el jugo de su alma. Lo esperaba, si, y esperaba quizas hacerle daño, pero era inevitable. Mis razones eran otras, mi vida en definitiva, era otra, pero Otis estaba allí, en una esquina de mi existencia, perturbandola.
Oir sus pasos ascendiendo lentamente por la escalera me rescató definitivamente hacía la realidad que me esperaba, que nos esperaba a ámbos. Ni por arte de magia, podría saber Otis lo que sucedería.

-“¡¡¡ Las tengo, tengo las entradas, tengo las entradas !!!” , y no sé si sus gritos me desconcertaron tanto o más que su abrazo. Estaba exultante, eso lo hacía más irresistible, y le perdoné incluso que me abandonase unos instantes, justo para abrir el frigorífico y sacar uno de esos zumos raros que colecciona y yo le compro.
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- He pasado por el local, cierro hasta el lunes, esto se lo vale – dijo a medio trago, y empezó a canturrear algo que siempre repite cuando está feliz, y no entiendo esa manía, porque la melodía es tristísima:
<o:p> </o:p>
“ Rest your head my love;<o:p></o:p>
Rest your tired limbs;<o:p></o:p>
Leave your mind at peace, at peace, at peace,<o:p></o:p>
What are you thinking now?<o:p></o:p>
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Thinking of a girl<o:p></o:p>
As golden as the sun<o:p></o:p>
She loved me noy like you, like you, like you<o:p></o:p>
Pray do you love me more?<o:p></o:p>
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It´s hard to say for sure,<o:p></o:p>
A child, sixteen, was I<o:p></o:p>
Both virgins did we buy, we buy, we buy<o:p></o:p>
You loved her more than me<o:p></o:p>
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She left me one dark night<o:p></o:p>
She took my heart for free<o:p></o:p>
I´ve seen her not since since then, since then, since then,<o:p></o:p>
God if I saw her now”<o:p></o:p>
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-Me ha costado más de lo necesario, pero esto será grande, y tú estarás conmigo – y no supe qué decir. Así que le besé, no sé cuantas veces, y luego la desnudez lo llenó todo, y los placeres que nos gustan a ambos lo decían todo. Esos placeres que no comprenden de ortodoxias ni estilos, esas emociones ancestrales que van más allá del inútil amasijo de huesos haciendo el amor, esas silenciosas palpitaciones que retumban en toda mi piel excitada… Otis sabe amarme, y este lujo tan preciado merece algún sacrificio por mi parte, de todas maneras acompañarle a ese concierto tampoco es un desastre, aunque me lleve al país más aburrido de Europa .
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-Nieve, nos vamos a Ginebra, es mi regalo de cumpleaños – me besó otra vez como si fuese la primera.
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-Ya sabes que aún faltan unas semanas… ¿ o no hablas de mí ? – añadí, burlona, porque sabia que no estaba dedicado a mí el homenaje.
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-Hablo de lo que desde los 16 años estoy esperando, y espero que éllos aún estén pletóricos. Y mira, me da igual como estén, sé que será un descubrimiento. ¡¡¡ Por fín Steve Hackett y Anthony Phillips juntos en directo !!!. Y Lorraine me ha enviado esta mañana las invitaciones, sólo pudo conseguir las de Suiza, en Berlín fue imposible. No te he llamado porque me he pasado todo este tiempo preparando la escapada, ya he puesto un cartel en el “Absenta´s House” que queda chapado hasta que vuelva.<o:p> </o:p>
 
  • #36
Los recuerdos me habian impedido conciliar el sueño. Mientras el café humeante trataba de poner orden en mis pensamientos, no dejaba de mirar insistentemente el reloj ya que el bisel unidireccional no cuadraba exactamente con las 12 horas. Parece mentira pero puedo llegar a ser tan raro. No obstante el motivo de mi insomnio no era éste, no tenía nada que ver con las cosas materiales. El problema no dejaba de darme vueltas en la cabeza. La policía estaba detrás de la pista y la coartada parecía que que se desmoronaba por momentos. Busqué en mi agenda el número de aquella chica que conocí esa noche, Helena, y, a pesar de las altas horas de la madrugada marqué desde mi móvil NOKIA N95, 659 02..... El teléfono sonó varias veces, estaba a punto de desistir pero una voz sensual como pocas me contestó: buenas noches, quien llama a estás horas? Quede totalmente prendido, le contesté y dimos rienda suelta a nuestras lenguas. De nuevo comprobé que no es cierto - como decía mi madre - que no es bueno llamar más allá de las 10 de la noche. Ya es estos momentos los placeres ocultos se permiten todas las licencias, y decidimos que la virtualidad es más adecuada mutarla en verades tangibles, y más si hay en juego algo más que sonrisas inventadas o deseos a media voz. No creí que viniese, pero reconocerla al cruzar el umbral del "Absenta´s House" resultó, como mínimo, emocionante: todas las mujeres son aún más bellas si mienten.
De repente, se oyó un ruido de pasos en la escalera.
Alguien, desde la sombra aporreó mi puerta, sobresaltándome. El gató saltó del sofá y salió huyendo. Aquello no podía significar mas que una cosa...
Si no estoy en el Absenta House... Todo ha sido un sueño... Jooder!! Por un momento pensé que me estaba volviendo heterosexual.. un momento.. soy heterosexual.. puaj!.. la maldita resaca resuena a mi con cada golpe en la dichosa puerta.. ¿que hora es..?.. ¿donde demonios esta mi Rolex..?... ¡Ya va!.. ¡Ya va..!... ¿Donde demonios estan mis pantalones...?.. La noche debió ser ajitada, ya he perdido dos cosas..
Una de ellas ha debido ser la decencia porque no encuentro mi ropa interior, pero lo que más temo es haberla perdido a ella. La conciencia nunca me molestó o inquietó lo más mínimo, pero saberme abandonado es más insoportable que las responsabilidades que habré de asumir ante la Justicia y ante Dios.
¡Dios mio! ¿Que es esa mancha que hay en la alfombra? ¡Parece sangre!
-En la alfombra se veía una mancha roja, oscura, mas o menos redonda, de un tamaño de unos 90 centímetros...
-y... ¿Donde está Teresa? ¿A donde ha ido el maldito gato?
Rapidamente la pupila observo un paquete de Marlboro, me dispuse a encender un pitillo mientras mi mente agrupaba ideas sueltas y absurdas, risas y copas, cubitos de hielo y perfume, cuando en mi mano apunte una cajetilla de cerillas con el logo impreso "The Buda club", no lograba recordar nada de ese lugar ¿ acaso pase por alli tras salir del Absenta House ? ¿ donde estaba el gato ?

No dí más de tres caladas, que me llenaron los pulmones hasta casi perder el conocimiento, hacía calor y el maldito ventilador revolvía el ambiente calentorro que una noche de agosto. Aquella mancha de sangre...no recordaba nada. Junto al paquete de Marlboro una botella vacía de Champám barato y una copa con una marca de carmín. ¡ Teresa !, ahora lo recuerdo todo...
- Pom Pom Pom, otra vez la puerta.
-Aquel ruido interrumpió el hilo de mis pensamientos. debía huir. Nadie debía saber que aquella noche yo había estado en aquella casa.
Abrí la ventana y me deslice al patio sin hacer ruido.

Dos coches de policiá estaban aparcados prudentemente, la sombra de un tipo que cruzaba la calle, me hizo rodar por el suelo y casi caigo encima de una m...de un puto perro. De pronto pensé, ¡ Dios ! me he dejado la cartera y el tabaco...estoy perdido. No sabía qué hacer, tenía que buscar una forma de salir de la ciudad, pero no tenía dinero dinero ni documentación...

Sin embargo, con cuerte, sin ser visto y pasar desapercibido, ahi comienzo mi marcha, todos esos recuerdos me cruzan, fugaces, la calle oscura invita a meditar detenidamente, a cada paso ideas van y vienen, y no concluyo nada, no puedo ordenar mis putos pensamientos. Decido pues, ir a donde ese jóven, delgado, alto, recargado en aquel candil y fumando un cigarrillo, posiblemente logre obtener algo de pasta, o al menos un cigarrillo, !que va!, la suerte le sonríe al osado...

Pese a los peliagudo de la situación, iba siendo hora de poner en orden mis recuerdos, e intentar averiguar qué coño había pasado, cómo había llegado hasta allí. Intentaba, de forma infructuosa, hacer memoria, pero la verdad es que logré más bien poco, cosa que para nada me tranquilizó. Conseguía recordar estar sentado en un taburete de la barra del Absenta's, pero prácticamente nada más. Desde ahí a despertarme con los golpes en la puerta todo eran fogonazos, flashes, sombras, siluetas difuminadas, que por mucho que lo intentase no había forma de que reconstruyesen una historia medio coherente. Tenía el vago recuerdo de haber empuñado un arma durante la noche, seguramente una pistola, pero no era capaz de recordar ni dónde, ni cuándo, ni, y esto tal vez fuese lo peor, por qué ni contra qué o quién. Es más. ¿De dónde había salido aquélla pistola?
. De repente algo vibra en mi pantalón... tengo el sano vicio de quitar de cuajo esas estúpidas melodías del Nokia, a veces me dan ganas de asesinar a todos los estúpidos que en el interurbano me joden con sus vulgares sonidos y sus aún peores dimes y diretes... ¿ Pero qué me importa a mí lo que su jodida familia quiere para la comida ?. ¿ Y esa niñata histérica que discute con su amiga del alma, la misma que -seguro - le joderá al novio de su vida ?. Al cogerlo se corta la llamada, pero me sonaba vagamente tanto el número como la respiración, muy llena de vida cargada de sueños, y de reproches quizás injustos. Quizás he de tomarme una ducha, vomitar, o hacerlo todo a la vez y limpiar mi mente de todo lo que ahora se agolpa, como un puñetazo inmediato, en la poca sensatez que aún, espero, me queda.

Aquella llamada provocó en mi uno de esos escasos momentos de lucidez con los que el destino me sorprende de vez en cuando. No era ni el momento ni la situacion de andarse con pamplinas. Miré el reloj instintivamente, sin ver tan siquiera la hora que marcaba, le dí una ultima calada al que posiblemente sería el último cigarrillo de mi vida -vaya momento para dejar de fumar- y me encaminé sin vacilar a casa de Susana. Si había una persona en el mundo capaz de conocer la verdad, esta era Susana, si habia una persona en el mundo capaz de darme protección, esta era Susana, pero, ¿querría hacerlo?

Susana vivia a las afueras de la ciudad, en lo alto de un monte con vistas al puerto, en el ultimo piso de un bloque de apartamentos con aire esceptico, morena, rozando los cuarenta, ojos azules y piernas duras como rocas del mar, sin duda ella podria ayudarme y facilitarme algun contacto para conseguir una nueva identidad, el sol empezaba asomar por el este y el amanecer impasible arañaba los tejados de la ciudad.
LLamó a la puerta, la espera se me hace interminable, ruido de pasos, la mirilla.
¿Joder, que haces aquí a estas horas?. Solo una mirada. Me conoce bien sabe que hay problemas. Pasamos al salón. Por fin tabaco, enciendo un cigarrillo y el humo gris inunda mis pulmones devolviendome media vida.
Susana es como el tabaco, he intentado dejarlo mil veces, pero siempre acabo volviendo a caer. Recién levantada esta especialmente hermosa, muy hermosa. Debí haberme casado con ella, pero siempre he sido un gilipollas. Ahora ya no importa.
Susana denotaba tristeza. Mientras apuraba un trago de Cardhu con hielo, le contaba con voz temblorosa la vaga película que asolaba mi mente. Ella era una mujer fuerte, alta, delgada, como sacada de un largometraje de los años 40. La vida, le había enseñado a sufrir y a caminar, sin más ayuda que la de sus anchas e interminables caderas. La muerte de su madre cuando tan sólo era una niña, había curtido de cicatrices su alma y embellecido de forma notoria su figura.

Era tímida y se cohibía cuando se encuntraba entre varias personas, pero conmigo era muy explícita y pienso que la atracción era mutua, aunque ella además, me amaba. Antes de haber consumido la mitad de mi pitillo, ella estaba a orcajadas sobre mi, sobre la alfombra del salón, desnuda y dispuesta a recordarme lo que he perdido durante tantos años se sexo a disgusto y desvelos innecesarios, y tuve la impresión por un momento de que ella era conocedora de lo ocurrido la noche anterior. Ni siquiera me preguntó por Teresa, pero es imposible que ella pueda saber lo que había ocurrido. Tras 20 minutos de frenesí, me duché solo en su casa y empecé a contarle lo que recordaba de la noche anterior.

Durante una hora fuí desgranando mis vagos e imprecisos recuerdos, estar sentado en la barra del Absenta´s la pistola, la mirada insistente a mi reloj, esperando que sucediera algo o viniera alguien a una hora concreta...

Ese deslabazamiento de ideas parecía no llevar a ningún sitio. Susana ni gesticulaba ni se movía, ni siquiera decía nada sobre mi relato.

- No entiendo nada - dijo ella-. Es decir, lo único que recuerdas es lo que me has contado. ¿ En serio que no recuerdas nada más?.
- No - repuse tras un momento de reflexión-. No recuerdo nada más.

Sus ojos se abrieron, y de repente me di cuenta que ella sabía mas de lo que parecía, que me ocultaba algo.

- ¿ Hay algo que deba conocer y que me estás ocultando? - le pregunté.
- Que va, ¿ insinúas algo? - no me miraba a los ojos, tenía la mirada fija en la ventana que daba a la calle.
- No, pero a lo mejor me puedes ayudar a ordenar mis ideas.

No tenía buenas sensaciones. No me fiaba de Susana, otrora buena amiga. Su actitud me producía intranquilidad.

Nos mantuvimos en silencio diez minutos. El silencio se convertía en sopor, interrumpido por una llamada telefónica.

- Si - contesta ella.
...
- No, es un mal momento para eso - sigue al teléfono.
...
- Si, está conmigo- concluye.

Tras colgar me sonríe y se acerca.

- Tengo que contarte algo - dice Susana.
- ¿ Ahora?.
- Si, precisamente ahora.
- ¿recuerdas tu viaje a Suiza de hace unos meses?, dijo.

Pues claro que lo recordaba. Había sido un viaje largamente esperado por mí, pues yo era el encargado de presentar en la Basel de este año un grandísimo logro de mi compañía. Tan grande que seguramente el hecho de hacerlo público en la feria, marcase un hito en la historia de lo que hasta ahora había sido la relojería mecánica.
No en vano habíamos dedicado a su desarrollo más de cinco años y gastado cantidades obscenas de dinero. Tal había sido el gasto realizado que faltó poco para que la compañía se descapitalizara completamente.
Pero afortunadamente ese ímprobo esfuerzo dio su fruto, y lo que yo transportaba en mi maletín ese día, camino de la Basel; no tenía parangón. Incluso podía ser considerado pecaminoso: el primer mecanismo integramente de seda. Siempre, desde crío, alucinaba con los experimentos en la escuela, en esas cajitas de cartón llenas de capullos ( mucho más inteligentes que los que en la edad adulta conocí ) y esas hojitas verdes, y su fantástica transformación con el paso de los días. Como responsable de I+D de "Tempus Imaginarium Design " empezamos a investigar hasta sus últimas consecuencias las capacidades de reistencia y flexibilidad de tan maravillosa materia. Y lo conseguimos. Nuestro mecanismo es, indudablemente, el más liviano, bello y resistente. Es único. Y, por eso mismo, es peligroso.

Todos los sinsabores de estos años venian a mi mente y la golpeaban machaconamente, con una insistencia dolorosa. Susana me miraba perpleja sin terminar de comprenderlo. Ella no habia sido solamente una inversora capitalista ávida de fama y reconocimiento mundial. Se había implicado en este proyecto tanto como Mr. Boyle y yo, y los tres eramos los únicos que conociamos al dedillo todos los entresijos del proyecto. Solamente uno de nosotros podía haber traicionado tanta implicacion, tanto trabajo, tanta amistad.....

No quedaba tiempo, apenas venticuatro horas y todo este ingente esfuerzo y dinero se iría al garete de una forma definitiva. Era el tiempo de encontrar al cupable, pero sobre todo, de que no se saliese con la suya. Habia demasiado en juego.

Enfrascado en mis pensamientos no reparé en que Susana habia empezado a contarme lo que sucedió durante mi viaje a Suiza.

- Ese viaje fue un error. Para los dos - oí que decía mi amiga.

Y algo más añadió que, seguro, me enfureció. Sonaba la impagable voz de Tom Waits y los gritos camuflaron la bella "Take it with me". Sólo recuerdo que, al cerrar la puerta, el corazón de Susana lloraba, literalmente, en mi mano.
Yo me pregunté si no sería cosa de decírselo ahora; recibiría la ducha fría justo en el momento en que estaba desnuda, llena de la felicidad que le daba aquel sitio tan bonito. Pero cuando me volví hacia ella y vi sus hombros delicados, con los brazos levantados, y quitarse la falda por la cabeza, se me fueron las ganas. Tanto más cuanto que ella decía, siempre con su voz cariñosa, no te creas que no me doy cuenta, me estás mirando.

Sí, la miraba de esa manera injusta, porque no es de recibo desearla tanto y negarlo displicentemente, como un tahúr que hace equilibrios entre lo real y aquello que se alimenta de mentiras. La miraba posesivamente, porque adiviné en ese momento que era nuestro último intento por sobrevivirnos, y me entristecí. Ella sonrío dulcemente y me llevó, de nuevo, a la Eternidad.




CAPITULO II

Mi nombre es otro pero me llamo Nieve. Tengo 41 años y un culo precioso, como todo el mundo sabe. No uso tarjetas de visita porque siempre que quedo con alguien acostumbro a matarlo, así que se me disculpará la descortesía. Prefiero la daga a otros utensilios, es discreta y muy efectiva, me produce un placer casi sexual ver los últimos espasmos de mis víctimas. Algunas mueren mientras follamos, quizás tendré que preguntar a mi psiquiatra qué extraño designio me lleva a encadenar ambos placeres. Suerte que no ocurre siempre, también me gusta querer a quien lo merece. Y Otis era mi preferido. Siempre ha sabido encandilarme con su preciosa colección de Soul, las parodias de un cómico que es feo y su despistado aire de hombre encantador. Lo conocí (¿ o quizás fue él ? ) en un local del Barrio Gótico, muy de madrugada, recuerdo que Lene Lovich presentó un disco suyo, que como siempre resultó peor que su presencia. Es por ella que llevo seis aros en mi cuerpo, y también desde esa noche no me he quitado el Angelus Chronodato que le gané en una apuesta a él. Me emocionó – a mí, que siempre me burlo de esas memeces – que supiera perder tan elegantemente, pero creo que ganó él con la fiesta que le monté poco después en mi casa. Nos hemos visto varias veces desde entonces, y hoy deseo verlo. Porque tengo algo importante, seguro.
Mientras me afeito pongo la versión en directo de “Take Five”, qué estilazo indefinible Dave Brubeck y su banda, me lo pido en mi entierro para animarme. Hoy no estoy de humor, mejor dicho, estoy que no sé como estar. Espero que Otis me alegre el cuerpo y el día, porque yo se lo voy a joder, sin duda. La charla que pillé sin querer en ese chat de intercambios tendrá más consecuencias de las que me imagino, y yo imagino mucho… No sé, me extraña que no me haya contestado el sms que le he escrito, pero ha tenido tiempo de pensar en ello, y ya sabe que no me gusta que me hagan esperar. Igual le castigo un poco, y ni le beso cuando llegue.

¿Sere capaz? Otis derrumbaba siempre todos mis esquemas con una mirada. No se de donde procedia aquella mirada animal que siempre fustigaba mi animo hasta hacer añicos cualquier atisbo de resistencia. Y él lo sabia. Sabía que el juguete roto de mi espiritu se desvanecía siempre como el algodon de feria en una boca que se moría por recibir de la suya el jugo de su alma. Lo esperaba, si, y esperaba quizas hacerle daño, pero era inevitable. Mis razones eran otras, mi vida en definitiva, era otra, pero Otis estaba allí, en una esquina de mi existencia, perturbandola.
Oir sus pasos ascendiendo lentamente por la escalera me rescató definitivamente hacía la realidad que me esperaba, que nos esperaba a ámbos. Ni por arte de magia, podría saber Otis lo que sucedería.

-“¡¡¡ Las tengo, tengo las entradas, tengo las entradas !!!” , y no sé si sus gritos me desconcertaron tanto o más que su abrazo. Estaba exultante, eso lo hacía más irresistible, y le perdoné incluso que me abandonase unos instantes, justo para abrir el frigorífico y sacar uno de esos zumos raros que colecciona y yo le compro.
<?xml:namespace prefix = o ns = "urn:schemas-microsoft-com:office:office" /><o:p></o:p>
- He pasado por el local, cierro hasta el lunes, esto se lo vale – dijo a medio trago, y empezó a canturrear algo que siempre repite cuando está feliz, y no entiendo esa manía, porque la melodía es tristísima:

<o:p></o:p>
“ Rest your head my love;<o:p></o:p>
Rest your tired limbs;<o:p></o:p>
Leave your mind at peace, at peace, at peace,<o:p></o:p>
What are you thinking now?<o:p></o:p>
<o:p></o:p>
Thinking of a girl<o:p></o:p>
As golden as the sun<o:p></o:p>
She loved me noy like you, like you, like you<o:p></o:p>
Pray do you love me more?<o:p></o:p>
<o:p></o:p>
It´s hard to say for sure,<o:p></o:p>
A child, sixteen, was I<o:p></o:p>
Both virgins did we buy, we buy, we buy<o:p></o:p>
You loved her more than me<o:p></o:p>
<o:p></o:p>
She left me one dark night<o:p></o:p>
She took my heart for free<o:p></o:p>
I´ve seen her not since since then, since then, since then,<o:p></o:p>
God if I saw her now”
<o:p></o:p>
<o:p></o:p>
-Me ha costado más de lo necesario, pero esto será grande, y tú estarás conmigo – y no supe qué decir. Así que le besé, no sé cuantas veces, y luego la desnudez lo llenó todo, y los placeres que nos gustan a ambos lo decían todo. Esos placeres que no comprenden de ortodoxias ni estilos, esas emociones ancestrales que van más allá del inútil amasijo de huesos haciendo el amor, esas silenciosas palpitaciones que retumban en toda mi piel excitada… Otis sabe amarme, y este lujo tan preciado merece algún sacrificio por mi parte, de todas maneras acompañarle a ese concierto tampoco es un desastre, aunque me lleve al país más aburrido de Europa .

<o:p></o:p>
-Nieve, nos vamos a Ginebra, es mi regalo de cumpleaños – me besó otra vez como si fuese la primera.

<o:p></o:p>
-Ya sabes que aún faltan unas semanas… ¿ o no hablas de mí ? – añadí, burlona, porque sabia que no estaba dedicado a mí el homenaje.

<o:p></o:p>
-Hablo de lo que desde los 16 años estoy esperando, y espero que éllos aún estén pletóricos. Y mira, me da igual como estén, sé que será un descubrimiento. ¡¡¡ Por fín Steve Hackett y Anthony Phillips juntos en directo !!!. Y Lorraine me ha enviado esta mañana las invitaciones, sólo pudo conseguir las de Suiza, en Berlín fue imposible. No te he llamado porque me he pasado todo este tiempo preparando la escapada, ya he puesto un cartel en el “Absenta´s House” que queda chapado hasta que vuelva.

Otis es así, capaz de anteponer su pasión a su negocio. Supongo que, realmente, confluyen diluyéndose, y por eso es alguien alegre. Es bello verle sonreir, y sé cómo es de difícil hacerlo de verdad. Y su apasionamiento vital lo contamina todo, por ello su bar tiene esa mítica en la ciudad. Alguien me explicó que lo abrió sólo por el disfrute de escuchar con colegas la música que le gustaba, y resultó que a muchos les apasionó. Algunos días actuaban grupos totalmente eclécticos, pero en común tenían su espléndida calidad, y eso lo ha mantenido en 20 años que ha cambiado todo, excepto su buen gusto. El “Absenta´s House”, más que una joya entre tanta mediocridad, es un refugio. Sus dos niveles aprovechan los antiguos muros de unos baños medievales y, como en el Gimlet, caben todos los que desean venir. Otis y Mayra – creo que es de las pocas mujeres que me caen bien - conocen sus caprichos, y la parroquia agradece el detalle. Yo siempre he ido a los bares ( ¡ qué manía más esnob eso de llamarles locales de copas ! ) para no sentirme como en casa ( otra gilipollez ) , sinó en otro mundo, y ellos me los ofrecen todos. Reconozco que iria igualmente sólo por él, pero eso es algo inconfesable en una persona como yo que siempre, como todo el mundo sabe, no necesita a nadie.
<o:p> </o:p>
- Lorraine nos deja su piso, bueno, ella estará en la ciudad pero no sé si podremos verla, ya sabes como enloquecen los responsable culturales cuando los acontecimientos son de primera. Y tengo entendido que, además, esos días hay una movida de relojes, o una exposición mundial, no sé, vaya, que su cargo la obliga a estar es todos los saraos, me ha repetido que las llaves son las mismas de la otra vez – me explicó, como si hubiese de justificarme algo.
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- Vale, ya sabes que prefiero no coincidir con ella. Porque entonces no te invitará nunca más. - , le musité cerca del oido, mientras le mordía sin cuidado.
<o:p> </o:p>
- Oye, dime, el mensaje que me has dejado en el móvil…me hablas de una charla extraña, de algo que crees puede tener que ver con Susana… - Otis suspiró, pero no era por mi boca, sinó de desazón, casi de hastío. Me puse a horcajadas encima de él, y se lo dije:
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- Tu hermana ha montado un nuevo follón. Otra vez. Y ésta le ha salido mal, creo que…
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Otis puso suavemente su dedo en mis labios, entendí que no quería escuhar nada en ese momento. Nada que no fuese nuestro. Ella podía esperar.
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<o:p> CAPITULO III</o:p>
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  • #37
Los recuerdos me habian impedido conciliar el sueño. Mientras el café humeante trataba de poner orden en mis pensamientos, no dejaba de mirar insistentemente el reloj ya que el bisel unidireccional no cuadraba exactamente con las 12 horas. Parece mentira pero puedo llegar a ser tan raro. No obstante el motivo de mi insomnio no era éste, no tenía nada que ver con las cosas materiales. El problema no dejaba de darme vueltas en la cabeza. La policía estaba detrás de la pista y la coartada parecía que que se desmoronaba por momentos. Busqué en mi agenda el número de aquella chica que conocí esa noche, Helena, y, a pesar de las altas horas de la madrugada marqué desde mi móvil NOKIA N95, 659 02..... El teléfono sonó varias veces, estaba a punto de desistir pero una voz sensual como pocas me contestó: buenas noches, quien llama a estás horas? Quede totalmente prendido, le contesté y dimos rienda suelta a nuestras lenguas. De nuevo comprobé que no es cierto - como decía mi madre - que no es bueno llamar más allá de las 10 de la noche. Ya es estos momentos los placeres ocultos se permiten todas las licencias, y decidimos que la virtualidad es más adecuada mutarla en verades tangibles, y más si hay en juego algo más que sonrisas inventadas o deseos a media voz. No creí que viniese, pero reconocerla al cruzar el umbral del "Absenta´s House" resultó, como mínimo, emocionante: todas las mujeres son aún más bellas si mienten.
De repente, se oyó un ruido de pasos en la escalera.
Alguien, desde la sombra aporreó mi puerta, sobresaltándome. El gató saltó del sofá y salió huyendo. Aquello no podía significar mas que una cosa...
Si no estoy en el Absenta House... Todo ha sido un sueño... Jooder!! Por un momento pensé que me estaba volviendo heterosexual.. un momento.. soy heterosexual.. puaj!.. la maldita resaca resuena a mi con cada golpe en la dichosa puerta.. ¿que hora es..?.. ¿donde demonios esta mi Rolex..?... ¡Ya va!.. ¡Ya va..!... ¿Donde demonios estan mis pantalones...?.. La noche debió ser ajitada, ya he perdido dos cosas..
Una de ellas ha debido ser la decencia porque no encuentro mi ropa interior, pero lo que más temo es haberla perdido a ella. La conciencia nunca me molestó o inquietó lo más mínimo, pero saberme abandonado es más insoportable que las responsabilidades que habré de asumir ante la Justicia y ante Dios.
¡Dios mio! ¿Que es esa mancha que hay en la alfombra? ¡Parece sangre!
-En la alfombra se veía una mancha roja, oscura, mas o menos redonda, de un tamaño de unos 90 centímetros...
-y... ¿Donde está Teresa? ¿A donde ha ido el maldito gato?
Rapidamente la pupila observo un paquete de Marlboro, me dispuse a encender un pitillo mientras mi mente agrupaba ideas sueltas y absurdas, risas y copas, cubitos de hielo y perfume, cuando en mi mano apunte una cajetilla de cerillas con el logo impreso "The Buda club", no lograba recordar nada de ese lugar ¿ acaso pase por alli tras salir del Absenta House ? ¿ donde estaba el gato ?

No dí más de tres caladas, que me llenaron los pulmones hasta casi perder el conocimiento, hacía calor y el maldito ventilador revolvía el ambiente calentorro que una noche de agosto. Aquella mancha de sangre...no recordaba nada. Junto al paquete de Marlboro una botella vacía de Champám barato y una copa con una marca de carmín. ¡ Teresa !, ahora lo recuerdo todo...
- Pom Pom Pom, otra vez la puerta.
-Aquel ruido interrumpió el hilo de mis pensamientos. debía huir. Nadie debía saber que aquella noche yo había estado en aquella casa.
Abrí la ventana y me deslice al patio sin hacer ruido.

Dos coches de policiá estaban aparcados prudentemente, la sombra de un tipo que cruzaba la calle, me hizo rodar por el suelo y casi caigo encima de una m...de un puto perro. De pronto pensé, ¡ Dios ! me he dejado la cartera y el tabaco...estoy perdido. No sabía qué hacer, tenía que buscar una forma de salir de la ciudad, pero no tenía dinero dinero ni documentación...

Sin embargo, con cuerte, sin ser visto y pasar desapercibido, ahi comienzo mi marcha, todos esos recuerdos me cruzan, fugaces, la calle oscura invita a meditar detenidamente, a cada paso ideas van y vienen, y no concluyo nada, no puedo ordenar mis putos pensamientos. Decido pues, ir a donde ese jóven, delgado, alto, recargado en aquel candil y fumando un cigarrillo, posiblemente logre obtener algo de pasta, o al menos un cigarrillo, !que va!, la suerte le sonríe al osado...

Pese a los peliagudo de la situación, iba siendo hora de poner en orden mis recuerdos, e intentar averiguar qué coño había pasado, cómo había llegado hasta allí. Intentaba, de forma infructuosa, hacer memoria, pero la verdad es que logré más bien poco, cosa que para nada me tranquilizó. Conseguía recordar estar sentado en un taburete de la barra del Absenta's, pero prácticamente nada más. Desde ahí a despertarme con los golpes en la puerta todo eran fogonazos, flashes, sombras, siluetas difuminadas, que por mucho que lo intentase no había forma de que reconstruyesen una historia medio coherente. Tenía el vago recuerdo de haber empuñado un arma durante la noche, seguramente una pistola, pero no era capaz de recordar ni dónde, ni cuándo, ni, y esto tal vez fuese lo peor, por qué ni contra qué o quién. Es más. ¿De dónde había salido aquélla pistola?
. De repente algo vibra en mi pantalón... tengo el sano vicio de quitar de cuajo esas estúpidas melodías del Nokia, a veces me dan ganas de asesinar a todos los estúpidos que en el interurbano me joden con sus vulgares sonidos y sus aún peores dimes y diretes... ¿ Pero qué me importa a mí lo que su jodida familia quiere para la comida ?. ¿ Y esa niñata histérica que discute con su amiga del alma, la misma que -seguro - le joderá al novio de su vida ?. Al cogerlo se corta la llamada, pero me sonaba vagamente tanto el número como la respiración, muy llena de vida cargada de sueños, y de reproches quizás injustos. Quizás he de tomarme una ducha, vomitar, o hacerlo todo a la vez y limpiar mi mente de todo lo que ahora se agolpa, como un puñetazo inmediato, en la poca sensatez que aún, espero, me queda.

Aquella llamada provocó en mi uno de esos escasos momentos de lucidez con los que el destino me sorprende de vez en cuando. No era ni el momento ni la situacion de andarse con pamplinas. Miré el reloj instintivamente, sin ver tan siquiera la hora que marcaba, le dí una ultima calada al que posiblemente sería el último cigarrillo de mi vida -vaya momento para dejar de fumar- y me encaminé sin vacilar a casa de Susana. Si había una persona en el mundo capaz de conocer la verdad, esta era Susana, si habia una persona en el mundo capaz de darme protección, esta era Susana, pero, ¿querría hacerlo?

Susana vivia a las afueras de la ciudad, en lo alto de un monte con vistas al puerto, en el ultimo piso de un bloque de apartamentos con aire esceptico, morena, rozando los cuarenta, ojos azules y piernas duras como rocas del mar, sin duda ella podria ayudarme y facilitarme algun contacto para conseguir una nueva identidad, el sol empezaba asomar por el este y el amanecer impasible arañaba los tejados de la ciudad.
LLamó a la puerta, la espera se me hace interminable, ruido de pasos, la mirilla.
¿Joder, que haces aquí a estas horas?. Solo una mirada. Me conoce bien sabe que hay problemas. Pasamos al salón. Por fin tabaco, enciendo un cigarrillo y el humo gris inunda mis pulmones devolviendome media vida.
Susana es como el tabaco, he intentado dejarlo mil veces, pero siempre acabo volviendo a caer. Recién levantada esta especialmente hermosa, muy hermosa. Debí haberme casado con ella, pero siempre he sido un gilipollas. Ahora ya no importa.
Susana denotaba tristeza. Mientras apuraba un trago de Cardhu con hielo, le contaba con voz temblorosa la vaga película que asolaba mi mente. Ella era una mujer fuerte, alta, delgada, como sacada de un largometraje de los años 40. La vida, le había enseñado a sufrir y a caminar, sin más ayuda que la de sus anchas e interminables caderas. La muerte de su madre cuando tan sólo era una niña, había curtido de cicatrices su alma y embellecido de forma notoria su figura.

Era tímida y se cohibía cuando se encuntraba entre varias personas, pero conmigo era muy explícita y pienso que la atracción era mutua, aunque ella además, me amaba. Antes de haber consumido la mitad de mi pitillo, ella estaba a orcajadas sobre mi, sobre la alfombra del salón, desnuda y dispuesta a recordarme lo que he perdido durante tantos años se sexo a disgusto y desvelos innecesarios, y tuve la impresión por un momento de que ella era conocedora de lo ocurrido la noche anterior. Ni siquiera me preguntó por Teresa, pero es imposible que ella pueda saber lo que había ocurrido. Tras 20 minutos de frenesí, me duché solo en su casa y empecé a contarle lo que recordaba de la noche anterior.

Durante una hora fuí desgranando mis vagos e imprecisos recuerdos, estar sentado en la barra del Absenta´s la pistola, la mirada insistente a mi reloj, esperando que sucediera algo o viniera alguien a una hora concreta...

Ese deslabazamiento de ideas parecía no llevar a ningún sitio. Susana ni gesticulaba ni se movía, ni siquiera decía nada sobre mi relato.

- No entiendo nada - dijo ella-. Es decir, lo único que recuerdas es lo que me has contado. ¿ En serio que no recuerdas nada más?.
- No - repuse tras un momento de reflexión-. No recuerdo nada más.

Sus ojos se abrieron, y de repente me di cuenta que ella sabía mas de lo que parecía, que me ocultaba algo.

- ¿ Hay algo que deba conocer y que me estás ocultando? - le pregunté.
- Que va, ¿ insinúas algo? - no me miraba a los ojos, tenía la mirada fija en la ventana que daba a la calle.
- No, pero a lo mejor me puedes ayudar a ordenar mis ideas.

No tenía buenas sensaciones. No me fiaba de Susana, otrora buena amiga. Su actitud me producía intranquilidad.

Nos mantuvimos en silencio diez minutos. El silencio se convertía en sopor, interrumpido por una llamada telefónica.

- Si - contesta ella.
...
- No, es un mal momento para eso - sigue al teléfono.
...
- Si, está conmigo- concluye.

Tras colgar me sonríe y se acerca.

- Tengo que contarte algo - dice Susana.
- ¿ Ahora?.
- Si, precisamente ahora.
- ¿recuerdas tu viaje a Suiza de hace unos meses?, dijo.

Pues claro que lo recordaba. Había sido un viaje largamente esperado por mí, pues yo era el encargado de presentar en la Basel de este año un grandísimo logro de mi compañía. Tan grande que seguramente el hecho de hacerlo público en la feria, marcase un hito en la historia de lo que hasta ahora había sido la relojería mecánica.
No en vano habíamos dedicado a su desarrollo más de cinco años y gastado cantidades obscenas de dinero. Tal había sido el gasto realizado que faltó poco para que la compañía se descapitalizara completamente.
Pero afortunadamente ese ímprobo esfuerzo dio su fruto, y lo que yo transportaba en mi maletín ese día, camino de la Basel; no tenía parangón. Incluso podía ser considerado pecaminoso: el primer mecanismo integramente de seda. Siempre, desde crío, alucinaba con los experimentos en la escuela, en esas cajitas de cartón llenas de capullos ( mucho más inteligentes que los que en la edad adulta conocí ) y esas hojitas verdes, y su fantástica transformación con el paso de los días. Como responsable de I+D de "Tempus Imaginarium Design " empezamos a investigar hasta sus últimas consecuencias las capacidades de reistencia y flexibilidad de tan maravillosa materia. Y lo conseguimos. Nuestro mecanismo es, indudablemente, el más liviano, bello y resistente. Es único. Y, por eso mismo, es peligroso.

Todos los sinsabores de estos años venian a mi mente y la golpeaban machaconamente, con una insistencia dolorosa. Susana me miraba perpleja sin terminar de comprenderlo. Ella no habia sido solamente una inversora capitalista ávida de fama y reconocimiento mundial. Se había implicado en este proyecto tanto como Mr. Boyle y yo, y los tres eramos los únicos que conociamos al dedillo todos los entresijos del proyecto. Solamente uno de nosotros podía haber traicionado tanta implicacion, tanto trabajo, tanta amistad.....

No quedaba tiempo, apenas venticuatro horas y todo este ingente esfuerzo y dinero se iría al garete de una forma definitiva. Era el tiempo de encontrar al cupable, pero sobre todo, de que no se saliese con la suya. Habia demasiado en juego.

Enfrascado en mis pensamientos no reparé en que Susana habia empezado a contarme lo que sucedió durante mi viaje a Suiza.

- Ese viaje fue un error. Para los dos - oí que decía mi amiga.

Y algo más añadió que, seguro, me enfureció. Sonaba la impagable voz de Tom Waits y los gritos camuflaron la bella "Take it with me". Sólo recuerdo que, al cerrar la puerta, el corazón de Susana lloraba, literalmente, en mi mano.
Yo me pregunté si no sería cosa de decírselo ahora; recibiría la ducha fría justo en el momento en que estaba desnuda, llena de la felicidad que le daba aquel sitio tan bonito. Pero cuando me volví hacia ella y vi sus hombros delicados, con los brazos levantados, y quitarse la falda por la cabeza, se me fueron las ganas. Tanto más cuanto que ella decía, siempre con su voz cariñosa, no te creas que no me doy cuenta, me estás mirando.

Sí, la miraba de esa manera injusta, porque no es de recibo desearla tanto y negarlo displicentemente, como un tahúr que hace equilibrios entre lo real y aquello que se alimenta de mentiras. La miraba posesivamente, porque adiviné en ese momento que era nuestro último intento por sobrevivirnos, y me entristecí. Ella sonrío dulcemente y me llevó, de nuevo, a la Eternidad.




CAPITULO II

Mi nombre es otro pero me llamo Nieve. Tengo 41 años y un culo precioso, como todo el mundo sabe. No uso tarjetas de visita porque siempre que quedo con alguien acostumbro a matarlo, así que se me disculpará la descortesía. Prefiero la daga a otros utensilios, es discreta y muy efectiva, me produce un placer casi sexual ver los últimos espasmos de mis víctimas. Algunas mueren mientras follamos, quizás tendré que preguntar a mi psiquiatra qué extraño designio me lleva a encadenar ambos placeres. Suerte que no ocurre siempre, también me gusta querer a quien lo merece. Y Otis era mi preferido. Siempre ha sabido encandilarme con su preciosa colección de Soul, las parodias de un cómico que es feo y su despistado aire de hombre encantador. Lo conocí (¿ o quizás fue él ? ) en un local del Barrio Gótico, muy de madrugada, recuerdo que Lene Lovich presentó un disco suyo, que como siempre resultó peor que su presencia. Es por ella que llevo seis aros en mi cuerpo, y también desde esa noche no me he quitado el Angelus Chronodato que le gané en una apuesta a él. Me emocionó – a mí, que siempre me burlo de esas memeces – que supiera perder tan elegantemente, pero creo que ganó él con la fiesta que le monté poco después en mi casa. Nos hemos visto varias veces desde entonces, y hoy deseo verlo. Porque tengo algo importante, seguro.
Mientras me afeito pongo la versión en directo de “Take Five”, qué estilazo indefinible Dave Brubeck y su banda, me lo pido en mi entierro para animarme. Hoy no estoy de humor, mejor dicho, estoy que no sé como estar. Espero que Otis me alegre el cuerpo y el día, porque yo se lo voy a joder, sin duda. La charla que pillé sin querer en ese chat de intercambios tendrá más consecuencias de las que me imagino, y yo imagino mucho… No sé, me extraña que no me haya contestado el sms que le he escrito, pero ha tenido tiempo de pensar en ello, y ya sabe que no me gusta que me hagan esperar. Igual le castigo un poco, y ni le beso cuando llegue.

¿Sere capaz? Otis derrumbaba siempre todos mis esquemas con una mirada. No se de donde procedia aquella mirada animal que siempre fustigaba mi animo hasta hacer añicos cualquier atisbo de resistencia. Y él lo sabia. Sabía que el juguete roto de mi espiritu se desvanecía siempre como el algodon de feria en una boca que se moría por recibir de la suya el jugo de su alma. Lo esperaba, si, y esperaba quizas hacerle daño, pero era inevitable. Mis razones eran otras, mi vida en definitiva, era otra, pero Otis estaba allí, en una esquina de mi existencia, perturbandola.
Oir sus pasos ascendiendo lentamente por la escalera me rescató definitivamente hacía la realidad que me esperaba, que nos esperaba a ámbos. Ni por arte de magia, podría saber Otis lo que sucedería.

-“¡¡¡ Las tengo, tengo las entradas, tengo las entradas !!!” , y no sé si sus gritos me desconcertaron tanto o más que su abrazo. Estaba exultante, eso lo hacía más irresistible, y le perdoné incluso que me abandonase unos instantes, justo para abrir el frigorífico y sacar uno de esos zumos raros que colecciona y yo le compro.

<?xml:namespace prefix = o ns = "urn:schemas-microsoft-com:office:office" /><o:p></o:p>
- He pasado por el local, cierro hasta el lunes, esto se lo vale – dijo a medio trago, y empezó a canturrear algo que siempre repite cuando está feliz, y no entiendo esa manía, porque la melodía es tristísima:

<o:p></o:p>
“ Rest your head my love;<o:p></o:p>
Rest your tired limbs;<o:p></o:p>
Leave your mind at peace, at peace, at peace,<o:p></o:p>
What are you thinking now?<o:p></o:p>
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Thinking of a girl<o:p></o:p>
As golden as the sun<o:p></o:p>
She loved me noy like you, like you, like you<o:p></o:p>
Pray do you love me more?<o:p></o:p>
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It´s hard to say for sure,<o:p></o:p>
A child, sixteen, was I<o:p></o:p>
Both virgins did we buy, we buy, we buy<o:p></o:p>
You loved her more than me<o:p></o:p>
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She left me one dark night<o:p></o:p>
She took my heart for free<o:p></o:p>
I´ve seen her not since since then, since then, since then,<o:p></o:p>
God if I saw her now”

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-Me ha costado más de lo necesario, pero esto será grande, y tú estarás conmigo – y no supe qué decir. Así que le besé, no sé cuantas veces, y luego la desnudez lo llenó todo, y los placeres que nos gustan a ambos lo decían todo. Esos placeres que no comprenden de ortodoxias ni estilos, esas emociones ancestrales que van más allá del inútil amasijo de huesos haciendo el amor, esas silenciosas palpitaciones que retumban en toda mi piel excitada… Otis sabe amarme, y este lujo tan preciado merece algún sacrificio por mi parte, de todas maneras acompañarle a ese concierto tampoco es un desastre, aunque me lleve al país más aburrido de Europa .

<o:p></o:p>
-Nieve, nos vamos a Ginebra, es mi regalo de cumpleaños – me besó otra vez como si fuese la primera.

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-Ya sabes que aún faltan unas semanas… ¿ o no hablas de mí ? – añadí, burlona, porque sabia que no estaba dedicado a mí el homenaje.

<o:p></o:p>
-Hablo de lo que desde los 16 años estoy esperando, y espero que éllos aún estén pletóricos. Y mira, me da igual como estén, sé que será un descubrimiento. ¡¡¡ Por fín Steve Hackett y Anthony Phillips juntos en directo !!!. Y Lorraine me ha enviado esta mañana las invitaciones, sólo pudo conseguir las de Suiza, en Berlín fue imposible. No te he llamado porque me he pasado todo este tiempo preparando la escapada, ya he puesto un cartel en el “Absenta´s House” que queda chapado hasta que vuelva.

Otis es así, capaz de anteponer su pasión a su negocio. Supongo que, realmente, confluyen diluyéndose, y por eso es alguien alegre. Es bello verle sonreir, y sé cómo es de difícil hacerlo de verdad. Y su apasionamiento vital lo contamina todo, por ello su bar tiene esa mítica en la ciudad. Alguien me explicó que lo abrió sólo por el disfrute de escuchar con colegas la música que le gustaba, y resultó que a muchos les apasionó. Algunos días actuaban grupos totalmente eclécticos, pero en común tenían su espléndida calidad, y eso lo ha mantenido en 20 años que ha cambiado todo, excepto su buen gusto. El “Absenta´s House”, más que una joya entre tanta mediocridad, es un refugio. Sus dos niveles aprovechan los antiguos muros de unos baños medievales y, como en el Gimlet, caben todos los que desean venir. Otis y Mayra – creo que es de las pocas mujeres que me caen bien - conocen sus caprichos, y la parroquia agradece el detalle. Yo siempre he ido a los bares ( ¡ qué manía más esnob eso de llamarles locales de copas ! ) para no sentirme como en casa ( otra gilipollez ) , sinó en otro mundo, y ellos me los ofrecen todos. Reconozco que iria igualmente sólo por él, pero eso es algo inconfesable en una persona como yo que siempre, como todo el mundo sabe, no necesita a nadie.

<o:p></o:p>
- Lorraine nos deja su piso, bueno, ella estará en la ciudad pero no sé si podremos verla, ya sabes como enloquecen los responsable culturales cuando los acontecimientos son de primera. Y tengo entendido que, además, esos días hay una movida de relojes, o una exposición mundial, no sé, vaya, que su cargo la obliga a estar es todos los saraos, me ha repetido que las llaves son las mismas de la otra vez – me explicó, como si hubiese de justificarme algo.

<o:p></o:p>
- Vale, ya sabes que prefiero no coincidir con ella. Porque entonces no te invitará nunca más. - , le musité cerca del oido, mientras le mordía sin cuidado.

<o:p></o:p>
- Oye, dime, el mensaje que me has dejado en el móvil…me hablas de una charla extraña, de algo que crees puede tener que ver con Susana… - Otis suspiró, pero no era por mi boca, sinó de desazón, casi de hastío. Me puse a horcajadas encima de él, y se lo dije:

<o:p></o:p>
- Tu hermana ha montado un nuevo follón. Otra vez. Y ésta le ha salido mal, creo que…

<o:p></o:p>
<o:p></o:p>
Otis puso suavemente su dedo en mis labios, entendí que no quería escuhar nada en ese momento. Nada que no fuese nuestro. Ella podía esperar.



<o:p></o:p>
<o:p></o:p>
<o:p></o:p>
<o:p>CAPITULO III</o:p>

Era implacable. Era eficiente. Era exigente. Era obstinada. Era perfecta. Era infeliz. Por eso no le agradó descubrir que entre sus colaboradores recibía el sobrenombre <?xml:namespace prefix = st1 ns = "urn:schemas-microsoft-com:office:smarttags" /><st1:personName w:st="on" ProductID="La Exacta">La Exacta</st1:personName>, y le provocaba una hilarante molestia esa leyenda que su control era tan absoluto que incluso se regulaba en minutos precisos sus propios orgasmos. Lorraine llegó la primera, y estaba revisando ya los protocolos de acontecimientos clave en la ciudad. Los cristales de la oficina principal de <st1:personName w:st="on" ProductID="la IAC">la IAC</st1:personName> – Instituto de Acciones Culturales mostraban el mismo cansancio que la mañana, cubierta de neblina y frío intenso, el mismo que tanto costó superar en su primera época en el país del que disparaba a manzanas. Llegó abandonando algo más que un matrimonio equivocado, como todos, y suplió el encanto de la vida mundana por la severidad de un mundo que siempre le parece postizo. Casi hipócrita, sería más acertado. Y se aprovechó de esa particular faceta para conseguir sus propósitos, sin prejuicios y a costa de quien fuese, eso hacen los supervivientes. Y los que nunca dejan de huir.
Lorraine ladeó su cabeza, y miró disgustada el texto del mail que acababa de recibir. No le hacía ninguna gracia que su hijo viniese con su amante, pero sabía que no estaba en condiciones de recriminarle nada y, además, era culpa suya.
<o:p> </o:p>
- Tendría que haberle enviado una sola invitación - , se resignó en voz alta. En el fondo deseaba reencontrarse con Otis, fueron muchos años sin saberse y los reproches habían quedado atrás, como siempre pasa. Ella había marchado para sentirse viva, y hay ocasiones que llega a conseguirlo, en esa ciudad sin nada, sin alma, sin apenas motivos para pisarla. A veces, Lorraine cree que hay cárceles de prados verdes y lagos con bichos mucho más insufribles que las de clásicos barrotes.<o:p> </o:p>
 
  • #38
Los recuerdos me habian impedido conciliar el sueño. Mientras el café humeante trataba de poner orden en mis pensamientos, no dejaba de mirar insistentemente el reloj ya que el bisel unidireccional no cuadraba exactamente con las 12 horas. Parece mentira pero puedo llegar a ser tan raro. No obstante el motivo de mi insomnio no era éste, no tenía nada que ver con las cosas materiales. El problema no dejaba de darme vueltas en la cabeza. La policía estaba detrás de la pista y la coartada parecía que que se desmoronaba por momentos. Busqué en mi agenda el número de aquella chica que conocí esa noche, Helena, y, a pesar de las altas horas de la madrugada marqué desde mi móvil NOKIA N95, 659 02..... El teléfono sonó varias veces, estaba a punto de desistir pero una voz sensual como pocas me contestó: buenas noches, quien llama a estás horas? Quede totalmente prendido, le contesté y dimos rienda suelta a nuestras lenguas. De nuevo comprobé que no es cierto - como decía mi madre - que no es bueno llamar más allá de las 10 de la noche. Ya es estos momentos los placeres ocultos se permiten todas las licencias, y decidimos que la virtualidad es más adecuada mutarla en verades tangibles, y más si hay en juego algo más que sonrisas inventadas o deseos a media voz. No creí que viniese, pero reconocerla al cruzar el umbral del "Absenta´s House" resultó, como mínimo, emocionante: todas las mujeres son aún más bellas si mienten.
De repente, se oyó un ruido de pasos en la escalera.
Alguien, desde la sombra aporreó mi puerta, sobresaltándome. El gató saltó del sofá y salió huyendo. Aquello no podía significar mas que una cosa...
Si no estoy en el Absenta House... Todo ha sido un sueño... Jooder!! Por un momento pensé que me estaba volviendo heterosexual.. un momento.. soy heterosexual.. puaj!.. la maldita resaca resuena a mi con cada golpe en la dichosa puerta.. ¿que hora es..?.. ¿donde demonios esta mi Rolex..?... ¡Ya va!.. ¡Ya va..!... ¿Donde demonios estan mis pantalones...?.. La noche debió ser ajitada, ya he perdido dos cosas..
Una de ellas ha debido ser la decencia porque no encuentro mi ropa interior, pero lo que más temo es haberla perdido a ella. La conciencia nunca me molestó o inquietó lo más mínimo, pero saberme abandonado es más insoportable que las responsabilidades que habré de asumir ante la Justicia y ante Dios.
¡Dios mio! ¿Que es esa mancha que hay en la alfombra? ¡Parece sangre!
-En la alfombra se veía una mancha roja, oscura, mas o menos redonda, de un tamaño de unos 90 centímetros...
-y... ¿Donde está Teresa? ¿A donde ha ido el maldito gato?
Rapidamente la pupila observo un paquete de Marlboro, me dispuse a encender un pitillo mientras mi mente agrupaba ideas sueltas y absurdas, risas y copas, cubitos de hielo y perfume, cuando en mi mano apunte una cajetilla de cerillas con el logo impreso "The Buda club", no lograba recordar nada de ese lugar ¿ acaso pase por alli tras salir del Absenta House ? ¿ donde estaba el gato ?

No dí más de tres caladas, que me llenaron los pulmones hasta casi perder el conocimiento, hacía calor y el maldito ventilador revolvía el ambiente calentorro que una noche de agosto. Aquella mancha de sangre...no recordaba nada. Junto al paquete de Marlboro una botella vacía de Champám barato y una copa con una marca de carmín. ¡ Teresa !, ahora lo recuerdo todo...
- Pom Pom Pom, otra vez la puerta.
-Aquel ruido interrumpió el hilo de mis pensamientos. debía huir. Nadie debía saber que aquella noche yo había estado en aquella casa.
Abrí la ventana y me deslice al patio sin hacer ruido.

Dos coches de policiá estaban aparcados prudentemente, la sombra de un tipo que cruzaba la calle, me hizo rodar por el suelo y casi caigo encima de una m...de un puto perro. De pronto pensé, ¡ Dios ! me he dejado la cartera y el tabaco...estoy perdido. No sabía qué hacer, tenía que buscar una forma de salir de la ciudad, pero no tenía dinero dinero ni documentación...

Sin embargo, con cuerte, sin ser visto y pasar desapercibido, ahi comienzo mi marcha, todos esos recuerdos me cruzan, fugaces, la calle oscura invita a meditar detenidamente, a cada paso ideas van y vienen, y no concluyo nada, no puedo ordenar mis putos pensamientos. Decido pues, ir a donde ese jóven, delgado, alto, recargado en aquel candil y fumando un cigarrillo, posiblemente logre obtener algo de pasta, o al menos un cigarrillo, !que va!, la suerte le sonríe al osado...

Pese a los peliagudo de la situación, iba siendo hora de poner en orden mis recuerdos, e intentar averiguar qué coño había pasado, cómo había llegado hasta allí. Intentaba, de forma infructuosa, hacer memoria, pero la verdad es que logré más bien poco, cosa que para nada me tranquilizó. Conseguía recordar estar sentado en un taburete de la barra del Absenta's, pero prácticamente nada más. Desde ahí a despertarme con los golpes en la puerta todo eran fogonazos, flashes, sombras, siluetas difuminadas, que por mucho que lo intentase no había forma de que reconstruyesen una historia medio coherente. Tenía el vago recuerdo de haber empuñado un arma durante la noche, seguramente una pistola, pero no era capaz de recordar ni dónde, ni cuándo, ni, y esto tal vez fuese lo peor, por qué ni contra qué o quién. Es más. ¿De dónde había salido aquélla pistola?
. De repente algo vibra en mi pantalón... tengo el sano vicio de quitar de cuajo esas estúpidas melodías del Nokia, a veces me dan ganas de asesinar a todos los estúpidos que en el interurbano me joden con sus vulgares sonidos y sus aún peores dimes y diretes... ¿ Pero qué me importa a mí lo que su jodida familia quiere para la comida ?. ¿ Y esa niñata histérica que discute con su amiga del alma, la misma que -seguro - le joderá al novio de su vida ?. Al cogerlo se corta la llamada, pero me sonaba vagamente tanto el número como la respiración, muy llena de vida cargada de sueños, y de reproches quizás injustos. Quizás he de tomarme una ducha, vomitar, o hacerlo todo a la vez y limpiar mi mente de todo lo que ahora se agolpa, como un puñetazo inmediato, en la poca sensatez que aún, espero, me queda.

Aquella llamada provocó en mi uno de esos escasos momentos de lucidez con los que el destino me sorprende de vez en cuando. No era ni el momento ni la situacion de andarse con pamplinas. Miré el reloj instintivamente, sin ver tan siquiera la hora que marcaba, le dí una ultima calada al que posiblemente sería el último cigarrillo de mi vida -vaya momento para dejar de fumar- y me encaminé sin vacilar a casa de Susana. Si había una persona en el mundo capaz de conocer la verdad, esta era Susana, si habia una persona en el mundo capaz de darme protección, esta era Susana, pero, ¿querría hacerlo?

Susana vivia a las afueras de la ciudad, en lo alto de un monte con vistas al puerto, en el ultimo piso de un bloque de apartamentos con aire esceptico, morena, rozando los cuarenta, ojos azules y piernas duras como rocas del mar, sin duda ella podria ayudarme y facilitarme algun contacto para conseguir una nueva identidad, el sol empezaba asomar por el este y el amanecer impasible arañaba los tejados de la ciudad.
LLamó a la puerta, la espera se me hace interminable, ruido de pasos, la mirilla.
¿Joder, que haces aquí a estas horas?. Solo una mirada. Me conoce bien sabe que hay problemas. Pasamos al salón. Por fin tabaco, enciendo un cigarrillo y el humo gris inunda mis pulmones devolviendome media vida.
Susana es como el tabaco, he intentado dejarlo mil veces, pero siempre acabo volviendo a caer. Recién levantada esta especialmente hermosa, muy hermosa. Debí haberme casado con ella, pero siempre he sido un gilipollas. Ahora ya no importa.
Susana denotaba tristeza. Mientras apuraba un trago de Cardhu con hielo, le contaba con voz temblorosa la vaga película que asolaba mi mente. Ella era una mujer fuerte, alta, delgada, como sacada de un largometraje de los años 40. La vida, le había enseñado a sufrir y a caminar, sin más ayuda que la de sus anchas e interminables caderas. La muerte de su madre cuando tan sólo era una niña, había curtido de cicatrices su alma y embellecido de forma notoria su figura.

Era tímida y se cohibía cuando se encuntraba entre varias personas, pero conmigo era muy explícita y pienso que la atracción era mutua, aunque ella además, me amaba. Antes de haber consumido la mitad de mi pitillo, ella estaba a orcajadas sobre mi, sobre la alfombra del salón, desnuda y dispuesta a recordarme lo que he perdido durante tantos años se sexo a disgusto y desvelos innecesarios, y tuve la impresión por un momento de que ella era conocedora de lo ocurrido la noche anterior. Ni siquiera me preguntó por Teresa, pero es imposible que ella pueda saber lo que había ocurrido. Tras 20 minutos de frenesí, me duché solo en su casa y empecé a contarle lo que recordaba de la noche anterior.

Durante una hora fuí desgranando mis vagos e imprecisos recuerdos, estar sentado en la barra del Absenta´s la pistola, la mirada insistente a mi reloj, esperando que sucediera algo o viniera alguien a una hora concreta...

Ese deslabazamiento de ideas parecía no llevar a ningún sitio. Susana ni gesticulaba ni se movía, ni siquiera decía nada sobre mi relato.

- No entiendo nada - dijo ella-. Es decir, lo único que recuerdas es lo que me has contado. ¿ En serio que no recuerdas nada más?.
- No - repuse tras un momento de reflexión-. No recuerdo nada más.

Sus ojos se abrieron, y de repente me di cuenta que ella sabía mas de lo que parecía, que me ocultaba algo.

- ¿ Hay algo que deba conocer y que me estás ocultando? - le pregunté.
- Que va, ¿ insinúas algo? - no me miraba a los ojos, tenía la mirada fija en la ventana que daba a la calle.
- No, pero a lo mejor me puedes ayudar a ordenar mis ideas.

No tenía buenas sensaciones. No me fiaba de Susana, otrora buena amiga. Su actitud me producía intranquilidad.

Nos mantuvimos en silencio diez minutos. El silencio se convertía en sopor, interrumpido por una llamada telefónica.

- Si - contesta ella.
...
- No, es un mal momento para eso - sigue al teléfono.
...
- Si, está conmigo- concluye.

Tras colgar me sonríe y se acerca.

- Tengo que contarte algo - dice Susana.
- ¿ Ahora?.
- Si, precisamente ahora.
- ¿recuerdas tu viaje a Suiza de hace unos meses?, dijo.

Pues claro que lo recordaba. Había sido un viaje largamente esperado por mí, pues yo era el encargado de presentar en la Basel de este año un grandísimo logro de mi compañía. Tan grande que seguramente el hecho de hacerlo público en la feria, marcase un hito en la historia de lo que hasta ahora había sido la relojería mecánica.
No en vano habíamos dedicado a su desarrollo más de cinco años y gastado cantidades obscenas de dinero. Tal había sido el gasto realizado que faltó poco para que la compañía se descapitalizara completamente.
Pero afortunadamente ese ímprobo esfuerzo dio su fruto, y lo que yo transportaba en mi maletín ese día, camino de la Basel; no tenía parangón. Incluso podía ser considerado pecaminoso: el primer mecanismo integramente de seda. Siempre, desde crío, alucinaba con los experimentos en la escuela, en esas cajitas de cartón llenas de capullos ( mucho más inteligentes que los que en la edad adulta conocí ) y esas hojitas verdes, y su fantástica transformación con el paso de los días. Como responsable de I+D de "Tempus Imaginarium Design " empezamos a investigar hasta sus últimas consecuencias las capacidades de reistencia y flexibilidad de tan maravillosa materia. Y lo conseguimos. Nuestro mecanismo es, indudablemente, el más liviano, bello y resistente. Es único. Y, por eso mismo, es peligroso.

Todos los sinsabores de estos años venian a mi mente y la golpeaban machaconamente, con una insistencia dolorosa. Susana me miraba perpleja sin terminar de comprenderlo. Ella no habia sido solamente una inversora capitalista ávida de fama y reconocimiento mundial. Se había implicado en este proyecto tanto como Mr. Boyle y yo, y los tres eramos los únicos que conociamos al dedillo todos los entresijos del proyecto. Solamente uno de nosotros podía haber traicionado tanta implicacion, tanto trabajo, tanta amistad.....

No quedaba tiempo, apenas venticuatro horas y todo este ingente esfuerzo y dinero se iría al garete de una forma definitiva. Era el tiempo de encontrar al cupable, pero sobre todo, de que no se saliese con la suya. Habia demasiado en juego.

Enfrascado en mis pensamientos no reparé en que Susana habia empezado a contarme lo que sucedió durante mi viaje a Suiza.

- Ese viaje fue un error. Para los dos - oí que decía mi amiga.

Y algo más añadió que, seguro, me enfureció. Sonaba la impagable voz de Tom Waits y los gritos camuflaron la bella "Take it with me". Sólo recuerdo que, al cerrar la puerta, el corazón de Susana lloraba, literalmente, en mi mano.
Yo me pregunté si no sería cosa de decírselo ahora; recibiría la ducha fría justo en el momento en que estaba desnuda, llena de la felicidad que le daba aquel sitio tan bonito. Pero cuando me volví hacia ella y vi sus hombros delicados, con los brazos levantados, y quitarse la falda por la cabeza, se me fueron las ganas. Tanto más cuanto que ella decía, siempre con su voz cariñosa, no te creas que no me doy cuenta, me estás mirando.

Sí, la miraba de esa manera injusta, porque no es de recibo desearla tanto y negarlo displicentemente, como un tahúr que hace equilibrios entre lo real y aquello que se alimenta de mentiras. La miraba posesivamente, porque adiviné en ese momento que era nuestro último intento por sobrevivirnos, y me entristecí. Ella sonrío dulcemente y me llevó, de nuevo, a la Eternidad.




CAPITULO II

Mi nombre es otro pero me llamo Nieve. Tengo 41 años y un culo precioso, como todo el mundo sabe. No uso tarjetas de visita porque siempre que quedo con alguien acostumbro a matarlo, así que se me disculpará la descortesía. Prefiero la daga a otros utensilios, es discreta y muy efectiva, me produce un placer casi sexual ver los últimos espasmos de mis víctimas. Algunas mueren mientras follamos, quizás tendré que preguntar a mi psiquiatra qué extraño designio me lleva a encadenar ambos placeres. Suerte que no ocurre siempre, también me gusta querer a quien lo merece. Y Otis era mi preferido. Siempre ha sabido encandilarme con su preciosa colección de Soul, las parodias de un cómico que es feo y su despistado aire de hombre encantador. Lo conocí (¿ o quizás fue él ? ) en un local del Barrio Gótico, muy de madrugada, recuerdo que Lene Lovich presentó un disco suyo, que como siempre resultó peor que su presencia. Es por ella que llevo seis aros en mi cuerpo, y también desde esa noche no me he quitado el Angelus Chronodato que le gané en una apuesta a él. Me emocionó – a mí, que siempre me burlo de esas memeces – que supiera perder tan elegantemente, pero creo que ganó él con la fiesta que le monté poco después en mi casa. Nos hemos visto varias veces desde entonces, y hoy deseo verlo. Porque tengo algo importante, seguro.
Mientras me afeito pongo la versión en directo de “Take Five”, qué estilazo indefinible Dave Brubeck y su banda, me lo pido en mi entierro para animarme. Hoy no estoy de humor, mejor dicho, estoy que no sé como estar. Espero que Otis me alegre el cuerpo y el día, porque yo se lo voy a joder, sin duda. La charla que pillé sin querer en ese chat de intercambios tendrá más consecuencias de las que me imagino, y yo imagino mucho… No sé, me extraña que no me haya contestado el sms que le he escrito, pero ha tenido tiempo de pensar en ello, y ya sabe que no me gusta que me hagan esperar. Igual le castigo un poco, y ni le beso cuando llegue.

¿Sere capaz? Otis derrumbaba siempre todos mis esquemas con una mirada. No se de donde procedia aquella mirada animal que siempre fustigaba mi animo hasta hacer añicos cualquier atisbo de resistencia. Y él lo sabia. Sabía que el juguete roto de mi espiritu se desvanecía siempre como el algodon de feria en una boca que se moría por recibir de la suya el jugo de su alma. Lo esperaba, si, y esperaba quizas hacerle daño, pero era inevitable. Mis razones eran otras, mi vida en definitiva, era otra, pero Otis estaba allí, en una esquina de mi existencia, perturbandola.
Oir sus pasos ascendiendo lentamente por la escalera me rescató definitivamente hacía la realidad que me esperaba, que nos esperaba a ámbos. Ni por arte de magia, podría saber Otis lo que sucedería.

-“¡¡¡ Las tengo, tengo las entradas, tengo las entradas !!!” , y no sé si sus gritos me desconcertaron tanto o más que su abrazo. Estaba exultante, eso lo hacía más irresistible, y le perdoné incluso que me abandonase unos instantes, justo para abrir el frigorífico y sacar uno de esos zumos raros que colecciona y yo le compro.


- He pasado por el local, cierro hasta el lunes, esto se lo vale – dijo a medio trago, y empezó a canturrear algo que siempre repite cuando está feliz, y no entiendo esa manía, porque la melodía es tristísima:


“ Rest your head my love;
Rest your tired limbs;
Leave your mind at peace, at peace, at peace,
What are you thinking now?

Thinking of a girl
As golden as the sun
She loved me noy like you, like you, like you
Pray do you love me more?

It´s hard to say for sure,
A child, sixteen, was I
Both virgins did we buy, we buy, we buy
You loved her more than me

She left me one dark night
She took my heart for free
I´ve seen her not since since then, since then, since then,
God if I saw her now”



-Me ha costado más de lo necesario, pero esto será grande, y tú estarás conmigo – y no supe qué decir. Así que le besé, no sé cuantas veces, y luego la desnudez lo llenó todo, y los placeres que nos gustan a ambos lo decían todo. Esos placeres que no comprenden de ortodoxias ni estilos, esas emociones ancestrales que van más allá del inútil amasijo de huesos haciendo el amor, esas silenciosas palpitaciones que retumban en toda mi piel excitada… Otis sabe amarme, y este lujo tan preciado merece algún sacrificio por mi parte, de todas maneras acompañarle a ese concierto tampoco es un desastre, aunque me lleve al país más aburrido de Europa .


-Nieve, nos vamos a Ginebra, es mi regalo de cumpleaños – me besó otra vez como si fuese la primera.


-Ya sabes que aún faltan unas semanas… ¿ o no hablas de mí ? – añadí, burlona, porque sabia que no estaba dedicado a mí el homenaje.


-Hablo de lo que desde los 16 años estoy esperando, y espero que éllos aún estén pletóricos. Y mira, me da igual como estén, sé que será un descubrimiento. ¡¡¡ Por fín Steve Hackett y Anthony Phillips juntos en directo !!!. Y Lorraine me ha enviado esta mañana las invitaciones, sólo pudo conseguir las de Suiza, en Berlín fue imposible. No te he llamado porque me he pasado todo este tiempo preparando la escapada, ya he puesto un cartel en el “Absenta´s House” que queda chapado hasta que vuelva.

Otis es así, capaz de anteponer su pasión a su negocio. Supongo que, realmente, confluyen diluyéndose, y por eso es alguien alegre. Es bello verle sonreir, y sé cómo es de difícil hacerlo de verdad. Y su apasionamiento vital lo contamina todo, por ello su bar tiene esa mítica en la ciudad. Alguien me explicó que lo abrió sólo por el disfrute de escuchar con colegas la música que le gustaba, y resultó que a muchos les apasionó. Algunos días actuaban grupos totalmente eclécticos, pero en común tenían su espléndida calidad, y eso lo ha mantenido en 20 años que ha cambiado todo, excepto su buen gusto. El “Absenta´s House”, más que una joya entre tanta mediocridad, es un refugio. Sus dos niveles aprovechan los antiguos muros de unos baños medievales y, como en el Gimlet, caben todos los que desean venir. Otis y Mayra – creo que es de las pocas mujeres que me caen bien - conocen sus caprichos, y la parroquia agradece el detalle. Yo siempre he ido a los bares ( ¡ qué manía más esnob eso de llamarles locales de copas ! ) para no sentirme como en casa ( otra gilipollez ) , sinó en otro mundo, y ellos me los ofrecen todos. Reconozco que iria igualmente sólo por él, pero eso es algo inconfesable en una persona como yo que siempre, como todo el mundo sabe, no necesita a nadie.


- Lorraine nos deja su piso, bueno, ella estará en la ciudad pero no sé si podremos verla, ya sabes como enloquecen los responsable culturales cuando los acontecimientos son de primera. Y tengo entendido que, además, esos días hay una movida de relojes, o una exposición mundial, no sé, vaya, que su cargo la obliga a estar es todos los saraos, me ha repetido que las llaves son las mismas de la otra vez – me explicó, como si hubiese de justificarme algo.


- Vale, ya sabes que prefiero no coincidir con ella. Porque entonces no te invitará nunca más. - , le musité cerca del oido, mientras le mordía sin cuidado.


- Oye, dime, el mensaje que me has dejado en el móvil…me hablas de una charla extraña, de algo que crees puede tener que ver con Susana… - Otis suspiró, pero no era por mi boca, sinó de desazón, casi de hastío. Me puse a horcajadas encima de él, y se lo dije:


- Tu hermana ha montado un nuevo follón. Otra vez. Y ésta le ha salido mal, creo que…



Otis puso suavemente su dedo en mis labios, entendí que no quería escuhar nada en ese momento. Nada que no fuese nuestro. Ella podía esperar.






CAPITULO III

Era implacable. Era eficiente. Era exigente. Era obstinada. Era perfecta. Era infeliz. Por eso no le agradó descubrir que entre sus colaboradores recibía el sobrenombre La Exacta, y le provocaba una hilarante molestia esa leyenda que su control era tan absoluto que incluso se regulaba en minutos precisos sus propios orgasmos. Lorraine llegó la primera, y estaba revisando ya los protocolos de acontecimientos clave en la ciudad. Los cristales de la oficina principal de la IAC – Instituto de Acciones Culturales mostraban el mismo cansancio que la mañana, cubierta de neblina y frío intenso, el mismo que tanto costó superar en su primera época en el país del que disparaba a manzanas. Llegó abandonando algo más que un matrimonio equivocado, como todos, y suplió el encanto de la vida mundana por la severidad de un mundo que siempre le parece postizo. Casi hipócrita, sería más acertado. Y se aprovechó de esa particular faceta para conseguir sus propósitos, sin prejuicios y a costa de quien fuese, eso hacen los supervivientes. Y los que nunca dejan de huir.
Lorraine ladeó su cabeza, y miró disgustada el texto del mail que acababa de recibir. No le hacía ninguna gracia que su hijo viniese con su amante, pero sabía que no estaba en condiciones de recriminarle nada y, además, era culpa suya.

- Tendría que haberle enviado una sola invitación - , se resignó en voz alta. En el fondo deseaba reencontrarse con Otis, fueron muchos años sin saberse y los reproches habían quedado atrás, como siempre pasa. Ella había marchado para sentirse viva, y hay ocasiones que llega a conseguirlo, en esa ciudad sin nada, sin alma, sin apenas motivos para pisarla. A veces, Lorraine cree que hay cárceles de prados verdes y lagos con bichos mucho más insufribles que las de clásicos barrotes.

Como podia ser que, ella, otrora rigida, impasible, fria, lejana, se tornase en una criatura amedrentada por la situacion. Siempre habia hecho lo que su cerebro le había dictado, sin importarle las consecuencias que de sus actos -frecuentemente errados- se habian derivado. Acostumbrada a las bofetadas de sus seres proximos -que no queridos- siempre habia reaccionado pisando fuerte las tripas de quien osara contrariarla. Hoy no podia. Sabia que Otis le haría todas las preguntas de las que habia huido siempre, con la salvedad que este callejon no tenia escapatoria, en unos minutos, Otis y su amante estarían delante de ella, y era tiempo ya de contarle todo lo que sabia. ¿Podria?
 
  • #39
Los recuerdos me habian impedido conciliar el sueño. Mientras el café humeante trataba de poner orden en mis pensamientos, no dejaba de mirar insistentemente el reloj ya que el bisel unidireccional no cuadraba exactamente con las 12 horas. Parece mentira pero puedo llegar a ser tan raro. No obstante el motivo de mi insomnio no era éste, no tenía nada que ver con las cosas materiales. El problema no dejaba de darme vueltas en la cabeza. La policía estaba detrás de la pista y la coartada parecía que que se desmoronaba por momentos. Busqué en mi agenda el número de aquella chica que conocí esa noche, Helena, y, a pesar de las altas horas de la madrugada marqué desde mi móvil NOKIA N95, 659 02..... El teléfono sonó varias veces, estaba a punto de desistir pero una voz sensual como pocas me contestó: buenas noches, quien llama a estás horas? Quede totalmente prendido, le contesté y dimos rienda suelta a nuestras lenguas. De nuevo comprobé que no es cierto - como decía mi madre - que no es bueno llamar más allá de las 10 de la noche. Ya es estos momentos los placeres ocultos se permiten todas las licencias, y decidimos que la virtualidad es más adecuada mutarla en verades tangibles, y más si hay en juego algo más que sonrisas inventadas o deseos a media voz. No creí que viniese, pero reconocerla al cruzar el umbral del "Absenta´s House" resultó, como mínimo, emocionante: todas las mujeres son aún más bellas si mienten.
De repente, se oyó un ruido de pasos en la escalera.
Alguien, desde la sombra aporreó mi puerta, sobresaltándome. El gató saltó del sofá y salió huyendo. Aquello no podía significar mas que una cosa...
Si no estoy en el Absenta House... Todo ha sido un sueño... Jooder!! Por un momento pensé que me estaba volviendo heterosexual.. un momento.. soy heterosexual.. puaj!.. la maldita resaca resuena a mi con cada golpe en la dichosa puerta.. ¿que hora es..?.. ¿donde demonios esta mi Rolex..?... ¡Ya va!.. ¡Ya va..!... ¿Donde demonios estan mis pantalones...?.. La noche debió ser ajitada, ya he perdido dos cosas..
Una de ellas ha debido ser la decencia porque no encuentro mi ropa interior, pero lo que más temo es haberla perdido a ella. La conciencia nunca me molestó o inquietó lo más mínimo, pero saberme abandonado es más insoportable que las responsabilidades que habré de asumir ante la Justicia y ante Dios.
¡Dios mio! ¿Que es esa mancha que hay en la alfombra? ¡Parece sangre!
-En la alfombra se veía una mancha roja, oscura, mas o menos redonda, de un tamaño de unos 90 centímetros...
-y... ¿Donde está Teresa? ¿A donde ha ido el maldito gato?
Rapidamente la pupila observo un paquete de Marlboro, me dispuse a encender un pitillo mientras mi mente agrupaba ideas sueltas y absurdas, risas y copas, cubitos de hielo y perfume, cuando en mi mano apunte una cajetilla de cerillas con el logo impreso "The Buda club", no lograba recordar nada de ese lugar ¿ acaso pase por alli tras salir del Absenta House ? ¿ donde estaba el gato ?

No dí más de tres caladas, que me llenaron los pulmones hasta casi perder el conocimiento, hacía calor y el maldito ventilador revolvía el ambiente calentorro que una noche de agosto. Aquella mancha de sangre...no recordaba nada. Junto al paquete de Marlboro una botella vacía de Champám barato y una copa con una marca de carmín. ¡ Teresa !, ahora lo recuerdo todo...
- Pom Pom Pom, otra vez la puerta.
-Aquel ruido interrumpió el hilo de mis pensamientos. debía huir. Nadie debía saber que aquella noche yo había estado en aquella casa.
Abrí la ventana y me deslice al patio sin hacer ruido.

Dos coches de policiá estaban aparcados prudentemente, la sombra de un tipo que cruzaba la calle, me hizo rodar por el suelo y casi caigo encima de una m...de un puto perro. De pronto pensé, ¡ Dios ! me he dejado la cartera y el tabaco...estoy perdido. No sabía qué hacer, tenía que buscar una forma de salir de la ciudad, pero no tenía dinero dinero ni documentación...

Sin embargo, con cuerte, sin ser visto y pasar desapercibido, ahi comienzo mi marcha, todos esos recuerdos me cruzan, fugaces, la calle oscura invita a meditar detenidamente, a cada paso ideas van y vienen, y no concluyo nada, no puedo ordenar mis putos pensamientos. Decido pues, ir a donde ese jóven, delgado, alto, recargado en aquel candil y fumando un cigarrillo, posiblemente logre obtener algo de pasta, o al menos un cigarrillo, !que va!, la suerte le sonríe al osado...

Pese a los peliagudo de la situación, iba siendo hora de poner en orden mis recuerdos, e intentar averiguar qué coño había pasado, cómo había llegado hasta allí. Intentaba, de forma infructuosa, hacer memoria, pero la verdad es que logré más bien poco, cosa que para nada me tranquilizó. Conseguía recordar estar sentado en un taburete de la barra del Absenta's, pero prácticamente nada más. Desde ahí a despertarme con los golpes en la puerta todo eran fogonazos, flashes, sombras, siluetas difuminadas, que por mucho que lo intentase no había forma de que reconstruyesen una historia medio coherente. Tenía el vago recuerdo de haber empuñado un arma durante la noche, seguramente una pistola, pero no era capaz de recordar ni dónde, ni cuándo, ni, y esto tal vez fuese lo peor, por qué ni contra qué o quién. Es más. ¿De dónde había salido aquélla pistola?
. De repente algo vibra en mi pantalón... tengo el sano vicio de quitar de cuajo esas estúpidas melodías del Nokia, a veces me dan ganas de asesinar a todos los estúpidos que en el interurbano me joden con sus vulgares sonidos y sus aún peores dimes y diretes... ¿ Pero qué me importa a mí lo que su jodida familia quiere para la comida ?. ¿ Y esa niñata histérica que discute con su amiga del alma, la misma que -seguro - le joderá al novio de su vida ?. Al cogerlo se corta la llamada, pero me sonaba vagamente tanto el número como la respiración, muy llena de vida cargada de sueños, y de reproches quizás injustos. Quizás he de tomarme una ducha, vomitar, o hacerlo todo a la vez y limpiar mi mente de todo lo que ahora se agolpa, como un puñetazo inmediato, en la poca sensatez que aún, espero, me queda.

Aquella llamada provocó en mi uno de esos escasos momentos de lucidez con los que el destino me sorprende de vez en cuando. No era ni el momento ni la situacion de andarse con pamplinas. Miré el reloj instintivamente, sin ver tan siquiera la hora que marcaba, le dí una ultima calada al que posiblemente sería el último cigarrillo de mi vida -vaya momento para dejar de fumar- y me encaminé sin vacilar a casa de Susana. Si había una persona en el mundo capaz de conocer la verdad, esta era Susana, si habia una persona en el mundo capaz de darme protección, esta era Susana, pero, ¿querría hacerlo?

Susana vivia a las afueras de la ciudad, en lo alto de un monte con vistas al puerto, en el ultimo piso de un bloque de apartamentos con aire esceptico, morena, rozando los cuarenta, ojos azules y piernas duras como rocas del mar, sin duda ella podria ayudarme y facilitarme algun contacto para conseguir una nueva identidad, el sol empezaba asomar por el este y el amanecer impasible arañaba los tejados de la ciudad.
LLamó a la puerta, la espera se me hace interminable, ruido de pasos, la mirilla.
¿Joder, que haces aquí a estas horas?. Solo una mirada. Me conoce bien sabe que hay problemas. Pasamos al salón. Por fin tabaco, enciendo un cigarrillo y el humo gris inunda mis pulmones devolviendome media vida.
Susana es como el tabaco, he intentado dejarlo mil veces, pero siempre acabo volviendo a caer. Recién levantada esta especialmente hermosa, muy hermosa. Debí haberme casado con ella, pero siempre he sido un gilipollas. Ahora ya no importa.
Susana denotaba tristeza. Mientras apuraba un trago de Cardhu con hielo, le contaba con voz temblorosa la vaga película que asolaba mi mente. Ella era una mujer fuerte, alta, delgada, como sacada de un largometraje de los años 40. La vida, le había enseñado a sufrir y a caminar, sin más ayuda que la de sus anchas e interminables caderas. La muerte de su madre cuando tan sólo era una niña, había curtido de cicatrices su alma y embellecido de forma notoria su figura.

Era tímida y se cohibía cuando se encuntraba entre varias personas, pero conmigo era muy explícita y pienso que la atracción era mutua, aunque ella además, me amaba. Antes de haber consumido la mitad de mi pitillo, ella estaba a orcajadas sobre mi, sobre la alfombra del salón, desnuda y dispuesta a recordarme lo que he perdido durante tantos años se sexo a disgusto y desvelos innecesarios, y tuve la impresión por un momento de que ella era conocedora de lo ocurrido la noche anterior. Ni siquiera me preguntó por Teresa, pero es imposible que ella pueda saber lo que había ocurrido. Tras 20 minutos de frenesí, me duché solo en su casa y empecé a contarle lo que recordaba de la noche anterior.

Durante una hora fuí desgranando mis vagos e imprecisos recuerdos, estar sentado en la barra del Absenta´s la pistola, la mirada insistente a mi reloj, esperando que sucediera algo o viniera alguien a una hora concreta...

Ese deslabazamiento de ideas parecía no llevar a ningún sitio. Susana ni gesticulaba ni se movía, ni siquiera decía nada sobre mi relato.

- No entiendo nada - dijo ella-. Es decir, lo único que recuerdas es lo que me has contado. ¿ En serio que no recuerdas nada más?.
- No - repuse tras un momento de reflexión-. No recuerdo nada más.

Sus ojos se abrieron, y de repente me di cuenta que ella sabía mas de lo que parecía, que me ocultaba algo.

- ¿ Hay algo que deba conocer y que me estás ocultando? - le pregunté.
- Que va, ¿ insinúas algo? - no me miraba a los ojos, tenía la mirada fija en la ventana que daba a la calle.
- No, pero a lo mejor me puedes ayudar a ordenar mis ideas.

No tenía buenas sensaciones. No me fiaba de Susana, otrora buena amiga. Su actitud me producía intranquilidad.

Nos mantuvimos en silencio diez minutos. El silencio se convertía en sopor, interrumpido por una llamada telefónica.

- Si - contesta ella.
...
- No, es un mal momento para eso - sigue al teléfono.
...
- Si, está conmigo- concluye.

Tras colgar me sonríe y se acerca.

- Tengo que contarte algo - dice Susana.
- ¿ Ahora?.
- Si, precisamente ahora.
- ¿recuerdas tu viaje a Suiza de hace unos meses?, dijo.

Pues claro que lo recordaba. Había sido un viaje largamente esperado por mí, pues yo era el encargado de presentar en la Basel de este año un grandísimo logro de mi compañía. Tan grande que seguramente el hecho de hacerlo público en la feria, marcase un hito en la historia de lo que hasta ahora había sido la relojería mecánica.
No en vano habíamos dedicado a su desarrollo más de cinco años y gastado cantidades obscenas de dinero. Tal había sido el gasto realizado que faltó poco para que la compañía se descapitalizara completamente.
Pero afortunadamente ese ímprobo esfuerzo dio su fruto, y lo que yo transportaba en mi maletín ese día, camino de la Basel; no tenía parangón. Incluso podía ser considerado pecaminoso: el primer mecanismo integramente de seda. Siempre, desde crío, alucinaba con los experimentos en la escuela, en esas cajitas de cartón llenas de capullos ( mucho más inteligentes que los que en la edad adulta conocí ) y esas hojitas verdes, y su fantástica transformación con el paso de los días. Como responsable de I+D de "Tempus Imaginarium Design " empezamos a investigar hasta sus últimas consecuencias las capacidades de reistencia y flexibilidad de tan maravillosa materia. Y lo conseguimos. Nuestro mecanismo es, indudablemente, el más liviano, bello y resistente. Es único. Y, por eso mismo, es peligroso.

Todos los sinsabores de estos años venian a mi mente y la golpeaban machaconamente, con una insistencia dolorosa. Susana me miraba perpleja sin terminar de comprenderlo. Ella no habia sido solamente una inversora capitalista ávida de fama y reconocimiento mundial. Se había implicado en este proyecto tanto como Mr. Boyle y yo, y los tres eramos los únicos que conociamos al dedillo todos los entresijos del proyecto. Solamente uno de nosotros podía haber traicionado tanta implicacion, tanto trabajo, tanta amistad.....

No quedaba tiempo, apenas venticuatro horas y todo este ingente esfuerzo y dinero se iría al garete de una forma definitiva. Era el tiempo de encontrar al cupable, pero sobre todo, de que no se saliese con la suya. Habia demasiado en juego.

Enfrascado en mis pensamientos no reparé en que Susana habia empezado a contarme lo que sucedió durante mi viaje a Suiza.

- Ese viaje fue un error. Para los dos - oí que decía mi amiga.

Y algo más añadió que, seguro, me enfureció. Sonaba la impagable voz de Tom Waits y los gritos camuflaron la bella "Take it with me". Sólo recuerdo que, al cerrar la puerta, el corazón de Susana lloraba, literalmente, en mi mano.
Yo me pregunté si no sería cosa de decírselo ahora; recibiría la ducha fría justo en el momento en que estaba desnuda, llena de la felicidad que le daba aquel sitio tan bonito. Pero cuando me volví hacia ella y vi sus hombros delicados, con los brazos levantados, y quitarse la falda por la cabeza, se me fueron las ganas. Tanto más cuanto que ella decía, siempre con su voz cariñosa, no te creas que no me doy cuenta, me estás mirando.

Sí, la miraba de esa manera injusta, porque no es de recibo desearla tanto y negarlo displicentemente, como un tahúr que hace equilibrios entre lo real y aquello que se alimenta de mentiras. La miraba posesivamente, porque adiviné en ese momento que era nuestro último intento por sobrevivirnos, y me entristecí. Ella sonrío dulcemente y me llevó, de nuevo, a la Eternidad.




CAPITULO II

Mi nombre es otro pero me llamo Nieve. Tengo 41 años y un culo precioso, como todo el mundo sabe. No uso tarjetas de visita porque siempre que quedo con alguien acostumbro a matarlo, así que se me disculpará la descortesía. Prefiero la daga a otros utensilios, es discreta y muy efectiva, me produce un placer casi sexual ver los últimos espasmos de mis víctimas. Algunas mueren mientras follamos, quizás tendré que preguntar a mi psiquiatra qué extraño designio me lleva a encadenar ambos placeres. Suerte que no ocurre siempre, también me gusta querer a quien lo merece. Y Otis era mi preferido. Siempre ha sabido encandilarme con su preciosa colección de Soul, las parodias de un cómico que es feo y su despistado aire de hombre encantador. Lo conocí (¿ o quizás fue él ? ) en un local del Barrio Gótico, muy de madrugada, recuerdo que Lene Lovich presentó un disco suyo, que como siempre resultó peor que su presencia. Es por ella que llevo seis aros en mi cuerpo, y también desde esa noche no me he quitado el Angelus Chronodato que le gané en una apuesta a él. Me emocionó – a mí, que siempre me burlo de esas memeces – que supiera perder tan elegantemente, pero creo que ganó él con la fiesta que le monté poco después en mi casa. Nos hemos visto varias veces desde entonces, y hoy deseo verlo. Porque tengo algo importante, seguro.
Mientras me afeito pongo la versión en directo de “Take Five”, qué estilazo indefinible Dave Brubeck y su banda, me lo pido en mi entierro para animarme. Hoy no estoy de humor, mejor dicho, estoy que no sé como estar. Espero que Otis me alegre el cuerpo y el día, porque yo se lo voy a joder, sin duda. La charla que pillé sin querer en ese chat de intercambios tendrá más consecuencias de las que me imagino, y yo imagino mucho… No sé, me extraña que no me haya contestado el sms que le he escrito, pero ha tenido tiempo de pensar en ello, y ya sabe que no me gusta que me hagan esperar. Igual le castigo un poco, y ni le beso cuando llegue.

¿Sere capaz? Otis derrumbaba siempre todos mis esquemas con una mirada. No se de donde procedia aquella mirada animal que siempre fustigaba mi animo hasta hacer añicos cualquier atisbo de resistencia. Y él lo sabia. Sabía que el juguete roto de mi espiritu se desvanecía siempre como el algodon de feria en una boca que se moría por recibir de la suya el jugo de su alma. Lo esperaba, si, y esperaba quizas hacerle daño, pero era inevitable. Mis razones eran otras, mi vida en definitiva, era otra, pero Otis estaba allí, en una esquina de mi existencia, perturbandola.
Oir sus pasos ascendiendo lentamente por la escalera me rescató definitivamente hacía la realidad que me esperaba, que nos esperaba a ámbos. Ni por arte de magia, podría saber Otis lo que sucedería.

-“¡¡¡ Las tengo, tengo las entradas, tengo las entradas !!!” , y no sé si sus gritos me desconcertaron tanto o más que su abrazo. Estaba exultante, eso lo hacía más irresistible, y le perdoné incluso que me abandonase unos instantes, justo para abrir el frigorífico y sacar uno de esos zumos raros que colecciona y yo le compro.


- He pasado por el local, cierro hasta el lunes, esto se lo vale – dijo a medio trago, y empezó a canturrear algo que siempre repite cuando está feliz, y no entiendo esa manía, porque la melodía es tristísima:


“ Rest your head my love;
Rest your tired limbs;
Leave your mind at peace, at peace, at peace,
What are you thinking now?

Thinking of a girl
As golden as the sun
She loved me noy like you, like you, like you
Pray do you love me more?

It´s hard to say for sure,
A child, sixteen, was I
Both virgins did we buy, we buy, we buy
You loved her more than me

She left me one dark night
She took my heart for free
I´ve seen her not since since then, since then, since then,
God if I saw her now”



-Me ha costado más de lo necesario, pero esto será grande, y tú estarás conmigo – y no supe qué decir. Así que le besé, no sé cuantas veces, y luego la desnudez lo llenó todo, y los placeres que nos gustan a ambos lo decían todo. Esos placeres que no comprenden de ortodoxias ni estilos, esas emociones ancestrales que van más allá del inútil amasijo de huesos haciendo el amor, esas silenciosas palpitaciones que retumban en toda mi piel excitada… Otis sabe amarme, y este lujo tan preciado merece algún sacrificio por mi parte, de todas maneras acompañarle a ese concierto tampoco es un desastre, aunque me lleve al país más aburrido de Europa .


-Nieve, nos vamos a Ginebra, es mi regalo de cumpleaños – me besó otra vez como si fuese la primera.


-Ya sabes que aún faltan unas semanas… ¿ o no hablas de mí ? – añadí, burlona, porque sabia que no estaba dedicado a mí el homenaje.


-Hablo de lo que desde los 16 años estoy esperando, y espero que éllos aún estén pletóricos. Y mira, me da igual como estén, sé que será un descubrimiento. ¡¡¡ Por fín Steve Hackett y Anthony Phillips juntos en directo !!!. Y Lorraine me ha enviado esta mañana las invitaciones, sólo pudo conseguir las de Suiza, en Berlín fue imposible. No te he llamado porque me he pasado todo este tiempo preparando la escapada, ya he puesto un cartel en el “Absenta´s House” que queda chapado hasta que vuelva.

Otis es así, capaz de anteponer su pasión a su negocio. Supongo que, realmente, confluyen diluyéndose, y por eso es alguien alegre. Es bello verle sonreir, y sé cómo es de difícil hacerlo de verdad. Y su apasionamiento vital lo contamina todo, por ello su bar tiene esa mítica en la ciudad. Alguien me explicó que lo abrió sólo por el disfrute de escuchar con colegas la música que le gustaba, y resultó que a muchos les apasionó. Algunos días actuaban grupos totalmente eclécticos, pero en común tenían su espléndida calidad, y eso lo ha mantenido en 20 años que ha cambiado todo, excepto su buen gusto. El “Absenta´s House”, más que una joya entre tanta mediocridad, es un refugio. Sus dos niveles aprovechan los antiguos muros de unos baños medievales y, como en el Gimlet, caben todos los que desean venir. Otis y Mayra – creo que es de las pocas mujeres que me caen bien - conocen sus caprichos, y la parroquia agradece el detalle. Yo siempre he ido a los bares ( ¡ qué manía más esnob eso de llamarles locales de copas ! ) para no sentirme como en casa ( otra gilipollez ) , sinó en otro mundo, y ellos me los ofrecen todos. Reconozco que iria igualmente sólo por él, pero eso es algo inconfesable en una persona como yo que siempre, como todo el mundo sabe, no necesita a nadie.


- Lorraine nos deja su piso, bueno, ella estará en la ciudad pero no sé si podremos verla, ya sabes como enloquecen los responsable culturales cuando los acontecimientos son de primera. Y tengo entendido que, además, esos días hay una movida de relojes, o una exposición mundial, no sé, vaya, que su cargo la obliga a estar es todos los saraos, me ha repetido que las llaves son las mismas de la otra vez – me explicó, como si hubiese de justificarme algo.


- Vale, ya sabes que prefiero no coincidir con ella. Porque entonces no te invitará nunca más. - , le musité cerca del oido, mientras le mordía sin cuidado.


- Oye, dime, el mensaje que me has dejado en el móvil…me hablas de una charla extraña, de algo que crees puede tener que ver con Susana… - Otis suspiró, pero no era por mi boca, sinó de desazón, casi de hastío. Me puse a horcajadas encima de él, y se lo dije:


- Tu hermana ha montado un nuevo follón. Otra vez. Y ésta le ha salido mal, creo que…



Otis puso suavemente su dedo en mis labios, entendí que no quería escuhar nada en ese momento. Nada que no fuese nuestro. Ella podía esperar.






CAPITULO III

Era implacable. Era eficiente. Era exigente. Era obstinada. Era perfecta. Era infeliz. Por eso no le agradó descubrir que entre sus colaboradores recibía el sobrenombre La Exacta, y le provocaba una hilarante molestia esa leyenda que su control era tan absoluto que incluso se regulaba en minutos precisos sus propios orgasmos. Lorraine llegó la primera, y estaba revisando ya los protocolos de acontecimientos clave en la ciudad. Los cristales de la oficina principal de la IAC – Instituto de Acciones Culturales mostraban el mismo cansancio que la mañana, cubierta de neblina y frío intenso, el mismo que tanto costó superar en su primera época en el país del que disparaba a manzanas. Llegó abandonando algo más que un matrimonio equivocado, como todos, y suplió el encanto de la vida mundana por la severidad de un mundo que siempre le parece postizo. Casi hipócrita, sería más acertado. Y se aprovechó de esa particular faceta para conseguir sus propósitos, sin prejuicios y a costa de quien fuese, eso hacen los supervivientes. Y los que nunca dejan de huir.
Lorraine ladeó su cabeza, y miró disgustada el texto del mail que acababa de recibir. No le hacía ninguna gracia que su hijo viniese con su amante, pero sabía que no estaba en condiciones de recriminarle nada y, además, era culpa suya.

- Tendría que haberle enviado una sola invitación - , se resignó en voz alta. En el fondo deseaba reencontrarse con Otis, fueron muchos años sin saberse y los reproches habían quedado atrás, como siempre pasa. Ella había marchado para sentirse viva, y hay ocasiones que llega a conseguirlo, en esa ciudad sin nada, sin alma, sin apenas motivos para pisarla. A veces, Lorraine cree que hay cárceles de prados verdes y lagos con bichos mucho más insufribles que las de clásicos barrotes.

Como podia ser que, ella, otrora rigida, impasible, fria, lejana, se tornase en una criatura amedrentada por la situacion. Siempre habia hecho lo que su cerebro le había dictado, sin importarle las consecuencias que de sus actos -frecuentemente errados- se habian derivado. Acostumbrada a las bofetadas de sus seres proximos -que no queridos- siempre habia reaccionado pisando fuerte las tripas de quien osara contrariarla. Hoy no podia. Sabia que Otis le haría todas las preguntas de las que habia huido siempre, con la salvedad que este callejon no tenia escapatoria, en unos minutos, Otis y su amante estarían delante de ella, y era tiempo ya de contarle todo lo que sabia. ¿Podria?

A Lorraine no le había llegado el período con la puntualidad acostumbrada y quizá por eso estaba más susceptible de lo habitual, pero aunque no hubiese sido así, jamás volvería a aceptar un acuerdo a tres con su hijo y con su amante. Lo que ocurrió hace casi un mes fue una locura, y jamás habría de volver a suceder, al fin y al cabo todo el mundo hace tonterías, aunque quizá ésta dejase secuelas porque su instinto femenino le decía que el hijo que acababa de concebir podría no ser de Otis, que ya era de por sí relevante, sino de su propio hijo, y sólo con pensarlo un vómito le venía de inmediato. El incesto había entrado en la vida de Lorraine y no sabía a quien contárselo.
 
  • #40
Los recuerdos me habian impedido conciliar el sueño. Mientras el café humeante trataba de poner orden en mis pensamientos, no dejaba de mirar insistentemente el reloj ya que el bisel unidireccional no cuadraba exactamente con las 12 horas. Parece mentira pero puedo llegar a ser tan raro. No obstante el motivo de mi insomnio no era éste, no tenía nada que ver con las cosas materiales. El problema no dejaba de darme vueltas en la cabeza. La policía estaba detrás de la pista y la coartada parecía que que se desmoronaba por momentos. Busqué en mi agenda el número de aquella chica que conocí esa noche, Helena, y, a pesar de las altas horas de la madrugada marqué desde mi móvil NOKIA N95, 659 02..... El teléfono sonó varias veces, estaba a punto de desistir pero una voz sensual como pocas me contestó: buenas noches, quien llama a estás horas? Quede totalmente prendido, le contesté y dimos rienda suelta a nuestras lenguas. De nuevo comprobé que no es cierto - como decía mi madre - que no es bueno llamar más allá de las 10 de la noche. Ya es estos momentos los placeres ocultos se permiten todas las licencias, y decidimos que la virtualidad es más adecuada mutarla en verades tangibles, y más si hay en juego algo más que sonrisas inventadas o deseos a media voz. No creí que viniese, pero reconocerla al cruzar el umbral del "Absenta´s House" resultó, como mínimo, emocionante: todas las mujeres son aún más bellas si mienten.
De repente, se oyó un ruido de pasos en la escalera.
Alguien, desde la sombra aporreó mi puerta, sobresaltándome. El gató saltó del sofá y salió huyendo. Aquello no podía significar mas que una cosa...
Si no estoy en el Absenta House... Todo ha sido un sueño... Jooder!! Por un momento pensé que me estaba volviendo heterosexual.. un momento.. soy heterosexual.. puaj!.. la maldita resaca resuena a mi con cada golpe en la dichosa puerta.. ¿que hora es..?.. ¿donde demonios esta mi Rolex..?... ¡Ya va!.. ¡Ya va..!... ¿Donde demonios estan mis pantalones...?.. La noche debió ser ajitada, ya he perdido dos cosas..
Una de ellas ha debido ser la decencia porque no encuentro mi ropa interior, pero lo que más temo es haberla perdido a ella. La conciencia nunca me molestó o inquietó lo más mínimo, pero saberme abandonado es más insoportable que las responsabilidades que habré de asumir ante la Justicia y ante Dios.
¡Dios mio! ¿Que es esa mancha que hay en la alfombra? ¡Parece sangre!
-En la alfombra se veía una mancha roja, oscura, mas o menos redonda, de un tamaño de unos 90 centímetros...
-y... ¿Donde está Teresa? ¿A donde ha ido el maldito gato?
Rapidamente la pupila observo un paquete de Marlboro, me dispuse a encender un pitillo mientras mi mente agrupaba ideas sueltas y absurdas, risas y copas, cubitos de hielo y perfume, cuando en mi mano apunte una cajetilla de cerillas con el logo impreso "The Buda club", no lograba recordar nada de ese lugar ¿ acaso pase por alli tras salir del Absenta House ? ¿ donde estaba el gato ?

No dí más de tres caladas, que me llenaron los pulmones hasta casi perder el conocimiento, hacía calor y el maldito ventilador revolvía el ambiente calentorro que una noche de agosto. Aquella mancha de sangre...no recordaba nada. Junto al paquete de Marlboro una botella vacía de Champám barato y una copa con una marca de carmín. ¡ Teresa !, ahora lo recuerdo todo...
- Pom Pom Pom, otra vez la puerta.
-Aquel ruido interrumpió el hilo de mis pensamientos. debía huir. Nadie debía saber que aquella noche yo había estado en aquella casa.
Abrí la ventana y me deslice al patio sin hacer ruido.

Dos coches de policiá estaban aparcados prudentemente, la sombra de un tipo que cruzaba la calle, me hizo rodar por el suelo y casi caigo encima de una m...de un puto perro. De pronto pensé, ¡ Dios ! me he dejado la cartera y el tabaco...estoy perdido. No sabía qué hacer, tenía que buscar una forma de salir de la ciudad, pero no tenía dinero dinero ni documentación...

Sin embargo, con cuerte, sin ser visto y pasar desapercibido, ahi comienzo mi marcha, todos esos recuerdos me cruzan, fugaces, la calle oscura invita a meditar detenidamente, a cada paso ideas van y vienen, y no concluyo nada, no puedo ordenar mis putos pensamientos. Decido pues, ir a donde ese jóven, delgado, alto, recargado en aquel candil y fumando un cigarrillo, posiblemente logre obtener algo de pasta, o al menos un cigarrillo, !que va!, la suerte le sonríe al osado...

Pese a los peliagudo de la situación, iba siendo hora de poner en orden mis recuerdos, e intentar averiguar qué coño había pasado, cómo había llegado hasta allí. Intentaba, de forma infructuosa, hacer memoria, pero la verdad es que logré más bien poco, cosa que para nada me tranquilizó. Conseguía recordar estar sentado en un taburete de la barra del Absenta's, pero prácticamente nada más. Desde ahí a despertarme con los golpes en la puerta todo eran fogonazos, flashes, sombras, siluetas difuminadas, que por mucho que lo intentase no había forma de que reconstruyesen una historia medio coherente. Tenía el vago recuerdo de haber empuñado un arma durante la noche, seguramente una pistola, pero no era capaz de recordar ni dónde, ni cuándo, ni, y esto tal vez fuese lo peor, por qué ni contra qué o quién. Es más. ¿De dónde había salido aquélla pistola?
. De repente algo vibra en mi pantalón... tengo el sano vicio de quitar de cuajo esas estúpidas melodías del Nokia, a veces me dan ganas de asesinar a todos los estúpidos que en el interurbano me joden con sus vulgares sonidos y sus aún peores dimes y diretes... ¿ Pero qué me importa a mí lo que su jodida familia quiere para la comida ?. ¿ Y esa niñata histérica que discute con su amiga del alma, la misma que -seguro - le joderá al novio de su vida ?. Al cogerlo se corta la llamada, pero me sonaba vagamente tanto el número como la respiración, muy llena de vida cargada de sueños, y de reproches quizás injustos. Quizás he de tomarme una ducha, vomitar, o hacerlo todo a la vez y limpiar mi mente de todo lo que ahora se agolpa, como un puñetazo inmediato, en la poca sensatez que aún, espero, me queda.

Aquella llamada provocó en mi uno de esos escasos momentos de lucidez con los que el destino me sorprende de vez en cuando. No era ni el momento ni la situacion de andarse con pamplinas. Miré el reloj instintivamente, sin ver tan siquiera la hora que marcaba, le dí una ultima calada al que posiblemente sería el último cigarrillo de mi vida -vaya momento para dejar de fumar- y me encaminé sin vacilar a casa de Susana. Si había una persona en el mundo capaz de conocer la verdad, esta era Susana, si habia una persona en el mundo capaz de darme protección, esta era Susana, pero, ¿querría hacerlo?

Susana vivia a las afueras de la ciudad, en lo alto de un monte con vistas al puerto, en el ultimo piso de un bloque de apartamentos con aire esceptico, morena, rozando los cuarenta, ojos azules y piernas duras como rocas del mar, sin duda ella podria ayudarme y facilitarme algun contacto para conseguir una nueva identidad, el sol empezaba asomar por el este y el amanecer impasible arañaba los tejados de la ciudad.
LLamó a la puerta, la espera se me hace interminable, ruido de pasos, la mirilla.
¿Joder, que haces aquí a estas horas?. Solo una mirada. Me conoce bien sabe que hay problemas. Pasamos al salón. Por fin tabaco, enciendo un cigarrillo y el humo gris inunda mis pulmones devolviendome media vida.
Susana es como el tabaco, he intentado dejarlo mil veces, pero siempre acabo volviendo a caer. Recién levantada esta especialmente hermosa, muy hermosa. Debí haberme casado con ella, pero siempre he sido un gilipollas. Ahora ya no importa.
Susana denotaba tristeza. Mientras apuraba un trago de Cardhu con hielo, le contaba con voz temblorosa la vaga película que asolaba mi mente. Ella era una mujer fuerte, alta, delgada, como sacada de un largometraje de los años 40. La vida, le había enseñado a sufrir y a caminar, sin más ayuda que la de sus anchas e interminables caderas. La muerte de su madre cuando tan sólo era una niña, había curtido de cicatrices su alma y embellecido de forma notoria su figura.

Era tímida y se cohibía cuando se encuntraba entre varias personas, pero conmigo era muy explícita y pienso que la atracción era mutua, aunque ella además, me amaba. Antes de haber consumido la mitad de mi pitillo, ella estaba a orcajadas sobre mi, sobre la alfombra del salón, desnuda y dispuesta a recordarme lo que he perdido durante tantos años se sexo a disgusto y desvelos innecesarios, y tuve la impresión por un momento de que ella era conocedora de lo ocurrido la noche anterior. Ni siquiera me preguntó por Teresa, pero es imposible que ella pueda saber lo que había ocurrido. Tras 20 minutos de frenesí, me duché solo en su casa y empecé a contarle lo que recordaba de la noche anterior.

Durante una hora fuí desgranando mis vagos e imprecisos recuerdos, estar sentado en la barra del Absenta´s la pistola, la mirada insistente a mi reloj, esperando que sucediera algo o viniera alguien a una hora concreta...

Ese deslabazamiento de ideas parecía no llevar a ningún sitio. Susana ni gesticulaba ni se movía, ni siquiera decía nada sobre mi relato.

- No entiendo nada - dijo ella-. Es decir, lo único que recuerdas es lo que me has contado. ¿ En serio que no recuerdas nada más?.
- No - repuse tras un momento de reflexión-. No recuerdo nada más.

Sus ojos se abrieron, y de repente me di cuenta que ella sabía mas de lo que parecía, que me ocultaba algo.

- ¿ Hay algo que deba conocer y que me estás ocultando? - le pregunté.
- Que va, ¿ insinúas algo? - no me miraba a los ojos, tenía la mirada fija en la ventana que daba a la calle.
- No, pero a lo mejor me puedes ayudar a ordenar mis ideas.

No tenía buenas sensaciones. No me fiaba de Susana, otrora buena amiga. Su actitud me producía intranquilidad.

Nos mantuvimos en silencio diez minutos. El silencio se convertía en sopor, interrumpido por una llamada telefónica.

- Si - contesta ella.
...
- No, es un mal momento para eso - sigue al teléfono.
...
- Si, está conmigo- concluye.

Tras colgar me sonríe y se acerca.

- Tengo que contarte algo - dice Susana.
- ¿ Ahora?.
- Si, precisamente ahora.
- ¿recuerdas tu viaje a Suiza de hace unos meses?, dijo.

Pues claro que lo recordaba. Había sido un viaje largamente esperado por mí, pues yo era el encargado de presentar en la Basel de este año un grandísimo logro de mi compañía. Tan grande que seguramente el hecho de hacerlo público en la feria, marcase un hito en la historia de lo que hasta ahora había sido la relojería mecánica.
No en vano habíamos dedicado a su desarrollo más de cinco años y gastado cantidades obscenas de dinero. Tal había sido el gasto realizado que faltó poco para que la compañía se descapitalizara completamente.
Pero afortunadamente ese ímprobo esfuerzo dio su fruto, y lo que yo transportaba en mi maletín ese día, camino de la Basel; no tenía parangón. Incluso podía ser considerado pecaminoso: el primer mecanismo integramente de seda. Siempre, desde crío, alucinaba con los experimentos en la escuela, en esas cajitas de cartón llenas de capullos ( mucho más inteligentes que los que en la edad adulta conocí ) y esas hojitas verdes, y su fantástica transformación con el paso de los días. Como responsable de I+D de "Tempus Imaginarium Design " empezamos a investigar hasta sus últimas consecuencias las capacidades de reistencia y flexibilidad de tan maravillosa materia. Y lo conseguimos. Nuestro mecanismo es, indudablemente, el más liviano, bello y resistente. Es único. Y, por eso mismo, es peligroso.

Todos los sinsabores de estos años venian a mi mente y la golpeaban machaconamente, con una insistencia dolorosa. Susana me miraba perpleja sin terminar de comprenderlo. Ella no habia sido solamente una inversora capitalista ávida de fama y reconocimiento mundial. Se había implicado en este proyecto tanto como Mr. Boyle y yo, y los tres eramos los únicos que conociamos al dedillo todos los entresijos del proyecto. Solamente uno de nosotros podía haber traicionado tanta implicacion, tanto trabajo, tanta amistad.....

No quedaba tiempo, apenas venticuatro horas y todo este ingente esfuerzo y dinero se iría al garete de una forma definitiva. Era el tiempo de encontrar al cupable, pero sobre todo, de que no se saliese con la suya. Habia demasiado en juego.

Enfrascado en mis pensamientos no reparé en que Susana habia empezado a contarme lo que sucedió durante mi viaje a Suiza.

- Ese viaje fue un error. Para los dos - oí que decía mi amiga.

Y algo más añadió que, seguro, me enfureció. Sonaba la impagable voz de Tom Waits y los gritos camuflaron la bella "Take it with me". Sólo recuerdo que, al cerrar la puerta, el corazón de Susana lloraba, literalmente, en mi mano.
Yo me pregunté si no sería cosa de decírselo ahora; recibiría la ducha fría justo en el momento en que estaba desnuda, llena de la felicidad que le daba aquel sitio tan bonito. Pero cuando me volví hacia ella y vi sus hombros delicados, con los brazos levantados, y quitarse la falda por la cabeza, se me fueron las ganas. Tanto más cuanto que ella decía, siempre con su voz cariñosa, no te creas que no me doy cuenta, me estás mirando.

Sí, la miraba de esa manera injusta, porque no es de recibo desearla tanto y negarlo displicentemente, como un tahúr que hace equilibrios entre lo real y aquello que se alimenta de mentiras. La miraba posesivamente, porque adiviné en ese momento que era nuestro último intento por sobrevivirnos, y me entristecí. Ella sonrío dulcemente y me llevó, de nuevo, a la Eternidad.




CAPITULO II

Mi nombre es otro pero me llamo Nieve. Tengo 41 años y un culo precioso, como todo el mundo sabe. No uso tarjetas de visita porque siempre que quedo con alguien acostumbro a matarlo, así que se me disculpará la descortesía. Prefiero la daga a otros utensilios, es discreta y muy efectiva, me produce un placer casi sexual ver los últimos espasmos de mis víctimas. Algunas mueren mientras follamos, quizás tendré que preguntar a mi psiquiatra qué extraño designio me lleva a encadenar ambos placeres. Suerte que no ocurre siempre, también me gusta querer a quien lo merece. Y Otis era mi preferido. Siempre ha sabido encandilarme con su preciosa colección de Soul, las parodias de un cómico que es feo y su despistado aire de hombre encantador. Lo conocí (¿ o quizás fue él ? ) en un local del Barrio Gótico, muy de madrugada, recuerdo que Lene Lovich presentó un disco suyo, que como siempre resultó peor que su presencia. Es por ella que llevo seis aros en mi cuerpo, y también desde esa noche no me he quitado el Angelus Chronodato que le gané en una apuesta a él. Me emocionó – a mí, que siempre me burlo de esas memeces – que supiera perder tan elegantemente, pero creo que ganó él con la fiesta que le monté poco después en mi casa. Nos hemos visto varias veces desde entonces, y hoy deseo verlo. Porque tengo algo importante, seguro.
Mientras me afeito pongo la versión en directo de “Take Five”, qué estilazo indefinible Dave Brubeck y su banda, me lo pido en mi entierro para animarme. Hoy no estoy de humor, mejor dicho, estoy que no sé como estar. Espero que Otis me alegre el cuerpo y el día, porque yo se lo voy a joder, sin duda. La charla que pillé sin querer en ese chat de intercambios tendrá más consecuencias de las que me imagino, y yo imagino mucho… No sé, me extraña que no me haya contestado el sms que le he escrito, pero ha tenido tiempo de pensar en ello, y ya sabe que no me gusta que me hagan esperar. Igual le castigo un poco, y ni le beso cuando llegue.

¿Sere capaz? Otis derrumbaba siempre todos mis esquemas con una mirada. No se de donde procedia aquella mirada animal que siempre fustigaba mi animo hasta hacer añicos cualquier atisbo de resistencia. Y él lo sabia. Sabía que el juguete roto de mi espiritu se desvanecía siempre como el algodon de feria en una boca que se moría por recibir de la suya el jugo de su alma. Lo esperaba, si, y esperaba quizas hacerle daño, pero era inevitable. Mis razones eran otras, mi vida en definitiva, era otra, pero Otis estaba allí, en una esquina de mi existencia, perturbandola.
Oir sus pasos ascendiendo lentamente por la escalera me rescató definitivamente hacía la realidad que me esperaba, que nos esperaba a ámbos. Ni por arte de magia, podría saber Otis lo que sucedería.

-“¡¡¡ Las tengo, tengo las entradas, tengo las entradas !!!” , y no sé si sus gritos me desconcertaron tanto o más que su abrazo. Estaba exultante, eso lo hacía más irresistible, y le perdoné incluso que me abandonase unos instantes, justo para abrir el frigorífico y sacar uno de esos zumos raros que colecciona y yo le compro.


- He pasado por el local, cierro hasta el lunes, esto se lo vale – dijo a medio trago, y empezó a canturrear algo que siempre repite cuando está feliz, y no entiendo esa manía, porque la melodía es tristísima:


“ Rest your head my love;
Rest your tired limbs;
Leave your mind at peace, at peace, at peace,
What are you thinking now?

Thinking of a girl
As golden as the sun
She loved me noy like you, like you, like you
Pray do you love me more?

It´s hard to say for sure,
A child, sixteen, was I
Both virgins did we buy, we buy, we buy
You loved her more than me

She left me one dark night
She took my heart for free
I´ve seen her not since since then, since then, since then,
God if I saw her now”



-Me ha costado más de lo necesario, pero esto será grande, y tú estarás conmigo – y no supe qué decir. Así que le besé, no sé cuantas veces, y luego la desnudez lo llenó todo, y los placeres que nos gustan a ambos lo decían todo. Esos placeres que no comprenden de ortodoxias ni estilos, esas emociones ancestrales que van más allá del inútil amasijo de huesos haciendo el amor, esas silenciosas palpitaciones que retumban en toda mi piel excitada… Otis sabe amarme, y este lujo tan preciado merece algún sacrificio por mi parte, de todas maneras acompañarle a ese concierto tampoco es un desastre, aunque me lleve al país más aburrido de Europa .


-Nieve, nos vamos a Ginebra, es mi regalo de cumpleaños – me besó otra vez como si fuese la primera.


-Ya sabes que aún faltan unas semanas… ¿ o no hablas de mí ? – añadí, burlona, porque sabia que no estaba dedicado a mí el homenaje.


-Hablo de lo que desde los 16 años estoy esperando, y espero que éllos aún estén pletóricos. Y mira, me da igual como estén, sé que será un descubrimiento. ¡¡¡ Por fín Steve Hackett y Anthony Phillips juntos en directo !!!. Y Lorraine me ha enviado esta mañana las invitaciones, sólo pudo conseguir las de Suiza, en Berlín fue imposible. No te he llamado porque me he pasado todo este tiempo preparando la escapada, ya he puesto un cartel en el “Absenta´s House” que queda chapado hasta que vuelva.

Otis es así, capaz de anteponer su pasión a su negocio. Supongo que, realmente, confluyen diluyéndose, y por eso es alguien alegre. Es bello verle sonreir, y sé cómo es de difícil hacerlo de verdad. Y su apasionamiento vital lo contamina todo, por ello su bar tiene esa mítica en la ciudad. Alguien me explicó que lo abrió sólo por el disfrute de escuchar con colegas la música que le gustaba, y resultó que a muchos les apasionó. Algunos días actuaban grupos totalmente eclécticos, pero en común tenían su espléndida calidad, y eso lo ha mantenido en 20 años que ha cambiado todo, excepto su buen gusto. El “Absenta´s House”, más que una joya entre tanta mediocridad, es un refugio. Sus dos niveles aprovechan los antiguos muros de unos baños medievales y, como en el Gimlet, caben todos los que desean venir. Otis y Mayra – creo que es de las pocas mujeres que me caen bien - conocen sus caprichos, y la parroquia agradece el detalle. Yo siempre he ido a los bares ( ¡ qué manía más esnob eso de llamarles locales de copas ! ) para no sentirme como en casa ( otra gilipollez ) , sinó en otro mundo, y ellos me los ofrecen todos. Reconozco que iria igualmente sólo por él, pero eso es algo inconfesable en una persona como yo que siempre, como todo el mundo sabe, no necesita a nadie.


- Lorraine nos deja su piso, bueno, ella estará en la ciudad pero no sé si podremos verla, ya sabes como enloquecen los responsable culturales cuando los acontecimientos son de primera. Y tengo entendido que, además, esos días hay una movida de relojes, o una exposición mundial, no sé, vaya, que su cargo la obliga a estar es todos los saraos, me ha repetido que las llaves son las mismas de la otra vez – me explicó, como si hubiese de justificarme algo.


- Vale, ya sabes que prefiero no coincidir con ella. Porque entonces no te invitará nunca más. - , le musité cerca del oido, mientras le mordía sin cuidado.


- Oye, dime, el mensaje que me has dejado en el móvil…me hablas de una charla extraña, de algo que crees puede tener que ver con Susana… - Otis suspiró, pero no era por mi boca, sinó de desazón, casi de hastío. Me puse a horcajadas encima de él, y se lo dije:


- Tu hermana ha montado un nuevo follón. Otra vez. Y ésta le ha salido mal, creo que…



Otis puso suavemente su dedo en mis labios, entendí que no quería escuhar nada en ese momento. Nada que no fuese nuestro. Ella podía esperar.






CAPITULO III

Era implacable. Era eficiente. Era exigente. Era obstinada. Era perfecta. Era infeliz. Por eso no le agradó descubrir que entre sus colaboradores recibía el sobrenombre La Exacta, y le provocaba una hilarante molestia esa leyenda que su control era tan absoluto que incluso se regulaba en minutos precisos sus propios orgasmos. Lorraine llegó la primera, y estaba revisando ya los protocolos de acontecimientos clave en la ciudad. Los cristales de la oficina principal de la IAC – Instituto de Acciones Culturales mostraban el mismo cansancio que la mañana, cubierta de neblina y frío intenso, el mismo que tanto costó superar en su primera época en el país del que disparaba a manzanas. Llegó abandonando algo más que un matrimonio equivocado, como todos, y suplió el encanto de la vida mundana por la severidad de un mundo que siempre le parece postizo. Casi hipócrita, sería más acertado. Y se aprovechó de esa particular faceta para conseguir sus propósitos, sin prejuicios y a costa de quien fuese, eso hacen los supervivientes. Y los que nunca dejan de huir.
Lorraine ladeó su cabeza, y miró disgustada el texto del mail que acababa de recibir. No le hacía ninguna gracia que su hijo viniese con su amante, pero sabía que no estaba en condiciones de recriminarle nada y, además, era culpa suya.

- Tendría que haberle enviado una sola invitación - , se resignó en voz alta. En el fondo deseaba reencontrarse con Otis, fueron muchos años sin saberse y los reproches habían quedado atrás, como siempre pasa. Ella había marchado para sentirse viva, y hay ocasiones que llega a conseguirlo, en esa ciudad sin nada, sin alma, sin apenas motivos para pisarla. A veces, Lorraine cree que hay cárceles de prados verdes y lagos con bichos mucho más insufribles que las de clásicos barrotes.

Como podia ser que, ella, otrora rigida, impasible, fria, lejana, se tornase en una criatura amedrentada por la situacion. Siempre habia hecho lo que su cerebro le había dictado, sin importarle las consecuencias que de sus actos -frecuentemente errados- se habian derivado. Acostumbrada a las bofetadas de sus seres proximos -que no queridos- siempre habia reaccionado pisando fuerte las tripas de quien osara contrariarla. Hoy no podia. Sabia que Otis le haría todas las preguntas de las que habia huido siempre, con la salvedad que este callejon no tenia escapatoria, en unos minutos, Otis y su amante estarían delante de ella, y era tiempo ya de contarle todo lo que sabia. ¿Podria?

A Lorraine no le había llegado el período con la puntualidad acostumbrada y quizá por eso estaba más susceptible de lo habitual, pero aunque no hubiese sido así, jamás volvería a aceptar un acuerdo a tres con su hijo y con su amante. Lo que ocurrió hace casi un mes fue una locura, y jamás habría de volver a suceder, al fin y al cabo todo el mundo hace tonterías, aunque quizá ésta dejase secuelas porque su instinto femenino le decía que el hijo que acababa de concebir podría no ser de Otis, que ya era de por sí relevante, sino de su propio hijo, y sólo con pensarlo un vómito le venía de inmediato. El incesto había entrado en la vida de Lorraine y no sabía a quien contárselo.

El Padre Angel estaba sentado en su despacho. Al mismo se accedía por la sacristía, una vez cruzado todo el ala derecha de la Iglesia de Santa María. Hacía más de dos años que ella no visitaba el templo. Su confianza con el religioso había sido una constante en los muchos devaneos que habia soportado en su vida. Don Angel preparaba la misa de 12 cuando Lorraine golpeó con suavidad la puerta entreabierta.
- Adelante, ¡Que visita tan agradable!
- Siento molestarle Padre
- No es ninguna molestia hija, pero creo que te sucede algo, esa cara no refleja mucha alegría que digamos.
Las lágrimas comenzaron a brotar de forma incesante en el rostro de Lorraine, mientras el sacerdote se levantaba de su escritorio.
- Salgamos fuera hija.
El templo era sobrecojedor a esas horas, sin oficio religioso de por medio. El silencio se hacia notar y el único sonido provenía de los continuos gimoteos de Lorraine. Una vez ubicados en uno de los bancos, hacia la mitad del pasillo central, Lorraine comenzó a hablar.
 
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  • #41
Los recuerdos me habian impedido conciliar el sueño. Mientras el café humeante trataba de poner orden en mis pensamientos, no dejaba de mirar insistentemente el reloj ya que el bisel unidireccional no cuadraba exactamente con las 12 horas. Parece mentira pero puedo llegar a ser tan raro. No obstante el motivo de mi insomnio no era éste, no tenía nada que ver con las cosas materiales. El problema no dejaba de darme vueltas en la cabeza. La policía estaba detrás de la pista y la coartada parecía que que se desmoronaba por momentos. Busqué en mi agenda el número de aquella chica que conocí esa noche, Helena, y, a pesar de las altas horas de la madrugada marqué desde mi móvil NOKIA N95, 659 02..... El teléfono sonó varias veces, estaba a punto de desistir pero una voz sensual como pocas me contestó: buenas noches, quien llama a estás horas? Quede totalmente prendido, le contesté y dimos rienda suelta a nuestras lenguas. De nuevo comprobé que no es cierto - como decía mi madre - que no es bueno llamar más allá de las 10 de la noche. Ya es estos momentos los placeres ocultos se permiten todas las licencias, y decidimos que la virtualidad es más adecuada mutarla en verades tangibles, y más si hay en juego algo más que sonrisas inventadas o deseos a media voz. No creí que viniese, pero reconocerla al cruzar el umbral del "Absenta´s House" resultó, como mínimo, emocionante: todas las mujeres son aún más bellas si mienten.
De repente, se oyó un ruido de pasos en la escalera.
Alguien, desde la sombra aporreó mi puerta, sobresaltándome. El gató saltó del sofá y salió huyendo. Aquello no podía significar mas que una cosa...
Si no estoy en el Absenta House... Todo ha sido un sueño... Jooder!! Por un momento pensé que me estaba volviendo heterosexual.. un momento.. soy heterosexual.. puaj!.. la maldita resaca resuena a mi con cada golpe en la dichosa puerta.. ¿que hora es..?.. ¿donde demonios esta mi Rolex..?... ¡Ya va!.. ¡Ya va..!... ¿Donde demonios estan mis pantalones...?.. La noche debió ser ajitada, ya he perdido dos cosas..
Una de ellas ha debido ser la decencia porque no encuentro mi ropa interior, pero lo que más temo es haberla perdido a ella. La conciencia nunca me molestó o inquietó lo más mínimo, pero saberme abandonado es más insoportable que las responsabilidades que habré de asumir ante la Justicia y ante Dios.
¡Dios mio! ¿Que es esa mancha que hay en la alfombra? ¡Parece sangre!
-En la alfombra se veía una mancha roja, oscura, mas o menos redonda, de un tamaño de unos 90 centímetros...
-y... ¿Donde está Teresa? ¿A donde ha ido el maldito gato?
Rapidamente la pupila observo un paquete de Marlboro, me dispuse a encender un pitillo mientras mi mente agrupaba ideas sueltas y absurdas, risas y copas, cubitos de hielo y perfume, cuando en mi mano apunte una cajetilla de cerillas con el logo impreso "The Buda club", no lograba recordar nada de ese lugar ¿ acaso pase por alli tras salir del Absenta House ? ¿ donde estaba el gato ?

No dí más de tres caladas, que me llenaron los pulmones hasta casi perder el conocimiento, hacía calor y el maldito ventilador revolvía el ambiente calentorro que una noche de agosto. Aquella mancha de sangre...no recordaba nada. Junto al paquete de Marlboro una botella vacía de Champám barato y una copa con una marca de carmín. ¡ Teresa !, ahora lo recuerdo todo...
- Pom Pom Pom, otra vez la puerta.
-Aquel ruido interrumpió el hilo de mis pensamientos. debía huir. Nadie debía saber que aquella noche yo había estado en aquella casa.
Abrí la ventana y me deslice al patio sin hacer ruido.

Dos coches de policiá estaban aparcados prudentemente, la sombra de un tipo que cruzaba la calle, me hizo rodar por el suelo y casi caigo encima de una m...de un puto perro. De pronto pensé, ¡ Dios ! me he dejado la cartera y el tabaco...estoy perdido. No sabía qué hacer, tenía que buscar una forma de salir de la ciudad, pero no tenía dinero dinero ni documentación...

Sin embargo, con cuerte, sin ser visto y pasar desapercibido, ahi comienzo mi marcha, todos esos recuerdos me cruzan, fugaces, la calle oscura invita a meditar detenidamente, a cada paso ideas van y vienen, y no concluyo nada, no puedo ordenar mis putos pensamientos. Decido pues, ir a donde ese jóven, delgado, alto, recargado en aquel candil y fumando un cigarrillo, posiblemente logre obtener algo de pasta, o al menos un cigarrillo, !que va!, la suerte le sonríe al osado...

Pese a los peliagudo de la situación, iba siendo hora de poner en orden mis recuerdos, e intentar averiguar qué coño había pasado, cómo había llegado hasta allí. Intentaba, de forma infructuosa, hacer memoria, pero la verdad es que logré más bien poco, cosa que para nada me tranquilizó. Conseguía recordar estar sentado en un taburete de la barra del Absenta's, pero prácticamente nada más. Desde ahí a despertarme con los golpes en la puerta todo eran fogonazos, flashes, sombras, siluetas difuminadas, que por mucho que lo intentase no había forma de que reconstruyesen una historia medio coherente. Tenía el vago recuerdo de haber empuñado un arma durante la noche, seguramente una pistola, pero no era capaz de recordar ni dónde, ni cuándo, ni, y esto tal vez fuese lo peor, por qué ni contra qué o quién. Es más. ¿De dónde había salido aquélla pistola?
. De repente algo vibra en mi pantalón... tengo el sano vicio de quitar de cuajo esas estúpidas melodías del Nokia, a veces me dan ganas de asesinar a todos los estúpidos que en el interurbano me joden con sus vulgares sonidos y sus aún peores dimes y diretes... ¿ Pero qué me importa a mí lo que su jodida familia quiere para la comida ?. ¿ Y esa niñata histérica que discute con su amiga del alma, la misma que -seguro - le joderá al novio de su vida ?. Al cogerlo se corta la llamada, pero me sonaba vagamente tanto el número como la respiración, muy llena de vida cargada de sueños, y de reproches quizás injustos. Quizás he de tomarme una ducha, vomitar, o hacerlo todo a la vez y limpiar mi mente de todo lo que ahora se agolpa, como un puñetazo inmediato, en la poca sensatez que aún, espero, me queda.

Aquella llamada provocó en mi uno de esos escasos momentos de lucidez con los que el destino me sorprende de vez en cuando. No era ni el momento ni la situacion de andarse con pamplinas. Miré el reloj instintivamente, sin ver tan siquiera la hora que marcaba, le dí una ultima calada al que posiblemente sería el último cigarrillo de mi vida -vaya momento para dejar de fumar- y me encaminé sin vacilar a casa de Susana. Si había una persona en el mundo capaz de conocer la verdad, esta era Susana, si habia una persona en el mundo capaz de darme protección, esta era Susana, pero, ¿querría hacerlo?

Susana vivia a las afueras de la ciudad, en lo alto de un monte con vistas al puerto, en el ultimo piso de un bloque de apartamentos con aire esceptico, morena, rozando los cuarenta, ojos azules y piernas duras como rocas del mar, sin duda ella podria ayudarme y facilitarme algun contacto para conseguir una nueva identidad, el sol empezaba asomar por el este y el amanecer impasible arañaba los tejados de la ciudad.
LLamó a la puerta, la espera se me hace interminable, ruido de pasos, la mirilla.
¿Joder, que haces aquí a estas horas?. Solo una mirada. Me conoce bien sabe que hay problemas. Pasamos al salón. Por fin tabaco, enciendo un cigarrillo y el humo gris inunda mis pulmones devolviendome media vida.
Susana es como el tabaco, he intentado dejarlo mil veces, pero siempre acabo volviendo a caer. Recién levantada esta especialmente hermosa, muy hermosa. Debí haberme casado con ella, pero siempre he sido un gilipollas. Ahora ya no importa.
Susana denotaba tristeza. Mientras apuraba un trago de Cardhu con hielo, le contaba con voz temblorosa la vaga película que asolaba mi mente. Ella era una mujer fuerte, alta, delgada, como sacada de un largometraje de los años 40. La vida, le había enseñado a sufrir y a caminar, sin más ayuda que la de sus anchas e interminables caderas. La muerte de su madre cuando tan sólo era una niña, había curtido de cicatrices su alma y embellecido de forma notoria su figura.

Era tímida y se cohibía cuando se encuntraba entre varias personas, pero conmigo era muy explícita y pienso que la atracción era mutua, aunque ella además, me amaba. Antes de haber consumido la mitad de mi pitillo, ella estaba a orcajadas sobre mi, sobre la alfombra del salón, desnuda y dispuesta a recordarme lo que he perdido durante tantos años se sexo a disgusto y desvelos innecesarios, y tuve la impresión por un momento de que ella era conocedora de lo ocurrido la noche anterior. Ni siquiera me preguntó por Teresa, pero es imposible que ella pueda saber lo que había ocurrido. Tras 20 minutos de frenesí, me duché solo en su casa y empecé a contarle lo que recordaba de la noche anterior.

Durante una hora fuí desgranando mis vagos e imprecisos recuerdos, estar sentado en la barra del Absenta´s la pistola, la mirada insistente a mi reloj, esperando que sucediera algo o viniera alguien a una hora concreta...

Ese deslabazamiento de ideas parecía no llevar a ningún sitio. Susana ni gesticulaba ni se movía, ni siquiera decía nada sobre mi relato.

- No entiendo nada - dijo ella-. Es decir, lo único que recuerdas es lo que me has contado. ¿ En serio que no recuerdas nada más?.
- No - repuse tras un momento de reflexión-. No recuerdo nada más.

Sus ojos se abrieron, y de repente me di cuenta que ella sabía mas de lo que parecía, que me ocultaba algo.

- ¿ Hay algo que deba conocer y que me estás ocultando? - le pregunté.
- Que va, ¿ insinúas algo? - no me miraba a los ojos, tenía la mirada fija en la ventana que daba a la calle.
- No, pero a lo mejor me puedes ayudar a ordenar mis ideas.

No tenía buenas sensaciones. No me fiaba de Susana, otrora buena amiga. Su actitud me producía intranquilidad.

Nos mantuvimos en silencio diez minutos. El silencio se convertía en sopor, interrumpido por una llamada telefónica.

- Si - contesta ella.
...
- No, es un mal momento para eso - sigue al teléfono.
...
- Si, está conmigo- concluye.

Tras colgar me sonríe y se acerca.

- Tengo que contarte algo - dice Susana.
- ¿ Ahora?.
- Si, precisamente ahora.
- ¿recuerdas tu viaje a Suiza de hace unos meses?, dijo.

Pues claro que lo recordaba. Había sido un viaje largamente esperado por mí, pues yo era el encargado de presentar en la Basel de este año un grandísimo logro de mi compañía. Tan grande que seguramente el hecho de hacerlo público en la feria, marcase un hito en la historia de lo que hasta ahora había sido la relojería mecánica.
No en vano habíamos dedicado a su desarrollo más de cinco años y gastado cantidades obscenas de dinero. Tal había sido el gasto realizado que faltó poco para que la compañía se descapitalizara completamente.
Pero afortunadamente ese ímprobo esfuerzo dio su fruto, y lo que yo transportaba en mi maletín ese día, camino de la Basel; no tenía parangón. Incluso podía ser considerado pecaminoso: el primer mecanismo integramente de seda. Siempre, desde crío, alucinaba con los experimentos en la escuela, en esas cajitas de cartón llenas de capullos ( mucho más inteligentes que los que en la edad adulta conocí ) y esas hojitas verdes, y su fantástica transformación con el paso de los días. Como responsable de I+D de "Tempus Imaginarium Design " empezamos a investigar hasta sus últimas consecuencias las capacidades de reistencia y flexibilidad de tan maravillosa materia. Y lo conseguimos. Nuestro mecanismo es, indudablemente, el más liviano, bello y resistente. Es único. Y, por eso mismo, es peligroso.

Todos los sinsabores de estos años venian a mi mente y la golpeaban machaconamente, con una insistencia dolorosa. Susana me miraba perpleja sin terminar de comprenderlo. Ella no habia sido solamente una inversora capitalista ávida de fama y reconocimiento mundial. Se había implicado en este proyecto tanto como Mr. Boyle y yo, y los tres eramos los únicos que conociamos al dedillo todos los entresijos del proyecto. Solamente uno de nosotros podía haber traicionado tanta implicacion, tanto trabajo, tanta amistad.....

No quedaba tiempo, apenas venticuatro horas y todo este ingente esfuerzo y dinero se iría al garete de una forma definitiva. Era el tiempo de encontrar al cupable, pero sobre todo, de que no se saliese con la suya. Habia demasiado en juego.

Enfrascado en mis pensamientos no reparé en que Susana habia empezado a contarme lo que sucedió durante mi viaje a Suiza.

- Ese viaje fue un error. Para los dos - oí que decía mi amiga.

Y algo más añadió que, seguro, me enfureció. Sonaba la impagable voz de Tom Waits y los gritos camuflaron la bella "Take it with me". Sólo recuerdo que, al cerrar la puerta, el corazón de Susana lloraba, literalmente, en mi mano.
Yo me pregunté si no sería cosa de decírselo ahora; recibiría la ducha fría justo en el momento en que estaba desnuda, llena de la felicidad que le daba aquel sitio tan bonito. Pero cuando me volví hacia ella y vi sus hombros delicados, con los brazos levantados, y quitarse la falda por la cabeza, se me fueron las ganas. Tanto más cuanto que ella decía, siempre con su voz cariñosa, no te creas que no me doy cuenta, me estás mirando.

Sí, la miraba de esa manera injusta, porque no es de recibo desearla tanto y negarlo displicentemente, como un tahúr que hace equilibrios entre lo real y aquello que se alimenta de mentiras. La miraba posesivamente, porque adiviné en ese momento que era nuestro último intento por sobrevivirnos, y me entristecí. Ella sonrío dulcemente y me llevó, de nuevo, a la Eternidad.




CAPITULO II

Mi nombre es otro pero me llamo Nieve. Tengo 41 años y un culo precioso, como todo el mundo sabe. No uso tarjetas de visita porque siempre que quedo con alguien acostumbro a matarlo, así que se me disculpará la descortesía. Prefiero la daga a otros utensilios, es discreta y muy efectiva, me produce un placer casi sexual ver los últimos espasmos de mis víctimas. Algunas mueren mientras follamos, quizás tendré que preguntar a mi psiquiatra qué extraño designio me lleva a encadenar ambos placeres. Suerte que no ocurre siempre, también me gusta querer a quien lo merece. Y Otis era mi preferido. Siempre ha sabido encandilarme con su preciosa colección de Soul, las parodias de un cómico que es feo y su despistado aire de hombre encantador. Lo conocí (¿ o quizás fue él ? ) en un local del Barrio Gótico, muy de madrugada, recuerdo que Lene Lovich presentó un disco suyo, que como siempre resultó peor que su presencia. Es por ella que llevo seis aros en mi cuerpo, y también desde esa noche no me he quitado el Angelus Chronodato que le gané en una apuesta a él. Me emocionó – a mí, que siempre me burlo de esas memeces – que supiera perder tan elegantemente, pero creo que ganó él con la fiesta que le monté poco después en mi casa. Nos hemos visto varias veces desde entonces, y hoy deseo verlo. Porque tengo algo importante, seguro.
Mientras me afeito pongo la versión en directo de “Take Five”, qué estilazo indefinible Dave Brubeck y su banda, me lo pido en mi entierro para animarme. Hoy no estoy de humor, mejor dicho, estoy que no sé como estar. Espero que Otis me alegre el cuerpo y el día, porque yo se lo voy a joder, sin duda. La charla que pillé sin querer en ese chat de intercambios tendrá más consecuencias de las que me imagino, y yo imagino mucho… No sé, me extraña que no me haya contestado el sms que le he escrito, pero ha tenido tiempo de pensar en ello, y ya sabe que no me gusta que me hagan esperar. Igual le castigo un poco, y ni le beso cuando llegue.

¿Sere capaz? Otis derrumbaba siempre todos mis esquemas con una mirada. No se de donde procedia aquella mirada animal que siempre fustigaba mi animo hasta hacer añicos cualquier atisbo de resistencia. Y él lo sabia. Sabía que el juguete roto de mi espiritu se desvanecía siempre como el algodon de feria en una boca que se moría por recibir de la suya el jugo de su alma. Lo esperaba, si, y esperaba quizas hacerle daño, pero era inevitable. Mis razones eran otras, mi vida en definitiva, era otra, pero Otis estaba allí, en una esquina de mi existencia, perturbandola.
Oir sus pasos ascendiendo lentamente por la escalera me rescató definitivamente hacía la realidad que me esperaba, que nos esperaba a ámbos. Ni por arte de magia, podría saber Otis lo que sucedería.

-“¡¡¡ Las tengo, tengo las entradas, tengo las entradas !!!” , y no sé si sus gritos me desconcertaron tanto o más que su abrazo. Estaba exultante, eso lo hacía más irresistible, y le perdoné incluso que me abandonase unos instantes, justo para abrir el frigorífico y sacar uno de esos zumos raros que colecciona y yo le compro.

- He pasado por el local, cierro hasta el lunes, esto se lo vale – dijo a medio trago, y empezó a canturrear algo que siempre repite cuando está feliz, y no entiendo esa manía, porque la melodía es tristísima:

“ Rest your head my love;
Rest your tired limbs;
Leave your mind at peace, at peace, at peace,
What are you thinking now?

Thinking of a girl
As golden as the sun
She loved me noy like you, like you, like you
Pray do you love me more?

It´s hard to say for sure,
A child, sixteen, was I
Both virgins did we buy, we buy, we buy
You loved her more than me

She left me one dark night
She took my heart for free
I´ve seen her not since since then, since then, since then,
God if I saw her now”

-Me ha costado más de lo necesario, pero esto será grande, y tú estarás conmigo – y no supe qué decir. Así que le besé, no sé cuantas veces, y luego la desnudez lo llenó todo, y los placeres que nos gustan a ambos lo decían todo. Esos placeres que no comprenden de ortodoxias ni estilos, esas emociones ancestrales que van más allá del inútil amasijo de huesos haciendo el amor, esas silenciosas palpitaciones que retumban en toda mi piel excitada… Otis sabe amarme, y este lujo tan preciado merece algún sacrificio por mi parte, de todas maneras acompañarle a ese concierto tampoco es un desastre, aunque me lleve al país más aburrido de Europa .

-Nieve, nos vamos a Ginebra, es mi regalo de cumpleaños – me besó otra vez como si fuese la primera.

-Ya sabes que aún faltan unas semanas… ¿ o no hablas de mí ? – añadí, burlona, porque sabia que no estaba dedicado a mí el homenaje.

-Hablo de lo que desde los 16 años estoy esperando, y espero que éllos aún estén pletóricos. Y mira, me da igual como estén, sé que será un descubrimiento. ¡¡¡ Por fín Steve Hackett y Anthony Phillips juntos en directo !!!. Y Lorraine me ha enviado esta mañana las invitaciones, sólo pudo conseguir las de Suiza, en Berlín fue imposible. No te he llamado porque me he pasado todo este tiempo preparando la escapada, ya he puesto un cartel en el “Absenta´s House” que queda chapado hasta que vuelva.

Otis es así, capaz de anteponer su pasión a su negocio. Supongo que, realmente, confluyen diluyéndose, y por eso es alguien alegre. Es bello verle sonreir, y sé cómo es de difícil hacerlo de verdad. Y su apasionamiento vital lo contamina todo, por ello su bar tiene esa mítica en la ciudad. Alguien me explicó que lo abrió sólo por el disfrute de escuchar con colegas la música que le gustaba, y resultó que a muchos les apasionó. Algunos días actuaban grupos totalmente eclécticos, pero en común tenían su espléndida calidad, y eso lo ha mantenido en 20 años que ha cambiado todo, excepto su buen gusto. El “Absenta´s House”, más que una joya entre tanta mediocridad, es un refugio. Sus dos niveles aprovechan los antiguos muros de unos baños medievales y, como en el Gimlet, caben todos los que desean venir. Otis y Mayra – creo que es de las pocas mujeres que me caen bien - conocen sus caprichos, y la parroquia agradece el detalle. Yo siempre he ido a los bares ( ¡ qué manía más esnob eso de llamarles locales de copas ! ) para no sentirme como en casa ( otra gilipollez ) , sinó en otro mundo, y ellos me los ofrecen todos. Reconozco que iria igualmente sólo por él, pero eso es algo inconfesable en una persona como yo que siempre, como todo el mundo sabe, no necesita a nadie.

- Lorraine nos deja su piso, bueno, ella estará en la ciudad pero no sé si podremos verla, ya sabes como enloquecen los responsable culturales cuando los acontecimientos son de primera. Y tengo entendido que, además, esos días hay una movida de relojes, o una exposición mundial, no sé, vaya, que su cargo la obliga a estar es todos los saraos, me ha repetido que las llaves son las mismas de la otra vez – me explicó, como si hubiese de justificarme algo.

- Vale, ya sabes que prefiero no coincidir con ella. Porque entonces no te invitará nunca más. - , le musité cerca del oido, mientras le mordía sin cuidado.

- Oye, dime, el mensaje que me has dejado en el móvil…me hablas de una charla extraña, de algo que crees puede tener que ver con Susana… - Otis suspiró, pero no era por mi boca, sinó de desazón, casi de hastío. Me puse a horcajadas encima de él, y se lo dije:

- Tu hermana ha montado un nuevo follón. Otra vez. Y ésta le ha salido mal, creo que…

Otis puso suavemente su dedo en mis labios, entendí que no quería escuhar nada en ese momento. Nada que no fuese nuestro. Ella podía esperar.




CAPITULO III

Era implacable. Era eficiente. Era exigente. Era obstinada. Era perfecta. Era infeliz. Por eso no le agradó descubrir que entre sus colaboradores recibía el sobrenombre La Exacta, y le provocaba una hilarante molestia esa leyenda que su control era tan absoluto que incluso se regulaba en minutos precisos sus propios orgasmos. Lorraine llegó la primera, y estaba revisando ya los protocolos de acontecimientos clave en la ciudad. Los cristales de la oficina principal de la IAC – Instituto de Acciones Culturales mostraban el mismo cansancio que la mañana, cubierta de neblina y frío intenso, el mismo que tanto costó superar en su primera época en el país del que disparaba a manzanas. Llegó abandonando algo más que un matrimonio equivocado, como todos, y suplió el encanto de la vida mundana por la severidad de un mundo que siempre le parece postizo. Casi hipócrita, sería más acertado. Y se aprovechó de esa particular faceta para conseguir sus propósitos, sin prejuicios y a costa de quien fuese, eso hacen los supervivientes. Y los que nunca dejan de huir.
Lorraine ladeó su cabeza, y miró disgustada el texto del mail que acababa de recibir. No le hacía ninguna gracia que su hijo viniese con su amante, pero sabía que no estaba en condiciones de recriminarle nada y, además, era culpa suya.

- Tendría que haberle enviado una sola invitación - , se resignó en voz alta. En el fondo deseaba reencontrarse con Otis, fueron muchos años sin saberse y los reproches habían quedado atrás, como siempre pasa. Ella había marchado para sentirse viva, y hay ocasiones que llega a conseguirlo, en esa ciudad sin nada, sin alma, sin apenas motivos para pisarla. A veces, Lorraine cree que hay cárceles de prados verdes y lagos con bichos mucho más insufribles que las de clásicos barrotes.

Como podia ser que, ella, otrora rigida, impasible, fria, lejana, se tornase en una criatura amedrentada por la situacion. Siempre habia hecho lo que su cerebro le había dictado, sin importarle las consecuencias que de sus actos -frecuentemente errados- se habian derivado. Acostumbrada a las bofetadas de sus seres proximos -que no queridos- siempre habia reaccionado pisando fuerte las tripas de quien osara contrariarla. Hoy no podia. Sabia que Otis le haría todas las preguntas de las que habia huido siempre, con la salvedad que este callejon no tenia escapatoria, en unos minutos, Otis y su amante estarían delante de ella, y era tiempo ya de contarle todo lo que sabia. ¿Podria?

A Lorraine no le había llegado el período con la puntualidad acostumbrada y quizá por eso estaba más susceptible de lo habitual, pero aunque no hubiese sido así, jamás volvería a aceptar un acuerdo a tres con su hijo y con su amante. Lo que ocurrió hace casi un mes fue una locura, y jamás habría de volver a suceder, al fin y al cabo todo el mundo hace tonterías, aunque quizá ésta dejase secuelas porque su instinto femenino le decía que el hijo que acababa de concebir podría no ser de Otis, que ya era de por sí relevante, sino de su propio hijo, y sólo con pensarlo un vómito le venía de inmediato. El incesto había entrado en la vida de Lorraine y no sabía a quien contárselo.

El Padre Angel estaba sentado en su despacho. Al mismo se accedía por la sacristía, una vez cruzado todo el ala derecha de la Iglesia de Santa María. Hacía más de dos años que ella no visitaba el templo. Su confianza con el religioso había sido una constante en los muchos devaneos que habia soportado en su vida. Don Angel preparaba la misa de 12 cuando Lorraine golpeó con suavidad la puerta entreabierta.
- Adelante, ¡Que visita tan agradable!
- Siento molestarle Padre
- No es ninguna molestia hija, pero creo que te sucede algo, esa cara no refleja mucha alegría que digamos.
Las lágrimas comenzaron a brotar de forma incesante en el rostro de Lorraine, mientras el sacerdote se levantaba de su escritorio.
- Salgamos fuera hija.
El templo era sobrecogedor a esas horas, sin oficio religioso de por medio. El silencio se hacia notar y el único sonido provenía de los continuos gimoteos de Lorraine. Una vez ubicados en uno de los bancos, hacia la mitad del pasillo central, Lorraine comenzó a hablar.

Y, una vez terminó, no esperó a escuchar comentario alguno. Se levantó apoyando su mano en el cariacontecido párroco, y salió sin prisas a buscar una salida. El frío continuaba siendo molesto, y llamó con el móvil a uno de sus subalternos, para que se ocupase de algunos asuntos y una cosa más. No estaba muy alejada de la antigua estación central, ahora en desuso por otra mucho más moderna e insípida de alguien con mucho nombre y peor estilo. Mientras silbaba “Bird guhl” rememoró una antigua amistad, y pensó que le gustaría decirle todo aquéllo que siempre una se calla y, en venganza, esos silencios no dejan jamás de gritar sin pausa en la memoria. Pensó en la belleza de una danza festiva, en el jolgorio de las calles y los goces de los cuerpos, en libros sin leer y lecturas olvidadas, en tonterias sin cuento y cuentos de fábula, en manos queridas y amantes caricias, en lo que no sabía y ya daba igual, y en lo que igualmente consideraba inútil y, sin embargo, no podía faltarle. Pensó que él la perdonaría, y cerró los ojos.
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Otis salió del vestíbulo con el mensaje escrito en un papel pequeño, como Lorraine había exigido al responsable de invitados de la sede del IAC. Se sentó en la barandilla izquierda, mientras Nieve comía un dulce enorme que no le habían permitido entrar al edificio. No parecía enfadado.
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- Ya te dije que es difícil quedar con las altas instancias, y más si eres su hijo. Ha dejado recado de la imposibilidad de comer juntos, y que le perdone -, señaló mientras lanzaba la nota en un hueco de la escultura anexa. Se oía una sirena entre el tránsito, y le dio por imitar guturalmente la escena.
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- Vayamos a casa, quiero ducharme y estar encantador para el concierto, y olvidarme de esa malnacida -, masculló Nieve, quizás por el agotamiento del viaje y de unos zapatos imposibles. Quería tumbarse en algún sitio y dormir –bueno, eso es un decir – hasta el momento de ir al Palais des Artistes. Seis horas no es tiempo en Ginebra.
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Se dirigieron a paso rápido, mientras curioseaban en los escaparates suntuosos y los cafés de cuidada imagen , a <?xml:namespace prefix = st1 ns = "urn:schemas-microsoft-com:office:smarttags" /><st1:personName w:st="on" ProductID="la Rue">la Rue</st1:personName> du Rêve. Acababan de cruzar el portal del señorial edificio cuando les sorprendió una voz , pero aún más el atuendo de quien les conminó a acompañarles.
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Esa noche, alguien que no lo esperaba acudió, con quien le vino en gana, a una impecable velada de dos mayúsculos guitarristas, después de encontrarse unas entradas en el suelo, en una calle de bello nombre. Otis llevaba entonces largo tiempo con los forenses y el personal autorizado para esas cuestiones. Le explicaron que la repatriación del cuerpo tardaría unos días, pero entendió que no podía negarse. Pidió un teléfono – se había agotado la batería del celular – y llamó a Mayra. La conversación fue corta, no hizo falta nada más.
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Nieve, por primera vez en su vida, lloró.
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CAPITULO IV
 
  • #42
Los recuerdos me habian impedido conciliar el sueño. Mientras el café humeante trataba de poner orden en mis pensamientos, no dejaba de mirar insistentemente el reloj ya que el bisel unidireccional no cuadraba exactamente con las 12 horas. Parece mentira pero puedo llegar a ser tan raro. No obstante el motivo de mi insomnio no era éste, no tenía nada que ver con las cosas materiales. El problema no dejaba de darme vueltas en la cabeza. La policía estaba detrás de la pista y la coartada parecía que que se desmoronaba por momentos. Busqué en mi agenda el número de aquella chica que conocí esa noche, Helena, y, a pesar de las altas horas de la madrugada marqué desde mi móvil NOKIA N95, 659 02..... El teléfono sonó varias veces, estaba a punto de desistir pero una voz sensual como pocas me contestó: buenas noches, quien llama a estás horas? Quede totalmente prendido, le contesté y dimos rienda suelta a nuestras lenguas. De nuevo comprobé que no es cierto - como decía mi madre - que no es bueno llamar más allá de las 10 de la noche. Ya es estos momentos los placeres ocultos se permiten todas las licencias, y decidimos que la virtualidad es más adecuada mutarla en verades tangibles, y más si hay en juego algo más que sonrisas inventadas o deseos a media voz. No creí que viniese, pero reconocerla al cruzar el umbral del "Absenta´s House" resultó, como mínimo, emocionante: todas las mujeres son aún más bellas si mienten.
De repente, se oyó un ruido de pasos en la escalera.
Alguien, desde la sombra aporreó mi puerta, sobresaltándome. El gató saltó del sofá y salió huyendo. Aquello no podía significar mas que una cosa...
Si no estoy en el Absenta House... Todo ha sido un sueño... Jooder!! Por un momento pensé que me estaba volviendo heterosexual.. un momento.. soy heterosexual.. puaj!.. la maldita resaca resuena a mi con cada golpe en la dichosa puerta.. ¿que hora es..?.. ¿donde demonios esta mi Rolex..?... ¡Ya va!.. ¡Ya va..!... ¿Donde demonios estan mis pantalones...?.. La noche debió ser ajitada, ya he perdido dos cosas..
Una de ellas ha debido ser la decencia porque no encuentro mi ropa interior, pero lo que más temo es haberla perdido a ella. La conciencia nunca me molestó o inquietó lo más mínimo, pero saberme abandonado es más insoportable que las responsabilidades que habré de asumir ante la Justicia y ante Dios.
¡Dios mio! ¿Que es esa mancha que hay en la alfombra? ¡Parece sangre!
-En la alfombra se veía una mancha roja, oscura, mas o menos redonda, de un tamaño de unos 90 centímetros...
-y... ¿Donde está Teresa? ¿A donde ha ido el maldito gato?
Rapidamente la pupila observo un paquete de Marlboro, me dispuse a encender un pitillo mientras mi mente agrupaba ideas sueltas y absurdas, risas y copas, cubitos de hielo y perfume, cuando en mi mano apunte una cajetilla de cerillas con el logo impreso "The Buda club", no lograba recordar nada de ese lugar ¿ acaso pase por alli tras salir del Absenta House ? ¿ donde estaba el gato ?

No dí más de tres caladas, que me llenaron los pulmones hasta casi perder el conocimiento, hacía calor y el maldito ventilador revolvía el ambiente calentorro que una noche de agosto. Aquella mancha de sangre...no recordaba nada. Junto al paquete de Marlboro una botella vacía de Champám barato y una copa con una marca de carmín. ¡ Teresa !, ahora lo recuerdo todo...
- Pom Pom Pom, otra vez la puerta.
-Aquel ruido interrumpió el hilo de mis pensamientos. debía huir. Nadie debía saber que aquella noche yo había estado en aquella casa.
Abrí la ventana y me deslice al patio sin hacer ruido.

Dos coches de policiá estaban aparcados prudentemente, la sombra de un tipo que cruzaba la calle, me hizo rodar por el suelo y casi caigo encima de una m...de un puto perro. De pronto pensé, ¡ Dios ! me he dejado la cartera y el tabaco...estoy perdido. No sabía qué hacer, tenía que buscar una forma de salir de la ciudad, pero no tenía dinero dinero ni documentación...

Sin embargo, con cuerte, sin ser visto y pasar desapercibido, ahi comienzo mi marcha, todos esos recuerdos me cruzan, fugaces, la calle oscura invita a meditar detenidamente, a cada paso ideas van y vienen, y no concluyo nada, no puedo ordenar mis putos pensamientos. Decido pues, ir a donde ese jóven, delgado, alto, recargado en aquel candil y fumando un cigarrillo, posiblemente logre obtener algo de pasta, o al menos un cigarrillo, !que va!, la suerte le sonríe al osado...

Pese a los peliagudo de la situación, iba siendo hora de poner en orden mis recuerdos, e intentar averiguar qué coño había pasado, cómo había llegado hasta allí. Intentaba, de forma infructuosa, hacer memoria, pero la verdad es que logré más bien poco, cosa que para nada me tranquilizó. Conseguía recordar estar sentado en un taburete de la barra del Absenta's, pero prácticamente nada más. Desde ahí a despertarme con los golpes en la puerta todo eran fogonazos, flashes, sombras, siluetas difuminadas, que por mucho que lo intentase no había forma de que reconstruyesen una historia medio coherente. Tenía el vago recuerdo de haber empuñado un arma durante la noche, seguramente una pistola, pero no era capaz de recordar ni dónde, ni cuándo, ni, y esto tal vez fuese lo peor, por qué ni contra qué o quién. Es más. ¿De dónde había salido aquélla pistola?
. De repente algo vibra en mi pantalón... tengo el sano vicio de quitar de cuajo esas estúpidas melodías del Nokia, a veces me dan ganas de asesinar a todos los estúpidos que en el interurbano me joden con sus vulgares sonidos y sus aún peores dimes y diretes... ¿ Pero qué me importa a mí lo que su jodida familia quiere para la comida ?. ¿ Y esa niñata histérica que discute con su amiga del alma, la misma que -seguro - le joderá al novio de su vida ?. Al cogerlo se corta la llamada, pero me sonaba vagamente tanto el número como la respiración, muy llena de vida cargada de sueños, y de reproches quizás injustos. Quizás he de tomarme una ducha, vomitar, o hacerlo todo a la vez y limpiar mi mente de todo lo que ahora se agolpa, como un puñetazo inmediato, en la poca sensatez que aún, espero, me queda.

Aquella llamada provocó en mi uno de esos escasos momentos de lucidez con los que el destino me sorprende de vez en cuando. No era ni el momento ni la situacion de andarse con pamplinas. Miré el reloj instintivamente, sin ver tan siquiera la hora que marcaba, le dí una ultima calada al que posiblemente sería el último cigarrillo de mi vida -vaya momento para dejar de fumar- y me encaminé sin vacilar a casa de Susana. Si había una persona en el mundo capaz de conocer la verdad, esta era Susana, si habia una persona en el mundo capaz de darme protección, esta era Susana, pero, ¿querría hacerlo?

Susana vivia a las afueras de la ciudad, en lo alto de un monte con vistas al puerto, en el ultimo piso de un bloque de apartamentos con aire esceptico, morena, rozando los cuarenta, ojos azules y piernas duras como rocas del mar, sin duda ella podria ayudarme y facilitarme algun contacto para conseguir una nueva identidad, el sol empezaba asomar por el este y el amanecer impasible arañaba los tejados de la ciudad.
LLamó a la puerta, la espera se me hace interminable, ruido de pasos, la mirilla.
¿Joder, que haces aquí a estas horas?. Solo una mirada. Me conoce bien sabe que hay problemas. Pasamos al salón. Por fin tabaco, enciendo un cigarrillo y el humo gris inunda mis pulmones devolviendome media vida.
Susana es como el tabaco, he intentado dejarlo mil veces, pero siempre acabo volviendo a caer. Recién levantada esta especialmente hermosa, muy hermosa. Debí haberme casado con ella, pero siempre he sido un gilipollas. Ahora ya no importa.
Susana denotaba tristeza. Mientras apuraba un trago de Cardhu con hielo, le contaba con voz temblorosa la vaga película que asolaba mi mente. Ella era una mujer fuerte, alta, delgada, como sacada de un largometraje de los años 40. La vida, le había enseñado a sufrir y a caminar, sin más ayuda que la de sus anchas e interminables caderas. La muerte de su madre cuando tan sólo era una niña, había curtido de cicatrices su alma y embellecido de forma notoria su figura.

Era tímida y se cohibía cuando se encuntraba entre varias personas, pero conmigo era muy explícita y pienso que la atracción era mutua, aunque ella además, me amaba. Antes de haber consumido la mitad de mi pitillo, ella estaba a orcajadas sobre mi, sobre la alfombra del salón, desnuda y dispuesta a recordarme lo que he perdido durante tantos años se sexo a disgusto y desvelos innecesarios, y tuve la impresión por un momento de que ella era conocedora de lo ocurrido la noche anterior. Ni siquiera me preguntó por Teresa, pero es imposible que ella pueda saber lo que había ocurrido. Tras 20 minutos de frenesí, me duché solo en su casa y empecé a contarle lo que recordaba de la noche anterior.

Durante una hora fuí desgranando mis vagos e imprecisos recuerdos, estar sentado en la barra del Absenta´s la pistola, la mirada insistente a mi reloj, esperando que sucediera algo o viniera alguien a una hora concreta...

Ese deslabazamiento de ideas parecía no llevar a ningún sitio. Susana ni gesticulaba ni se movía, ni siquiera decía nada sobre mi relato.

- No entiendo nada - dijo ella-. Es decir, lo único que recuerdas es lo que me has contado. ¿ En serio que no recuerdas nada más?.
- No - repuse tras un momento de reflexión-. No recuerdo nada más.

Sus ojos se abrieron, y de repente me di cuenta que ella sabía mas de lo que parecía, que me ocultaba algo.

- ¿ Hay algo que deba conocer y que me estás ocultando? - le pregunté.
- Que va, ¿ insinúas algo? - no me miraba a los ojos, tenía la mirada fija en la ventana que daba a la calle.
- No, pero a lo mejor me puedes ayudar a ordenar mis ideas.

No tenía buenas sensaciones. No me fiaba de Susana, otrora buena amiga. Su actitud me producía intranquilidad.

Nos mantuvimos en silencio diez minutos. El silencio se convertía en sopor, interrumpido por una llamada telefónica.

- Si - contesta ella.
...
- No, es un mal momento para eso - sigue al teléfono.
...
- Si, está conmigo- concluye.

Tras colgar me sonríe y se acerca.

- Tengo que contarte algo - dice Susana.
- ¿ Ahora?.
- Si, precisamente ahora.
- ¿recuerdas tu viaje a Suiza de hace unos meses?, dijo.

Pues claro que lo recordaba. Había sido un viaje largamente esperado por mí, pues yo era el encargado de presentar en la Basel de este año un grandísimo logro de mi compañía. Tan grande que seguramente el hecho de hacerlo público en la feria, marcase un hito en la historia de lo que hasta ahora había sido la relojería mecánica.
No en vano habíamos dedicado a su desarrollo más de cinco años y gastado cantidades obscenas de dinero. Tal había sido el gasto realizado que faltó poco para que la compañía se descapitalizara completamente.
Pero afortunadamente ese ímprobo esfuerzo dio su fruto, y lo que yo transportaba en mi maletín ese día, camino de la Basel; no tenía parangón. Incluso podía ser considerado pecaminoso: el primer mecanismo integramente de seda. Siempre, desde crío, alucinaba con los experimentos en la escuela, en esas cajitas de cartón llenas de capullos ( mucho más inteligentes que los que en la edad adulta conocí ) y esas hojitas verdes, y su fantástica transformación con el paso de los días. Como responsable de I+D de "Tempus Imaginarium Design " empezamos a investigar hasta sus últimas consecuencias las capacidades de reistencia y flexibilidad de tan maravillosa materia. Y lo conseguimos. Nuestro mecanismo es, indudablemente, el más liviano, bello y resistente. Es único. Y, por eso mismo, es peligroso.

Todos los sinsabores de estos años venian a mi mente y la golpeaban machaconamente, con una insistencia dolorosa. Susana me miraba perpleja sin terminar de comprenderlo. Ella no habia sido solamente una inversora capitalista ávida de fama y reconocimiento mundial. Se había implicado en este proyecto tanto como Mr. Boyle y yo, y los tres eramos los únicos que conociamos al dedillo todos los entresijos del proyecto. Solamente uno de nosotros podía haber traicionado tanta implicacion, tanto trabajo, tanta amistad.....

No quedaba tiempo, apenas venticuatro horas y todo este ingente esfuerzo y dinero se iría al garete de una forma definitiva. Era el tiempo de encontrar al cupable, pero sobre todo, de que no se saliese con la suya. Habia demasiado en juego.

Enfrascado en mis pensamientos no reparé en que Susana habia empezado a contarme lo que sucedió durante mi viaje a Suiza.

- Ese viaje fue un error. Para los dos - oí que decía mi amiga.

Y algo más añadió que, seguro, me enfureció. Sonaba la impagable voz de Tom Waits y los gritos camuflaron la bella "Take it with me". Sólo recuerdo que, al cerrar la puerta, el corazón de Susana lloraba, literalmente, en mi mano.
Yo me pregunté si no sería cosa de decírselo ahora; recibiría la ducha fría justo en el momento en que estaba desnuda, llena de la felicidad que le daba aquel sitio tan bonito. Pero cuando me volví hacia ella y vi sus hombros delicados, con los brazos levantados, y quitarse la falda por la cabeza, se me fueron las ganas. Tanto más cuanto que ella decía, siempre con su voz cariñosa, no te creas que no me doy cuenta, me estás mirando.

Sí, la miraba de esa manera injusta, porque no es de recibo desearla tanto y negarlo displicentemente, como un tahúr que hace equilibrios entre lo real y aquello que se alimenta de mentiras. La miraba posesivamente, porque adiviné en ese momento que era nuestro último intento por sobrevivirnos, y me entristecí. Ella sonrío dulcemente y me llevó, de nuevo, a la Eternidad.




CAPITULO II

Mi nombre es otro pero me llamo Nieve. Tengo 41 años y un culo precioso, como todo el mundo sabe. No uso tarjetas de visita porque siempre que quedo con alguien acostumbro a matarlo, así que se me disculpará la descortesía. Prefiero la daga a otros utensilios, es discreta y muy efectiva, me produce un placer casi sexual ver los últimos espasmos de mis víctimas. Algunas mueren mientras follamos, quizás tendré que preguntar a mi psiquiatra qué extraño designio me lleva a encadenar ambos placeres. Suerte que no ocurre siempre, también me gusta querer a quien lo merece. Y Otis era mi preferido. Siempre ha sabido encandilarme con su preciosa colección de Soul, las parodias de un cómico que es feo y su despistado aire de hombre encantador. Lo conocí (¿ o quizás fue él ? ) en un local del Barrio Gótico, muy de madrugada, recuerdo que Lene Lovich presentó un disco suyo, que como siempre resultó peor que su presencia. Es por ella que llevo seis aros en mi cuerpo, y también desde esa noche no me he quitado el Angelus Chronodato que le gané en una apuesta a él. Me emocionó – a mí, que siempre me burlo de esas memeces – que supiera perder tan elegantemente, pero creo que ganó él con la fiesta que le monté poco después en mi casa. Nos hemos visto varias veces desde entonces, y hoy deseo verlo. Porque tengo algo importante, seguro.
Mientras me afeito pongo la versión en directo de “Take Five”, qué estilazo indefinible Dave Brubeck y su banda, me lo pido en mi entierro para animarme. Hoy no estoy de humor, mejor dicho, estoy que no sé como estar. Espero que Otis me alegre el cuerpo y el día, porque yo se lo voy a joder, sin duda. La charla que pillé sin querer en ese chat de intercambios tendrá más consecuencias de las que me imagino, y yo imagino mucho… No sé, me extraña que no me haya contestado el sms que le he escrito, pero ha tenido tiempo de pensar en ello, y ya sabe que no me gusta que me hagan esperar. Igual le castigo un poco, y ni le beso cuando llegue.

¿Sere capaz? Otis derrumbaba siempre todos mis esquemas con una mirada. No se de donde procedia aquella mirada animal que siempre fustigaba mi animo hasta hacer añicos cualquier atisbo de resistencia. Y él lo sabia. Sabía que el juguete roto de mi espiritu se desvanecía siempre como el algodon de feria en una boca que se moría por recibir de la suya el jugo de su alma. Lo esperaba, si, y esperaba quizas hacerle daño, pero era inevitable. Mis razones eran otras, mi vida en definitiva, era otra, pero Otis estaba allí, en una esquina de mi existencia, perturbandola.
Oir sus pasos ascendiendo lentamente por la escalera me rescató definitivamente hacía la realidad que me esperaba, que nos esperaba a ámbos. Ni por arte de magia, podría saber Otis lo que sucedería.

-“¡¡¡ Las tengo, tengo las entradas, tengo las entradas !!!” , y no sé si sus gritos me desconcertaron tanto o más que su abrazo. Estaba exultante, eso lo hacía más irresistible, y le perdoné incluso que me abandonase unos instantes, justo para abrir el frigorífico y sacar uno de esos zumos raros que colecciona y yo le compro.

- He pasado por el local, cierro hasta el lunes, esto se lo vale – dijo a medio trago, y empezó a canturrear algo que siempre repite cuando está feliz, y no entiendo esa manía, porque la melodía es tristísima:

“ Rest your head my love;
Rest your tired limbs;
Leave your mind at peace, at peace, at peace,
What are you thinking now?

Thinking of a girl
As golden as the sun
She loved me noy like you, like you, like you
Pray do you love me more?

It´s hard to say for sure,
A child, sixteen, was I
Both virgins did we buy, we buy, we buy
You loved her more than me

She left me one dark night
She took my heart for free
I´ve seen her not since since then, since then, since then,
God if I saw her now”

-Me ha costado más de lo necesario, pero esto será grande, y tú estarás conmigo – y no supe qué decir. Así que le besé, no sé cuantas veces, y luego la desnudez lo llenó todo, y los placeres que nos gustan a ambos lo decían todo. Esos placeres que no comprenden de ortodoxias ni estilos, esas emociones ancestrales que van más allá del inútil amasijo de huesos haciendo el amor, esas silenciosas palpitaciones que retumban en toda mi piel excitada… Otis sabe amarme, y este lujo tan preciado merece algún sacrificio por mi parte, de todas maneras acompañarle a ese concierto tampoco es un desastre, aunque me lleve al país más aburrido de Europa .

-Nieve, nos vamos a Ginebra, es mi regalo de cumpleaños – me besó otra vez como si fuese la primera.

-Ya sabes que aún faltan unas semanas… ¿ o no hablas de mí ? – añadí, burlona, porque sabia que no estaba dedicado a mí el homenaje.

-Hablo de lo que desde los 16 años estoy esperando, y espero que éllos aún estén pletóricos. Y mira, me da igual como estén, sé que será un descubrimiento. ¡¡¡ Por fín Steve Hackett y Anthony Phillips juntos en directo !!!. Y Lorraine me ha enviado esta mañana las invitaciones, sólo pudo conseguir las de Suiza, en Berlín fue imposible. No te he llamado porque me he pasado todo este tiempo preparando la escapada, ya he puesto un cartel en el “Absenta´s House” que queda chapado hasta que vuelva.

Otis es así, capaz de anteponer su pasión a su negocio. Supongo que, realmente, confluyen diluyéndose, y por eso es alguien alegre. Es bello verle sonreir, y sé cómo es de difícil hacerlo de verdad. Y su apasionamiento vital lo contamina todo, por ello su bar tiene esa mítica en la ciudad. Alguien me explicó que lo abrió sólo por el disfrute de escuchar con colegas la música que le gustaba, y resultó que a muchos les apasionó. Algunos días actuaban grupos totalmente eclécticos, pero en común tenían su espléndida calidad, y eso lo ha mantenido en 20 años que ha cambiado todo, excepto su buen gusto. El “Absenta´s House”, más que una joya entre tanta mediocridad, es un refugio. Sus dos niveles aprovechan los antiguos muros de unos baños medievales y, como en el Gimlet, caben todos los que desean venir. Otis y Mayra – creo que es de las pocas mujeres que me caen bien - conocen sus caprichos, y la parroquia agradece el detalle. Yo siempre he ido a los bares ( ¡ qué manía más esnob eso de llamarles locales de copas ! ) para no sentirme como en casa ( otra gilipollez ) , sinó en otro mundo, y ellos me los ofrecen todos. Reconozco que iria igualmente sólo por él, pero eso es algo inconfesable en una persona como yo que siempre, como todo el mundo sabe, no necesita a nadie.

- Lorraine nos deja su piso, bueno, ella estará en la ciudad pero no sé si podremos verla, ya sabes como enloquecen los responsable culturales cuando los acontecimientos son de primera. Y tengo entendido que, además, esos días hay una movida de relojes, o una exposición mundial, no sé, vaya, que su cargo la obliga a estar es todos los saraos, me ha repetido que las llaves son las mismas de la otra vez – me explicó, como si hubiese de justificarme algo.

- Vale, ya sabes que prefiero no coincidir con ella. Porque entonces no te invitará nunca más. - , le musité cerca del oido, mientras le mordía sin cuidado.

- Oye, dime, el mensaje que me has dejado en el móvil…me hablas de una charla extraña, de algo que crees puede tener que ver con Susana… - Otis suspiró, pero no era por mi boca, sinó de desazón, casi de hastío. Me puse a horcajadas encima de él, y se lo dije:

- Tu hermana ha montado un nuevo follón. Otra vez. Y ésta le ha salido mal, creo que…

Otis puso suavemente su dedo en mis labios, entendí que no quería escuhar nada en ese momento. Nada que no fuese nuestro. Ella podía esperar.




CAPITULO III

Era implacable. Era eficiente. Era exigente. Era obstinada. Era perfecta. Era infeliz. Por eso no le agradó descubrir que entre sus colaboradores recibía el sobrenombre La Exacta, y le provocaba una hilarante molestia esa leyenda que su control era tan absoluto que incluso se regulaba en minutos precisos sus propios orgasmos. Lorraine llegó la primera, y estaba revisando ya los protocolos de acontecimientos clave en la ciudad. Los cristales de la oficina principal de la IAC – Instituto de Acciones Culturales mostraban el mismo cansancio que la mañana, cubierta de neblina y frío intenso, el mismo que tanto costó superar en su primera época en el país del que disparaba a manzanas. Llegó abandonando algo más que un matrimonio equivocado, como todos, y suplió el encanto de la vida mundana por la severidad de un mundo que siempre le parece postizo. Casi hipócrita, sería más acertado. Y se aprovechó de esa particular faceta para conseguir sus propósitos, sin prejuicios y a costa de quien fuese, eso hacen los supervivientes. Y los que nunca dejan de huir.
Lorraine ladeó su cabeza, y miró disgustada el texto del mail que acababa de recibir. No le hacía ninguna gracia que su hijo viniese con su amante, pero sabía que no estaba en condiciones de recriminarle nada y, además, era culpa suya.

- Tendría que haberle enviado una sola invitación - , se resignó en voz alta. En el fondo deseaba reencontrarse con Otis, fueron muchos años sin saberse y los reproches habían quedado atrás, como siempre pasa. Ella había marchado para sentirse viva, y hay ocasiones que llega a conseguirlo, en esa ciudad sin nada, sin alma, sin apenas motivos para pisarla. A veces, Lorraine cree que hay cárceles de prados verdes y lagos con bichos mucho más insufribles que las de clásicos barrotes.

Como podia ser que, ella, otrora rigida, impasible, fria, lejana, se tornase en una criatura amedrentada por la situacion. Siempre habia hecho lo que su cerebro le había dictado, sin importarle las consecuencias que de sus actos -frecuentemente errados- se habian derivado. Acostumbrada a las bofetadas de sus seres proximos -que no queridos- siempre habia reaccionado pisando fuerte las tripas de quien osara contrariarla. Hoy no podia. Sabia que Otis le haría todas las preguntas de las que habia huido siempre, con la salvedad que este callejon no tenia escapatoria, en unos minutos, Otis y su amante estarían delante de ella, y era tiempo ya de contarle todo lo que sabia. ¿Podria?

A Lorraine no le había llegado el período con la puntualidad acostumbrada y quizá por eso estaba más susceptible de lo habitual, pero aunque no hubiese sido así, jamás volvería a aceptar un acuerdo a tres con su hijo y con su amante. Lo que ocurrió hace casi un mes fue una locura, y jamás habría de volver a suceder, al fin y al cabo todo el mundo hace tonterías, aunque quizá ésta dejase secuelas porque su instinto femenino le decía que el hijo que acababa de concebir podría no ser de Otis, que ya era de por sí relevante, sino de su propio hijo, y sólo con pensarlo un vómito le venía de inmediato. El incesto había entrado en la vida de Lorraine y no sabía a quien contárselo.

El Padre Angel estaba sentado en su despacho. Al mismo se accedía por la sacristía, una vez cruzado todo el ala derecha de la Iglesia de Santa María. Hacía más de dos años que ella no visitaba el templo. Su confianza con el religioso había sido una constante en los muchos devaneos que habia soportado en su vida. Don Angel preparaba la misa de 12 cuando Lorraine golpeó con suavidad la puerta entreabierta.
- Adelante, ¡Que visita tan agradable!
- Siento molestarle Padre
- No es ninguna molestia hija, pero creo que te sucede algo, esa cara no refleja mucha alegría que digamos.
Las lágrimas comenzaron a brotar de forma incesante en el rostro de Lorraine, mientras el sacerdote se levantaba de su escritorio.
- Salgamos fuera hija.
El templo era sobrecogedor a esas horas, sin oficio religioso de por medio. El silencio se hacia notar y el único sonido provenía de los continuos gimoteos de Lorraine. Una vez ubicados en uno de los bancos, hacia la mitad del pasillo central, Lorraine comenzó a hablar.

Y, una vez terminó, no esperó a escuchar comentario alguno. Se levantó apoyando su mano en el cariacontecido párroco, y salió sin prisas a buscar una salida. El frío continuaba siendo molesto, y llamó con el móvil a uno de sus subalternos, para que se ocupase de algunos asuntos y una cosa más. No estaba muy alejada de la antigua estación central, ahora en desuso por otra mucho más moderna e insípida de alguien con mucho nombre y peor estilo. Mientras silbaba “Bird guhl” rememoró una antigua amistad, y pensó que le gustaría decirle todo aquéllo que siempre una se calla y, en venganza, esos silencios no dejan jamás de gritar sin pausa en la memoria. Pensó en la belleza de una danza festiva, en el jolgorio de las calles y los goces de los cuerpos, en libros sin leer y lecturas olvidadas, en tonterias sin cuento y cuentos de fábula, en manos queridas y amantes caricias, en lo que no sabía y ya daba igual, y en lo que igualmente consideraba inútil y, sin embargo, no podía faltarle. Pensó que él la perdonaría, y cerró los ojos.
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Otis salió del vestíbulo con el mensaje escrito en un papel pequeño, como Lorraine había exigido al responsable de invitados de la sede del IAC. Se sentó en la barandilla izquierda, mientras Nieve comía un dulce enorme que no le habían permitido entrar al edificio. No parecía enfadado.
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- Ya te dije que es difícil quedar con las altas instancias, y más si eres su hijo. Ha dejado recado de la imposibilidad de comer juntos, y que le perdone -, señaló mientras lanzaba la nota en un hueco de la escultura anexa. Se oía una sirena entre el tránsito, y le dio por imitar guturalmente la escena.
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- Vayamos a casa, quiero ducharme y estar encantador para el concierto, y olvidarme de esa malnacida -, masculló Nieve, quizás por el agotamiento del viaje y de unos zapatos imposibles. Quería tumbarse en algún sitio y dormir –bueno, eso es un decir – hasta el momento de ir al Palais des Artistes. Seis horas no es tiempo en Ginebra.
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Se dirigieron a paso rápido, mientras curioseaban en los escaparates suntuosos y los cafés de cuidada imagen , a <?xml:namespace prefix = st1 ns = "urn:schemas-microsoft-com:office:smarttags" /><st1:personName w:st="on" ProductID="la Rue">la Rue</st1:personName> du Rêve. Acababan de cruzar el portal del señorial edificio cuando les sorprendió una voz , pero aún más el atuendo de quien les conminó a acompañarles.
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Esa noche, alguien que no lo esperaba acudió, con quien le vino en gana, a una impecable velada de dos mayúsculos guitarristas, después de encontrarse unas entradas en el suelo, en una calle de bello nombre. Otis llevaba entonces largo tiempo con los forenses y el personal autorizado para esas cuestiones. Le explicaron que la repatriación del cuerpo tardaría unos días, pero entendió que no podía negarse. Pidió un teléfono – se había agotado la batería del celular – y llamó a Mayra. La conversación fue corta, no hizo falta nada más.
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Nieve, por primera vez en su vida, lloró.
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CAPITULO IV

En otra parte del mundo había quien se frotaba las manos pensando lo que iba a suceder. Algo preparado, meditado y que en todo el mundo sería noticia de portada. No se podía evitar. Todo confluía para que se produjera lo que era inevitable. Iba a ser una sorpresa. Nadie lo esperaba.

En el aniversario del 11-S era otra la preocupación. Eran otros los preparativos, otras torres conmemorativas, otras ideas para compartir. Esos "otros" estaban dedicados a sus cosas sin prestar atención a lo que se estaba gestando.

Tony era agresivo. No tenía esa agresividad física que sus 195 centímetros de altura y 130 Kg de peso parecía presagiar. Era una agresividad gestual, no dar su brazo a torcer, rebatir las ideas de los demás, desde la educación y el saber estar que le dió sus años de preparación religiosa. Desde que en Italia mantuvo aquellos contactos, en su personalidad se aunaba las ganas de agradar a sus superiores y el no solicitar la ayuda de los demás para cumplir sus cometidos.

En su casa, el despacho lo presidía una pizarra, de las antiguas de corcho, en la que se veían nombres, caras, paisajes, mezclados pero no revueltos. Otis, Susana, Basilea y Ginebra, Nieve, Lorraine y varias flechas que apuntaban a una palabra: Día D. 12:00 PM.

No estaba nervioso. Lo que tenía que suceder iba a producirse. Y nadie lo impediría (...)
 
  • #43
Los recuerdos me habian impedido conciliar el sueño. Mientras el café humeante trataba de poner orden en mis pensamientos, no dejaba de mirar insistentemente el reloj ya que el bisel unidireccional no cuadraba exactamente con las 12 horas. Parece mentira pero puedo llegar a ser tan raro. No obstante el motivo de mi insomnio no era éste, no tenía nada que ver con las cosas materiales. El problema no dejaba de darme vueltas en la cabeza. La policía estaba detrás de la pista y la coartada parecía que que se desmoronaba por momentos. Busqué en mi agenda el número de aquella chica que conocí esa noche, Helena, y, a pesar de las altas horas de la madrugada marqué desde mi móvil NOKIA N95, 659 02..... El teléfono sonó varias veces, estaba a punto de desistir pero una voz sensual como pocas me contestó: buenas noches, quien llama a estás horas? Quede totalmente prendido, le contesté y dimos rienda suelta a nuestras lenguas. De nuevo comprobé que no es cierto - como decía mi madre - que no es bueno llamar más allá de las 10 de la noche. Ya es estos momentos los placeres ocultos se permiten todas las licencias, y decidimos que la virtualidad es más adecuada mutarla en verades tangibles, y más si hay en juego algo más que sonrisas inventadas o deseos a media voz. No creí que viniese, pero reconocerla al cruzar el umbral del "Absenta´s House" resultó, como mínimo, emocionante: todas las mujeres son aún más bellas si mienten.
De repente, se oyó un ruido de pasos en la escalera.
Alguien, desde la sombra aporreó mi puerta, sobresaltándome. El gató saltó del sofá y salió huyendo. Aquello no podía significar mas que una cosa...
Si no estoy en el Absenta House... Todo ha sido un sueño... Jooder!! Por un momento pensé que me estaba volviendo heterosexual.. un momento.. soy heterosexual.. puaj!.. la maldita resaca resuena a mi con cada golpe en la dichosa puerta.. ¿que hora es..?.. ¿donde demonios esta mi Rolex..?... ¡Ya va!.. ¡Ya va..!... ¿Donde demonios estan mis pantalones...?.. La noche debió ser ajitada, ya he perdido dos cosas..
Una de ellas ha debido ser la decencia porque no encuentro mi ropa interior, pero lo que más temo es haberla perdido a ella. La conciencia nunca me molestó o inquietó lo más mínimo, pero saberme abandonado es más insoportable que las responsabilidades que habré de asumir ante la Justicia y ante Dios.
¡Dios mio! ¿Que es esa mancha que hay en la alfombra? ¡Parece sangre!
-En la alfombra se veía una mancha roja, oscura, mas o menos redonda, de un tamaño de unos 90 centímetros...
-y... ¿Donde está Teresa? ¿A donde ha ido el maldito gato?
Rapidamente la pupila observo un paquete de Marlboro, me dispuse a encender un pitillo mientras mi mente agrupaba ideas sueltas y absurdas, risas y copas, cubitos de hielo y perfume, cuando en mi mano apunte una cajetilla de cerillas con el logo impreso "The Buda club", no lograba recordar nada de ese lugar ¿ acaso pase por alli tras salir del Absenta House ? ¿ donde estaba el gato ?

No dí más de tres caladas, que me llenaron los pulmones hasta casi perder el conocimiento, hacía calor y el maldito ventilador revolvía el ambiente calentorro que una noche de agosto. Aquella mancha de sangre...no recordaba nada. Junto al paquete de Marlboro una botella vacía de Champám barato y una copa con una marca de carmín. ¡ Teresa !, ahora lo recuerdo todo...
- Pom Pom Pom, otra vez la puerta.
-Aquel ruido interrumpió el hilo de mis pensamientos. debía huir. Nadie debía saber que aquella noche yo había estado en aquella casa.
Abrí la ventana y me deslice al patio sin hacer ruido.

Dos coches de policiá estaban aparcados prudentemente, la sombra de un tipo que cruzaba la calle, me hizo rodar por el suelo y casi caigo encima de una m...de un puto perro. De pronto pensé, ¡ Dios ! me he dejado la cartera y el tabaco...estoy perdido. No sabía qué hacer, tenía que buscar una forma de salir de la ciudad, pero no tenía dinero dinero ni documentación...

Sin embargo, con cuerte, sin ser visto y pasar desapercibido, ahi comienzo mi marcha, todos esos recuerdos me cruzan, fugaces, la calle oscura invita a meditar detenidamente, a cada paso ideas van y vienen, y no concluyo nada, no puedo ordenar mis putos pensamientos. Decido pues, ir a donde ese jóven, delgado, alto, recargado en aquel candil y fumando un cigarrillo, posiblemente logre obtener algo de pasta, o al menos un cigarrillo, !que va!, la suerte le sonríe al osado...

Pese a los peliagudo de la situación, iba siendo hora de poner en orden mis recuerdos, e intentar averiguar qué coño había pasado, cómo había llegado hasta allí. Intentaba, de forma infructuosa, hacer memoria, pero la verdad es que logré más bien poco, cosa que para nada me tranquilizó. Conseguía recordar estar sentado en un taburete de la barra del Absenta's, pero prácticamente nada más. Desde ahí a despertarme con los golpes en la puerta todo eran fogonazos, flashes, sombras, siluetas difuminadas, que por mucho que lo intentase no había forma de que reconstruyesen una historia medio coherente. Tenía el vago recuerdo de haber empuñado un arma durante la noche, seguramente una pistola, pero no era capaz de recordar ni dónde, ni cuándo, ni, y esto tal vez fuese lo peor, por qué ni contra qué o quién. Es más. ¿De dónde había salido aquélla pistola?
. De repente algo vibra en mi pantalón... tengo el sano vicio de quitar de cuajo esas estúpidas melodías del Nokia, a veces me dan ganas de asesinar a todos los estúpidos que en el interurbano me joden con sus vulgares sonidos y sus aún peores dimes y diretes... ¿ Pero qué me importa a mí lo que su jodida familia quiere para la comida ?. ¿ Y esa niñata histérica que discute con su amiga del alma, la misma que -seguro - le joderá al novio de su vida ?. Al cogerlo se corta la llamada, pero me sonaba vagamente tanto el número como la respiración, muy llena de vida cargada de sueños, y de reproches quizás injustos. Quizás he de tomarme una ducha, vomitar, o hacerlo todo a la vez y limpiar mi mente de todo lo que ahora se agolpa, como un puñetazo inmediato, en la poca sensatez que aún, espero, me queda.

Aquella llamada provocó en mi uno de esos escasos momentos de lucidez con los que el destino me sorprende de vez en cuando. No era ni el momento ni la situacion de andarse con pamplinas. Miré el reloj instintivamente, sin ver tan siquiera la hora que marcaba, le dí una ultima calada al que posiblemente sería el último cigarrillo de mi vida -vaya momento para dejar de fumar- y me encaminé sin vacilar a casa de Susana. Si había una persona en el mundo capaz de conocer la verdad, esta era Susana, si habia una persona en el mundo capaz de darme protección, esta era Susana, pero, ¿querría hacerlo?

Susana vivia a las afueras de la ciudad, en lo alto de un monte con vistas al puerto, en el ultimo piso de un bloque de apartamentos con aire esceptico, morena, rozando los cuarenta, ojos azules y piernas duras como rocas del mar, sin duda ella podria ayudarme y facilitarme algun contacto para conseguir una nueva identidad, el sol empezaba asomar por el este y el amanecer impasible arañaba los tejados de la ciudad.
LLamó a la puerta, la espera se me hace interminable, ruido de pasos, la mirilla.
¿Joder, que haces aquí a estas horas?. Solo una mirada. Me conoce bien sabe que hay problemas. Pasamos al salón. Por fin tabaco, enciendo un cigarrillo y el humo gris inunda mis pulmones devolviendome media vida.
Susana es como el tabaco, he intentado dejarlo mil veces, pero siempre acabo volviendo a caer. Recién levantada esta especialmente hermosa, muy hermosa. Debí haberme casado con ella, pero siempre he sido un gilipollas. Ahora ya no importa.
Susana denotaba tristeza. Mientras apuraba un trago de Cardhu con hielo, le contaba con voz temblorosa la vaga película que asolaba mi mente. Ella era una mujer fuerte, alta, delgada, como sacada de un largometraje de los años 40. La vida, le había enseñado a sufrir y a caminar, sin más ayuda que la de sus anchas e interminables caderas. La muerte de su madre cuando tan sólo era una niña, había curtido de cicatrices su alma y embellecido de forma notoria su figura.

Era tímida y se cohibía cuando se encuntraba entre varias personas, pero conmigo era muy explícita y pienso que la atracción era mutua, aunque ella además, me amaba. Antes de haber consumido la mitad de mi pitillo, ella estaba a orcajadas sobre mi, sobre la alfombra del salón, desnuda y dispuesta a recordarme lo que he perdido durante tantos años se sexo a disgusto y desvelos innecesarios, y tuve la impresión por un momento de que ella era conocedora de lo ocurrido la noche anterior. Ni siquiera me preguntó por Teresa, pero es imposible que ella pueda saber lo que había ocurrido. Tras 20 minutos de frenesí, me duché solo en su casa y empecé a contarle lo que recordaba de la noche anterior.

Durante una hora fuí desgranando mis vagos e imprecisos recuerdos, estar sentado en la barra del Absenta´s la pistola, la mirada insistente a mi reloj, esperando que sucediera algo o viniera alguien a una hora concreta...

Ese deslabazamiento de ideas parecía no llevar a ningún sitio. Susana ni gesticulaba ni se movía, ni siquiera decía nada sobre mi relato.

- No entiendo nada - dijo ella-. Es decir, lo único que recuerdas es lo que me has contado. ¿ En serio que no recuerdas nada más?.
- No - repuse tras un momento de reflexión-. No recuerdo nada más.

Sus ojos se abrieron, y de repente me di cuenta que ella sabía mas de lo que parecía, que me ocultaba algo.

- ¿ Hay algo que deba conocer y que me estás ocultando? - le pregunté.
- Que va, ¿ insinúas algo? - no me miraba a los ojos, tenía la mirada fija en la ventana que daba a la calle.
- No, pero a lo mejor me puedes ayudar a ordenar mis ideas.

No tenía buenas sensaciones. No me fiaba de Susana, otrora buena amiga. Su actitud me producía intranquilidad.

Nos mantuvimos en silencio diez minutos. El silencio se convertía en sopor, interrumpido por una llamada telefónica.

- Si - contesta ella.
...
- No, es un mal momento para eso - sigue al teléfono.
...
- Si, está conmigo- concluye.

Tras colgar me sonríe y se acerca.

- Tengo que contarte algo - dice Susana.
- ¿ Ahora?.
- Si, precisamente ahora.
- ¿recuerdas tu viaje a Suiza de hace unos meses?, dijo.

Pues claro que lo recordaba. Había sido un viaje largamente esperado por mí, pues yo era el encargado de presentar en la Basel de este año un grandísimo logro de mi compañía. Tan grande que seguramente el hecho de hacerlo público en la feria, marcase un hito en la historia de lo que hasta ahora había sido la relojería mecánica.
No en vano habíamos dedicado a su desarrollo más de cinco años y gastado cantidades obscenas de dinero. Tal había sido el gasto realizado que faltó poco para que la compañía se descapitalizara completamente.
Pero afortunadamente ese ímprobo esfuerzo dio su fruto, y lo que yo transportaba en mi maletín ese día, camino de la Basel; no tenía parangón. Incluso podía ser considerado pecaminoso: el primer mecanismo integramente de seda. Siempre, desde crío, alucinaba con los experimentos en la escuela, en esas cajitas de cartón llenas de capullos ( mucho más inteligentes que los que en la edad adulta conocí ) y esas hojitas verdes, y su fantástica transformación con el paso de los días. Como responsable de I+D de "Tempus Imaginarium Design " empezamos a investigar hasta sus últimas consecuencias las capacidades de reistencia y flexibilidad de tan maravillosa materia. Y lo conseguimos. Nuestro mecanismo es, indudablemente, el más liviano, bello y resistente. Es único. Y, por eso mismo, es peligroso.

Todos los sinsabores de estos años venian a mi mente y la golpeaban machaconamente, con una insistencia dolorosa. Susana me miraba perpleja sin terminar de comprenderlo. Ella no habia sido solamente una inversora capitalista ávida de fama y reconocimiento mundial. Se había implicado en este proyecto tanto como Mr. Boyle y yo, y los tres eramos los únicos que conociamos al dedillo todos los entresijos del proyecto. Solamente uno de nosotros podía haber traicionado tanta implicacion, tanto trabajo, tanta amistad.....

No quedaba tiempo, apenas venticuatro horas y todo este ingente esfuerzo y dinero se iría al garete de una forma definitiva. Era el tiempo de encontrar al cupable, pero sobre todo, de que no se saliese con la suya. Habia demasiado en juego.

Enfrascado en mis pensamientos no reparé en que Susana habia empezado a contarme lo que sucedió durante mi viaje a Suiza.

- Ese viaje fue un error. Para los dos - oí que decía mi amiga.

Y algo más añadió que, seguro, me enfureció. Sonaba la impagable voz de Tom Waits y los gritos camuflaron la bella "Take it with me". Sólo recuerdo que, al cerrar la puerta, el corazón de Susana lloraba, literalmente, en mi mano.
Yo me pregunté si no sería cosa de decírselo ahora; recibiría la ducha fría justo en el momento en que estaba desnuda, llena de la felicidad que le daba aquel sitio tan bonito. Pero cuando me volví hacia ella y vi sus hombros delicados, con los brazos levantados, y quitarse la falda por la cabeza, se me fueron las ganas. Tanto más cuanto que ella decía, siempre con su voz cariñosa, no te creas que no me doy cuenta, me estás mirando.

Sí, la miraba de esa manera injusta, porque no es de recibo desearla tanto y negarlo displicentemente, como un tahúr que hace equilibrios entre lo real y aquello que se alimenta de mentiras. La miraba posesivamente, porque adiviné en ese momento que era nuestro último intento por sobrevivirnos, y me entristecí. Ella sonrío dulcemente y me llevó, de nuevo, a la Eternidad.




CAPITULO II

Mi nombre es otro pero me llamo Nieve. Tengo 41 años y un culo precioso, como todo el mundo sabe. No uso tarjetas de visita porque siempre que quedo con alguien acostumbro a matarlo, así que se me disculpará la descortesía. Prefiero la daga a otros utensilios, es discreta y muy efectiva, me produce un placer casi sexual ver los últimos espasmos de mis víctimas. Algunas mueren mientras follamos, quizás tendré que preguntar a mi psiquiatra qué extraño designio me lleva a encadenar ambos placeres. Suerte que no ocurre siempre, también me gusta querer a quien lo merece. Y Otis era mi preferido. Siempre ha sabido encandilarme con su preciosa colección de Soul, las parodias de un cómico que es feo y su despistado aire de hombre encantador. Lo conocí (¿ o quizás fue él ? ) en un local del Barrio Gótico, muy de madrugada, recuerdo que Lene Lovich presentó un disco suyo, que como siempre resultó peor que su presencia. Es por ella que llevo seis aros en mi cuerpo, y también desde esa noche no me he quitado el Angelus Chronodato que le gané en una apuesta a él. Me emocionó – a mí, que siempre me burlo de esas memeces – que supiera perder tan elegantemente, pero creo que ganó él con la fiesta que le monté poco después en mi casa. Nos hemos visto varias veces desde entonces, y hoy deseo verlo. Porque tengo algo importante, seguro.
Mientras me afeito pongo la versión en directo de “Take Five”, qué estilazo indefinible Dave Brubeck y su banda, me lo pido en mi entierro para animarme. Hoy no estoy de humor, mejor dicho, estoy que no sé como estar. Espero que Otis me alegre el cuerpo y el día, porque yo se lo voy a joder, sin duda. La charla que pillé sin querer en ese chat de intercambios tendrá más consecuencias de las que me imagino, y yo imagino mucho… No sé, me extraña que no me haya contestado el sms que le he escrito, pero ha tenido tiempo de pensar en ello, y ya sabe que no me gusta que me hagan esperar. Igual le castigo un poco, y ni le beso cuando llegue.

¿Sere capaz? Otis derrumbaba siempre todos mis esquemas con una mirada. No se de donde procedia aquella mirada animal que siempre fustigaba mi animo hasta hacer añicos cualquier atisbo de resistencia. Y él lo sabia. Sabía que el juguete roto de mi espiritu se desvanecía siempre como el algodon de feria en una boca que se moría por recibir de la suya el jugo de su alma. Lo esperaba, si, y esperaba quizas hacerle daño, pero era inevitable. Mis razones eran otras, mi vida en definitiva, era otra, pero Otis estaba allí, en una esquina de mi existencia, perturbandola.
Oir sus pasos ascendiendo lentamente por la escalera me rescató definitivamente hacía la realidad que me esperaba, que nos esperaba a ámbos. Ni por arte de magia, podría saber Otis lo que sucedería.

-“¡¡¡ Las tengo, tengo las entradas, tengo las entradas !!!” , y no sé si sus gritos me desconcertaron tanto o más que su abrazo. Estaba exultante, eso lo hacía más irresistible, y le perdoné incluso que me abandonase unos instantes, justo para abrir el frigorífico y sacar uno de esos zumos raros que colecciona y yo le compro.

- He pasado por el local, cierro hasta el lunes, esto se lo vale – dijo a medio trago, y empezó a canturrear algo que siempre repite cuando está feliz, y no entiendo esa manía, porque la melodía es tristísima:

“ Rest your head my love;
Rest your tired limbs;
Leave your mind at peace, at peace, at peace,
What are you thinking now?

Thinking of a girl
As golden as the sun
She loved me noy like you, like you, like you
Pray do you love me more?

It´s hard to say for sure,
A child, sixteen, was I
Both virgins did we buy, we buy, we buy
You loved her more than me

She left me one dark night
She took my heart for free
I´ve seen her not since since then, since then, since then,
God if I saw her now”

-Me ha costado más de lo necesario, pero esto será grande, y tú estarás conmigo – y no supe qué decir. Así que le besé, no sé cuantas veces, y luego la desnudez lo llenó todo, y los placeres que nos gustan a ambos lo decían todo. Esos placeres que no comprenden de ortodoxias ni estilos, esas emociones ancestrales que van más allá del inútil amasijo de huesos haciendo el amor, esas silenciosas palpitaciones que retumban en toda mi piel excitada… Otis sabe amarme, y este lujo tan preciado merece algún sacrificio por mi parte, de todas maneras acompañarle a ese concierto tampoco es un desastre, aunque me lleve al país más aburrido de Europa .

-Nieve, nos vamos a Ginebra, es mi regalo de cumpleaños – me besó otra vez como si fuese la primera.

-Ya sabes que aún faltan unas semanas… ¿ o no hablas de mí ? – añadí, burlona, porque sabia que no estaba dedicado a mí el homenaje.

-Hablo de lo que desde los 16 años estoy esperando, y espero que éllos aún estén pletóricos. Y mira, me da igual como estén, sé que será un descubrimiento. ¡¡¡ Por fín Steve Hackett y Anthony Phillips juntos en directo !!!. Y Lorraine me ha enviado esta mañana las invitaciones, sólo pudo conseguir las de Suiza, en Berlín fue imposible. No te he llamado porque me he pasado todo este tiempo preparando la escapada, ya he puesto un cartel en el “Absenta´s House” que queda chapado hasta que vuelva.

Otis es así, capaz de anteponer su pasión a su negocio. Supongo que, realmente, confluyen diluyéndose, y por eso es alguien alegre. Es bello verle sonreir, y sé cómo es de difícil hacerlo de verdad. Y su apasionamiento vital lo contamina todo, por ello su bar tiene esa mítica en la ciudad. Alguien me explicó que lo abrió sólo por el disfrute de escuchar con colegas la música que le gustaba, y resultó que a muchos les apasionó. Algunos días actuaban grupos totalmente eclécticos, pero en común tenían su espléndida calidad, y eso lo ha mantenido en 20 años que ha cambiado todo, excepto su buen gusto. El “Absenta´s House”, más que una joya entre tanta mediocridad, es un refugio. Sus dos niveles aprovechan los antiguos muros de unos baños medievales y, como en el Gimlet, caben todos los que desean venir. Otis y Mayra – creo que es de las pocas mujeres que me caen bien - conocen sus caprichos, y la parroquia agradece el detalle. Yo siempre he ido a los bares ( ¡ qué manía más esnob eso de llamarles locales de copas ! ) para no sentirme como en casa ( otra gilipollez ) , sinó en otro mundo, y ellos me los ofrecen todos. Reconozco que iria igualmente sólo por él, pero eso es algo inconfesable en una persona como yo que siempre, como todo el mundo sabe, no necesita a nadie.

- Lorraine nos deja su piso, bueno, ella estará en la ciudad pero no sé si podremos verla, ya sabes como enloquecen los responsable culturales cuando los acontecimientos son de primera. Y tengo entendido que, además, esos días hay una movida de relojes, o una exposición mundial, no sé, vaya, que su cargo la obliga a estar es todos los saraos, me ha repetido que las llaves son las mismas de la otra vez – me explicó, como si hubiese de justificarme algo.

- Vale, ya sabes que prefiero no coincidir con ella. Porque entonces no te invitará nunca más. - , le musité cerca del oido, mientras le mordía sin cuidado.

- Oye, dime, el mensaje que me has dejado en el móvil…me hablas de una charla extraña, de algo que crees puede tener que ver con Susana… - Otis suspiró, pero no era por mi boca, sinó de desazón, casi de hastío. Me puse a horcajadas encima de él, y se lo dije:

- Tu hermana ha montado un nuevo follón. Otra vez. Y ésta le ha salido mal, creo que…

Otis puso suavemente su dedo en mis labios, entendí que no quería escuhar nada en ese momento. Nada que no fuese nuestro. Ella podía esperar.




CAPITULO III

Era implacable. Era eficiente. Era exigente. Era obstinada. Era perfecta. Era infeliz. Por eso no le agradó descubrir que entre sus colaboradores recibía el sobrenombre La Exacta, y le provocaba una hilarante molestia esa leyenda que su control era tan absoluto que incluso se regulaba en minutos precisos sus propios orgasmos. Lorraine llegó la primera, y estaba revisando ya los protocolos de acontecimientos clave en la ciudad. Los cristales de la oficina principal de la IAC – Instituto de Acciones Culturales mostraban el mismo cansancio que la mañana, cubierta de neblina y frío intenso, el mismo que tanto costó superar en su primera época en el país del que disparaba a manzanas. Llegó abandonando algo más que un matrimonio equivocado, como todos, y suplió el encanto de la vida mundana por la severidad de un mundo que siempre le parece postizo. Casi hipócrita, sería más acertado. Y se aprovechó de esa particular faceta para conseguir sus propósitos, sin prejuicios y a costa de quien fuese, eso hacen los supervivientes. Y los que nunca dejan de huir.
Lorraine ladeó su cabeza, y miró disgustada el texto del mail que acababa de recibir. No le hacía ninguna gracia que su hijo viniese con su amante, pero sabía que no estaba en condiciones de recriminarle nada y, además, era culpa suya.

- Tendría que haberle enviado una sola invitación - , se resignó en voz alta. En el fondo deseaba reencontrarse con Otis, fueron muchos años sin saberse y los reproches habían quedado atrás, como siempre pasa. Ella había marchado para sentirse viva, y hay ocasiones que llega a conseguirlo, en esa ciudad sin nada, sin alma, sin apenas motivos para pisarla. A veces, Lorraine cree que hay cárceles de prados verdes y lagos con bichos mucho más insufribles que las de clásicos barrotes.

Como podia ser que, ella, otrora rigida, impasible, fria, lejana, se tornase en una criatura amedrentada por la situacion. Siempre habia hecho lo que su cerebro le había dictado, sin importarle las consecuencias que de sus actos -frecuentemente errados- se habian derivado. Acostumbrada a las bofetadas de sus seres proximos -que no queridos- siempre habia reaccionado pisando fuerte las tripas de quien osara contrariarla. Hoy no podia. Sabia que Otis le haría todas las preguntas de las que habia huido siempre, con la salvedad que este callejon no tenia escapatoria, en unos minutos, Otis y su amante estarían delante de ella, y era tiempo ya de contarle todo lo que sabia. ¿Podria?

A Lorraine no le había llegado el período con la puntualidad acostumbrada y quizá por eso estaba más susceptible de lo habitual, pero aunque no hubiese sido así, jamás volvería a aceptar un acuerdo a tres con su hijo y con su amante. Lo que ocurrió hace casi un mes fue una locura, y jamás habría de volver a suceder, al fin y al cabo todo el mundo hace tonterías, aunque quizá ésta dejase secuelas porque su instinto femenino le decía que el hijo que acababa de concebir podría no ser de Otis, que ya era de por sí relevante, sino de su propio hijo, y sólo con pensarlo un vómito le venía de inmediato. El incesto había entrado en la vida de Lorraine y no sabía a quien contárselo.

El Padre Angel estaba sentado en su despacho. Al mismo se accedía por la sacristía, una vez cruzado todo el ala derecha de la Iglesia de Santa María. Hacía más de dos años que ella no visitaba el templo. Su confianza con el religioso había sido una constante en los muchos devaneos que habia soportado en su vida. Don Angel preparaba la misa de 12 cuando Lorraine golpeó con suavidad la puerta entreabierta.
- Adelante, ¡Que visita tan agradable!
- Siento molestarle Padre
- No es ninguna molestia hija, pero creo que te sucede algo, esa cara no refleja mucha alegría que digamos.
Las lágrimas comenzaron a brotar de forma incesante en el rostro de Lorraine, mientras el sacerdote se levantaba de su escritorio.
- Salgamos fuera hija.
El templo era sobrecogedor a esas horas, sin oficio religioso de por medio. El silencio se hacia notar y el único sonido provenía de los continuos gimoteos de Lorraine. Una vez ubicados en uno de los bancos, hacia la mitad del pasillo central, Lorraine comenzó a hablar.

Y, una vez terminó, no esperó a escuchar comentario alguno. Se levantó apoyando su mano en el cariacontecido párroco, y salió sin prisas a buscar una salida. El frío continuaba siendo molesto, y llamó con el móvil a uno de sus subalternos, para que se ocupase de algunos asuntos y una cosa más. No estaba muy alejada de la antigua estación central, ahora en desuso por otra mucho más moderna e insípida de alguien con mucho nombre y peor estilo. Mientras silbaba “Bird guhl” rememoró una antigua amistad, y pensó que le gustaría decirle todo aquéllo que siempre una se calla y, en venganza, esos silencios no dejan jamás de gritar sin pausa en la memoria. Pensó en la belleza de una danza festiva, en el jolgorio de las calles y los goces de los cuerpos, en libros sin leer y lecturas olvidadas, en tonterias sin cuento y cuentos de fábula, en manos queridas y amantes caricias, en lo que no sabía y ya daba igual, y en lo que igualmente consideraba inútil y, sin embargo, no podía faltarle. Pensó que él la perdonaría, y cerró los ojos.
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Otis salió del vestíbulo con el mensaje escrito en un papel pequeño, como Lorraine había exigido al responsable de invitados de la sede del IAC. Se sentó en la barandilla izquierda, mientras Nieve comía un dulce enorme que no le habían permitido entrar al edificio. No parecía enfadado.
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- Ya te dije que es difícil quedar con las altas instancias, y más si eres su hijo. Ha dejado recado de la imposibilidad de comer juntos, y que le perdone -, señaló mientras lanzaba la nota en un hueco de la escultura anexa. Se oía una sirena entre el tránsito, y le dio por imitar guturalmente la escena.
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- Vayamos a casa, quiero ducharme y estar encantador para el concierto, y olvidarme de esa malnacida -, masculló Nieve, quizás por el agotamiento del viaje y de unos zapatos imposibles. Quería tumbarse en algún sitio y dormir –bueno, eso es un decir – hasta el momento de ir al Palais des Artistes. Seis horas no es tiempo en Ginebra.
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Se dirigieron a paso rápido, mientras curioseaban en los escaparates suntuosos y los cafés de cuidada imagen , a <?xml:namespace prefix = st1 ns = "urn:schemas-microsoft-com:office:smarttags" /><st1:personName ProductID="la Rue" w:st="on">la Rue</st1:personName> du Rêve. Acababan de cruzar el portal del señorial edificio cuando les sorprendió una voz , pero aún más el atuendo de quien les conminó a acompañarles.
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Esa noche, alguien que no lo esperaba acudió, con quien le vino en gana, a una impecable velada de dos mayúsculos guitarristas, después de encontrarse unas entradas en el suelo, en una calle de bello nombre. Otis llevaba entonces largo tiempo con los forenses y el personal autorizado para esas cuestiones. Le explicaron que la repatriación del cuerpo tardaría unos días, pero entendió que no podía negarse. Pidió un teléfono – se había agotado la batería del celular – y llamó a Mayra. La conversación fue corta, no hizo falta nada más.
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Nieve, por primera vez en su vida, lloró.



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CAPITULO IV

En otra parte del mundo había quien se frotaba las manos pensando lo que iba a suceder. Algo preparado, meditado y que en todo el mundo sería noticia de portada. No se podía evitar. Todo confluía para que se produjera lo que era inevitable. Iba a ser una sorpresa. Nadie lo esperaba.

En el aniversario del 11-S era otra la preocupación. Eran otros los preparativos, otras torres conmemorativas, otras ideas para compartir. Esos "otros" estaban dedicados a sus cosas sin prestar atención a lo que se estaba gestando.

Tony era agresivo. No tenía esa agresividad física que sus 195 centímetros de altura y 130 Kg de peso parecía presagiar. Era una agresividad gestual, no dar su brazo a torcer, rebatir las ideas de los demás, desde la educación y el saber estar que le dió sus años de preparación religiosa. Desde que en Italia mantuvo aquellos contactos, en su personalidad se aunaba las ganas de agradar a sus superiores y el no solicitar la ayuda de los demás para cumplir sus cometidos.

En su casa, el despacho lo presidía una pizarra, de las antiguas de corcho, en la que se veían nombres, caras, paisajes, mezclados pero no revueltos. Otis, Susana, Basilea y Ginebra, Nieve, Lorraine y varias flechas que apuntaban a una palabra: Día D. 12:00 PM.

No estaba nervioso. Lo que tenía que suceder iba a producirse. Y nadie lo impediría (...)

“ Mr. Boyle, hemos efectuado el pago según lo convenido “, escuchó satisfecho por el auricular, y lanzó un dardo a la foto de Lorraine. Tony nunca le perdonó que se fugase del hogar, y peor que lo hiciese dejando una criatura de meses, cuando eso era algo fuera de su incumbencia. Su relación fue exclusivamente interesada, al menos por su parte. Tony pertenece a una ilustre familia, de ésas que podríamos definir “con posibles”. Es decir, podrido de pasta y sin escrúpulos. Ya algún antecesor suyo influenció adecuadamente en las más importantes acciones producidas – a todos los niveles - de las décadas pasadas, y él no quería ser menos. Se lió con esa estilizada chica, tan comedida y prudente, esencialmente porque no le replicaría todas sus correrías. Y porque emparejarse con una de las fortunas más notables del sector químico era, de entrada, la bomba. Tony siempre ha sido así, un mezquino. Y mecenas, porque está muy bien visto – y te ven muy bien – apoyar proyectos culturales, solidarios, y sobretodo de apoyo a los niños, panda de memos que no hacen más que joder a los mayores. Pero nadie desgrava como ellos.<o:p></o:p>
Su soberbia era proporcional a su fortuna. Inmensa. Porque además era hábil y oportunista, y le salía de narices. Había invertido en múltiples sectores, y tenía de todo. Menos encanto y elegancia, porque un estúpido no comprende conceptos tan herméticos. Era, definitivamente, asquerosamente rico. Y, más que nada, asqueroso. Cuando tuvo la oportunidad ( con todas las malas artes y triquiñuelas, porque sinó no le parece honrado ) de apropiarse de la patente del proyecto desarrollado por “Tempus Imaginarium Design” ni se molestó en despedir al que se había dejado el alma en esa maravilla, y lo mantiene vivo sólo porque aún ha de aportarle más gloria. Claudio es un genio, y ya sabemos que siempre conceden tres deseos, así que Mr. Boyle aún reclamaba los restantes. Con esa identidad apareció como salvador de la empresa de biotecnología, cuando los creditores estaban hartos de no ver resultados. Pero eso no le importaba a Tony. Sabe esperar, cuando sabe que tiene todo a su favor. Y no dudó ni un instante – así actuan los ganadores – porque ya tenía conocimiento de todo lo que allí surgiría. De algo había de servirle sostener a Susana, otro estorbo de un mal polvo con una pija imbécil, pero que aún le llamaba papá y había heredado el cuerpazo de las diosas prohibidas. Susana tenía un grave problema : incontinencia verbal. Pero para él resultaba, en ocasiones, todo un privilegio, porque ella era tan zorra que se liaba con respetables hombres de negocios, y les sacaba ( su lengua era habilidosa hasta el extremo ) todos sus secretos. Nadie puede imaginarse, en verdad, el precio a qué se cotizan ciertos silencios, pero esa llamada mostraba, de nuevo, que la honorabilidad familiar muchos depravados la valoran al máximo.<o:p></o:p>
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- Asï aprenderäs que ciertas meadas son perjudiciales -, dijo riéndose zafiamente, mientras apuraba su malta, siempre con dos hielos en forma de pez. <o:p></o:p>
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Guardó el sobre con las fotos del mediocre politicastro en obscena actitud, y miro distraidamente la prensa que el mayordomo había dispuesto, como cada mañana, en la mesa de póker. Le gustaban esos tabloides extranjeros, y era de las pocas cosas que podía reconocérsele en su haber : nunca tuvo que esforzarse nada en los idiomas, los asimilaba con gran rapidez, y alguien llegó a decir en un selecto local de mujeres agradables que su conversación resultaba más fluída en finés que en cualquie otro. A veces se entretenía con los pasatiempos germanos, o comparaba la tipografía de las edciones inglesas con las transalpinas, o se burlaba sin reparos de lo feos que siempre salen los mandamases del turno, los mismos que comían en su mano si él les dejaba… En el noticiero alemán reparó en una nota, acompañada de una imagen conocida. Se detallaba el fallecimiento de una prestigiosa responsable cultural, al parecer electrocutada accidentalmente, en la ciudad que Tony iba a visitar en pocas horas. <o:p></o:p>
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Un nuevo dardo, con más rabia aún, destrozó la mejilla de la ya maltrecha imagen de Lorraine. Abrió el compartimento de mármol que estaba en la repisa, al lado de la cornamenta de ciervo de los Urales. Miró con deleite el mecanismo, extraordinariamente arropado en una caja de diamante más cautivadora que un pecado por probar. Nunca había sentido tanta emoción, y sabía que mañana el mundo estaría a sus pies. Cerró su futuro con cuidado y, antes de salir del salón, lanzó 3 dardos más. Ninguno acertó su objetivo.<o:p></o:p>
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<o:p>CAPITULO V</o:p>
 
  • #44
Los recuerdos me habian impedido conciliar el sueño. Mientras el café humeante trataba de poner orden en mis pensamientos, no dejaba de mirar insistentemente el reloj ya que el bisel unidireccional no cuadraba exactamente con las 12 horas. Parece mentira pero puedo llegar a ser tan raro. No obstante el motivo de mi insomnio no era éste, no tenía nada que ver con las cosas materiales. El problema no dejaba de darme vueltas en la cabeza. La policía estaba detrás de la pista y la coartada parecía que que se desmoronaba por momentos. Busqué en mi agenda el número de aquella chica que conocí esa noche, Helena, y, a pesar de las altas horas de la madrugada marqué desde mi móvil NOKIA N95, 659 02..... El teléfono sonó varias veces, estaba a punto de desistir pero una voz sensual como pocas me contestó: buenas noches, quien llama a estás horas? Quede totalmente prendido, le contesté y dimos rienda suelta a nuestras lenguas. De nuevo comprobé que no es cierto - como decía mi madre - que no es bueno llamar más allá de las 10 de la noche. Ya es estos momentos los placeres ocultos se permiten todas las licencias, y decidimos que la virtualidad es más adecuada mutarla en verades tangibles, y más si hay en juego algo más que sonrisas inventadas o deseos a media voz. No creí que viniese, pero reconocerla al cruzar el umbral del "Absenta´s House" resultó, como mínimo, emocionante: todas las mujeres son aún más bellas si mienten.
De repente, se oyó un ruido de pasos en la escalera.
Alguien, desde la sombra aporreó mi puerta, sobresaltándome. El gató saltó del sofá y salió huyendo. Aquello no podía significar mas que una cosa...
Si no estoy en el Absenta House... Todo ha sido un sueño... Jooder!! Por un momento pensé que me estaba volviendo heterosexual.. un momento.. soy heterosexual.. puaj!.. la maldita resaca resuena a mi con cada golpe en la dichosa puerta.. ¿que hora es..?.. ¿donde demonios esta mi Rolex..?... ¡Ya va!.. ¡Ya va..!... ¿Donde demonios estan mis pantalones...?.. La noche debió ser ajitada, ya he perdido dos cosas..
Una de ellas ha debido ser la decencia porque no encuentro mi ropa interior, pero lo que más temo es haberla perdido a ella. La conciencia nunca me molestó o inquietó lo más mínimo, pero saberme abandonado es más insoportable que las responsabilidades que habré de asumir ante la Justicia y ante Dios.
¡Dios mio! ¿Que es esa mancha que hay en la alfombra? ¡Parece sangre!
-En la alfombra se veía una mancha roja, oscura, mas o menos redonda, de un tamaño de unos 90 centímetros...
-y... ¿Donde está Teresa? ¿A donde ha ido el maldito gato?
Rapidamente la pupila observo un paquete de Marlboro, me dispuse a encender un pitillo mientras mi mente agrupaba ideas sueltas y absurdas, risas y copas, cubitos de hielo y perfume, cuando en mi mano apunte una cajetilla de cerillas con el logo impreso "The Buda club", no lograba recordar nada de ese lugar ¿ acaso pase por alli tras salir del Absenta House ? ¿ donde estaba el gato ?

No dí más de tres caladas, que me llenaron los pulmones hasta casi perder el conocimiento, hacía calor y el maldito ventilador revolvía el ambiente calentorro que una noche de agosto. Aquella mancha de sangre...no recordaba nada. Junto al paquete de Marlboro una botella vacía de Champám barato y una copa con una marca de carmín. ¡ Teresa !, ahora lo recuerdo todo...
- Pom Pom Pom, otra vez la puerta.
-Aquel ruido interrumpió el hilo de mis pensamientos. debía huir. Nadie debía saber que aquella noche yo había estado en aquella casa.
Abrí la ventana y me deslice al patio sin hacer ruido.

Dos coches de policiá estaban aparcados prudentemente, la sombra de un tipo que cruzaba la calle, me hizo rodar por el suelo y casi caigo encima de una m...de un puto perro. De pronto pensé, ¡ Dios ! me he dejado la cartera y el tabaco...estoy perdido. No sabía qué hacer, tenía que buscar una forma de salir de la ciudad, pero no tenía dinero dinero ni documentación...

Sin embargo, con cuerte, sin ser visto y pasar desapercibido, ahi comienzo mi marcha, todos esos recuerdos me cruzan, fugaces, la calle oscura invita a meditar detenidamente, a cada paso ideas van y vienen, y no concluyo nada, no puedo ordenar mis putos pensamientos. Decido pues, ir a donde ese jóven, delgado, alto, recargado en aquel candil y fumando un cigarrillo, posiblemente logre obtener algo de pasta, o al menos un cigarrillo, !que va!, la suerte le sonríe al osado...

Pese a los peliagudo de la situación, iba siendo hora de poner en orden mis recuerdos, e intentar averiguar qué coño había pasado, cómo había llegado hasta allí. Intentaba, de forma infructuosa, hacer memoria, pero la verdad es que logré más bien poco, cosa que para nada me tranquilizó. Conseguía recordar estar sentado en un taburete de la barra del Absenta's, pero prácticamente nada más. Desde ahí a despertarme con los golpes en la puerta todo eran fogonazos, flashes, sombras, siluetas difuminadas, que por mucho que lo intentase no había forma de que reconstruyesen una historia medio coherente. Tenía el vago recuerdo de haber empuñado un arma durante la noche, seguramente una pistola, pero no era capaz de recordar ni dónde, ni cuándo, ni, y esto tal vez fuese lo peor, por qué ni contra qué o quién. Es más. ¿De dónde había salido aquélla pistola?
. De repente algo vibra en mi pantalón... tengo el sano vicio de quitar de cuajo esas estúpidas melodías del Nokia, a veces me dan ganas de asesinar a todos los estúpidos que en el interurbano me joden con sus vulgares sonidos y sus aún peores dimes y diretes... ¿ Pero qué me importa a mí lo que su jodida familia quiere para la comida ?. ¿ Y esa niñata histérica que discute con su amiga del alma, la misma que -seguro - le joderá al novio de su vida ?. Al cogerlo se corta la llamada, pero me sonaba vagamente tanto el número como la respiración, muy llena de vida cargada de sueños, y de reproches quizás injustos. Quizás he de tomarme una ducha, vomitar, o hacerlo todo a la vez y limpiar mi mente de todo lo que ahora se agolpa, como un puñetazo inmediato, en la poca sensatez que aún, espero, me queda.

Aquella llamada provocó en mi uno de esos escasos momentos de lucidez con los que el destino me sorprende de vez en cuando. No era ni el momento ni la situacion de andarse con pamplinas. Miré el reloj instintivamente, sin ver tan siquiera la hora que marcaba, le dí una ultima calada al que posiblemente sería el último cigarrillo de mi vida -vaya momento para dejar de fumar- y me encaminé sin vacilar a casa de Susana. Si había una persona en el mundo capaz de conocer la verdad, esta era Susana, si habia una persona en el mundo capaz de darme protección, esta era Susana, pero, ¿querría hacerlo?

Susana vivia a las afueras de la ciudad, en lo alto de un monte con vistas al puerto, en el ultimo piso de un bloque de apartamentos con aire esceptico, morena, rozando los cuarenta, ojos azules y piernas duras como rocas del mar, sin duda ella podria ayudarme y facilitarme algun contacto para conseguir una nueva identidad, el sol empezaba asomar por el este y el amanecer impasible arañaba los tejados de la ciudad.
LLamó a la puerta, la espera se me hace interminable, ruido de pasos, la mirilla.
¿Joder, que haces aquí a estas horas?. Solo una mirada. Me conoce bien sabe que hay problemas. Pasamos al salón. Por fin tabaco, enciendo un cigarrillo y el humo gris inunda mis pulmones devolviendome media vida.
Susana es como el tabaco, he intentado dejarlo mil veces, pero siempre acabo volviendo a caer. Recién levantada esta especialmente hermosa, muy hermosa. Debí haberme casado con ella, pero siempre he sido un gilipollas. Ahora ya no importa.
Susana denotaba tristeza. Mientras apuraba un trago de Cardhu con hielo, le contaba con voz temblorosa la vaga película que asolaba mi mente. Ella era una mujer fuerte, alta, delgada, como sacada de un largometraje de los años 40. La vida, le había enseñado a sufrir y a caminar, sin más ayuda que la de sus anchas e interminables caderas. La muerte de su madre cuando tan sólo era una niña, había curtido de cicatrices su alma y embellecido de forma notoria su figura.

Era tímida y se cohibía cuando se encuntraba entre varias personas, pero conmigo era muy explícita y pienso que la atracción era mutua, aunque ella además, me amaba. Antes de haber consumido la mitad de mi pitillo, ella estaba a orcajadas sobre mi, sobre la alfombra del salón, desnuda y dispuesta a recordarme lo que he perdido durante tantos años se sexo a disgusto y desvelos innecesarios, y tuve la impresión por un momento de que ella era conocedora de lo ocurrido la noche anterior. Ni siquiera me preguntó por Teresa, pero es imposible que ella pueda saber lo que había ocurrido. Tras 20 minutos de frenesí, me duché solo en su casa y empecé a contarle lo que recordaba de la noche anterior.

Durante una hora fuí desgranando mis vagos e imprecisos recuerdos, estar sentado en la barra del Absenta´s la pistola, la mirada insistente a mi reloj, esperando que sucediera algo o viniera alguien a una hora concreta...

Ese deslabazamiento de ideas parecía no llevar a ningún sitio. Susana ni gesticulaba ni se movía, ni siquiera decía nada sobre mi relato.

- No entiendo nada - dijo ella-. Es decir, lo único que recuerdas es lo que me has contado. ¿ En serio que no recuerdas nada más?.
- No - repuse tras un momento de reflexión-. No recuerdo nada más.

Sus ojos se abrieron, y de repente me di cuenta que ella sabía mas de lo que parecía, que me ocultaba algo.

- ¿ Hay algo que deba conocer y que me estás ocultando? - le pregunté.
- Que va, ¿ insinúas algo? - no me miraba a los ojos, tenía la mirada fija en la ventana que daba a la calle.
- No, pero a lo mejor me puedes ayudar a ordenar mis ideas.

No tenía buenas sensaciones. No me fiaba de Susana, otrora buena amiga. Su actitud me producía intranquilidad.

Nos mantuvimos en silencio diez minutos. El silencio se convertía en sopor, interrumpido por una llamada telefónica.

- Si - contesta ella.
...
- No, es un mal momento para eso - sigue al teléfono.
...
- Si, está conmigo- concluye.

Tras colgar me sonríe y se acerca.

- Tengo que contarte algo - dice Susana.
- ¿ Ahora?.
- Si, precisamente ahora.
- ¿recuerdas tu viaje a Suiza de hace unos meses?, dijo.

Pues claro que lo recordaba. Había sido un viaje largamente esperado por mí, pues yo era el encargado de presentar en la Basel de este año un grandísimo logro de mi compañía. Tan grande que seguramente el hecho de hacerlo público en la feria, marcase un hito en la historia de lo que hasta ahora había sido la relojería mecánica.
No en vano habíamos dedicado a su desarrollo más de cinco años y gastado cantidades obscenas de dinero. Tal había sido el gasto realizado que faltó poco para que la compañía se descapitalizara completamente.
Pero afortunadamente ese ímprobo esfuerzo dio su fruto, y lo que yo transportaba en mi maletín ese día, camino de la Basel; no tenía parangón. Incluso podía ser considerado pecaminoso: el primer mecanismo integramente de seda. Siempre, desde crío, alucinaba con los experimentos en la escuela, en esas cajitas de cartón llenas de capullos ( mucho más inteligentes que los que en la edad adulta conocí ) y esas hojitas verdes, y su fantástica transformación con el paso de los días. Como responsable de I+D de "Tempus Imaginarium Design " empezamos a investigar hasta sus últimas consecuencias las capacidades de reistencia y flexibilidad de tan maravillosa materia. Y lo conseguimos. Nuestro mecanismo es, indudablemente, el más liviano, bello y resistente. Es único. Y, por eso mismo, es peligroso.

Todos los sinsabores de estos años venian a mi mente y la golpeaban machaconamente, con una insistencia dolorosa. Susana me miraba perpleja sin terminar de comprenderlo. Ella no habia sido solamente una inversora capitalista ávida de fama y reconocimiento mundial. Se había implicado en este proyecto tanto como Mr. Boyle y yo, y los tres eramos los únicos que conociamos al dedillo todos los entresijos del proyecto. Solamente uno de nosotros podía haber traicionado tanta implicacion, tanto trabajo, tanta amistad.....

No quedaba tiempo, apenas venticuatro horas y todo este ingente esfuerzo y dinero se iría al garete de una forma definitiva. Era el tiempo de encontrar al cupable, pero sobre todo, de que no se saliese con la suya. Habia demasiado en juego.

Enfrascado en mis pensamientos no reparé en que Susana habia empezado a contarme lo que sucedió durante mi viaje a Suiza.

- Ese viaje fue un error. Para los dos - oí que decía mi amiga.

Y algo más añadió que, seguro, me enfureció. Sonaba la impagable voz de Tom Waits y los gritos camuflaron la bella "Take it with me". Sólo recuerdo que, al cerrar la puerta, el corazón de Susana lloraba, literalmente, en mi mano.
Yo me pregunté si no sería cosa de decírselo ahora; recibiría la ducha fría justo en el momento en que estaba desnuda, llena de la felicidad que le daba aquel sitio tan bonito. Pero cuando me volví hacia ella y vi sus hombros delicados, con los brazos levantados, y quitarse la falda por la cabeza, se me fueron las ganas. Tanto más cuanto que ella decía, siempre con su voz cariñosa, no te creas que no me doy cuenta, me estás mirando.

Sí, la miraba de esa manera injusta, porque no es de recibo desearla tanto y negarlo displicentemente, como un tahúr que hace equilibrios entre lo real y aquello que se alimenta de mentiras. La miraba posesivamente, porque adiviné en ese momento que era nuestro último intento por sobrevivirnos, y me entristecí. Ella sonrío dulcemente y me llevó, de nuevo, a la Eternidad.




CAPITULO II

Mi nombre es otro pero me llamo Nieve. Tengo 41 años y un culo precioso, como todo el mundo sabe. No uso tarjetas de visita porque siempre que quedo con alguien acostumbro a matarlo, así que se me disculpará la descortesía. Prefiero la daga a otros utensilios, es discreta y muy efectiva, me produce un placer casi sexual ver los últimos espasmos de mis víctimas. Algunas mueren mientras follamos, quizás tendré que preguntar a mi psiquiatra qué extraño designio me lleva a encadenar ambos placeres. Suerte que no ocurre siempre, también me gusta querer a quien lo merece. Y Otis era mi preferido. Siempre ha sabido encandilarme con su preciosa colección de Soul, las parodias de un cómico que es feo y su despistado aire de hombre encantador. Lo conocí (¿ o quizás fue él ? ) en un local del Barrio Gótico, muy de madrugada, recuerdo que Lene Lovich presentó un disco suyo, que como siempre resultó peor que su presencia. Es por ella que llevo seis aros en mi cuerpo, y también desde esa noche no me he quitado el Angelus Chronodato que le gané en una apuesta a él. Me emocionó – a mí, que siempre me burlo de esas memeces – que supiera perder tan elegantemente, pero creo que ganó él con la fiesta que le monté poco después en mi casa. Nos hemos visto varias veces desde entonces, y hoy deseo verlo. Porque tengo algo importante, seguro.
Mientras me afeito pongo la versión en directo de “Take Five”, qué estilazo indefinible Dave Brubeck y su banda, me lo pido en mi entierro para animarme. Hoy no estoy de humor, mejor dicho, estoy que no sé como estar. Espero que Otis me alegre el cuerpo y el día, porque yo se lo voy a joder, sin duda. La charla que pillé sin querer en ese chat de intercambios tendrá más consecuencias de las que me imagino, y yo imagino mucho… No sé, me extraña que no me haya contestado el sms que le he escrito, pero ha tenido tiempo de pensar en ello, y ya sabe que no me gusta que me hagan esperar. Igual le castigo un poco, y ni le beso cuando llegue.

¿Sere capaz? Otis derrumbaba siempre todos mis esquemas con una mirada. No se de donde procedia aquella mirada animal que siempre fustigaba mi animo hasta hacer añicos cualquier atisbo de resistencia. Y él lo sabia. Sabía que el juguete roto de mi espiritu se desvanecía siempre como el algodon de feria en una boca que se moría por recibir de la suya el jugo de su alma. Lo esperaba, si, y esperaba quizas hacerle daño, pero era inevitable. Mis razones eran otras, mi vida en definitiva, era otra, pero Otis estaba allí, en una esquina de mi existencia, perturbandola.
Oir sus pasos ascendiendo lentamente por la escalera me rescató definitivamente hacía la realidad que me esperaba, que nos esperaba a ámbos. Ni por arte de magia, podría saber Otis lo que sucedería.

-“¡¡¡ Las tengo, tengo las entradas, tengo las entradas !!!” , y no sé si sus gritos me desconcertaron tanto o más que su abrazo. Estaba exultante, eso lo hacía más irresistible, y le perdoné incluso que me abandonase unos instantes, justo para abrir el frigorífico y sacar uno de esos zumos raros que colecciona y yo le compro.

- He pasado por el local, cierro hasta el lunes, esto se lo vale – dijo a medio trago, y empezó a canturrear algo que siempre repite cuando está feliz, y no entiendo esa manía, porque la melodía es tristísima:

“ Rest your head my love;
Rest your tired limbs;
Leave your mind at peace, at peace, at peace,
What are you thinking now?

Thinking of a girl
As golden as the sun
She loved me noy like you, like you, like you
Pray do you love me more?

It´s hard to say for sure,
A child, sixteen, was I
Both virgins did we buy, we buy, we buy
You loved her more than me

She left me one dark night
She took my heart for free
I´ve seen her not since since then, since then, since then,
God if I saw her now”

-Me ha costado más de lo necesario, pero esto será grande, y tú estarás conmigo – y no supe qué decir. Así que le besé, no sé cuantas veces, y luego la desnudez lo llenó todo, y los placeres que nos gustan a ambos lo decían todo. Esos placeres que no comprenden de ortodoxias ni estilos, esas emociones ancestrales que van más allá del inútil amasijo de huesos haciendo el amor, esas silenciosas palpitaciones que retumban en toda mi piel excitada… Otis sabe amarme, y este lujo tan preciado merece algún sacrificio por mi parte, de todas maneras acompañarle a ese concierto tampoco es un desastre, aunque me lleve al país más aburrido de Europa .

-Nieve, nos vamos a Ginebra, es mi regalo de cumpleaños – me besó otra vez como si fuese la primera.

-Ya sabes que aún faltan unas semanas… ¿ o no hablas de mí ? – añadí, burlona, porque sabia que no estaba dedicado a mí el homenaje.

-Hablo de lo que desde los 16 años estoy esperando, y espero que éllos aún estén pletóricos. Y mira, me da igual como estén, sé que será un descubrimiento. ¡¡¡ Por fín Steve Hackett y Anthony Phillips juntos en directo !!!. Y Lorraine me ha enviado esta mañana las invitaciones, sólo pudo conseguir las de Suiza, en Berlín fue imposible. No te he llamado porque me he pasado todo este tiempo preparando la escapada, ya he puesto un cartel en el “Absenta´s House” que queda chapado hasta que vuelva.

Otis es así, capaz de anteponer su pasión a su negocio. Supongo que, realmente, confluyen diluyéndose, y por eso es alguien alegre. Es bello verle sonreir, y sé cómo es de difícil hacerlo de verdad. Y su apasionamiento vital lo contamina todo, por ello su bar tiene esa mítica en la ciudad. Alguien me explicó que lo abrió sólo por el disfrute de escuchar con colegas la música que le gustaba, y resultó que a muchos les apasionó. Algunos días actuaban grupos totalmente eclécticos, pero en común tenían su espléndida calidad, y eso lo ha mantenido en 20 años que ha cambiado todo, excepto su buen gusto. El “Absenta´s House”, más que una joya entre tanta mediocridad, es un refugio. Sus dos niveles aprovechan los antiguos muros de unos baños medievales y, como en el Gimlet, caben todos los que desean venir. Otis y Mayra – creo que es de las pocas mujeres que me caen bien - conocen sus caprichos, y la parroquia agradece el detalle. Yo siempre he ido a los bares ( ¡ qué manía más esnob eso de llamarles locales de copas ! ) para no sentirme como en casa ( otra gilipollez ) , sinó en otro mundo, y ellos me los ofrecen todos. Reconozco que iria igualmente sólo por él, pero eso es algo inconfesable en una persona como yo que siempre, como todo el mundo sabe, no necesita a nadie.

- Lorraine nos deja su piso, bueno, ella estará en la ciudad pero no sé si podremos verla, ya sabes como enloquecen los responsable culturales cuando los acontecimientos son de primera. Y tengo entendido que, además, esos días hay una movida de relojes, o una exposición mundial, no sé, vaya, que su cargo la obliga a estar es todos los saraos, me ha repetido que las llaves son las mismas de la otra vez – me explicó, como si hubiese de justificarme algo.

- Vale, ya sabes que prefiero no coincidir con ella. Porque entonces no te invitará nunca más. - , le musité cerca del oido, mientras le mordía sin cuidado.

- Oye, dime, el mensaje que me has dejado en el móvil…me hablas de una charla extraña, de algo que crees puede tener que ver con Susana… - Otis suspiró, pero no era por mi boca, sinó de desazón, casi de hastío. Me puse a horcajadas encima de él, y se lo dije:

- Tu hermana ha montado un nuevo follón. Otra vez. Y ésta le ha salido mal, creo que…

Otis puso suavemente su dedo en mis labios, entendí que no quería escuhar nada en ese momento. Nada que no fuese nuestro. Ella podía esperar.




CAPITULO III

Era implacable. Era eficiente. Era exigente. Era obstinada. Era perfecta. Era infeliz. Por eso no le agradó descubrir que entre sus colaboradores recibía el sobrenombre La Exacta, y le provocaba una hilarante molestia esa leyenda que su control era tan absoluto que incluso se regulaba en minutos precisos sus propios orgasmos. Lorraine llegó la primera, y estaba revisando ya los protocolos de acontecimientos clave en la ciudad. Los cristales de la oficina principal de la IAC – Instituto de Acciones Culturales mostraban el mismo cansancio que la mañana, cubierta de neblina y frío intenso, el mismo que tanto costó superar en su primera época en el país del que disparaba a manzanas. Llegó abandonando algo más que un matrimonio equivocado, como todos, y suplió el encanto de la vida mundana por la severidad de un mundo que siempre le parece postizo. Casi hipócrita, sería más acertado. Y se aprovechó de esa particular faceta para conseguir sus propósitos, sin prejuicios y a costa de quien fuese, eso hacen los supervivientes. Y los que nunca dejan de huir.
Lorraine ladeó su cabeza, y miró disgustada el texto del mail que acababa de recibir. No le hacía ninguna gracia que su hijo viniese con su amante, pero sabía que no estaba en condiciones de recriminarle nada y, además, era culpa suya.

- Tendría que haberle enviado una sola invitación - , se resignó en voz alta. En el fondo deseaba reencontrarse con Otis, fueron muchos años sin saberse y los reproches habían quedado atrás, como siempre pasa. Ella había marchado para sentirse viva, y hay ocasiones que llega a conseguirlo, en esa ciudad sin nada, sin alma, sin apenas motivos para pisarla. A veces, Lorraine cree que hay cárceles de prados verdes y lagos con bichos mucho más insufribles que las de clásicos barrotes.

Como podia ser que, ella, otrora rigida, impasible, fria, lejana, se tornase en una criatura amedrentada por la situacion. Siempre habia hecho lo que su cerebro le había dictado, sin importarle las consecuencias que de sus actos -frecuentemente errados- se habian derivado. Acostumbrada a las bofetadas de sus seres proximos -que no queridos- siempre habia reaccionado pisando fuerte las tripas de quien osara contrariarla. Hoy no podia. Sabia que Otis le haría todas las preguntas de las que habia huido siempre, con la salvedad que este callejon no tenia escapatoria, en unos minutos, Otis y su amante estarían delante de ella, y era tiempo ya de contarle todo lo que sabia. ¿Podria?

A Lorraine no le había llegado el período con la puntualidad acostumbrada y quizá por eso estaba más susceptible de lo habitual, pero aunque no hubiese sido así, jamás volvería a aceptar un acuerdo a tres con su hijo y con su amante. Lo que ocurrió hace casi un mes fue una locura, y jamás habría de volver a suceder, al fin y al cabo todo el mundo hace tonterías, aunque quizá ésta dejase secuelas porque su instinto femenino le decía que el hijo que acababa de concebir podría no ser de Otis, que ya era de por sí relevante, sino de su propio hijo, y sólo con pensarlo un vómito le venía de inmediato. El incesto había entrado en la vida de Lorraine y no sabía a quien contárselo.

El Padre Angel estaba sentado en su despacho. Al mismo se accedía por la sacristía, una vez cruzado todo el ala derecha de la Iglesia de Santa María. Hacía más de dos años que ella no visitaba el templo. Su confianza con el religioso había sido una constante en los muchos devaneos que habia soportado en su vida. Don Angel preparaba la misa de 12 cuando Lorraine golpeó con suavidad la puerta entreabierta.
- Adelante, ¡Que visita tan agradable!
- Siento molestarle Padre
- No es ninguna molestia hija, pero creo que te sucede algo, esa cara no refleja mucha alegría que digamos.
Las lágrimas comenzaron a brotar de forma incesante en el rostro de Lorraine, mientras el sacerdote se levantaba de su escritorio.
- Salgamos fuera hija.
El templo era sobrecogedor a esas horas, sin oficio religioso de por medio. El silencio se hacia notar y el único sonido provenía de los continuos gimoteos de Lorraine. Una vez ubicados en uno de los bancos, hacia la mitad del pasillo central, Lorraine comenzó a hablar.

Y, una vez terminó, no esperó a escuchar comentario alguno. Se levantó apoyando su mano en el cariacontecido párroco, y salió sin prisas a buscar una salida. El frío continuaba siendo molesto, y llamó con el móvil a uno de sus subalternos, para que se ocupase de algunos asuntos y una cosa más. No estaba muy alejada de la antigua estación central, ahora en desuso por otra mucho más moderna e insípida de alguien con mucho nombre y peor estilo. Mientras silbaba “Bird guhl” rememoró una antigua amistad, y pensó que le gustaría decirle todo aquéllo que siempre una se calla y, en venganza, esos silencios no dejan jamás de gritar sin pausa en la memoria. Pensó en la belleza de una danza festiva, en el jolgorio de las calles y los goces de los cuerpos, en libros sin leer y lecturas olvidadas, en tonterias sin cuento y cuentos de fábula, en manos queridas y amantes caricias, en lo que no sabía y ya daba igual, y en lo que igualmente consideraba inútil y, sin embargo, no podía faltarle. Pensó que él la perdonaría, y cerró los ojos.
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Otis salió del vestíbulo con el mensaje escrito en un papel pequeño, como Lorraine había exigido al responsable de invitados de la sede del IAC. Se sentó en la barandilla izquierda, mientras Nieve comía un dulce enorme que no le habían permitido entrar al edificio. No parecía enfadado.
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- Ya te dije que es difícil quedar con las altas instancias, y más si eres su hijo. Ha dejado recado de la imposibilidad de comer juntos, y que le perdone -, señaló mientras lanzaba la nota en un hueco de la escultura anexa. Se oía una sirena entre el tránsito, y le dio por imitar guturalmente la escena.
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- Vayamos a casa, quiero ducharme y estar encantador para el concierto, y olvidarme de esa malnacida -, masculló Nieve, quizás por el agotamiento del viaje y de unos zapatos imposibles. Quería tumbarse en algún sitio y dormir –bueno, eso es un decir – hasta el momento de ir al Palais des Artistes. Seis horas no es tiempo en Ginebra.
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Se dirigieron a paso rápido, mientras curioseaban en los escaparates suntuosos y los cafés de cuidada imagen , a <?xml:namespace prefix = st1 ns = "urn:schemas-microsoft-com:office:smarttags" /><st1:personName ProductID="la Rue" w:st="on">la Rue</st1:personName> du Rêve. Acababan de cruzar el portal del señorial edificio cuando les sorprendió una voz , pero aún más el atuendo de quien les conminó a acompañarles.
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Esa noche, alguien que no lo esperaba acudió, con quien le vino en gana, a una impecable velada de dos mayúsculos guitarristas, después de encontrarse unas entradas en el suelo, en una calle de bello nombre. Otis llevaba entonces largo tiempo con los forenses y el personal autorizado para esas cuestiones. Le explicaron que la repatriación del cuerpo tardaría unos días, pero entendió que no podía negarse. Pidió un teléfono – se había agotado la batería del celular – y llamó a Mayra. La conversación fue corta, no hizo falta nada más.
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Nieve, por primera vez en su vida, lloró.


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CAPITULO IV

En otra parte del mundo había quien se frotaba las manos pensando lo que iba a suceder. Algo preparado, meditado y que en todo el mundo sería noticia de portada. No se podía evitar. Todo confluía para que se produjera lo que era inevitable. Iba a ser una sorpresa. Nadie lo esperaba.

En el aniversario del 11-S era otra la preocupación. Eran otros los preparativos, otras torres conmemorativas, otras ideas para compartir. Esos "otros" estaban dedicados a sus cosas sin prestar atención a lo que se estaba gestando.

Tony era agresivo. No tenía esa agresividad física que sus 195 centímetros de altura y 130 Kg de peso parecía presagiar. Era una agresividad gestual, no dar su brazo a torcer, rebatir las ideas de los demás, desde la educación y el saber estar que le dió sus años de preparación religiosa. Desde que en Italia mantuvo aquellos contactos, en su personalidad se aunaba las ganas de agradar a sus superiores y el no solicitar la ayuda de los demás para cumplir sus cometidos.

En su casa, el despacho lo presidía una pizarra, de las antiguas de corcho, en la que se veían nombres, caras, paisajes, mezclados pero no revueltos. Otis, Susana, Basilea y Ginebra, Nieve, Lorraine y varias flechas que apuntaban a una palabra: Día D. 12:00 PM.

No estaba nervioso. Lo que tenía que suceder iba a producirse. Y nadie lo impediría (...)

“ Mr. Boyle, hemos efectuado el pago según lo convenido “, escuchó satisfecho por el auricular, y lanzó un dardo a la foto de Lorraine. Tony nunca le perdonó que se fugase del hogar, y peor que lo hiciese dejando una criatura de meses, cuando eso era algo fuera de su incumbencia. Su relación fue exclusivamente interesada, al menos por su parte. Tony pertenece a una ilustre familia, de ésas que podríamos definir “con posibles”. Es decir, podrido de pasta y sin escrúpulos. Ya algún antecesor suyo influenció adecuadamente en las más importantes acciones producidas – a todos los niveles - de las décadas pasadas, y él no quería ser menos. Se lió con esa estilizada chica, tan comedida y prudente, esencialmente porque no le replicaría todas sus correrías. Y porque emparejarse con una de las fortunas más notables del sector químico era, de entrada, la bomba. Tony siempre ha sido así, un mezquino. Y mecenas, porque está muy bien visto – y te ven muy bien – apoyar proyectos culturales, solidarios, y sobretodo de apoyo a los niños, panda de memos que no hacen más que joder a los mayores. Pero nadie desgrava como ellos.<o:p></o:p>
Su soberbia era proporcional a su fortuna. Inmensa. Porque además era hábil y oportunista, y le salía de narices. Había invertido en múltiples sectores, y tenía de todo. Menos encanto y elegancia, porque un estúpido no comprende conceptos tan herméticos. Era, definitivamente, asquerosamente rico. Y, más que nada, asqueroso. Cuando tuvo la oportunidad ( con todas las malas artes y triquiñuelas, porque sinó no le parece honrado ) de apropiarse de la patente del proyecto desarrollado por “Tempus Imaginarium Design” ni se molestó en despedir al que se había dejado el alma en esa maravilla, y lo mantiene vivo sólo porque aún ha de aportarle más gloria. Claudio es un genio, y ya sabemos que siempre conceden tres deseos, así que Mr. Boyle aún reclamaba los restantes. Con esa identidad apareció como salvador de la empresa de biotecnología, cuando los creditores estaban hartos de no ver resultados. Pero eso no le importaba a Tony. Sabe esperar, cuando sabe que tiene todo a su favor. Y no dudó ni un instante – así actuan los ganadores – porque ya tenía conocimiento de todo lo que allí surgiría. De algo había de servirle sostener a Susana, otro estorbo de un mal polvo con una pija imbécil, pero que aún le llamaba papá y había heredado el cuerpazo de las diosas prohibidas. Susana tenía un grave problema : incontinencia verbal. Pero para él resultaba, en ocasiones, todo un privilegio, porque ella era tan zorra que se liaba con respetables hombres de negocios, y les sacaba ( su lengua era habilidosa hasta el extremo ) todos sus secretos. Nadie puede imaginarse, en verdad, el precio a qué se cotizan ciertos silencios, pero esa llamada mostraba, de nuevo, que la honorabilidad familiar muchos depravados la valoran al máximo.<o:p></o:p>
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- Asï aprenderäs que ciertas meadas son perjudiciales -, dijo riéndose zafiamente, mientras apuraba su malta, siempre con dos hielos en forma de pez. <o:p></o:p>
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Guardó el sobre con las fotos del mediocre politicastro en obscena actitud, y miro distraidamente la prensa que el mayordomo había dispuesto, como cada mañana, en la mesa de póker. Le gustaban esos tabloides extranjeros, y era de las pocas cosas que podía reconocérsele en su haber : nunca tuvo que esforzarse nada en los idiomas, los asimilaba con gran rapidez, y alguien llegó a decir en un selecto local de mujeres agradables que su conversación resultaba más fluída en finés que en cualquie otro. A veces se entretenía con los pasatiempos germanos, o comparaba la tipografía de las edciones inglesas con las transalpinas, o se burlaba sin reparos de lo feos que siempre salen los mandamases del turno, los mismos que comían en su mano si él les dejaba… En el noticiero alemán reparó en una nota, acompañada de una imagen conocida. Se detallaba el fallecimiento de una prestigiosa responsable cultural, al parecer electrocutada accidentalmente, en la ciudad que Tony iba a visitar en pocas horas. <o:p></o:p>
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Un nuevo dardo, con más rabia aún, destrozó la mejilla de la ya maltrecha imagen de Lorraine. Abrió el compartimento de mármol que estaba en la repisa, al lado de la cornamenta de ciervo de los Urales. Miró con deleite el mecanismo, extraordinariamente arropado en una caja de diamante más cautivadora que un pecado por probar. Nunca había sentido tanta emoción, y sabía que mañana el mundo estaría a sus pies. Cerró su futuro con cuidado y, antes de salir del salón, lanzó 3 dardos más. Ninguno acertó su objetivo.
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<o:p>CAPITULO V</o:p>
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<o:p>Claudio, inevitablemente, lo recibió en el hall del Gran Hotel, aunque era lo último que deseaba. Había llegado esa mañana, después de un apacible trayecto en tren, donde puedo dar rienda suelta a sus pensamientos en el compartimento individual, y se dirigió al más suntuoso y pretencioso edificio de la ciudad, como había convenido con Mr. Boyle, quien le repitió hasta la saciedad que él llegaría a media tarde, en su reactor privado. Así que se ha permitido visitar fugazmente a un maestro artesano y departir risas nobles, y elegir una decisión antes de afrontar una nueva pesadilla, quizás la última.<o:p></o:p>
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- Mañana serás importante. Y yo mucho más -, le espetó Tony mientras subían en el ascensor a la suite.<o:p></o:p>
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Ya lo tenía acostumbrado a excesos de todo tipo, pero asumió que siempre era capaz de superarse. Dilapidar lo indecible en <st1:metricconverter ProductID="583 m2" w:st="on">583 m2</st1:metricconverter>, que seguro no va a pisar más de veinte minutos, ni usará los dos pianos ( uno blanco y otro negro ), ni los baños descomunales, ni quizás el bar con todas las botellas de buena marca y preciadas viandas le parecía a Claudio, en esencia, muy antiestético. Pero ya había aprendido que, desde hacía meses, le tocaba bailar al son de ese individuo. El precio de un sueño nunca lo imaginó tan denigrante, él que siempre estimaba la belleza y había conseguido la pureza tras todos los sacrificios, o eso creía. Fue Susana, en <st1:personName ProductID="la Feria" w:st="on">la Feria</st1:personName> de Ginebra del pasado año, quien le presentó a un inversor interesado en ayudarles, Mr. Boyle. Esa frase tan manida de “el abrazo del oso” le ha venido a la cabeza infinidad de veces desde esa jornada, si hay decisiones equivocadas consiguió en pleno, casi sin derecho a réplica. Y vender su alma por verla viva no fue la más grave. Desde entonces, su negocio ya no era suyo, su tiempo lo mandaba otro y su mundo era submundo. Nunca le ha confesado a Susana que descubrió el vínculo familiar que le une a Tony por una fantochada de éste, nunca le ha explicado que otro desliz le permitió intuir su patético fin y nunca le recriminó que, por ambición, olvidase que él era su único amigo. Por eso le rogó que, esta vez, no le acompañase, ya terminaría el proceso con su socio a su manera.<o:p></o:p>
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¿ Tienes el resultado de <st1:personName ProductID="la Certificación" w:st="on">la Certificación</st1:personName> ? – solicitó Mr. Boyle, mientras depositaba el estuche de mármol encima de la mesa de nogal y mordisqueaba un puñado de cerezas. <o:p></o:p>
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Claudio se lo mostró, sin entusiasmo alguno. Pero lo que se podía verificar en ese documento colmaba todas las expectativas, y era la plasmación final a cinco años que ahora no se atrevía a definir. Su mecanismo, algo sin parangón a nivel técnico y funcional ( a nivel estético simplemente era sublime ) fulminaba todo lo existente, las rigurosas exigencias del COSC se mostraron obsoletas ante los nuevos retos que planteaba el calibre, bautizado TIDSILK-1 y, en la semana precedente, los foros especializados han sido una constante de especulaciones, rumores, medias verdades y mentiras completas, y expectación, brutal expectación ante lo que iba a desvelarse. Incluso en sesudos artículos técnicos, alguien se atrevía a descrifar la génesis de todo el desarrollo, algo tan inútil como argumentar los motivos que llevan a las personas a amarse u odiarse. Nadie sabia, con certeza, qué prodigio técnico conseguía hacer funcionar un calibre para reloj realizado en seda pura en su totalidad, con la asombrosa particularidad que, según decían, siempre variaba su color en función del individuo y la hora que fuese. El máximo responsable de <st1:personName ProductID="la Feria" w:st="on">la Feria</st1:personName> de Ginebra, que mañana iniciaba su andadura en el nuevo edificio ultramoderno, lo definía en una entrevista como “la mayor y más deslumbrante aportación en el mundo de la relojería en los últimos 200 años”, y si fuese objetivo habría añadido que similar valoración cabía en el campo de la estética y las emociones humanas. <o:p></o:p>
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- Es el reloj del alma, y ya sabemos que ésta tiene un precio -, masculló Mr. Boyle.<o:p></o:p>
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Claudio no añadió nada a esa frase. Simplemente, disparó tres veces a quemarropa. No falló ninguna.


CAPITULO VI</o:p>
 
  • #45
Los recuerdos me habian impedido conciliar el sueño. Mientras el café humeante trataba de poner orden en mis pensamientos, no dejaba de mirar insistentemente el reloj ya que el bisel unidireccional no cuadraba exactamente con las 12 horas. Parece mentira pero puedo llegar a ser tan raro. No obstante el motivo de mi insomnio no era éste, no tenía nada que ver con las cosas materiales. El problema no dejaba de darme vueltas en la cabeza. La policía estaba detrás de la pista y la coartada parecía que que se desmoronaba por momentos. Busqué en mi agenda el número de aquella chica que conocí esa noche, Helena, y, a pesar de las altas horas de la madrugada marqué desde mi móvil NOKIA N95, 659 02..... El teléfono sonó varias veces, estaba a punto de desistir pero una voz sensual como pocas me contestó: buenas noches, quien llama a estás horas? Quede totalmente prendido, le contesté y dimos rienda suelta a nuestras lenguas. De nuevo comprobé que no es cierto - como decía mi madre - que no es bueno llamar más allá de las 10 de la noche. Ya es estos momentos los placeres ocultos se permiten todas las licencias, y decidimos que la virtualidad es más adecuada mutarla en verades tangibles, y más si hay en juego algo más que sonrisas inventadas o deseos a media voz. No creí que viniese, pero reconocerla al cruzar el umbral del "Absenta´s House" resultó, como mínimo, emocionante: todas las mujeres son aún más bellas si mienten.
De repente, se oyó un ruido de pasos en la escalera.
Alguien, desde la sombra aporreó mi puerta, sobresaltándome. El gató saltó del sofá y salió huyendo. Aquello no podía significar mas que una cosa...
Si no estoy en el Absenta House... Todo ha sido un sueño... Jooder!! Por un momento pensé que me estaba volviendo heterosexual.. un momento.. soy heterosexual.. puaj!.. la maldita resaca resuena a mi con cada golpe en la dichosa puerta.. ¿que hora es..?.. ¿donde demonios esta mi Rolex..?... ¡Ya va!.. ¡Ya va..!... ¿Donde demonios estan mis pantalones...?.. La noche debió ser ajitada, ya he perdido dos cosas..
Una de ellas ha debido ser la decencia porque no encuentro mi ropa interior, pero lo que más temo es haberla perdido a ella. La conciencia nunca me molestó o inquietó lo más mínimo, pero saberme abandonado es más insoportable que las responsabilidades que habré de asumir ante la Justicia y ante Dios.
¡Dios mio! ¿Que es esa mancha que hay en la alfombra? ¡Parece sangre!
-En la alfombra se veía una mancha roja, oscura, mas o menos redonda, de un tamaño de unos 90 centímetros...
-y... ¿Donde está Teresa? ¿A donde ha ido el maldito gato?
Rapidamente la pupila observo un paquete de Marlboro, me dispuse a encender un pitillo mientras mi mente agrupaba ideas sueltas y absurdas, risas y copas, cubitos de hielo y perfume, cuando en mi mano apunte una cajetilla de cerillas con el logo impreso "The Buda club", no lograba recordar nada de ese lugar ¿ acaso pase por alli tras salir del Absenta House ? ¿ donde estaba el gato ?

No dí más de tres caladas, que me llenaron los pulmones hasta casi perder el conocimiento, hacía calor y el maldito ventilador revolvía el ambiente calentorro que una noche de agosto. Aquella mancha de sangre...no recordaba nada. Junto al paquete de Marlboro una botella vacía de Champám barato y una copa con una marca de carmín. ¡ Teresa !, ahora lo recuerdo todo...
- Pom Pom Pom, otra vez la puerta.
-Aquel ruido interrumpió el hilo de mis pensamientos. debía huir. Nadie debía saber que aquella noche yo había estado en aquella casa.
Abrí la ventana y me deslice al patio sin hacer ruido.

Dos coches de policiá estaban aparcados prudentemente, la sombra de un tipo que cruzaba la calle, me hizo rodar por el suelo y casi caigo encima de una m...de un puto perro. De pronto pensé, ¡ Dios ! me he dejado la cartera y el tabaco...estoy perdido. No sabía qué hacer, tenía que buscar una forma de salir de la ciudad, pero no tenía dinero dinero ni documentación...

Sin embargo, con cuerte, sin ser visto y pasar desapercibido, ahi comienzo mi marcha, todos esos recuerdos me cruzan, fugaces, la calle oscura invita a meditar detenidamente, a cada paso ideas van y vienen, y no concluyo nada, no puedo ordenar mis putos pensamientos. Decido pues, ir a donde ese jóven, delgado, alto, recargado en aquel candil y fumando un cigarrillo, posiblemente logre obtener algo de pasta, o al menos un cigarrillo, !que va!, la suerte le sonríe al osado...

Pese a los peliagudo de la situación, iba siendo hora de poner en orden mis recuerdos, e intentar averiguar qué coño había pasado, cómo había llegado hasta allí. Intentaba, de forma infructuosa, hacer memoria, pero la verdad es que logré más bien poco, cosa que para nada me tranquilizó. Conseguía recordar estar sentado en un taburete de la barra del Absenta's, pero prácticamente nada más. Desde ahí a despertarme con los golpes en la puerta todo eran fogonazos, flashes, sombras, siluetas difuminadas, que por mucho que lo intentase no había forma de que reconstruyesen una historia medio coherente. Tenía el vago recuerdo de haber empuñado un arma durante la noche, seguramente una pistola, pero no era capaz de recordar ni dónde, ni cuándo, ni, y esto tal vez fuese lo peor, por qué ni contra qué o quién. Es más. ¿De dónde había salido aquélla pistola?
. De repente algo vibra en mi pantalón... tengo el sano vicio de quitar de cuajo esas estúpidas melodías del Nokia, a veces me dan ganas de asesinar a todos los estúpidos que en el interurbano me joden con sus vulgares sonidos y sus aún peores dimes y diretes... ¿ Pero qué me importa a mí lo que su jodida familia quiere para la comida ?. ¿ Y esa niñata histérica que discute con su amiga del alma, la misma que -seguro - le joderá al novio de su vida ?. Al cogerlo se corta la llamada, pero me sonaba vagamente tanto el número como la respiración, muy llena de vida cargada de sueños, y de reproches quizás injustos. Quizás he de tomarme una ducha, vomitar, o hacerlo todo a la vez y limpiar mi mente de todo lo que ahora se agolpa, como un puñetazo inmediato, en la poca sensatez que aún, espero, me queda.

Aquella llamada provocó en mi uno de esos escasos momentos de lucidez con los que el destino me sorprende de vez en cuando. No era ni el momento ni la situacion de andarse con pamplinas. Miré el reloj instintivamente, sin ver tan siquiera la hora que marcaba, le dí una ultima calada al que posiblemente sería el último cigarrillo de mi vida -vaya momento para dejar de fumar- y me encaminé sin vacilar a casa de Susana. Si había una persona en el mundo capaz de conocer la verdad, esta era Susana, si habia una persona en el mundo capaz de darme protección, esta era Susana, pero, ¿querría hacerlo?

Susana vivia a las afueras de la ciudad, en lo alto de un monte con vistas al puerto, en el ultimo piso de un bloque de apartamentos con aire esceptico, morena, rozando los cuarenta, ojos azules y piernas duras como rocas del mar, sin duda ella podria ayudarme y facilitarme algun contacto para conseguir una nueva identidad, el sol empezaba asomar por el este y el amanecer impasible arañaba los tejados de la ciudad.
LLamó a la puerta, la espera se me hace interminable, ruido de pasos, la mirilla.
¿Joder, que haces aquí a estas horas?. Solo una mirada. Me conoce bien sabe que hay problemas. Pasamos al salón. Por fin tabaco, enciendo un cigarrillo y el humo gris inunda mis pulmones devolviendome media vida.
Susana es como el tabaco, he intentado dejarlo mil veces, pero siempre acabo volviendo a caer. Recién levantada esta especialmente hermosa, muy hermosa. Debí haberme casado con ella, pero siempre he sido un gilipollas. Ahora ya no importa.
Susana denotaba tristeza. Mientras apuraba un trago de Cardhu con hielo, le contaba con voz temblorosa la vaga película que asolaba mi mente. Ella era una mujer fuerte, alta, delgada, como sacada de un largometraje de los años 40. La vida, le había enseñado a sufrir y a caminar, sin más ayuda que la de sus anchas e interminables caderas. La muerte de su madre cuando tan sólo era una niña, había curtido de cicatrices su alma y embellecido de forma notoria su figura.

Era tímida y se cohibía cuando se encuntraba entre varias personas, pero conmigo era muy explícita y pienso que la atracción era mutua, aunque ella además, me amaba. Antes de haber consumido la mitad de mi pitillo, ella estaba a orcajadas sobre mi, sobre la alfombra del salón, desnuda y dispuesta a recordarme lo que he perdido durante tantos años se sexo a disgusto y desvelos innecesarios, y tuve la impresión por un momento de que ella era conocedora de lo ocurrido la noche anterior. Ni siquiera me preguntó por Teresa, pero es imposible que ella pueda saber lo que había ocurrido. Tras 20 minutos de frenesí, me duché solo en su casa y empecé a contarle lo que recordaba de la noche anterior.

Durante una hora fuí desgranando mis vagos e imprecisos recuerdos, estar sentado en la barra del Absenta´s la pistola, la mirada insistente a mi reloj, esperando que sucediera algo o viniera alguien a una hora concreta...

Ese deslabazamiento de ideas parecía no llevar a ningún sitio. Susana ni gesticulaba ni se movía, ni siquiera decía nada sobre mi relato.

- No entiendo nada - dijo ella-. Es decir, lo único que recuerdas es lo que me has contado. ¿ En serio que no recuerdas nada más?.
- No - repuse tras un momento de reflexión-. No recuerdo nada más.

Sus ojos se abrieron, y de repente me di cuenta que ella sabía mas de lo que parecía, que me ocultaba algo.

- ¿ Hay algo que deba conocer y que me estás ocultando? - le pregunté.
- Que va, ¿ insinúas algo? - no me miraba a los ojos, tenía la mirada fija en la ventana que daba a la calle.
- No, pero a lo mejor me puedes ayudar a ordenar mis ideas.

No tenía buenas sensaciones. No me fiaba de Susana, otrora buena amiga. Su actitud me producía intranquilidad.

Nos mantuvimos en silencio diez minutos. El silencio se convertía en sopor, interrumpido por una llamada telefónica.

- Si - contesta ella.
...
- No, es un mal momento para eso - sigue al teléfono.
...
- Si, está conmigo- concluye.

Tras colgar me sonríe y se acerca.

- Tengo que contarte algo - dice Susana.
- ¿ Ahora?.
- Si, precisamente ahora.
- ¿recuerdas tu viaje a Suiza de hace unos meses?, dijo.

Pues claro que lo recordaba. Había sido un viaje largamente esperado por mí, pues yo era el encargado de presentar en la Basel de este año un grandísimo logro de mi compañía. Tan grande que seguramente el hecho de hacerlo público en la feria, marcase un hito en la historia de lo que hasta ahora había sido la relojería mecánica.
No en vano habíamos dedicado a su desarrollo más de cinco años y gastado cantidades obscenas de dinero. Tal había sido el gasto realizado que faltó poco para que la compañía se descapitalizara completamente.
Pero afortunadamente ese ímprobo esfuerzo dio su fruto, y lo que yo transportaba en mi maletín ese día, camino de la Basel; no tenía parangón. Incluso podía ser considerado pecaminoso: el primer mecanismo integramente de seda. Siempre, desde crío, alucinaba con los experimentos en la escuela, en esas cajitas de cartón llenas de capullos ( mucho más inteligentes que los que en la edad adulta conocí ) y esas hojitas verdes, y su fantástica transformación con el paso de los días. Como responsable de I+D de "Tempus Imaginarium Design " empezamos a investigar hasta sus últimas consecuencias las capacidades de reistencia y flexibilidad de tan maravillosa materia. Y lo conseguimos. Nuestro mecanismo es, indudablemente, el más liviano, bello y resistente. Es único. Y, por eso mismo, es peligroso.

Todos los sinsabores de estos años venian a mi mente y la golpeaban machaconamente, con una insistencia dolorosa. Susana me miraba perpleja sin terminar de comprenderlo. Ella no habia sido solamente una inversora capitalista ávida de fama y reconocimiento mundial. Se había implicado en este proyecto tanto como Mr. Boyle y yo, y los tres eramos los únicos que conociamos al dedillo todos los entresijos del proyecto. Solamente uno de nosotros podía haber traicionado tanta implicacion, tanto trabajo, tanta amistad.....

No quedaba tiempo, apenas venticuatro horas y todo este ingente esfuerzo y dinero se iría al garete de una forma definitiva. Era el tiempo de encontrar al cupable, pero sobre todo, de que no se saliese con la suya. Habia demasiado en juego.

Enfrascado en mis pensamientos no reparé en que Susana habia empezado a contarme lo que sucedió durante mi viaje a Suiza.

- Ese viaje fue un error. Para los dos - oí que decía mi amiga.

Y algo más añadió que, seguro, me enfureció. Sonaba la impagable voz de Tom Waits y los gritos camuflaron la bella "Take it with me". Sólo recuerdo que, al cerrar la puerta, el corazón de Susana lloraba, literalmente, en mi mano.
Yo me pregunté si no sería cosa de decírselo ahora; recibiría la ducha fría justo en el momento en que estaba desnuda, llena de la felicidad que le daba aquel sitio tan bonito. Pero cuando me volví hacia ella y vi sus hombros delicados, con los brazos levantados, y quitarse la falda por la cabeza, se me fueron las ganas. Tanto más cuanto que ella decía, siempre con su voz cariñosa, no te creas que no me doy cuenta, me estás mirando.

Sí, la miraba de esa manera injusta, porque no es de recibo desearla tanto y negarlo displicentemente, como un tahúr que hace equilibrios entre lo real y aquello que se alimenta de mentiras. La miraba posesivamente, porque adiviné en ese momento que era nuestro último intento por sobrevivirnos, y me entristecí. Ella sonrío dulcemente y me llevó, de nuevo, a la Eternidad.




CAPITULO II

Mi nombre es otro pero me llamo Nieve. Tengo 41 años y un culo precioso, como todo el mundo sabe. No uso tarjetas de visita porque siempre que quedo con alguien acostumbro a matarlo, así que se me disculpará la descortesía. Prefiero la daga a otros utensilios, es discreta y muy efectiva, me produce un placer casi sexual ver los últimos espasmos de mis víctimas. Algunas mueren mientras follamos, quizás tendré que preguntar a mi psiquiatra qué extraño designio me lleva a encadenar ambos placeres. Suerte que no ocurre siempre, también me gusta querer a quien lo merece. Y Otis era mi preferido. Siempre ha sabido encandilarme con su preciosa colección de Soul, las parodias de un cómico que es feo y su despistado aire de hombre encantador. Lo conocí (¿ o quizás fue él ? ) en un local del Barrio Gótico, muy de madrugada, recuerdo que Lene Lovich presentó un disco suyo, que como siempre resultó peor que su presencia. Es por ella que llevo seis aros en mi cuerpo, y también desde esa noche no me he quitado el Angelus Chronodato que le gané en una apuesta a él. Me emocionó – a mí, que siempre me burlo de esas memeces – que supiera perder tan elegantemente, pero creo que ganó él con la fiesta que le monté poco después en mi casa. Nos hemos visto varias veces desde entonces, y hoy deseo verlo. Porque tengo algo importante, seguro.
Mientras me afeito pongo la versión en directo de “Take Five”, qué estilazo indefinible Dave Brubeck y su banda, me lo pido en mi entierro para animarme. Hoy no estoy de humor, mejor dicho, estoy que no sé como estar. Espero que Otis me alegre el cuerpo y el día, porque yo se lo voy a joder, sin duda. La charla que pillé sin querer en ese chat de intercambios tendrá más consecuencias de las que me imagino, y yo imagino mucho… No sé, me extraña que no me haya contestado el sms que le he escrito, pero ha tenido tiempo de pensar en ello, y ya sabe que no me gusta que me hagan esperar. Igual le castigo un poco, y ni le beso cuando llegue.

¿Sere capaz? Otis derrumbaba siempre todos mis esquemas con una mirada. No se de donde procedia aquella mirada animal que siempre fustigaba mi animo hasta hacer añicos cualquier atisbo de resistencia. Y él lo sabia. Sabía que el juguete roto de mi espiritu se desvanecía siempre como el algodon de feria en una boca que se moría por recibir de la suya el jugo de su alma. Lo esperaba, si, y esperaba quizas hacerle daño, pero era inevitable. Mis razones eran otras, mi vida en definitiva, era otra, pero Otis estaba allí, en una esquina de mi existencia, perturbandola.
Oir sus pasos ascendiendo lentamente por la escalera me rescató definitivamente hacía la realidad que me esperaba, que nos esperaba a ámbos. Ni por arte de magia, podría saber Otis lo que sucedería.

-“¡¡¡ Las tengo, tengo las entradas, tengo las entradas !!!” , y no sé si sus gritos me desconcertaron tanto o más que su abrazo. Estaba exultante, eso lo hacía más irresistible, y le perdoné incluso que me abandonase unos instantes, justo para abrir el frigorífico y sacar uno de esos zumos raros que colecciona y yo le compro.

- He pasado por el local, cierro hasta el lunes, esto se lo vale – dijo a medio trago, y empezó a canturrear algo que siempre repite cuando está feliz, y no entiendo esa manía, porque la melodía es tristísima:

“ Rest your head my love;
Rest your tired limbs;
Leave your mind at peace, at peace, at peace,
What are you thinking now?

Thinking of a girl
As golden as the sun
She loved me noy like you, like you, like you
Pray do you love me more?

It´s hard to say for sure,
A child, sixteen, was I
Both virgins did we buy, we buy, we buy
You loved her more than me

She left me one dark night
She took my heart for free
I´ve seen her not since since then, since then, since then,
God if I saw her now”

-Me ha costado más de lo necesario, pero esto será grande, y tú estarás conmigo – y no supe qué decir. Así que le besé, no sé cuantas veces, y luego la desnudez lo llenó todo, y los placeres que nos gustan a ambos lo decían todo. Esos placeres que no comprenden de ortodoxias ni estilos, esas emociones ancestrales que van más allá del inútil amasijo de huesos haciendo el amor, esas silenciosas palpitaciones que retumban en toda mi piel excitada… Otis sabe amarme, y este lujo tan preciado merece algún sacrificio por mi parte, de todas maneras acompañarle a ese concierto tampoco es un desastre, aunque me lleve al país más aburrido de Europa .

-Nieve, nos vamos a Ginebra, es mi regalo de cumpleaños – me besó otra vez como si fuese la primera.

-Ya sabes que aún faltan unas semanas… ¿ o no hablas de mí ? – añadí, burlona, porque sabia que no estaba dedicado a mí el homenaje.

-Hablo de lo que desde los 16 años estoy esperando, y espero que éllos aún estén pletóricos. Y mira, me da igual como estén, sé que será un descubrimiento. ¡¡¡ Por fín Steve Hackett y Anthony Phillips juntos en directo !!!. Y Lorraine me ha enviado esta mañana las invitaciones, sólo pudo conseguir las de Suiza, en Berlín fue imposible. No te he llamado porque me he pasado todo este tiempo preparando la escapada, ya he puesto un cartel en el “Absenta´s House” que queda chapado hasta que vuelva.

Otis es así, capaz de anteponer su pasión a su negocio. Supongo que, realmente, confluyen diluyéndose, y por eso es alguien alegre. Es bello verle sonreir, y sé cómo es de difícil hacerlo de verdad. Y su apasionamiento vital lo contamina todo, por ello su bar tiene esa mítica en la ciudad. Alguien me explicó que lo abrió sólo por el disfrute de escuchar con colegas la música que le gustaba, y resultó que a muchos les apasionó. Algunos días actuaban grupos totalmente eclécticos, pero en común tenían su espléndida calidad, y eso lo ha mantenido en 20 años que ha cambiado todo, excepto su buen gusto. El “Absenta´s House”, más que una joya entre tanta mediocridad, es un refugio. Sus dos niveles aprovechan los antiguos muros de unos baños medievales y, como en el Gimlet, caben todos los que desean venir. Otis y Mayra – creo que es de las pocas mujeres que me caen bien - conocen sus caprichos, y la parroquia agradece el detalle. Yo siempre he ido a los bares ( ¡ qué manía más esnob eso de llamarles locales de copas ! ) para no sentirme como en casa ( otra gilipollez ) , sinó en otro mundo, y ellos me los ofrecen todos. Reconozco que iria igualmente sólo por él, pero eso es algo inconfesable en una persona como yo que siempre, como todo el mundo sabe, no necesita a nadie.

- Lorraine nos deja su piso, bueno, ella estará en la ciudad pero no sé si podremos verla, ya sabes como enloquecen los responsable culturales cuando los acontecimientos son de primera. Y tengo entendido que, además, esos días hay una movida de relojes, o una exposición mundial, no sé, vaya, que su cargo la obliga a estar es todos los saraos, me ha repetido que las llaves son las mismas de la otra vez – me explicó, como si hubiese de justificarme algo.

- Vale, ya sabes que prefiero no coincidir con ella. Porque entonces no te invitará nunca más. - , le musité cerca del oido, mientras le mordía sin cuidado.

- Oye, dime, el mensaje que me has dejado en el móvil…me hablas de una charla extraña, de algo que crees puede tener que ver con Susana… - Otis suspiró, pero no era por mi boca, sinó de desazón, casi de hastío. Me puse a horcajadas encima de él, y se lo dije:

- Tu hermana ha montado un nuevo follón. Otra vez. Y ésta le ha salido mal, creo que…

Otis puso suavemente su dedo en mis labios, entendí que no quería escuhar nada en ese momento. Nada que no fuese nuestro. Ella podía esperar.




CAPITULO III

Era implacable. Era eficiente. Era exigente. Era obstinada. Era perfecta. Era infeliz. Por eso no le agradó descubrir que entre sus colaboradores recibía el sobrenombre La Exacta, y le provocaba una hilarante molestia esa leyenda que su control era tan absoluto que incluso se regulaba en minutos precisos sus propios orgasmos. Lorraine llegó la primera, y estaba revisando ya los protocolos de acontecimientos clave en la ciudad. Los cristales de la oficina principal de la IAC – Instituto de Acciones Culturales mostraban el mismo cansancio que la mañana, cubierta de neblina y frío intenso, el mismo que tanto costó superar en su primera época en el país del que disparaba a manzanas. Llegó abandonando algo más que un matrimonio equivocado, como todos, y suplió el encanto de la vida mundana por la severidad de un mundo que siempre le parece postizo. Casi hipócrita, sería más acertado. Y se aprovechó de esa particular faceta para conseguir sus propósitos, sin prejuicios y a costa de quien fuese, eso hacen los supervivientes. Y los que nunca dejan de huir.
Lorraine ladeó su cabeza, y miró disgustada el texto del mail que acababa de recibir. No le hacía ninguna gracia que su hijo viniese con su amante, pero sabía que no estaba en condiciones de recriminarle nada y, además, era culpa suya.

- Tendría que haberle enviado una sola invitación - , se resignó en voz alta. En el fondo deseaba reencontrarse con Otis, fueron muchos años sin saberse y los reproches habían quedado atrás, como siempre pasa. Ella había marchado para sentirse viva, y hay ocasiones que llega a conseguirlo, en esa ciudad sin nada, sin alma, sin apenas motivos para pisarla. A veces, Lorraine cree que hay cárceles de prados verdes y lagos con bichos mucho más insufribles que las de clásicos barrotes.

Como podia ser que, ella, otrora rigida, impasible, fria, lejana, se tornase en una criatura amedrentada por la situacion. Siempre habia hecho lo que su cerebro le había dictado, sin importarle las consecuencias que de sus actos -frecuentemente errados- se habian derivado. Acostumbrada a las bofetadas de sus seres proximos -que no queridos- siempre habia reaccionado pisando fuerte las tripas de quien osara contrariarla. Hoy no podia. Sabia que Otis le haría todas las preguntas de las que habia huido siempre, con la salvedad que este callejon no tenia escapatoria, en unos minutos, Otis y su amante estarían delante de ella, y era tiempo ya de contarle todo lo que sabia. ¿Podria?

A Lorraine no le había llegado el período con la puntualidad acostumbrada y quizá por eso estaba más susceptible de lo habitual, pero aunque no hubiese sido así, jamás volvería a aceptar un acuerdo a tres con su hijo y con su amante. Lo que ocurrió hace casi un mes fue una locura, y jamás habría de volver a suceder, al fin y al cabo todo el mundo hace tonterías, aunque quizá ésta dejase secuelas porque su instinto femenino le decía que el hijo que acababa de concebir podría no ser de Otis, que ya era de por sí relevante, sino de su propio hijo, y sólo con pensarlo un vómito le venía de inmediato. El incesto había entrado en la vida de Lorraine y no sabía a quien contárselo.

El Padre Angel estaba sentado en su despacho. Al mismo se accedía por la sacristía, una vez cruzado todo el ala derecha de la Iglesia de Santa María. Hacía más de dos años que ella no visitaba el templo. Su confianza con el religioso había sido una constante en los muchos devaneos que habia soportado en su vida. Don Angel preparaba la misa de 12 cuando Lorraine golpeó con suavidad la puerta entreabierta.
- Adelante, ¡Que visita tan agradable!
- Siento molestarle Padre
- No es ninguna molestia hija, pero creo que te sucede algo, esa cara no refleja mucha alegría que digamos.
Las lágrimas comenzaron a brotar de forma incesante en el rostro de Lorraine, mientras el sacerdote se levantaba de su escritorio.
- Salgamos fuera hija.
El templo era sobrecogedor a esas horas, sin oficio religioso de por medio. El silencio se hacia notar y el único sonido provenía de los continuos gimoteos de Lorraine. Una vez ubicados en uno de los bancos, hacia la mitad del pasillo central, Lorraine comenzó a hablar.

Y, una vez terminó, no esperó a escuchar comentario alguno. Se levantó apoyando su mano en el cariacontecido párroco, y salió sin prisas a buscar una salida. El frío continuaba siendo molesto, y llamó con el móvil a uno de sus subalternos, para que se ocupase de algunos asuntos y una cosa más. No estaba muy alejada de la antigua estación central, ahora en desuso por otra mucho más moderna e insípida de alguien con mucho nombre y peor estilo. Mientras silbaba “Bird guhl” rememoró una antigua amistad, y pensó que le gustaría decirle todo aquéllo que siempre una se calla y, en venganza, esos silencios no dejan jamás de gritar sin pausa en la memoria. Pensó en la belleza de una danza festiva, en el jolgorio de las calles y los goces de los cuerpos, en libros sin leer y lecturas olvidadas, en tonterias sin cuento y cuentos de fábula, en manos queridas y amantes caricias, en lo que no sabía y ya daba igual, y en lo que igualmente consideraba inútil y, sin embargo, no podía faltarle. Pensó que él la perdonaría, y cerró los ojos.
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Otis salió del vestíbulo con el mensaje escrito en un papel pequeño, como Lorraine había exigido al responsable de invitados de la sede del IAC. Se sentó en la barandilla izquierda, mientras Nieve comía un dulce enorme que no le habían permitido entrar al edificio. No parecía enfadado.
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- Ya te dije que es difícil quedar con las altas instancias, y más si eres su hijo. Ha dejado recado de la imposibilidad de comer juntos, y que le perdone -, señaló mientras lanzaba la nota en un hueco de la escultura anexa. Se oía una sirena entre el tránsito, y le dio por imitar guturalmente la escena.
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- Vayamos a casa, quiero ducharme y estar encantador para el concierto, y olvidarme de esa malnacida -, masculló Nieve, quizás por el agotamiento del viaje y de unos zapatos imposibles. Quería tumbarse en algún sitio y dormir –bueno, eso es un decir – hasta el momento de ir al Palais des Artistes. Seis horas no es tiempo en Ginebra.
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Se dirigieron a paso rápido, mientras curioseaban en los escaparates suntuosos y los cafés de cuidada imagen , a <?xml:namespace prefix = st1 ns = "urn:schemas-microsoft-com:office:smarttags" /><st1:personName w:st="on" ProductID="la Rue">la Rue</st1:personName> du Rêve. Acababan de cruzar el portal del señorial edificio cuando les sorprendió una voz , pero aún más el atuendo de quien les conminó a acompañarles.
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Esa noche, alguien que no lo esperaba acudió, con quien le vino en gana, a una impecable velada de dos mayúsculos guitarristas, después de encontrarse unas entradas en el suelo, en una calle de bello nombre. Otis llevaba entonces largo tiempo con los forenses y el personal autorizado para esas cuestiones. Le explicaron que la repatriación del cuerpo tardaría unos días, pero entendió que no podía negarse. Pidió un teléfono – se había agotado la batería del celular – y llamó a Mayra. La conversación fue corta, no hizo falta nada más.
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Nieve, por primera vez en su vida, lloró.


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CAPITULO IV

En otra parte del mundo había quien se frotaba las manos pensando lo que iba a suceder. Algo preparado, meditado y que en todo el mundo sería noticia de portada. No se podía evitar. Todo confluía para que se produjera lo que era inevitable. Iba a ser una sorpresa. Nadie lo esperaba.

En el aniversario del 11-S era otra la preocupación. Eran otros los preparativos, otras torres conmemorativas, otras ideas para compartir. Esos "otros" estaban dedicados a sus cosas sin prestar atención a lo que se estaba gestando.

Tony era agresivo. No tenía esa agresividad física que sus 195 centímetros de altura y 130 Kg de peso parecía presagiar. Era una agresividad gestual, no dar su brazo a torcer, rebatir las ideas de los demás, desde la educación y el saber estar que le dió sus años de preparación religiosa. Desde que en Italia mantuvo aquellos contactos, en su personalidad se aunaba las ganas de agradar a sus superiores y el no solicitar la ayuda de los demás para cumplir sus cometidos.

En su casa, el despacho lo presidía una pizarra, de las antiguas de corcho, en la que se veían nombres, caras, paisajes, mezclados pero no revueltos. Otis, Susana, Basilea y Ginebra, Nieve, Lorraine y varias flechas que apuntaban a una palabra: Día D. 12:00 PM.

No estaba nervioso. Lo que tenía que suceder iba a producirse. Y nadie lo impediría (...)

“ Mr. Boyle, hemos efectuado el pago según lo convenido “, escuchó satisfecho por el auricular, y lanzó un dardo a la foto de Lorraine. Tony nunca le perdonó que se fugase del hogar, y peor que lo hiciese dejando una criatura de meses, cuando eso era algo fuera de su incumbencia. Su relación fue exclusivamente interesada, al menos por su parte. Tony pertenece a una ilustre familia, de ésas que podríamos definir “con posibles”. Es decir, podrido de pasta y sin escrúpulos. Ya algún antecesor suyo influenció adecuadamente en las más importantes acciones producidas – a todos los niveles - de las décadas pasadas, y él no quería ser menos. Se lió con esa estilizada chica, tan comedida y prudente, esencialmente porque no le replicaría todas sus correrías. Y porque emparejarse con una de las fortunas más notables del sector químico era, de entrada, la bomba. Tony siempre ha sido así, un mezquino. Y mecenas, porque está muy bien visto – y te ven muy bien – apoyar proyectos culturales, solidarios, y sobretodo de apoyo a los niños, panda de memos que no hacen más que joder a los mayores. Pero nadie desgrava como ellos.<o:p></o:p>
Su soberbia era proporcional a su fortuna. Inmensa. Porque además era hábil y oportunista, y le salía de narices. Había invertido en múltiples sectores, y tenía de todo. Menos encanto y elegancia, porque un estúpido no comprende conceptos tan herméticos. Era, definitivamente, asquerosamente rico. Y, más que nada, asqueroso. Cuando tuvo la oportunidad ( con todas las malas artes y triquiñuelas, porque sinó no le parece honrado ) de apropiarse de la patente del proyecto desarrollado por “Tempus Imaginarium Design” ni se molestó en despedir al que se había dejado el alma en esa maravilla, y lo mantiene vivo sólo porque aún ha de aportarle más gloria. Claudio es un genio, y ya sabemos que siempre conceden tres deseos, así que Mr. Boyle aún reclamaba los restantes. Con esa identidad apareció como salvador de la empresa de biotecnología, cuando los creditores estaban hartos de no ver resultados. Pero eso no le importaba a Tony. Sabe esperar, cuando sabe que tiene todo a su favor. Y no dudó ni un instante – así actuan los ganadores – porque ya tenía conocimiento de todo lo que allí surgiría. De algo había de servirle sostener a Susana, otro estorbo de un mal polvo con una pija imbécil, pero que aún le llamaba papá y había heredado el cuerpazo de las diosas prohibidas. Susana tenía un grave problema : incontinencia verbal. Pero para él resultaba, en ocasiones, todo un privilegio, porque ella era tan zorra que se liaba con respetables hombres de negocios, y les sacaba ( su lengua era habilidosa hasta el extremo ) todos sus secretos. Nadie puede imaginarse, en verdad, el precio a qué se cotizan ciertos silencios, pero esa llamada mostraba, de nuevo, que la honorabilidad familiar muchos depravados la valoran al máximo.<o:p></o:p>
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- Asï aprenderäs que ciertas meadas son perjudiciales -, dijo riéndose zafiamente, mientras apuraba su malta, siempre con dos hielos en forma de pez. <o:p></o:p>
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Guardó el sobre con las fotos del mediocre politicastro en obscena actitud, y miro distraidamente la prensa que el mayordomo había dispuesto, como cada mañana, en la mesa de póker. Le gustaban esos tabloides extranjeros, y era de las pocas cosas que podía reconocérsele en su haber : nunca tuvo que esforzarse nada en los idiomas, los asimilaba con gran rapidez, y alguien llegó a decir en un selecto local de mujeres agradables que su conversación resultaba más fluída en finés que en cualquie otro. A veces se entretenía con los pasatiempos germanos, o comparaba la tipografía de las edciones inglesas con las transalpinas, o se burlaba sin reparos de lo feos que siempre salen los mandamases del turno, los mismos que comían en su mano si él les dejaba… En el noticiero alemán reparó en una nota, acompañada de una imagen conocida. Se detallaba el fallecimiento de una prestigiosa responsable cultural, al parecer electrocutada accidentalmente, en la ciudad que Tony iba a visitar en pocas horas. <o:p></o:p>
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Un nuevo dardo, con más rabia aún, destrozó la mejilla de la ya maltrecha imagen de Lorraine. Abrió el compartimento de mármol que estaba en la repisa, al lado de la cornamenta de ciervo de los Urales. Miró con deleite el mecanismo, extraordinariamente arropado en una caja de diamante más cautivadora que un pecado por probar. Nunca había sentido tanta emoción, y sabía que mañana el mundo estaría a sus pies. Cerró su futuro con cuidado y, antes de salir del salón, lanzó 3 dardos más. Ninguno acertó su objetivo.

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<o:p>CAPITULO V</o:p>
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<o:p>Claudio, inevitablemente, lo recibió en el hall del Gran Hotel, aunque era lo último que deseaba. Había llegado esa mañana, después de un apacible trayecto en tren, donde puedo dar rienda suelta a sus pensamientos en el compartimento individual, y se dirigió al más suntuoso y pretencioso edificio de la ciudad, como había convenido con Mr. Boyle, quien le repitió hasta la saciedad que él llegaría a media tarde, en su reactor privado. Así que se ha permitido visitar fugazmente a un maestro artesano y departir risas nobles, y elegir una decisión antes de afrontar una nueva pesadilla, quizás la última.<o:p></o:p>
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- Mañana serás importante. Y yo mucho más -, le espetó Tony mientras subían en el ascensor a la suite.<o:p></o:p>
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Ya lo tenía acostumbrado a excesos de todo tipo, pero asumió que siempre era capaz de superarse. Dilapidar lo indecible en <st1:metricconverter w:st="on" ProductID="583 m2">583 m2</st1:metricconverter>, que seguro no va a pisar más de veinte minutos, ni usará los dos pianos ( uno blanco y otro negro ), ni los baños descomunales, ni quizás el bar con todas las botellas de buena marca y preciadas viandas le parecía a Claudio, en esencia, muy antiestético. Pero ya había aprendido que, desde hacía meses, le tocaba bailar al son de ese individuo. El precio de un sueño nunca lo imaginó tan denigrante, él que siempre estimaba la belleza y había conseguido la pureza tras todos los sacrificios, o eso creía. Fue Susana, en <st1:personName w:st="on" ProductID="la Feria">la Feria</st1:personName> de Ginebra del pasado año, quien le presentó a un inversor interesado en ayudarles, Mr. Boyle. Esa frase tan manida de “el abrazo del oso” le ha venido a la cabeza infinidad de veces desde esa jornada, si hay decisiones equivocadas consiguió en pleno, casi sin derecho a réplica. Y vender su alma por verla viva no fue la más grave. Desde entonces, su negocio ya no era suyo, su tiempo lo mandaba otro y su mundo era submundo. Nunca le ha confesado a Susana que descubrió el vínculo familiar que le une a Tony por una fantochada de éste, nunca le ha explicado que otro desliz le permitió intuir su patético fin y nunca le recriminó que, por ambición, olvidase que él era su único amigo. Por eso le rogó que, esta vez, no le acompañase, ya terminaría el proceso con su socio a su manera.<o:p></o:p>
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¿ Tienes el resultado de <st1:personName w:st="on" ProductID="la Certificación">la Certificación</st1:personName> ? – solicitó Mr. Boyle, mientras depositaba el estuche de mármol encima de la mesa de nogal y mordisqueaba un puñado de cerezas. <o:p></o:p>
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Claudio se lo mostró, sin entusiasmo alguno. Pero lo que se podía verificar en ese documento colmaba todas las expectativas, y era la plasmación final a cinco años que ahora no se atrevía a definir. Su mecanismo, algo sin parangón a nivel técnico y funcional ( a nivel estético simplemente era sublime ) fulminaba todo lo existente, las rigurosas exigencias del COSC se mostraron obsoletas ante los nuevos retos que planteaba el calibre, bautizado TIDSILK-1 y, en la semana precedente, los foros especializados han sido una constante de especulaciones, rumores, medias verdades y mentiras completas, y expectación, brutal expectación ante lo que iba a desvelarse. Incluso en sesudos artículos técnicos, alguien se atrevía a descrifar la génesis de todo el desarrollo, algo tan inútil como argumentar los motivos que llevan a las personas a amarse u odiarse. Nadie sabia, con certeza, qué prodigio técnico conseguía hacer funcionar un calibre para reloj realizado en seda pura en su totalidad, con la asombrosa particularidad que, según decían, siempre variaba su color en función del individuo y la hora que fuese. El máximo responsable de <st1:personName w:st="on" ProductID="la Feria">la Feria</st1:personName> de Ginebra, que mañana iniciaba su andadura en el nuevo edificio ultramoderno, lo definía en una entrevista como “la mayor y más deslumbrante aportación en el mundo de la relojería en los últimos 200 años”, y si fuese objetivo habría añadido que similar valoración cabía en el campo de la estética y las emociones humanas. <o:p></o:p>
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- Es el reloj del alma, y ya sabemos que ésta tiene un precio -, masculló Mr. Boyle.<o:p></o:p>
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Claudio no añadió nada a esa frase. Simplemente, disparó tres veces a quemarropa. No falló ninguna.



CAPITULO VI

Mayra estaba ilusionada de veras con los free days que, sorpresivamente, le había propuesto Otis hasta su regreso de Suiza. Tenía aplazada – y ya hacía demasiado tiempo - la tarea de terminar su tesis sobre las sectas de índole jainista y su papel en el hinduismo, por eso aprovechó esa mañana sin prisas y reorganizó todo el material y estructuró de nuevo los planteamientos genéricos. Ella recuerda como, de muy pequeña, le maravilló conocer a su abuela paterna, una mujer sabia, que vivió largas épocas en ese indómito pais, durante la dominación británica. Su casa – de típica campiña inglesa, en que esperas tomar el té con fantasmas divertidos - estaba atiborrada de objetos bellísimos, demasiado antiguos para no querelos, aunque siempre le decía, casi disculpándose:<o:p></o:p>
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-Son todos robados. Los ingleses siempre robamos y mentimos. - , y encogía su cuerpo menudo, con gesto inevitable.<o:p></o:p>
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Puede ser que, en desagravío, le inculcase el amor a su nieta por todo el mundo fascinante que ella conoció, porque en esas tierras nunca se sintió de paso, sinó en deuda. Guardaba ropajes preciosos, preparaba comidas muy especiadas y de un sabor inaudito, y le leia las historias que un Brahman le contó hacía muchos años, y jugaban las dos, traviesas, a reconocer las divinidades y todas sus múltíples y polifórmicas variaciones. Mayra guarda con fervor y cariño imperecedero una estatuilla de Shiva en su baile cósmico que le donó a los dieciocho años, junto este coqueto ático - “ nadie más que tú sabrá entenderlo”, le dijo al acompañarla en ese viaje a Barcelona –. Desde su llegada a la ciudad, ya hace cuatro años, aprendió a vivir sola, que no tiene nada que ver con vivir en soledad, como muy bien le enseñó su abuela. Porque Rosemary sabía, orgullosa, que esa chica era tan sorprendente, mágica y decidida como ella, y que ayudarla en lo posible era abrirle los escenarios imposibles que los elegidos necesitan para existir.<o:p></o:p>
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Por eso, al poco de morir- y como le había prometido -, viajó a Madhya Pradesh y, desde allí, realizó un proceso casi iniciático que nunca termina, como ya intuía. Regresó con una finalidad evidente : aprender a ser buena persona. “El camino no importa, los pasos quizás” , estaba escrito en el techo, y siempre besa una imagen de un Jina digambara que vela su cama antes de conciliar el sueño. Mayra estaba echada en el suelo, desnuda, y se miró al espejo de la esquina. Se irguió lentamente, imitando la pose de la deidad. Su cuerpo, menudo, era precioso, y aunque todo el mundo resaltaba sus ojazos verdes ella creía – sin paliativos – que sus pezones eran mucho más dulces. Se había rapado completamente y sólo mantenía una discretísima trenza en la nuca, como los arcaicos dibujos chinos. Se sonrió mientras elegía en el armario, y se dedicó un beso por tan acertada decisión. Nadie, nadie, dudaría en afirmar - al mirarla - que el encanto más sutil estaba atrapado en ella, y que un vestido de vuelo negro, un collar de perlitas y unas Dr. Martins pueden cautivar hasta extremos inconfesables.<o:p></o:p>
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Se acercó, espléndida, a la librería predilecta, donde le habían reservado los números de esa revista científica. Paseó zinzageando por las calles estrechas, hasta encontrar una terraza que siempre invita a quedarse, frente a una fuente antigua y muros aún más viejos. Pidió un Bellini y guardó las delicadas gafas de sol, ahora que estaba de huída. No había casi ruídos en la pequeña plazoleta, y ojeó con detalle el índice de la publicación. En el apartado final, apreció una nota de la editora, y no tardó un segundo en sumergirse en algo tan sorprendente e inverosímil. <o:p></o:p>
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-Si se entera Rosemary es capaz de resucitar incluso pagando -, se decía aún desbordada ante tanta maravilla.<o:p></o:p>
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Una mujer se sentó en la mesa continua, pero Mayra le sonrió como si le debiera la vida. Oscurecía, y no le importó pedirle la hora. Estaba dispuesta a descubrirlas con ella. Susana le mostró la esfera de su Enicar Moonphase, y Mayra descubrió que el aire se había vuelto muy, muy triste. Le acercó dulcemente los labios y supo, sin miedos, que hay veces en que debería ser obligatorio ser feliz.
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  • #46
Los recuerdos me habian impedido conciliar el sueño. Mientras el café humeante trataba de poner orden en mis pensamientos, no dejaba de mirar insistentemente el reloj ya que el bisel unidireccional no cuadraba exactamente con las 12 horas. Parece mentira pero puedo llegar a ser tan raro. No obstante el motivo de mi insomnio no era éste, no tenía nada que ver con las cosas materiales. El problema no dejaba de darme vueltas en la cabeza. La policía estaba detrás de la pista y la coartada parecía que que se desmoronaba por momentos. Busqué en mi agenda el número de aquella chica que conocí esa noche, Helena, y, a pesar de las altas horas de la madrugada marqué desde mi móvil NOKIA N95, 659 02..... El teléfono sonó varias veces, estaba a punto de desistir pero una voz sensual como pocas me contestó: buenas noches, quien llama a estás horas? Quede totalmente prendido, le contesté y dimos rienda suelta a nuestras lenguas. De nuevo comprobé que no es cierto - como decía mi madre - que no es bueno llamar más allá de las 10 de la noche. Ya es estos momentos los placeres ocultos se permiten todas las licencias, y decidimos que la virtualidad es más adecuada mutarla en verades tangibles, y más si hay en juego algo más que sonrisas inventadas o deseos a media voz. No creí que viniese, pero reconocerla al cruzar el umbral del "Absenta´s House" resultó, como mínimo, emocionante: todas las mujeres son aún más bellas si mienten.
De repente, se oyó un ruido de pasos en la escalera.
Alguien, desde la sombra aporreó mi puerta, sobresaltándome. El gató saltó del sofá y salió huyendo. Aquello no podía significar mas que una cosa...
Si no estoy en el Absenta House... Todo ha sido un sueño... Jooder!! Por un momento pensé que me estaba volviendo heterosexual.. un momento.. soy heterosexual.. puaj!.. la maldita resaca resuena a mi con cada golpe en la dichosa puerta.. ¿que hora es..?.. ¿donde demonios esta mi Rolex..?... ¡Ya va!.. ¡Ya va..!... ¿Donde demonios estan mis pantalones...?.. La noche debió ser agitada, ya he perdido dos cosas..
Una de ellas ha debido ser la decencia porque no encuentro mi ropa interior, pero lo que más temo es haberla perdido a ella. La conciencia nunca me molestó o inquietó lo más mínimo, pero saberme abandonado es más insoportable que las responsabilidades que habré de asumir ante la Justicia y ante Dios.
¡Dios mio! ¿Que es esa mancha que hay en la alfombra? ¡Parece sangre!
-En la alfombra se veía una mancha roja, oscura, mas o menos redonda, de un tamaño de unos 90 centímetros...
-y... ¿Donde está Teresa? ¿A donde ha ido el maldito gato?
Rapidamente la pupila observo un paquete de Marlboro, me dispuse a encender un pitillo mientras mi mente agrupaba ideas sueltas y absurdas, risas y copas, cubitos de hielo y perfume, cuando en mi mano apunté una cajetilla de cerillas con el logo impreso "The Buda club", no lograba recordar nada de ese lugar ¿ acaso pase por alli tras salir del Absenta House ? ¿ donde estaba el gato ?

No dí más de tres caladas, que me llenaron los pulmones hasta casi perder el conocimiento, hacía calor y el maldito ventilador revolvía el ambiente calentorro que una noche de agosto. Aquella mancha de sangre...no recordaba nada. Junto al paquete de Marlboro una botella vacía de Champám barato y una copa con una marca de carmín. ¡ Teresa !, ahora lo recuerdo todo...
- Pom Pom Pom, otra vez la puerta.
-Aquel ruido interrumpió el hilo de mis pensamientos. debía huir. Nadie debía saber que aquella noche yo había estado en aquella casa.
Abrí la ventana y me deslice al patio sin hacer ruido.

Dos coches de policia estaban aparcados prudentemente, la sombra de un tipo que cruzaba la calle, me hizo rodar por el suelo y casi caigo encima de una m...de un puto perro. De pronto pensé, ¡ Dios ! me he dejado la cartera y el tabaco...estoy perdido. No sabía qué hacer, tenía que buscar una forma de salir de la ciudad, pero no tenía dinero dinero ni documentación...

Sin embargo, con suerte, sin ser visto y pasar desapercibido, ahi comienzo mi marcha, todos esos recuerdos me cruzan, fugaces, la calle oscura invita a meditar detenidamente, a cada paso ideas van y vienen, y no concluyo nada, no puedo ordenar mis putos pensamientos. Decido pues, ir a donde ese jóven, delgado, alto, recargado en aquel candil y fumando un cigarrillo, posiblemente logre obtener algo de pasta, o al menos un cigarrillo, !que va!, la suerte le sonríe al osado...

Pese a los peliagudo de la situación, iba siendo hora de poner en orden mis recuerdos, e intentar averiguar qué coño había pasado, cómo había llegado hasta allí. Intentaba, de forma infructuosa, hacer memoria, pero la verdad es que logré más bien poco, cosa que para nada me tranquilizó. Conseguía recordar estar sentado en un taburete de la barra del Absenta's, pero prácticamente nada más. Desde ahí a despertarme con los golpes en la puerta todo eran fogonazos, flashes, sombras, siluetas difuminadas, que por mucho que lo intentase no había forma de que reconstruyesen una historia medio coherente. Tenía el vago recuerdo de haber empuñado un arma durante la noche, seguramente una pistola, pero no era capaz de recordar ni dónde, ni cuándo, ni, y esto tal vez fuese lo peor, por qué ni contra qué o quién. Es más. ¿De dónde había salido aquélla pistola?
. De repente algo vibra en mi pantalón... tengo el sano vicio de quitar de cuajo esas estúpidas melodías del Nokia, a veces me dan ganas de asesinar a todos los estúpidos que en el interurbano me joden con sus vulgares sonidos y sus aún peores dimes y diretes... ¿ Pero qué me importa a mí lo que su jodida familia quiere para la comida ?. ¿ Y esa niñata histérica que discute con su amiga del alma, la misma que -seguro - le joderá al novio de su vida ?. Al cogerlo se corta la llamada, pero me sonaba vagamente tanto el número como la respiración, muy llena de vida cargada de sueños, y de reproches quizás injustos. Quizás he de tomarme una ducha, vomitar, o hacerlo todo a la vez y limpiar mi mente de todo lo que ahora se agolpa, como un puñetazo inmediato, en la poca sensatez que aún, espero, me queda.

Aquella llamada provocó en mi uno de esos escasos momentos de lucidez con los que el destino me sorprende de vez en cuando. No era ni el momento ni la situacion de andarse con pamplinas. Miré el reloj instintivamente, sin ver tan siquiera la hora que marcaba, le dí una ultima calada al que posiblemente sería el último cigarrillo de mi vida -vaya momento para dejar de fumar- y me encaminé sin vacilar a casa de Susana. Si había una persona en el mundo capaz de conocer la verdad, esta era Susana, si habia una persona en el mundo capaz de darme protección, esta era Susana, pero, ¿querría hacerlo?

Susana vivia a las afueras de la ciudad, en lo alto de un monte con vistas al puerto, en el ultimo piso de un bloque de apartamentos con aire esceptico, morena, rozando los cuarenta, ojos azules y piernas duras como rocas del mar, sin duda ella podria ayudarme y facilitarme algun contacto para conseguir una nueva identidad, el sol empezaba asomar por el este y el amanecer impasible arañaba los tejados de la ciudad.
LLamó a la puerta, la espera se me hace interminable, ruido de pasos, la mirilla.
¿Joder, que haces aquí a estas horas?. Solo una mirada. Me conoce bien sabe que hay problemas. Pasamos al salón. Por fin tabaco, enciendo un cigarrillo y el humo gris inunda mis pulmones devolviendome media vida.
Susana es como el tabaco, he intentado dejarlo mil veces, pero siempre acabo volviendo a caer. Recién levantada esta especialmente hermosa, muy hermosa. Debí haberme casado con ella, pero siempre he sido un gilipollas. Ahora ya no importa.
Susana denotaba tristeza. Mientras apuraba un trago de Cardhu con hielo, le contaba con voz temblorosa la vaga película que asolaba mi mente. Ella era una mujer fuerte, alta, delgada, como sacada de un largometraje de los años 40. La vida, le había enseñado a sufrir y a caminar, sin más ayuda que la de sus anchas e interminables caderas. La muerte de su madre cuando tan sólo era una niña, había curtido de cicatrices su alma y embellecido de forma notoria su figura.

Era tímida y se cohibía cuando se encuntraba entre varias personas, pero conmigo era muy explícita y pienso que la atracción era mutua, aunque ella además, me amaba. Antes de haber consumido la mitad de mi pitillo, ella estaba a orcajadas sobre mi, sobre la alfombra del salón, desnuda y dispuesta a recordarme lo que he perdido durante tantos años se sexo a disgusto y desvelos innecesarios, y tuve la impresión por un momento de que ella era conocedora de lo ocurrido la noche anterior. Ni siquiera me preguntó por Teresa, pero es imposible que ella pueda saber lo que había ocurrido. Tras 20 minutos de frenesí, me duché solo en su casa y empecé a contarle lo que recordaba de la noche anterior.

Durante una hora fuí desgranando mis vagos e imprecisos recuerdos, estar sentado en la barra del Absenta´s la pistola, la mirada insistente a mi reloj, esperando que sucediera algo o viniera alguien a una hora concreta...

Ese deslabazamiento de ideas parecía no llevar a ningún sitio. Susana ni gesticulaba ni se movía, ni siquiera decía nada sobre mi relato.

- No entiendo nada - dijo ella-. Es decir, lo único que recuerdas es lo que me has contado. ¿ En serio que no recuerdas nada más?.
- No - repuse tras un momento de reflexión-. No recuerdo nada más.

Sus ojos se abrieron, y de repente me di cuenta que ella sabía mas de lo que parecía, que me ocultaba algo.

- ¿ Hay algo que deba conocer y que me estás ocultando? - le pregunté.
- Que va, ¿ insinúas algo? - no me miraba a los ojos, tenía la mirada fija en la ventana que daba a la calle.
- No, pero a lo mejor me puedes ayudar a ordenar mis ideas.

No tenía buenas sensaciones. No me fiaba de Susana, otrora buena amiga. Su actitud me producía intranquilidad.

Nos mantuvimos en silencio diez minutos. El silencio se convertía en sopor, interrumpido por una llamada telefónica.

- Si - contesta ella.
...
- No, es un mal momento para eso - sigue al teléfono.
...
- Si, está conmigo- concluye.

Tras colgar me sonríe y se acerca.

- Tengo que contarte algo - dice Susana.
- ¿ Ahora?.
- Si, precisamente ahora.
- ¿recuerdas tu viaje a Suiza de hace unos meses?, dijo.

Pues claro que lo recordaba. Había sido un viaje largamente esperado por mí, pues yo era el encargado de presentar en la Basel de este año un grandísimo logro de mi compañía. Tan grande que seguramente el hecho de hacerlo público en la feria, marcase un hito en la historia de lo que hasta ahora había sido la relojería mecánica.
No en vano habíamos dedicado a su desarrollo más de cinco años y gastado cantidades obscenas de dinero. Tal había sido el gasto realizado que faltó poco para que la compañía se descapitalizara completamente.
Pero afortunadamente ese ímprobo esfuerzo dio su fruto, y lo que yo transportaba en mi maletín ese día, camino de la Basel; no tenía parangón. Incluso podía ser considerado pecaminoso: el primer mecanismo integramente de seda. Siempre, desde crío, alucinaba con los experimentos en la escuela, en esas cajitas de cartón llenas de capullos ( mucho más inteligentes que los que en la edad adulta conocí ) y esas hojitas verdes, y su fantástica transformación con el paso de los días. Como responsable de I+D de "Tempus Imaginarium Design " empezamos a investigar hasta sus últimas consecuencias las capacidades de reistencia y flexibilidad de tan maravillosa materia. Y lo conseguimos. Nuestro mecanismo es, indudablemente, el más liviano, bello y resistente. Es único. Y, por eso mismo, es peligroso.

Todos los sinsabores de estos años venian a mi mente y la golpeaban machaconamente, con una insistencia dolorosa. Susana me miraba perpleja sin terminar de comprenderlo. Ella no habia sido solamente una inversora capitalista ávida de fama y reconocimiento mundial. Se había implicado en este proyecto tanto como Mr. Boyle y yo, y los tres eramos los únicos que conociamos al dedillo todos los entresijos del proyecto. Solamente uno de nosotros podía haber traicionado tanta implicacion, tanto trabajo, tanta amistad.....

No quedaba tiempo, apenas venticuatro horas y todo este ingente esfuerzo y dinero se iría al garete de una forma definitiva. Era el tiempo de encontrar al cupable, pero sobre todo, de que no se saliese con la suya. Habia demasiado en juego.

Enfrascado en mis pensamientos no reparé en que Susana habia empezado a contarme lo que sucedió durante mi viaje a Suiza.

- Ese viaje fue un error. Para los dos - oí que decía mi amiga.

Y algo más añadió que, seguro, me enfureció. Sonaba la impagable voz de Tom Waits y los gritos camuflaron la bella "Take it with me". Sólo recuerdo que, al cerrar la puerta, el corazón de Susana lloraba, literalmente, en mi mano.
Yo me pregunté si no sería cosa de decírselo ahora; recibiría la ducha fría justo en el momento en que estaba desnuda, llena de la felicidad que le daba aquel sitio tan bonito. Pero cuando me volví hacia ella y vi sus hombros delicados, con los brazos levantados, y quitarse la falda por la cabeza, se me fueron las ganas. Tanto más cuanto que ella decía, siempre con su voz cariñosa, no te creas que no me doy cuenta, me estás mirando.

Sí, la miraba de esa manera injusta, porque no es de recibo desearla tanto y negarlo displicentemente, como un tahúr que hace equilibrios entre lo real y aquello que se alimenta de mentiras. La miraba posesivamente, porque adiviné en ese momento que era nuestro último intento por sobrevivirnos, y me entristecí. Ella sonrío dulcemente y me llevó, de nuevo, a la Eternidad.




CAPITULO II

Mi nombre es otro pero me llamo Nieve. Tengo 41 años y un culo precioso, como todo el mundo sabe. No uso tarjetas de visita porque siempre que quedo con alguien acostumbro a matarlo, así que se me disculpará la descortesía. Prefiero la daga a otros utensilios, es discreta y muy efectiva, me produce un placer casi sexual ver los últimos espasmos de mis víctimas. Algunas mueren mientras follamos, quizás tendré que preguntar a mi psiquiatra qué extraño designio me lleva a encadenar ambos placeres. Suerte que no ocurre siempre, también me gusta querer a quien lo merece. Y Otis era mi preferido. Siempre ha sabido encandilarme con su preciosa colección de Soul, las parodias de un cómico que es feo y su despistado aire de hombre encantador. Lo conocí (¿ o quizás fue él ? ) en un local del Barrio Gótico, muy de madrugada, recuerdo que Lene Lovich presentó un disco suyo, que como siempre resultó peor que su presencia. Es por ella que llevo seis aros en mi cuerpo, y también desde esa noche no me he quitado el Angelus Chronodato que le gané en una apuesta a él. Me emocionó – a mí, que siempre me burlo de esas memeces – que supiera perder tan elegantemente, pero creo que ganó él con la fiesta que le monté poco después en mi casa. Nos hemos visto varias veces desde entonces, y hoy deseo verlo. Porque tengo algo importante, seguro.
Mientras me afeito pongo la versión en directo de “Take Five”, qué estilazo indefinible Dave Brubeck y su banda, me lo pido en mi entierro para animarme. Hoy no estoy de humor, mejor dicho, estoy que no sé como estar. Espero que Otis me alegre el cuerpo y el día, porque yo se lo voy a joder, sin duda. La charla que pillé sin querer en ese chat de intercambios tendrá más consecuencias de las que me imagino, y yo imagino mucho… No sé, me extraña que no me haya contestado el sms que le he escrito, pero ha tenido tiempo de pensar en ello, y ya sabe que no me gusta que me hagan esperar. Igual le castigo un poco, y ni le beso cuando llegue.

¿Sere capaz? Otis derrumbaba siempre todos mis esquemas con una mirada. No se de donde procedia aquella mirada animal que siempre fustigaba mi animo hasta hacer añicos cualquier atisbo de resistencia. Y él lo sabia. Sabía que el juguete roto de mi espiritu se desvanecía siempre como el algodon de feria en una boca que se moría por recibir de la suya el jugo de su alma. Lo esperaba, si, y esperaba quizas hacerle daño, pero era inevitable. Mis razones eran otras, mi vida en definitiva, era otra, pero Otis estaba allí, en una esquina de mi existencia, perturbandola.
Oir sus pasos ascendiendo lentamente por la escalera me rescató definitivamente hacía la realidad que me esperaba, que nos esperaba a ámbos. Ni por arte de magia, podría saber Otis lo que sucedería.

-“¡¡¡ Las tengo, tengo las entradas, tengo las entradas !!!” , y no sé si sus gritos me desconcertaron tanto o más que su abrazo. Estaba exultante, eso lo hacía más irresistible, y le perdoné incluso que me abandonase unos instantes, justo para abrir el frigorífico y sacar uno de esos zumos raros que colecciona y yo le compro.

- He pasado por el local, cierro hasta el lunes, esto se lo vale – dijo a medio trago, y empezó a canturrear algo que siempre repite cuando está feliz, y no entiendo esa manía, porque la melodía es tristísima:

“ Rest your head my love;
Rest your tired limbs;
Leave your mind at peace, at peace, at peace,
What are you thinking now?

Thinking of a girl
As golden as the sun
She loved me noy like you, like you, like you
Pray do you love me more?

It´s hard to say for sure,
A child, sixteen, was I
Both virgins did we buy, we buy, we buy
You loved her more than me

She left me one dark night
She took my heart for free
I´ve seen her not since since then, since then, since then,
God if I saw her now”

-Me ha costado más de lo necesario, pero esto será grande, y tú estarás conmigo – y no supe qué decir. Así que le besé, no sé cuantas veces, y luego la desnudez lo llenó todo, y los placeres que nos gustan a ambos lo decían todo. Esos placeres que no comprenden de ortodoxias ni estilos, esas emociones ancestrales que van más allá del inútil amasijo de huesos haciendo el amor, esas silenciosas palpitaciones que retumban en toda mi piel excitada… Otis sabe amarme, y este lujo tan preciado merece algún sacrificio por mi parte, de todas maneras acompañarle a ese concierto tampoco es un desastre, aunque me lleve al país más aburrido de Europa .

-Nieve, nos vamos a Ginebra, es mi regalo de cumpleaños – me besó otra vez como si fuese la primera.

-Ya sabes que aún faltan unas semanas… ¿ o no hablas de mí ? – añadí, burlona, porque sabia que no estaba dedicado a mí el homenaje.

-Hablo de lo que desde los 16 años estoy esperando, y espero que éllos aún estén pletóricos. Y mira, me da igual como estén, sé que será un descubrimiento. ¡¡¡ Por fín Steve Hackett y Anthony Phillips juntos en directo !!!. Y Lorraine me ha enviado esta mañana las invitaciones, sólo pudo conseguir las de Suiza, en Berlín fue imposible. No te he llamado porque me he pasado todo este tiempo preparando la escapada, ya he puesto un cartel en el “Absenta´s House” que queda chapado hasta que vuelva.

Otis es así, capaz de anteponer su pasión a su negocio. Supongo que, realmente, confluyen diluyéndose, y por eso es alguien alegre. Es bello verle sonreir, y sé cómo es de difícil hacerlo de verdad. Y su apasionamiento vital lo contamina todo, por ello su bar tiene esa mítica en la ciudad. Alguien me explicó que lo abrió sólo por el disfrute de escuchar con colegas la música que le gustaba, y resultó que a muchos les apasionó. Algunos días actuaban grupos totalmente eclécticos, pero en común tenían su espléndida calidad, y eso lo ha mantenido en 20 años que ha cambiado todo, excepto su buen gusto. El “Absenta´s House”, más que una joya entre tanta mediocridad, es un refugio. Sus dos niveles aprovechan los antiguos muros de unos baños medievales y, como en el Gimlet, caben todos los que desean venir. Otis y Mayra – creo que es de las pocas mujeres que me caen bien - conocen sus caprichos, y la parroquia agradece el detalle. Yo siempre he ido a los bares ( ¡ qué manía más esnob eso de llamarles locales de copas ! ) para no sentirme como en casa ( otra gilipollez ) , sinó en otro mundo, y ellos me los ofrecen todos. Reconozco que iria igualmente sólo por él, pero eso es algo inconfesable en una persona como yo que siempre, como todo el mundo sabe, no necesita a nadie.

- Lorraine nos deja su piso, bueno, ella estará en la ciudad pero no sé si podremos verla, ya sabes como enloquecen los responsable culturales cuando los acontecimientos son de primera. Y tengo entendido que, además, esos días hay una movida de relojes, o una exposición mundial, no sé, vaya, que su cargo la obliga a estar es todos los saraos, me ha repetido que las llaves son las mismas de la otra vez – me explicó, como si hubiese de justificarme algo.

- Vale, ya sabes que prefiero no coincidir con ella. Porque entonces no te invitará nunca más. - , le musité cerca del oido, mientras le mordía sin cuidado.

- Oye, dime, el mensaje que me has dejado en el móvil…me hablas de una charla extraña, de algo que crees puede tener que ver con Susana… - Otis suspiró, pero no era por mi boca, sinó de desazón, casi de hastío. Me puse a horcajadas encima de él, y se lo dije:

- Tu hermana ha montado un nuevo follón. Otra vez. Y ésta le ha salido mal, creo que…

Otis puso suavemente su dedo en mis labios, entendí que no quería escuhar nada en ese momento. Nada que no fuese nuestro. Ella podía esperar.




CAPITULO III

Era implacable. Era eficiente. Era exigente. Era obstinada. Era perfecta. Era infeliz. Por eso no le agradó descubrir que entre sus colaboradores recibía el sobrenombre La Exacta, y le provocaba una hilarante molestia esa leyenda que su control era tan absoluto que incluso se regulaba en minutos precisos sus propios orgasmos. Lorraine llegó la primera, y estaba revisando ya los protocolos de acontecimientos clave en la ciudad. Los cristales de la oficina principal de la IAC – Instituto de Acciones Culturales mostraban el mismo cansancio que la mañana, cubierta de neblina y frío intenso, el mismo que tanto costó superar en su primera época en el país del que disparaba a manzanas. Llegó abandonando algo más que un matrimonio equivocado, como todos, y suplió el encanto de la vida mundana por la severidad de un mundo que siempre le parece postizo. Casi hipócrita, sería más acertado. Y se aprovechó de esa particular faceta para conseguir sus propósitos, sin prejuicios y a costa de quien fuese, eso hacen los supervivientes. Y los que nunca dejan de huir.
Lorraine ladeó su cabeza, y miró disgustada el texto del mail que acababa de recibir. No le hacía ninguna gracia que su hijo viniese con su amante, pero sabía que no estaba en condiciones de recriminarle nada y, además, era culpa suya.

- Tendría que haberle enviado una sola invitación - , se resignó en voz alta. En el fondo deseaba reencontrarse con Otis, fueron muchos años sin saberse y los reproches habían quedado atrás, como siempre pasa. Ella había marchado para sentirse viva, y hay ocasiones que llega a conseguirlo, en esa ciudad sin nada, sin alma, sin apenas motivos para pisarla. A veces, Lorraine cree que hay cárceles de prados verdes y lagos con bichos mucho más insufribles que las de clásicos barrotes.

Como podia ser que, ella, otrora rigida, impasible, fria, lejana, se tornase en una criatura amedrentada por la situacion. Siempre habia hecho lo que su cerebro le había dictado, sin importarle las consecuencias que de sus actos -frecuentemente errados- se habian derivado. Acostumbrada a las bofetadas de sus seres proximos -que no queridos- siempre habia reaccionado pisando fuerte las tripas de quien osara contrariarla. Hoy no podia. Sabia que Otis le haría todas las preguntas de las que habia huido siempre, con la salvedad que este callejon no tenia escapatoria, en unos minutos, Otis y su amante estarían delante de ella, y era tiempo ya de contarle todo lo que sabia. ¿Podria?

A Lorraine no le había llegado el período con la puntualidad acostumbrada y quizá por eso estaba más susceptible de lo habitual, pero aunque no hubiese sido así, jamás volvería a aceptar un acuerdo a tres con su hijo y con su amante. Lo que ocurrió hace casi un mes fue una locura, y jamás habría de volver a suceder, al fin y al cabo todo el mundo hace tonterías, aunque quizá ésta dejase secuelas porque su instinto femenino le decía que el hijo que acababa de concebir podría no ser de Otis, que ya era de por sí relevante, sino de su propio hijo, y sólo con pensarlo un vómito le venía de inmediato. El incesto había entrado en la vida de Lorraine y no sabía a quien contárselo.

El Padre Angel estaba sentado en su despacho. Al mismo se accedía por la sacristía, una vez cruzado todo el ala derecha de la Iglesia de Santa María. Hacía más de dos años que ella no visitaba el templo. Su confianza con el religioso había sido una constante en los muchos devaneos que habia soportado en su vida. Don Angel preparaba la misa de 12 cuando Lorraine golpeó con suavidad la puerta entreabierta.
- Adelante, ¡Que visita tan agradable!
- Siento molestarle Padre
- No es ninguna molestia hija, pero creo que te sucede algo, esa cara no refleja mucha alegría que digamos.
Las lágrimas comenzaron a brotar de forma incesante en el rostro de Lorraine, mientras el sacerdote se levantaba de su escritorio.
- Salgamos fuera hija.
El templo era sobrecogedor a esas horas, sin oficio religioso de por medio. El silencio se hacia notar y el único sonido provenía de los continuos gimoteos de Lorraine. Una vez ubicados en uno de los bancos, hacia la mitad del pasillo central, Lorraine comenzó a hablar.

Y, una vez terminó, no esperó a escuchar comentario alguno. Se levantó apoyando su mano en el cariacontecido párroco, y salió sin prisas a buscar una salida. El frío continuaba siendo molesto, y llamó con el móvil a uno de sus subalternos, para que se ocupase de algunos asuntos y una cosa más. No estaba muy alejada de la antigua estación central, ahora en desuso por otra mucho más moderna e insípida de alguien con mucho nombre y peor estilo. Mientras silbaba “Bird guhl” rememoró una antigua amistad, y pensó que le gustaría decirle todo aquéllo que siempre una se calla y, en venganza, esos silencios no dejan jamás de gritar sin pausa en la memoria. Pensó en la belleza de una danza festiva, en el jolgorio de las calles y los goces de los cuerpos, en libros sin leer y lecturas olvidadas, en tonterias sin cuento y cuentos de fábula, en manos queridas y amantes caricias, en lo que no sabía y ya daba igual, y en lo que igualmente consideraba inútil y, sin embargo, no podía faltarle. Pensó que él la perdonaría, y cerró los ojos.
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Otis salió del vestíbulo con el mensaje escrito en un papel pequeño, como Lorraine había exigido al responsable de invitados de la sede del IAC. Se sentó en la barandilla izquierda, mientras Nieve comía un dulce enorme que no le habían permitido entrar al edificio. No parecía enfadado.
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- Ya te dije que es difícil quedar con las altas instancias, y más si eres su hijo. Ha dejado recado de la imposibilidad de comer juntos, y que le perdone -, señaló mientras lanzaba la nota en un hueco de la escultura anexa. Se oía una sirena entre el tránsito, y le dio por imitar guturalmente la escena.
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- Vayamos a casa, quiero ducharme y estar encantador para el concierto, y olvidarme de esa malnacida -, masculló Nieve, quizás por el agotamiento del viaje y de unos zapatos imposibles. Quería tumbarse en algún sitio y dormir –bueno, eso es un decir – hasta el momento de ir al Palais des Artistes. Seis horas no es tiempo en Ginebra.
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Se dirigieron a paso rápido, mientras curioseaban en los escaparates suntuosos y los cafés de cuidada imagen , a <?xml:namespace prefix = st1 ns = "urn:schemas-microsoft-com:office:smarttags" /><st1:personName ProductID="la Rue" w:st="on">la Rue</st1:personName> du Rêve. Acababan de cruzar el portal del señorial edificio cuando les sorprendió una voz , pero aún más el atuendo de quien les conminó a acompañarles.
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Esa noche, alguien que no lo esperaba acudió, con quien le vino en gana, a una impecable velada de dos mayúsculos guitarristas, después de encontrarse unas entradas en el suelo, en una calle de bello nombre. Otis llevaba entonces largo tiempo con los forenses y el personal autorizado para esas cuestiones. Le explicaron que la repatriación del cuerpo tardaría unos días, pero entendió que no podía negarse. Pidió un teléfono – se había agotado la batería del celular – y llamó a Mayra. La conversación fue corta, no hizo falta nada más.
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Nieve, por primera vez en su vida, lloró.


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CAPITULO IV

En otra parte del mundo había quien se frotaba las manos pensando lo que iba a suceder. Algo preparado, meditado y que en todo el mundo sería noticia de portada. No se podía evitar. Todo confluía para que se produjera lo que era inevitable. Iba a ser una sorpresa. Nadie lo esperaba.

En el aniversario del 11-S era otra la preocupación. Eran otros los preparativos, otras torres conmemorativas, otras ideas para compartir. Esos "otros" estaban dedicados a sus cosas sin prestar atención a lo que se estaba gestando.

Tony era agresivo. No tenía esa agresividad física que sus 195 centímetros de altura y 130 Kg de peso parecía presagiar. Era una agresividad gestual, no dar su brazo a torcer, rebatir las ideas de los demás, desde la educación y el saber estar que le dió sus años de preparación religiosa. Desde que en Italia mantuvo aquellos contactos, en su personalidad se aunaba las ganas de agradar a sus superiores y el no solicitar la ayuda de los demás para cumplir sus cometidos.

En su casa, el despacho lo presidía una pizarra, de las antiguas de corcho, en la que se veían nombres, caras, paisajes, mezclados pero no revueltos. Otis, Susana, Basilea y Ginebra, Nieve, Lorraine y varias flechas que apuntaban a una palabra: Día D. 12:00 PM.

No estaba nervioso. Lo que tenía que suceder iba a producirse. Y nadie lo impediría (...)

“ Mr. Boyle, hemos efectuado el pago según lo convenido “, escuchó satisfecho por el auricular, y lanzó un dardo a la foto de Lorraine. Tony nunca le perdonó que se fugase del hogar, y peor que lo hiciese dejando una criatura de meses, cuando eso era algo fuera de su incumbencia. Su relación fue exclusivamente interesada, al menos por su parte. Tony pertenece a una ilustre familia, de ésas que podríamos definir “con posibles”. Es decir, podrido de pasta y sin escrúpulos. Ya algún antecesor suyo influenció adecuadamente en las más importantes acciones producidas – a todos los niveles - de las décadas pasadas, y él no quería ser menos. Se lió con esa estilizada chica, tan comedida y prudente, esencialmente porque no le replicaría todas sus correrías. Y porque emparejarse con una de las fortunas más notables del sector químico era, de entrada, la bomba. Tony siempre ha sido así, un mezquino. Y mecenas, porque está muy bien visto – y te ven muy bien – apoyar proyectos culturales, solidarios, y sobretodo de apoyo a los niños, panda de memos que no hacen más que joder a los mayores. Pero nadie desgrava como ellos.<o:p></o:p>
Su soberbia era proporcional a su fortuna. Inmensa. Porque además era hábil y oportunista, y le salía de narices. Había invertido en múltiples sectores, y tenía de todo. Menos encanto y elegancia, porque un estúpido no comprende conceptos tan herméticos. Era, definitivamente, asquerosamente rico. Y, más que nada, asqueroso. Cuando tuvo la oportunidad ( con todas las malas artes y triquiñuelas, porque sinó no le parece honrado ) de apropiarse de la patente del proyecto desarrollado por “Tempus Imaginarium Design” ni se molestó en despedir al que se había dejado el alma en esa maravilla, y lo mantiene vivo sólo porque aún ha de aportarle más gloria. Claudio es un genio, y ya sabemos que siempre conceden tres deseos, así que Mr. Boyle aún reclamaba los restantes. Con esa identidad apareció como salvador de la empresa de biotecnología, cuando los creditores estaban hartos de no ver resultados. Pero eso no le importaba a Tony. Sabe esperar, cuando sabe que tiene todo a su favor. Y no dudó ni un instante – así actuan los ganadores – porque ya tenía conocimiento de todo lo que allí surgiría. De algo había de servirle sostener a Susana, otro estorbo de un mal polvo con una pija imbécil, pero que aún le llamaba papá y había heredado el cuerpazo de las diosas prohibidas. Susana tenía un grave problema : incontinencia verbal. Pero para él resultaba, en ocasiones, todo un privilegio, porque ella era tan zorra que se liaba con respetables hombres de negocios, y les sacaba ( su lengua era habilidosa hasta el extremo ) todos sus secretos. Nadie puede imaginarse, en verdad, el precio a qué se cotizan ciertos silencios, pero esa llamada mostraba, de nuevo, que la honorabilidad familiar muchos depravados la valoran al máximo.<o:p></o:p>
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- Asï aprenderäs que ciertas meadas son perjudiciales -, dijo riéndose zafiamente, mientras apuraba su malta, siempre con dos hielos en forma de pez. <o:p></o:p>
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Guardó el sobre con las fotos del mediocre politicastro en obscena actitud, y miro distraidamente la prensa que el mayordomo había dispuesto, como cada mañana, en la mesa de póker. Le gustaban esos tabloides extranjeros, y era de las pocas cosas que podía reconocérsele en su haber : nunca tuvo que esforzarse nada en los idiomas, los asimilaba con gran rapidez, y alguien llegó a decir en un selecto local de mujeres agradables que su conversación resultaba más fluída en finés que en cualquie otro. A veces se entretenía con los pasatiempos germanos, o comparaba la tipografía de las edciones inglesas con las transalpinas, o se burlaba sin reparos de lo feos que siempre salen los mandamases del turno, los mismos que comían en su mano si él les dejaba… En el noticiero alemán reparó en una nota, acompañada de una imagen conocida. Se detallaba el fallecimiento de una prestigiosa responsable cultural, al parecer electrocutada accidentalmente, en la ciudad que Tony iba a visitar en pocas horas. <o:p></o:p>
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Un nuevo dardo, con más rabia aún, destrozó la mejilla de la ya maltrecha imagen de Lorraine. Abrió el compartimento de mármol que estaba en la repisa, al lado de la cornamenta de ciervo de los Urales. Miró con deleite el mecanismo, extraordinariamente arropado en una caja de diamante más cautivadora que un pecado por probar. Nunca había sentido tanta emoción, y sabía que mañana el mundo estaría a sus pies. Cerró su futuro con cuidado y, antes de salir del salón, lanzó 3 dardos más. Ninguno acertó su objetivo.

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<o:p>CAPITULO V</o:p>
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<o:p>Claudio, inevitablemente, lo recibió en el hall del Gran Hotel, aunque era lo último que deseaba. Había llegado esa mañana, después de un apacible trayecto en tren, donde puedo dar rienda suelta a sus pensamientos en el compartimento individual, y se dirigió al más suntuoso y pretencioso edificio de la ciudad, como había convenido con Mr. Boyle, quien le repitió hasta la saciedad que él llegaría a media tarde, en su reactor privado. Así que se ha permitido visitar fugazmente a un maestro artesano y departir risas nobles, y elegir una decisión antes de afrontar una nueva pesadilla, quizás la última.<o:p></o:p>
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- Mañana serás importante. Y yo mucho más -, le espetó Tony mientras subían en el ascensor a la suite.<o:p></o:p>
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Ya lo tenía acostumbrado a excesos de todo tipo, pero asumió que siempre era capaz de superarse. Dilapidar lo indecible en <st1:metricconverter ProductID="583 m2" w:st="on">583 m2</st1:metricconverter>, que seguro no va a pisar más de veinte minutos, ni usará los dos pianos ( uno blanco y otro negro ), ni los baños descomunales, ni quizás el bar con todas las botellas de buena marca y preciadas viandas le parecía a Claudio, en esencia, muy antiestético. Pero ya había aprendido que, desde hacía meses, le tocaba bailar al son de ese individuo. El precio de un sueño nunca lo imaginó tan denigrante, él que siempre estimaba la belleza y había conseguido la pureza tras todos los sacrificios, o eso creía. Fue Susana, en <st1:personName ProductID="la Feria" w:st="on">la Feria</st1:personName> de Ginebra del pasado año, quien le presentó a un inversor interesado en ayudarles, Mr. Boyle. Esa frase tan manida de “el abrazo del oso” le ha venido a la cabeza infinidad de veces desde esa jornada, si hay decisiones equivocadas consiguió en pleno, casi sin derecho a réplica. Y vender su alma por verla viva no fue la más grave. Desde entonces, su negocio ya no era suyo, su tiempo lo mandaba otro y su mundo era submundo. Nunca le ha confesado a Susana que descubrió el vínculo familiar que le une a Tony por una fantochada de éste, nunca le ha explicado que otro desliz le permitió intuir su patético fin y nunca le recriminó que, por ambición, olvidase que él era su único amigo. Por eso le rogó que, esta vez, no le acompañase, ya terminaría el proceso con su socio a su manera.<o:p></o:p>
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¿ Tienes el resultado de <st1:personName ProductID="la Certificación" w:st="on">la Certificación</st1:personName> ? – solicitó Mr. Boyle, mientras depositaba el estuche de mármol encima de la mesa de nogal y mordisqueaba un puñado de cerezas. <o:p></o:p>
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Claudio se lo mostró, sin entusiasmo alguno. Pero lo que se podía verificar en ese documento colmaba todas las expectativas, y era la plasmación final a cinco años que ahora no se atrevía a definir. Su mecanismo, algo sin parangón a nivel técnico y funcional ( a nivel estético simplemente era sublime ) fulminaba todo lo existente, las rigurosas exigencias del COSC se mostraron obsoletas ante los nuevos retos que planteaba el calibre, bautizado TIDSILK-1 y, en la semana precedente, los foros especializados han sido una constante de especulaciones, rumores, medias verdades y mentiras completas, y expectación, brutal expectación ante lo que iba a desvelarse. Incluso en sesudos artículos técnicos, alguien se atrevía a descrifar la génesis de todo el desarrollo, algo tan inútil como argumentar los motivos que llevan a las personas a amarse u odiarse. Nadie sabia, con certeza, qué prodigio técnico conseguía hacer funcionar un calibre para reloj realizado en seda pura en su totalidad, con la asombrosa particularidad que, según decían, siempre variaba su color en función del individuo y la hora que fuese. El máximo responsable de <st1:personName ProductID="la Feria" w:st="on">la Feria</st1:personName> de Ginebra, que mañana iniciaba su andadura en el nuevo edificio ultramoderno, lo definía en una entrevista como “la mayor y más deslumbrante aportación en el mundo de la relojería en los últimos 200 años”, y si fuese objetivo habría añadido que similar valoración cabía en el campo de la estética y las emociones humanas. <o:p></o:p>
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- Es el reloj del alma, y ya sabemos que ésta tiene un precio -, masculló Mr. Boyle.<o:p></o:p>
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Claudio no añadió nada a esa frase. Simplemente, disparó tres veces a quemarropa. No falló ninguna.



CAPITULO VI

Mayra estaba ilusionada de veras con los free days que, sorpresivamente, le había propuesto Otis hasta su regreso de Suiza. Tenía aplazada – y ya hacía demasiado tiempo - la tarea de terminar su tesis sobre las sectas de índole jainista y su papel en el hinduismo, por eso aprovechó esa mañana sin prisas y reorganizó todo el material y estructuró de nuevo los planteamientos genéricos. Ella recuerda como, de muy pequeña, le maravilló conocer a su abuela paterna, una mujer sabia, que vivió largas épocas en ese indómito pais, durante la dominación británica. Su casa – de típica campiña inglesa, en que esperas tomar el té con fantasmas divertidos - estaba atiborrada de objetos bellísimos, demasiado antiguos para no querelos, aunque siempre le decía, casi disculpándose:<o:p></o:p>
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-Son todos robados. Los ingleses siempre robamos y mentimos. - , y encogía su cuerpo menudo, con gesto inevitable.<o:p></o:p>
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Puede ser que, en desagravío, le inculcase el amor a su nieta por todo el mundo fascinante que ella conoció, porque en esas tierras nunca se sintió de paso, sinó en deuda. Guardaba ropajes preciosos, preparaba comidas muy especiadas y de un sabor inaudito, y le leia las historias que un Brahman le contó hacía muchos años, y jugaban las dos, traviesas, a reconocer las divinidades y todas sus múltíples y polifórmicas variaciones. Mayra guarda con fervor y cariño imperecedero una estatuilla de Shiva en su baile cósmico que le donó a los dieciocho años, junto este coqueto ático - “ nadie más que tú sabrá entenderlo”, le dijo al acompañarla en ese viaje a Barcelona –. Desde su llegada a la ciudad, ya hace cuatro años, aprendió a vivir sola, que no tiene nada que ver con vivir en soledad, como muy bien le enseñó su abuela. Porque Rosemary sabía, orgullosa, que esa chica era tan sorprendente, mágica y decidida como ella, y que ayudarla en lo posible era abrirle los escenarios imposibles que los elegidos necesitan para existir.<o:p></o:p>
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Por eso, al poco de morir- y como le había prometido -, viajó a Madhya Pradesh y, desde allí, realizó un proceso casi iniciático que nunca termina, como ya intuía. Regresó con una finalidad evidente : aprender a ser buena persona. “El camino no importa, los pasos quizás” , estaba escrito en el techo, y siempre besa una imagen de un Jina digambara que vela su cama antes de conciliar el sueño. Mayra estaba echada en el suelo, desnuda, y se miró al espejo de la esquina. Se irguió lentamente, imitando la pose de la deidad. Su cuerpo, menudo, era precioso, y aunque todo el mundo resaltaba sus ojazos verdes ella creía – sin paliativos – que sus pezones eran mucho más dulces. Se había rapado completamente y sólo mantenía una discretísima trenza en la nuca, como los arcaicos dibujos chinos. Se sonrió mientras elegía en el armario, y se dedicó un beso por tan acertada decisión. Nadie, nadie, dudaría en afirmar - al mirarla - que el encanto más sutil estaba atrapado en ella, y que un vestido de vuelo negro, un collar de perlitas y unas Dr. Martins pueden cautivar hasta extremos inconfesables.<o:p></o:p>
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Se acercó, espléndida, a la librería predilecta, donde le habían reservado los números de esa revista científica. Paseó zinzageando por las calles estrechas, hasta encontrar una terraza que siempre invita a quedarse, frente a una fuente antigua y muros aún más viejos. Pidió un Bellini y guardó las delicadas gafas de sol, ahora que estaba de huída. No había casi ruídos en la pequeña plazoleta, y ojeó con detalle el índice de la publicación. En el apartado final, apreció una nota de la editora, y no tardó un segundo en sumergirse en algo tan sorprendente e inverosímil. <o:p></o:p>
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-Si se entera Rosemary es capaz de resucitar incluso pagando -, se decía aún desbordada ante tanta maravilla.<o:p></o:p>
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Una mujer se sentó en la mesa continua, pero Mayra le sonrió como si le debiera la vida. Oscurecía, y no le importó pedirle la hora. Estaba dispuesta a descubrirlas con ella. Susana le mostró la esfera de su Enicar Moonphase, y Mayra descubrió que el aire se había vuelto muy, muy triste. Le acercó dulcemente los labios y supo, sin miedos, que hay veces en que debería ser obligatorio ser feliz.

- Hoy un hombre que me ama ha matado a mi padre, y aún no sé si quiero lamentarlo o brindar por ello -, comentó, como ausente, mientras buscaba de nuevo la boca que la condenaba a salvarse.<o:p></o:p>
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Mayra la cogió de la mano, para cruzar juntas inundaciones de cariño y morir en el intento. Ella había sabido, en esa llamada cuando estaba saliendo de casa, que Otis no regresaría el día convenido y que, después, sería demasiado tarde para todo.<o:p></o:p>
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- Hoy he sabido que amo a un hombre y nunca se lo diré -, suspiró, y los dedos deseosos explosionaban recónditos anhelos y dos mujeres aprendían a quererse antes de olvidarse sin reproches.<o:p></o:p>
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Ya era un nuevo mediodia cuando el timbre la sobresaltó. Oyó la voz de Susana y algunas palabras que intercambiaba con un mensajero, de un envío urgente a portes pagados. Minutos después regresó con el periódico abierto en la página de internacional y algo similar a un cofre. La atractiva morena de ojos azules y mucho mayor que ella le leyó dos noticias, aparentemente inconexas, acontecidas en la aburrida ciudad de Ginebra. Habían detenido a un hombre, científico al parecer, por el asesinato de un millonario personaje relacionado con extraños ambientes, en un céntrico hotel. No había opuesto resistencia y se había inculpado, pero nadie conocia los motivos. La otra cuestión se refería al escándalo en la inauguración de la reputadísima Feria de Ginebra, ante la incomprensible ausencia de lo que se anunciaba como el mayor acontecimiento del siglo y un desaforado interés en las más reputadas casas de subastas por un modelo que nadie ha visto y todo el mundo espera. Las cifras ofrecidas son, sin exageraciones, descomunalmente exageradas.<o:p></o:p>
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- En Suiza, ni la nieve es lo que era… - , comentó con desdén. Miró la expresión suave de Mayra y, tras besarla, le entregó un preciado regalo, en un estuche de mármol. <o:p></o:p>
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Mayra salió a la calle, radiante como el día. Decidió acercarse al “Absenta´s House” y, como le había pedido Otis, cambiaría el cartel de la puerta por otro. Buscó en el cajón del mostrador varios rotuladores gruesos, de tonalidades distintas, y abrió una Moritz para tomársela de un trago. Se le hacía tan extraño ese profundo silencio que eligió la melancólica “Malos tiempos para la lírica”, de Golpes Bajos para acompañarse. Pero cuando llegase a su ático pondría velas arco iris y mucha espuma en el baño, y la sugerente voz de Rickie Lee Jones. <o:p></o:p>
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Quería aguantar hasta el amanecer, y nacer de nuevo en cada hora de color distinto según transcurría el tiempo. Pensó en lo que había escuchado y apostaba que, en ese mismo instante, alguien estaba ofreciendo incluso cheques en blanco. <o:p></o:p>
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A las 6:30 a.m. la luz entraba timidamente por la claraboya. Su reflejo en la cara adormecida le hizo entreabrir sus hermosos ojos. Miró su muñeca derecha y sonrió, sin más.<o:p></o:p>
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Y pensó que era muy enojoso que el mundo no recordase ya que las almas buenas no tienen precio. <o:p></o:p>
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F I N<o:p></o:p>
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