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Segundo concurso de relato corto de Relojes Especiales

  • Iniciador del hilo Goldoff
  • Fecha de inicio
Estado
Hilo cerrado
  • #51
El Abuelo Pepe

Estaba en la cama del fondo, cerca de la ventana, la habitación era oscura, estaba limpia, pero no tenia adornos y era triste. Su única hija y su nieto mayor lo venían a ver todos los días, ella le hablaba, le decía frases cariñosas, le pasaba un pañuelo perfumado por la frente; el nieto se quedaba detrás, como mirando de lejos, le daba mucha tristeza ver al viejo así. Recordaba su niñez, el paso firme del Abuelo, las caminatas por el medio del bosque, como Pepe se agachaba y recogía alguna colilla del suelo y la encendía y le daba dos caladas, -la abuela le tenia prohibido fumar-; aquellas viejas historias de la guerra contra los moros, cuando casi se muere asfixiado al subirse al vagón de un tren que se llenó de humo y vapor dentro de un túnel; cuando fue miembro de la Guardia Real, las charlas debajo de la sombra del cerezo que él mismo había plantado, y cuyos frutos cosechaba año a año subido a una escalera y con un cubo que llenaba varias veces. Lejanos y bellos recuerdos.
Tenía una forma muy particular de mirar su reloj, lo cogía con sus grandes y suaves manos y lo inclinaba hacia abajo, decía –hoy no se ha adelantado- . Por supuesto desde que se lo ingresó su Mervos estaba en la mesita de noche, siempre en hora y con la cuerda suficiente, labor a cargo del nieto. La despedida fue silenciosa esa mañana, como lo era siempre, el beso en la frente de hija y nieto, y la mirada vacía y reposada de Pepe, ese día estiró la mano pero no alcanzó a tocarlos.
El teléfono sonó esa noche, Pepe había muerto luego de 94 años de larga vida. El nieto fue a encargarse de todo recogiendo las pocas cosas que había en la Residencia, el reloj estaba parado a las 19,20 la hora en que el Abuelo murió. Lo guardó en el bolsillo de la chaqueta ; y aunque han pasado muchos años, nunca más se animo a ponerlo en hora ni le volvió a dar cuerda.
 
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  • #52
Los relojes que han marcado mi vida, mi vida marcada en relojes ..

Hoy me siento triste, diligenciar negocios que pertenecieron a un padre, en estas fechas hunde un poco mi ánimo. Miro la hora y curiosamente en la muñeca, llevo un reloj que no me pertenece, el reloj de mi hijo, el cual le regalé el mismo día que nació. Corazones que laten desde entonces paralelamente, minuto a minuto, segundo a segundo. Es duro hacer el trabajo de alguien que ya no está a tú lado, alguien a quién aún tras años de ausencia, anhelas su último consejo, su último abrazo.
Todo esto me ha conducido a casa, hogar donde, gracias al caprichoso destino, me he encontrado en la soledad. Lejos de entristecerme aún más, me ha dado la oportunidad de hablar con él, sacar su viejo Longines y conversar. ¿A quién mejor contar tus penas, tus tristezas, inquietudes, inseguridades? He sacado su cajita, su pañuelo aterciopelado que no lo envuelve, lo acaricia lo abriga como si de una parte de él fuera. Tras imitar cada gesto y cada mimo de ese ritual que formaban ellos dos, lo he posado en mi muñeca, Curiosamente se ha posado en la izquierda, para estar más cerca del corazón. Ahora ambos se miran de frente, alianza de vidas, conjunción de etapas, quién mejor que un abuelo para mostrar el camino a un nieto. Los he colocado frente a frente sobre la mesa y he salido de la habitación, necesitan un momento de intimidad. Apago la luz y el joven con su vitalidad ilumina la apagada esfera de su abuelo, en silencio, el abuelo con su luz apagada y ya menguada, ve reflejada su imagen en la de su nieto. Este a su vez, calla, apaga por un momento su corazón para poder oír nítidamente los consejos del abuelo, Tic tac, tic tac. Sonidos monótonos al loído suenan como melodías, dentro de la habitación, tic tac. Nunca antes dos relojes han hablado al oído, nunca antes han dado tanto uno al otro. Un reloj marca el futuro y otro reloj marca el pasado, ¿quién marca el presente?
He entrado en la habitación, el viejo ilumina ahora más fuerte, el corazón del joven suena más vigorosamente. . . Los relojes que han marcado mi vida, mi vida marcada en relojes ..
 
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  • #53
LAS TRES Y MEDIA


- Acércate muchacho- balbuceó el anciano, mientras intentaba incorporarse en la cama.
- Señor, me llamo Carlos- contestó el joven.
- ¡Mierda de vejez!. Perdona chico, pero cada día viene un enfermero distinto.
El joven observó al anciano. Su rostro estaba demacrado y presentaba una barba cana y desaliñada, con vetas amarillentas. Vestía un pijama que algún dia había sido blanco y en el que la lejía había hecho estragos. Los botones superiores de la camisola estaban desabrochados, dejando ver su pecho pálido y huesudo.
Ambos se encontraban solos en la estancia, invadidos por un desagradable olor a enfermo, a rancio, alumbrados por una lámpara de mesa, vetusta y solitaria.
- Siento que me queda muy poco de vida. Se me escurre entre los dedos.
- No exagere. Le queda mucho aún- mintió el muchacho.
- Que mal mientes- respondió el viejo, riéndose a carcajadas y fijando sus ojos grises en los del enfermero.- Sabes tan bien como yo que me queda muy poco- sentenció.
Inmediatamente, el anciano tosió con fuerza. Era una tos seca y bronca, la tos de un enfermo terminal. El anciano se limpió la boca con la manga de la camisola del pijama.
- Quiero contarte algo- el anciano hablaba con muchísima dificultad-se trata de una pequeña historia que he recordado toda mi vida. Una historia que la bruma del tiempo me hace dudar si fue real o no. Una historia que no quiero que muera conmigo.
Carlos asintió en silencio, observando los ojos inyectados en sangre del anciano.
- Señor, no se esfuerce en hablar. Mantenga un ritmo regular en su respiración…
El anciano continuó, haciendo un esfuerzo titánico:
- Cuando yo tenía cinco años y mi hermano tres, mi madre murió súbitamente, dejándonos inmersos en una tristeza infinita. Mi padre nos contó que se había marchado para siempre y que nunca mas la veríamos. Mi hermano y yo no entendíamos como nuestra madre, podía haberse marchado sin despedirse. Durante los tres días siguientes, no paramos de llorar, atormentados y aterrados ante el hecho de no verla mas- el anciano, casi asfixiado, dejó de hablar y tomó aire un par de veces- El tercer día, mi padre, abrazándome muy fuerte, me dijo que iba a salir un momento y que cuidara de mi hermano mientras estaba fuera. Limpiándome las lágrimas, le prometí que así sería. Una vez solos, llevé a mi hermano al salón junto a una cristalera enorme. En la calle, llovía a cántaros. Parecía el diluvio universal. Mecidos por el choque de la lluvia contra el cristal, nos quedamos dormidos.
El discurso del anciano era cada vez mas entrecortado.
- Cuando despertamos- continuó con mucho esfuerzo-, era noche cerrada y seguía lloviendo con fuerza. Escuchamos abrir la puerta de casa y salimos corriendo a recibir a nuestro padre. En la puerta, vimos a mi padre, empapado de agua, y a su izquierda, estaba mi madre. Su ropa no tenía ni rastro de agua y su pelo estaba seco. Llevaba en su mano izquierda una pequeña maleta negra. Los dos hermanos rompimos a llorar de alegria. Ella se acercó hasta nosotros y nos abrazó, besándonos. Noté que su cara estaba mas fría y mas pálida de lo normal. Su sonrisa tan dulce como siempre, transmitía una tristeza inmensa. Después recuerdo que me sentó sobre sus rodillas. Reparé en que llevaba el reloj de plata que le habíamos regalado entre los tres y que a mi me gustaba tanto vérselo puesto. Era un reloj cuadrado, con la esfera color marfil, las agujas azules, los números romanos y una correa negra. Me quedé mirándolo y observé que estaba parado. Las agujas marcaban las tres y media. Pensé que se le había roto. Ella adivinó mis pensamientos, se quitó el reloj y lo puso en mi muñeca.
- Cariño- me dijo- me voy lejos, pero no quiero que te preocupes. Dentro de algún tiempo nos volveremos a ver. Cuida el reloj y cada vez que lo mires acuérdate de mi.
El anciano hacía un esfuerzo titánico para conseguir hablar, por lo que Carlos tuvo que acercarse aún mas para entender sus palabras.
- Luego, mi padre se acercó a ella y le recordó algo al oido. Ella le miró con cariño y asintió con tristeza. Nos abrazó y se marchó acompañada por mi padre…
El anciano, exhausto, dejó caer la cabeza sobre la almohada. Carlos se inclinó sobre él. Tenía los ojos cerrados y sus labios exhalaron sus últimas palabras.
- En mi vida sentí tanto dolor como cuando aquella puerta se cerró.
Inmediatamente, Carlos buscó la mano del anciano entre las sábanas para tomarle el pulso. Al comprobar que su corazón había dejado de latir, encontró en la muñeca huesuda, un viejo reloj de plata, con la esfera de color marfil, los numeros romanos, y una correa de piel negra. Estaba parado y unas agujas azules marcaban las tres y media.
 
  • #54
Un nuevo día

Suena el despertador. Música, pero infernal a estas horas. Son las 6 y media de la mañana. Empieza otro día. No es natural despertarse así.
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Mis ojos están pegados. Noto la sequedad en mis pupilas y la angustia en el pecho. Sé que tengo que levantarme. Todo mi cuerpo dice no. Todavía no. Hago un esfuerzo y estiro un brazo, que sale de las mantas. Hace frío fuera. Alcanzo la luz y la enciendo. Arjjj…, dolor. Tapo mis ojos. Pienso que no puedo. Pero tengo que hacerlo. Lucho conmigo mismo. Que bien se está en cama. Ahora mismo no lo cambiaría por nada.... Pero tengo que levantarme.
<o:p> </o:p>
Me acostumbro poco a poco a la luz. Tengo que levantarme. La lucha interna de todos los días. Todo mi cuerpo dice no. Todavía no.
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Reuno fuerzas. Arranco de golpe las mantas. Frío de nuevo. Mucho frío. Me siento. Estoy en el borde de la cama. Ya puedo ver. Mis ojos se han acostumbrado a la luz.
<o:p> </o:p>
Miro alrededor. Sobre la mesilla descansa un reloj. El que llevaba la noche anterior. Lo cojo. Me quedo mirándolo un rato. No miro la hora. Ya sé que hora es. Miro el reloj. Observo el segundero. Gira. Incesante. Como el tiempo. Le doy la vuelta y observo el mecanismo. No entiendo lo que veo. Pero es maravilloso. No miro la hora. Me lo acerco al oído. Tic Tac, Ti Tac, … Música celestial. Sonrío. Ya estoy despierto. Dejo el reloj de nuevo sobre la mesilla. –Tranquilo, me ducho y vuelvo a por ti. Empieza un nuevo día.
 
  • #55
Vintage

VINTAGE

Lo admito: no lo vi venir. Siempre se dice que el interesado es el último en enterarse, qué gran verdad. Debí haberlo imaginado, era todo demasiado perfecto. De hecho, creo que todavía no llego a comprender el verdadero alcance de la situación, sigo aferrándome a los recuerdos de días felices y no me hago a la idea de que no volverán. Soy como el boxeador al que han noqueado y que al levantarse, aún medio inconsciente, sigue pegando puñetazos al aire, ignorante de que hace tiempo que ha perdido el combate y el título.

Todo cambió tras el accidente. Quiero pensar que fue un accidente. Ambos sufrimos daños, pero yo salí el peor parado y tuve que viajar al extranjero para completar mi recuperación. Hasta ese momento habíamos sido inseparables. Desde que nos encontramos, nos invadió una pasión tan cegadora como una mañana de resaca. A veces me miraba, sin motivo aparente, y yo, ebrio de orgullo, sabía que era sólo por el placer de verme, de acariciarme con los ojos, y le devolvía la mejor de mis sonrisas.

Cuando al fin regresé de Suiza, ya nada fue lo mismo. Sus largas ausencias debieran habérmelo advertido, pero yo me empeñaba en pensar que la culpa era mía, que mis mermadas facultades físicas me habían hecho perder atractivo a sus ojos, y procuraba duplicar mis esfuerzos. Todo en vano...

Lo peor son las noches. Cuando se apagan las luces de la relojería, la soledad lo envuelve todo. Entre fantasmales resplandores de luminova, me debato en la agonía de saber que, en esos momentos, otro estará disfrutando de la tibieza de su piel... Rectifico: lo peor es el frío. Ni siquiera me queda ya la esperanza de que aparezca alguien nuevo que vuelva a hacer latir mi órgano regulador. Después de todo, ¿quién va a fijarse en la vitrina de los vintages?
 
  • #56
tres años y un día........

tres años y un día........[FONT=&quot]
[/FONT]podría ser una condena de prisión, pero mas bien es el fruto de una amistad, quizás el tiempo no es un buen referente para una amistad, pero para mi corren tiempos efímeros y fugaces, tiempos ingratos y de olvido, por eso el tiempo para mi es un premio.... gozarlo, disfrutarlo y pulverizarlo a cada momento pero desde la perspectiva de una trayectoria.
tres años y un día tiene Spedy mi fiel reloj y al margen del apego que le tengo ahora, el hecho de haber compartido, sufrido, llorado, volado, reído y soñado con él, durante tres años y un día le confiere un rango superior en mi escala de valores personal.
¿cuanto vale ? ¿cuanto pesa? ¿cuanto adelanta?....cuantificable e importante porque condicionara el resultado, pero quizás no te has parado a valorar algo realmente importante ¿cuanto tiempo habéis compartido ? y en el fondo tampoco es vital, es lo bueno de la tiranía del tiempo, porque te pueden valer quizás unos segundos como para recibir sus “pulsaciones”, quizás unos minutos para sentir el despegue, quizás unas horas para estar en el espacio, quizás días para llegar a la luna, quizás años...... no importa
No ha estado en el espacio, ni en otros planetas, no es nada del otro mundo pero sobre todo no es un reloj, es MI RELOJ, aquel apéndice de acero que rodea mi muñeca y mi mente capaz de transportarme entre humos y asfalto, entre nubes y hierba, entre el vacío y la luz, capaz de demostrarme que ningún mundo es finito.
No pretendo vivir en el pasado, sería un error, pero mas grave seria ignorar lo mucho que tengo, tres años y un día es un abrazo fraterno entre hombre y amigos, tres años y un día es una dulce "condena" capaz de hacerme levantar de la cama dando un salto..... y eso hoy por hoy es grande.

Saludos
:yhoo::
 
  • #57
Síntesis

Era un absoluto desastre. Después de todas las minuciosas comprobaciones antes del lanzamiento, después de los cientos de folios de protocolos de actuación, se habían olvidado el disco en Cabo Cañaveral. <?xml:namespace prefix = o ns = "urn:schemas-microsoft-com:office:office" /><o:p></o:p>
<o:p> </o:p>
Seis años de investigación, doscientas personas de todos los ámbitos de la cultura y la ciencia, tratando de resumir en un pequeño disco de titanio toda la información sobre la Tierra y el Hombre, y al final, a un operario se le olvida ponerlo en el transbordador. Sonaba todo tan estrambóticamente imposible, que parecía que el legado del hombre al futuro fuera simplemente un envase hermético sólo lleno de la estupidez humana. <o:p></o:p>
<o:p></o:p>
Los tres astronautas miraban la cápsula vacía que supuestamente deberían lanzar desde la estación espacial. La cápsula avanzaría con su nuevo motor de iones hacia la galaxia más cercana, cada vez más rápido, cada vez más lejos, como una botella con mensaje, o, como dijo un famoso escritor, con el testamento de la humanidad en sus entrañas.<o:p></o:p>
<o:p></o:p>
- ¿Y ahora qué hacemos?- Dijo el Capitán Vassili. -¿Qué tal si escribimos algo? No hay mucho sitio, pero al menos, si alguien encuentra en el futuro la cápsula, tendría algo con lo que empezar. <o:p></o:p>
<o:p></o:p>
El comandante desplazó su mirada por aquel cubículo espacial, amalgama de hospital, taller y submarino. Buscó un pequeño detalle, quizá una flor, una fotografía... algo que resumiera al Hombre en una mirada. Fijó su vista en los dedos de Vassili, que tamborileaban en la mesa de aluminio, y de repente, exclamó: <o:p></o:p>
<o:p> </o:p>
- Vassili, ¡tu reloj! Dame tu reloj. <o:p></o:p>
<o:p> </o:p>
El Capitán ruso al principio no captó el significado de aquella voz imperiosa, pero, acostumbrado a recibir órdenes, se desprendió inmediatamente el reloj de <?xml:namespace prefix = st1 ns = "urn:schemas-microsoft-com:office:smarttags" /><st1:personName ProductID="la mu?eca. Una" w:st="on">la muñeca. Una</st1:personName> vez en la palma de la mano, lo observó con detalle como nunca antes se había parado a mirarlo. Lo tendió al comandante, y en un susurro, asintió: “es verdad. En esta pequeña caja de acero se sintetiza no sólo nuestro mundo, el ancho de nuestro brazo, la duración de los días, los meses y los años y las fases lunares, sino el grado de tecnología que hemos alcanzado, nuestro concepto de la belleza y nuestro idea del tiempo. Nada nos podría definir mejor que este especie de código morse primitivo, este tic-tac del paso del hombre por la tierra” .<o:p></o:p>
<o:p> </o:p>
El comandante tomó aquel viejo reloj mecánico, lo depositó en la blanca cápsula cilíndrica como quien acuesta a un recién nacido, y apretó el botón de expulsión.
 
  • #58
Seudónimo: "El Faro"

5:55

Angelito, como lo llaman sus compañeros de miseria, era un niño muy despierto, a pesar de no tener más de 10 u 11 años, ha aprendido a sobrevivir en las calles, a huir de la policía que lo agrede, de los dueños de negocios que lo corretean de sus portales y de los peatones, cuando lo perseguían por haberles arrebatado carteras, teléfonos o simples bolsas de comida. Angelito no sabía leer ni escribir, pero conocía las monedas, los billetes, podía contar para saber cuánto le habían pagado por algún objeto robado que había vendido, era un niño difícil de engañar.
Todas las mañanas se detenía frente a un extraño edificio, el cual está coronado por un grandísimo reloj digital; a Angelito le encantaba ver cuando el reloj marcaba las 5:55, él era feliz al ver esos números en el gran reloj, se quedaba admirándolo hasta que cambiaba, en ese momento despertaba de su letargo y se seguía su camino.
Hoy Angelito, al igual que siempre, se detuvo a observar el reloj, pero esta vez un desconocido se paró junto a él y observando el reloj le dijo:
- Todos los días, así llueva, o haga frío, observas el reloj a esta misma hora, y luego continúas tu camino, ¿por qué?
El niño, sin dejar ni por un instante de ver al reloj le contestó:
- Le doy gracias a Dios por dejar que salga el sol para que alumbre y se acabe la noche, porque yo le tengo mucho miedo a la noche. En la noche la gente nos echa agua fría para que no nos acostemos en sus puertas, los policías nos golpean y nos quitan nuestras cosas, los malandros abusan de nosotros. Cuando veo que el reloj dice 5:55, el sol está saliendo y todo eso se acaba, no siento hambre ni frío, la gente buena sale a la calle y la ciudad se vuelve bonita y alegre otra vez. Yo quisiera que el reloj se quedara en 5:55, pero luego él cambia, y me doy cuenta que todo sigue, que otra vez va a llegar la noche. Yo le pido a Dios que detenga todo y todo sea como es ahora, pero Él no me oye.
Los pocos ruidos que se podían oír en la calle cesaron y todo quedó en silencio absoluto, el hombre viendo al niño dijo:
- Dios te oye y siempre está contigo. – tomándole la mano al niño le preguntó:
- ¿Realmente quisieras que el tiempo se congelara y vivir para siempre en este momento?
El niño con lágrimas en los ojos, pero sin quitarle la vista al reloj, le contestó:
- Ese señor no me oye, si de verdad Dios me oyese, por qué hace pasar hambre y frio, por qué me golpean y por qué el reloj cambia. Cuando cambia, se que va a llegar otra vez la noche, y que no tengo nada que comer, ni donde dormir y entonces sé que Dios me abandonó, como mi papá y mi mamá.
A lo lejos se oyeron muchos disparos, provenían de varias calles arriba, donde dos bandas se enfrentaban; El niño se desplomó y cayó al suelo sobre un charco de sangre, una bala le había atravesado el pecho. El hombre que conversaba con él ya no estaba, había desaparecido.
Todos dicen que Angelito murió a las 5:55, pero yo sé que no fue así, se que ese extraño se lo llevó junto a Dios, para que jamás volviera a pasar hambre, ni a tener frío, ni a temerle a la oscuridad; se que va a estar cobijado por el amor absoluto de Dios.
Curiosamente, el reloj de la torre quedó completamente iluminado al cambiar la hora, su relojero dijo que fue una falla eléctrica, pero no fue así, fue en protesta por las desigualdades de este mundo.
Yo quise dejar de ser un reloj y convertirme en faro por un día para poder alumbrar las miserias de nuestra sociedad.
 
  • #59
Seudónimo: "Una menos"

Que larga es la sombra del segundero

Que larga es la sombra del segundero. Sombra que no da cobijo porque nunca para, y su leve línea negra no es más que el borde del precipicio entre los muertos apilados del pasado y la incorpórea niebla del mañana.

Qué larga, qué insustancial, qué vaporosa es la sombra del segundero, y sin embargo, cómo pesan los segundos ya pasados, cuando se trenzan en años e hilan el pesado ropaje de los recuerdos.

Qué larga es la sombra del segundero, qué frágil y a la vez, qué poderosa, Como la quebradiza madera de las flechas, tan gráciles, livianas y mortales, o como los mascarones de proa de los antiguos buques de guerra, adornados con delicadas formas de mujer.

Qué largos son los segundos de los pasillos, qué cortos los segundos de los besos. El mismo segundero marca las distintas pautas del que desespera y del que ama sin red, el mismo reloj parece otro del revés que del derecho.

Qué larga es la sombra del segundero, cuántas millas recorridas en círculo. El final del camino es siempre el principio de la historia, y sólo la dulce y desmemoriada memoria nos impide ver los pasos ya recorridos a cada vuelta, a cada cuerda, a cada minuto siempre igual y siempre distinto.

<!-- / message --><!-- controls --> Que larga es la sombra del segundero, siempre un segundo más larga que todos los segundos de nuestra vida.
 
  • #60
Seudónimo: "Balboa"

Diecinueve cuarenta y seis y no apareces, y no hago mas que preguntarme, que imaginarte...semidesnuda como anteayer antes de la cena, o quizá conteniendo una lagrima al final de aquella maldita película. No se que haces para llegar siempre tan tarde, ni porque no dejo de pensar en tí...pasa una pareja y yo jamas hubiera pensado que se pudiera llevar tantos piercings en tantos sitios y ya son las siete cincuenta y no hago mas que mirar este escaparate y tu nada. Me pregunto que andaras haciendo ahora y porque la ciudad me mira con tus ojos. Si estuvieras aquí no andaría contando los pedazos de cielo que quedan entre los cables de la luz. Si estuvieras aquí, otro vistazo al reloj...las ocho, y me pregunto si alguien contó alguna vez el tiempo que pasamos esperando, cinco minutos ahora, cinco minutos despues...ocho y cinco y por fin apareces entre gente que pasea y me mira con cara de compasión...como si nada, tan guapa que pareces la mujer de otro y ya sabes, perdona cariño, se me ha hecho un poco tarde...y ya sabes, no te preocupes, casi acabo de llegar.
 
  • #61
Seudónimo: "Vértigo"

Pues sí.
Aquí estoy.
Me quedan por delante 8 horas de insulso y denigrante trabajo.
Y es que las cosas se han precipitado exponencialmente en los últimos dos días.

Tengo tiempo para explicarlo… 8 horas (creo que eso ya lo había dicho), pero últimamente me falla el cerebro, algo ahí dentro seguramente se ha cortocircuitado y el incesante tic-tac del reloj “Super Quartz” colgado enfrente mío me perfora ahondando en mi desdicha.

¡Ah! Perdón, que no me he presentado, soy K y trabajo en una empresa en la que soy (o mejor dicho era) el responsable de un departamento con 9 personas.

Vayamos por partes y describiendo la situación ocurrida durante los últimos días:

LUNES (Hace 2 días):

Rinng, rinnnggg
-¿Si?
-Por favor, venga a mi despacho que tengo que comunicarle unos cambios en su departamento.

Ufffff, ya empezamos con los inventos del Presidente.

-Previa reunión, hemos considerado prescindir de la señora R. Nada más, puede retirarse, ahora la llamaremos para darle la carta de despido. Por favor, vigile que no haga nada “raro”.

Bueno, podía haber sido peor… mientras voy por el pasillo, me cruzo a la susodicha camino del “matadero”, en sus labios se aprecia una sonrisilla inocente.
Mmmmm, ¿algo “raro”? ¿Pero que puede hacer?, ¡ah! ¡Sí! Igual rocía con gasolina el edificio y le prende fuego… o saca de su bolso una Magnun y se lía a tiros… o igual en un acto de patriotismo por la empresa, se encadena a la fotocopiadora y se traga la llave del candado… Cada día pienso que dónde estaría este tipejo si no fuera un negocio familiar, ¡vaya mentalidad! ¡Algo raro, dice!.

MARTES (Hace 1 día):

¡Menudo día ayer!

Después de que despidieran a la señora R, y bien despedida, porque aquí no se andan con chiquitas, ni preaviso, ni gaitas. Cartita, y patitas en la calle. Rápido. Aséptico. No sea que pidan explicaciones; las reuniones clandestinas por las diferentes estancias de la empresa, se multiplicaban, al tiempo que nos preguntábamos porqué tanto miedo del Presidente a que hubiesen elecciones sindicales (por primera vez en casi 1 siglo de existencia). ¿Qué puede haber que tienen tanto miedo que sepamos que son capaces de despedir a una persona, como cabeza de turco, para atemorizar y que nos echemos atrás?

Rinng, riiiiiinnnnnngggggg.
-¿Si?
-Soy JM, me acaban de despedir…
-¿Qué? ¡Pero si llevas 30 años en la empresa!

La cabeza me da vueltas, miro el reloj que me he puesto hoy, y me cuesta Dios y ayuda discernir la hora, hacía mucho tiempo que no utilizaba mi Raketa 24 horas.
¡Ya ni me pone sobre aviso el maldito Presi! Voy a verlo ahora mismo y que me de explicaciones. Porque luego querrá que el trabajo salga igualmente, y en lugar de coordinar, le va a tocar “producir” al “menda”, y yo no estoy ya para estos trotes.

Camino a su despacho, casi tropiezo con P, a punto de jubilarse, cuarenta años al servicio de la empresa, desde tiempos del abuelo del actual Presidente. Me esquiva la mirada y susurra:
-A mi también.
-Y a mí - oigo otra voz detrás, la de la señora de la limpieza. Se me eriza la piel de la nuca.

Bueno, esto ya es de locos. O estoy soñando, o bien al mundo le quedan minutos de vida antes de explotar el Universo en un segundo Big-Bang.



MIERCOLES (Hoy):

Abro los ojos.
Estoy en recepción. Claro, no hay recepcionista, tengo que ponerme yo.
Ni recepcionista, ni contable, ni administrador, ni… vamos que estoy más solo que la una.
Riiiinggg, riiiiinnngggg.
Bueno, que querrá ahora…
-¿Si? – digo dubitativamente.
-¡Señor K! – oigo por el audífono – Necesito urgentemente el listado de facturas, la previsión de reparaciones para el próximo mes, el estado actual de cuentas, …
Su voz se confunde con el tic-tac del “Super Quartz” y por momentos dejo de escucharle…
-… un café, y por último, limpie los retretes, que están que dan pena.

Y aquí es donde entráis vosotros en juego, podéis enviar un SMS con el texto:

LIMPIAR_RETRETES espacio SI

O bien:

LIMPIAR_RETRETES espacio SI, POR SUPUESTO, MI PRESIDENTE.
 
  • #62
El dia ha llegado.

El dia ha llegado.

En unos minutos sabré si he actuado de manera correcta o bien he condenado a la humanidad al eterno exilio, o quizás a algo peor, mucho peor…

Es curioso cuan largos pueden llegar a ser tres días.

Dia 1 Egipto:
Un vuelo directo a el Cairo me llevó a la planicie de Gizha para ver las grandes pirámides, siempre magnéticas, atemporales, misteriosas, inamovibles pero acechantes, casi tanto como la esfinge de incierto origen que custodia la entrada al inframundo.

Me introduje por un angosto pasillo de roca hasta la mal llamada “Cámara del Rey”. La sensación primero fue tenue, pero a medida que pasaban los segundos una intensa ansiedad se fue apoderando de mi, tenia que hacer algo ya ¿Pero que …?

Precisamente la incógnita del “que debía hacer” era lo mas inquietante, pero realmente fue fácil, en realidad siempre lo había sabido.

Esperé a que todos hubiesen salido de la Cámara del Rey y me introduje en el sarcófago de cuarcita, lugar en el que teóricamente había estado el cuerpo embalsamado del gran faraón Keops.

En el preciso instante en el que me acomodaba en el sarcófago, mi mano derecha resbaló en la fría cuarcita y me di un golpe seco en la cabeza con el fondo, un latigazo recorrió mi cuerpo, pero no de dolor, era una sensación de energía pura que llegó hasta lo mas hondo de mi ser y entonces sucedió.

Eón tras Eón la vida del hombre en la tierra pasó ante mis ojos, desde el barro primordial hasta el dia de hoy; seria imposible describir la experiencia ya que fue mas subconsciente que consciente, pero algo de enorme importancia había cambiado mi esencia, algo que iba a ser la clave de nuestra supervivencia, aunque todavía no lo supiese.

Salí de la Cámara del Rey y observé que no había pasado ni un minuto yo solo en el interior de la Gran Pirámide, pero en lo mas hondo de mi ser sabia, sentía que toda la historia de la humanidad había pasado por mi mente, pero no sabia porque ni para que…aun..

Dia 2 España :
Eran las dos de la madrugada cuando me levanté de la cama y vi en el salón de mi casa un gato tumbado en sofá del salón, solo que el gato era muy grande, demasiado para ser un gato, y lo mas curioso es que yo no tengo gato, de modo que lo único que pude hacer es mirar a sus ojos.

Unos ojos llenos de poderosa inteligencia me devolvieron la mirada y percibí no solo su presencia, sino sus pensamientos.

-¿Esta preparado para el viaje?

-¿Si, siempre lo he estado, verdad?

-Así es, sé que la espera se te ha hecho larga, lo sé y te pido disculpas, no obstante el momento es este, ni antes ni después. El dia ha llegado.

-Es hora de partir entonces…

Dia 3: Cara oculta de la luna terrestre.

Y aquí estoy, han pasado 72 horas desde mi “despertar” en la Cámara del Rey y ahora el Gran Consejo deberá decidir si tenemos derecho o no a seguir existiendo, y sí mi querido lector, me refiero también a ti ya que es la humanidad entera la que esta siendo sometida a análisis.

Ya veo como se desliza el panel que da acceso al gran salón del Consejo, me veo entrando con suave lentitud, paladeando lo que pueden ser los últimos instantes de la humanidad, pero hay algo en mi interior, una fuerza de dimensiones descomunales que pugna por salir y mi fe en ella me da tal fuerza y valor, que tengo la certeza de que pasaremos el examen y seremos admitidos como un “primun inter pares” dentro de la “Gran Alianza”.

Deseadme suerte, el examen ha comenzado y…
 
  • #63
Dos tiempos
La noche entraba con paso tímido, como una adolescente a su primera cita, casi sin querer dejarse ver. El tono rojizo del otoño iba adquiriendo el color del estaño envejecido y el tenue viento hacía, a las hojas caídas en el pequeño jardín, bailarines al inicio de los compases de un vals. Todo empezaba a cambiar.
La perspectiva, la distancia, el contorno de las cosas, se difuminaban agrandándose o disminuyendo sin razón lógica para él. Su mirada seguía fija, absorto en la desaparición de la luz, pensando que quizá fuese así el paso de la vida a la muerte, puede que al contrario, una explosión de luz, pero de todas maneras los objetos y las personas se verían transformados en nuestra percepción, quizá como múltiples pantallas con una misma imagen , como líneas con figuras que se comprimiesen vertiginosamente en un mismo centro, o desapareciese todo en un golpe de oscuridad. Tal vez fuesen los pintores con su noción y sensibilidad para el cromatismo y las formas los que mejor podrían explicar ese trance, pero desde luego, era imposible saberlo.
Los acordes del “Confutatis” del réquiem de Mozart le hicieron regresar del país de las ideas a la tierra firme. No se había dado cuenta del paso del tiempo musical. Los timbales habían llamado a la Razón.
Ahora conscientemente, la idea de cambiar su forma de ser se iba asentando. De una manera o de otra esto le recordaba al Hombre Lobo y a mister Hyde, cosa que le hacia sonreír. El licántropo cambiaba a consecuencia de la influencia de las fases lunares , el doctor por la pócima que se tomaba , él porque había tenido su “puerta de Damasco”, iba a ser un cambio apoyado en la razón. Había visto sufrir a las personas a causa de una ilusión, de una virtualidad, era la angustia de un adicto a cualquier tipo de droga que de repente ya no la tiene. Un síndrome de abstinencia de mayor o menor duración, dependiendo del tiempo en que tardase en ilusionarse de nuevo.
En realidad es un proceso muy simple. Es como si una pompa de colores se presentase ante tus ojos, pequeña en un principio, pero muy hermosa, con sus colores y brillos iridiscentes. La veías y te gustaba mirarla, te atraía porque tenias algo diferente entre las manos, te alegraba su tacto, su colorido eran nuevas impresiones visuales. Conforme pasabas los días con ella, su tamaño aumentaba, así mismo tu alegría cambiaba y la visión de tu mundo, que se veía reflejado en la esfera de color, que de alguna manera deformaba el ámbito de lo que te rodea, pero descubriendo aspectos y facetas en tu existencia que pensabas ya olvidados, y te gusta jugar con ella.
Llega un momento en que todo tu mundo esta proyectado hacia esa burbuja, vives y trabajas pensando en ella. Estas tan absorbido y con tanta curiosidad, que decides mirar dentro, y ahí se produce el cambio, porque ya las cosas y tu vida las ves a través de la burbuja, no reflejadas, y te asombra lo bien que te encuentras en su interior. Es como un nuevo útero materno en el que vives feliz y protegido. La vida es diferente, todas tus ilusiones y vivencias se desarrollan dentro, cada vez es mayor su tamaño, no porque ella crezca, sino porque tu te empequeñeces en su interior, ya te ha atrapado. Tu vida esta encapsulada en otra vida.
Un día, la cápsula rompe, y toda esa vida escapa aspirada por el vacío de lo cotidiano. En ese momento te encuentras ante ti mismo, devuelto a otro mundo, conocido, pero repudiado. No tienes nada, tus realidades y fantasías se han convertido en tus fantasmas, tu mismo eres una sombra. irascible y malhumorada.
Sobre una hoja de notas iba dibujando cuadrados unidos por líneas, espirales y algo parecido al dibujo que hace un sismógrafo cuando hay actividad tectónica . Le motivaba la idea del cambio.
En realidad el cambio hacia tiempo que se había producido en él, sin que se hubiese dado cuenta, seguía jugando también con la burbuja, conociendo lo peligrosa que resultaba, porque ya estaba inmune, había dejado de ser mágica, ahora solo era entretenida.
Pero...........¿y los demás? ¿porqué se preocupaba de otros? ¿qué le importaban a él sus sufrimientos?. No era cosa que le quitase el sueño, aunque había pensado en todos aquellos que le habían sincerado sus sentimientos, pero seguían uncidos a ese carro, sin ánimo de dejarlo. Había recorrido su mente la idea de la maldad, de dejar aflorar su parte negra y hacer daño, jugar con esos sentimientos, reales o ficticios de las personas, hasta romperlas, que el yugo fuese insoportable, que dejasen de ser bueyes. Una catarsis a través del dolor
Porque la idea subía y bajaba como si su cerebro fuese una escalera de tijera, buscó ayuda en el tabaco..
El humo del cigarrillo, que reposaba en el cenicero, subía en línea recta, a una altura determinada, no sabía por quien o por qué, se deshacía en volutas, tomando la apariencia, casi ingrávida, de una columna de estilo jónico. Un ligero golpe dado con el dedo y el esqueleto de casi medio pitillo quedó, corvado, sobre el hueco de cerámica en el que se había consumido, en compañía de varios filtros de color marrón.
Una calada intensa, una sensación de sosiego momentáneo.
¿Quién era él para entrometerse en la vida de los demás?
En puridad, nadie .Toda esa historia de una catarsis a través del dolor, no conduciría a ningún sitio. Pero seguía dudando y en la duda reflexionaba. Estaba empezando a verlo todo desde un punto de vista exterior al echo en si y en cierta manera se notaba mas alegre, como si se hubiese quitado mucho hierro de encima. Quizá la caída ante la puerta, el “Saulo, Saulo, ego sum Iesus quem tu persequeris “, la autentica revelación, fue el no quedar ciego, verlo todo desde un único vértice, sino que los ojos se abriesen mucho mas; el saber respetar la libertad de los demás al elegir su forma de vivir. Ese es el camino.
Se relajó en el sillón, la tensión acumulada había desaparecido y una ligera sonrisa de complacencia hacía su rostro mas sereno. Apagó lo que quedaba del cigarrillo, la luz y se fue al sofá que había junto a la ventana .Le dolía todo el cuerpo, en especial los hombros. Se tumbó sin quitarse los zapatos.¡ay si lo viera su madre!, y se dejó mecer por la caricia de la somnolencia.
Su primera ensoñación fue Pegaso en pleno vuelo.

SKELETON
 
  • #64
EL MENTALISTA. No,ya no actuaba en publico, hacia años que no daba una funcion para el publico en general, no, ya no me hacia falta, pero aun siento nostalgia de mis actuaciones siempres rodeadas de alguna polemica......
Mi puesta en escena siempre era igual - ¡¡Ante todos ustedes,señoras y señores,el gran Wolff, el simpar, el unico mentalista relojero!! - y tras descorrerse el telon aparecia mi persona sentada en un incomodo taburete, vestido de negro y sin acompañante-tampoco lo necesitaba-con una capucha de terciopelo roja en las manos, con la que ,tras examinarla el publico, el presentador me cubria la cabeza impidiendome totalmente la vision, un monotono Tic-Tac de sonido de fondo y una iluminacion suave de mi persona, conformaban el escenario. A el se iban acercando personas del publico las cuales acercaban sus relojes a mis oidos, tapados como mis ojos por la capucha, y yo, tras unos instantes de atencion les decia con voz afectada, la marca y la hora que el reloj portaba,siempre,eso si, que el mismo funcionase y todo ello sin margen de error, sin truco ni carton. Como te puedes figurar el exito era seguro.......Y es que yo, verdaderamente, entiendo de relojes, pero no en el sentido mecanico extrictamente sino en el animico, en otras palabras yo hablaba con ellos y ellos conmigo, y no solo de ellos mismos sino tambien de las personas que los llevaban puestos, de sus vidas, de sus quehaceres, de sus negocios.......Me contaban todo, se confesaban conmigo, me mostraban su agradecimiento contandome detalles de sus poseedores y yo les hablaba en su extraño lenguaje de Tic-Tac, les consolaba,los acariciaba, les animaba y ellos se sentian felices de encontrar a alguien que los comprendiese....
Ahora me dedico a los negocios, grandes negocios con grandes ganancias y puedo decir que se lo debo todo a mis amigos los relojes, me entiendes ¿verdad?.Perdona pero creo que se me hace tarde -tengo una cena de negocios-y no quiero retrasarme....como no uso reloj... otra noche seguiremos charlando, adios. Tras levantarse del frio banco de piedra, el magnate se encamino despacio,en la oscuridad, hacia donde le esperaba su coche. En el suelo, entre las flores del jardin, el reloj de sol permanecio esperando el dia.
 
  • #65
El olor a bencina

Ese olor de bencina, siempre nauseabundo y característico, se impregna en su saco viejo, anda por las calles heladas, mirada abajo y cansada, mira el agua helada y sucia, el hielo alrededor y los árboles desnudos con aquel cielo gris, plomizo.

Sus manos, toscas, dedos gruesos pero frágiles, manos precisas y delicadas a la vez. Cada micro parte, cada componente se ensambla con exactitud, seguro, respira y echa encima todo lo necesario para tan noble oficio. Cada mañana recorre el mismo trayecto, cada mañana parece ser similar pero es distinta, cada mañana se dirige callado y esperanzado, esfuerzo por esfuerzo, por perpetuar su gran anhelo, de esos años que han pasado y que seguro está no volverán. Le queda pues solamente aportar su voluntad, y no morir en el olvido.

Esos corazones tan palpitantes, llenos de vida, hacen un tic tac continuo, cada marcha, cada chispeteo del áncora lo arrullan y lo seducen, siempre los ha considerado como seres que merecen ser mimados y arrullados con sus manos toscas pero seguras. El lente del costado izquierdo, se agacha suavemente y comienza su gran obra, casi cincuenta años del bello oficio. La vida, la buena lucha lo han empujado por ese mundo tan diminuto y tan fascinante, y ahora tan nostálgico por que desaparece lentamente, como una agonía que es lenta, pero intensa.

Llega diario a casa, ese reloj de pared, de un péndulo lento y armonioso, madera alemana de la Selva Negra, a cada hora, viene el deleite de una reproducción nítida y hermosa, cada elemento conjuga su forma y crean tan bella melodía, y le suena tan peculiar que es sensible al captarla, más intenta no percibirla, pero a cada hora, día con día, comprende aquella máquina maravillosa, como si esta se expresara y estuviera sumergida en vida, y él, gozoso tararea su majestuoso Westminster.

El viejo relojero le decimos, ese hombre osco pero noble, bien sentimos la melancolía de su corazón, esta se agudiza, y diario, acude con su saco viejo y su bufanda color ocre, entre decenas de almas atareadas, se concentra a cada paso y va ahí, con la esperanza de perpetuar aunque sea un mínimo, el noble oficio que tantos años le ha costado, que tantos sentimientos a su alma le ha causado.
 
Última edición:
  • #66
Recuerdo

Desde que tengo uso de razón recuerdo el reloj de mi padre. Me veo deslizando la correa por la hebilla hasta que llegaba al último agujero, esa sensación de enormidad en mi muñeca que hoy haría las delicias de tantos.<?xml:namespace prefix = o ns = "urn:schemas-microsoft-com:office:office" /><o:p></o:p>
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Ver a mi padre dar cuerda al reloj era un ritual cotidiano que me daba seguridad, con ese gesto mi padre no solo daba cuerda al reloj, también daba cuerda a nuestro mundo.<o:p></o:p>
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Pero de todo lo que más me gustaba era esa sensación, casi humana, de lealtad. Las cachas de la correa curvadas por el uso, algún arañazo en el cristal, la caja un poco desgastada. Yo estaba seguro que ese amigo nunca abandonaría a mi padre, nunca nos abandonaría.<o:p></o:p>
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El reloj tenía su sitio en la casa, cuando llegaba mi padre siempre lo dejaba en el mismo lugar y pasara lo que pasara yo me acercaba a escuchar su latido, ese tic-tac, nada me ha parecido más mágico en toda mi vida, cuando tuve mi primer digital no puede evitar sentirme decepcionado, le faltaba algo.<o:p></o:p>
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Como no podía ser de otra forma mi padre cambio de reloj, ¡vaya que gracia! ¡No había que darle cuerda!, algo escuché de que funcionaba con el pulso, no me imaginaba que esa leve sensación en la muñeca nos iba a privar de la liturgia de darle cuerda. Supongo que parecerá una tontería, bueno al fin y al cabo era un niño, pero estuve unos cuantos años dando cuerda en secreto a ese reloj.<o:p></o:p>
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Así que tuve la edad adecuada me apropie del reloj, y con un par me presenté con el en el colegio, de aquella no existía la palabra “friki” pero existía la palabra “raro”, os podéis imaginar que tuve que aguantar alguna que otra bromilla, no hay pruebas porque de aquella no teníamos móvil con cámara, de hecho en algunas casas no había ni teléfono. De todos modos aquel reloj me enseñó una lección muy importante, al cabo de aguantar el tipo durante un mes empezaron a aflorar “relojes de padre” en mi clase, la lección era que la personalidad triunfa, que si algo te gusta de verdad la gente acaba apreciándolo y comprendiéndolo.<o:p></o:p>
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¿Que qué reloj es?...¡mira que sois enfermos!…Exactus, modelo Ambassadeur<o:p></o:p>
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Chemical<o:p></o:p>
 
  • #67
Casi te pierdo

Ya estoy en casa. Por fin. Menudo día he tenido.<?xml:namespace prefix = o ns = "urn:schemas-microsoft-com:office:office" /><o:p></o:p>
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Quiero ver a mis niños. Ver como están. En especial al más pequeño, el último en llegar. El último de tres. El que más esfuerzo ha costado.<o:p></o:p>
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Ahí están. En su habitación. Y mi pequeñín, en su cuna. Ven con papá.<o:p></o:p>
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Le miro, y espero. A ver como reacciona. Pero no hace nada. No hay tal reacción.<o:p></o:p>
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¡¡¡Dios mío!!! ¡¡¡Noooooooooo!!! Está muerto. Completamente muerto.<o:p></o:p>
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No puede ser. Así, tan de repente.<o:p></o:p>
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Espera, no te precipites. Tómale el pulso. Si no se lo encuentras, pega el oído, para ver si le escuchas el corazón. Su corazón. Vamos... date prisa... que el tiempo corre.<o:p></o:p>
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No puede ser. No se oye nada. No, no, no, no, no ... no puede ser cierto.<o:p></o:p>
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Ya sé. Los brazos. Muéveselos. Da igual lo que uses. Así, en círculo. Para un lado... nada. Para el otro... tampoco. Sentido horario y antihorario, los llaman. Pues no te han servido de nada, leches.<o:p></o:p>
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Rápido. Boca abajo. Ahí es probable que veas si vive o no.<o:p></o:p>
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Pues tampoco. No se mueve nada. ¿Pero qué te pasa?<o:p></o:p>
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Joder, joder, joder... voy a tener que abrirlo. Y no quiero. ¿Va a necesitar sangre?. Eso es lo último. Pero si no queda más remedio, a ello. Cuanto antes mejor.<o:p></o:p>
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Espera. Igual queda un último recurso. Nunca has pegado a ninguno, pero un golpe puede ser la solución. No tiene que ser fuerte, pero sí seco. Si lo haces con cuidado, no le harás daño. Venga, atrévete.<o:p></o:p>
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Así. ¡Pam! Lo siento, mi amor... lo siento. He tenido que hacerlo.<o:p></o:p>
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¿Funcionas? Dime que sí. Por favor.<o:p></o:p>
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Un vistazo rápido... no pareces reaccionar... milésimas que se hacen eternas, hasta que veo que uno de tus brazos empieza a moverse.<o:p></o:p>
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¡¡¡Sí!!!<o:p></o:p>
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¿Y tu corazón? Acerco el oído, y ahí está.<o:p></o:p>
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Tic... tac... tic... tac… tic… tac…<o:p></o:p>
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Diferente al de sus hermanos, pero fuerte como el primer día.



Saludos.

Nota: Este es mi segundo relato para el concurso. Si quieres leer el primero, pincha aquí.

Carpe Diem. Tempus Fugit.
 
  • #68
Los dos. <?xml:namespace prefix = o ns = "urn:schemas-microsoft-com:office:office" /><o:p></o:p>
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Aquí estoy, mirando mis manos. Levanto la mirada y me sorprende no ser el único que busca consuelo entreteniendo la vista y la imaginación en unas nerviosas manos, o en los cuadros, o en los objetos que adornan la sala; intentando vanamente disimular la continua atención que provocan nuestros relojes de pulsera y el sonoro reloj de pared que desgrana acompasadamente la espera.
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A veces el tiempo parece detenerse. Otras veces no podemos retenerlo. Mi muñeca esta adornada con el viejo reloj que Manuel me dejó. En cuanto cayó enfermo decidió que entre los hermanos era yo quien debía tenerlo. El no quería saber más sobre las horas, quería que volaran. Desde que yo lo recuerdo siempre le habían gustado los relojes, los relojes y la vida en general, rezumaba vitalidad. Aquellos últimos dos años le hicieron cambiar completamente. Prefiero acordarme del hombre gentil que yo adoraba. El vive en mí como yo viviré en mi hijo.
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Me fijo en las manos del hombre sentado a mi lado. Rondará los cincuenta, lleva un jersey verde, del que sobresalen los puños de la camisa, y un pantalón perfectamente planchado, ¡a las tres de la mañana!. Me recuerda por un momento a mi padre. Lo observo, esta más tranquilo que el resto, pero aún así se notan las miradas furtivas al reloj, un “vintage” similar al mío. En el sillón de enfrente hay un joven de apenas veinticinco años que no deja de girar inconscientemente el bisel de su reloj estilo submariner. Sus manos delicadas con uñas perfectas, lo delatan como un niño “bien”. Junto a él se sienta un hombre de unos cuarenta años, con atuendo más sencillo. Apoya su corpulento porte en sus brazos en jarras sobre las rodillas. Muy ceñido a su muñeca derecha aparece un pequeño reloj digital negro, de los de toda la vida, que ha perdido el pasador de la gastada correa. Nuestro grupo espontáneo lo cierra un hombre de treinta y tantos, de fuertes manos que mantiene entrelazadas en su espalda, que se pasea por la habitación. Bajo su manga izquierda asoma un armis de acero, de una afamada marca suiza, que agita cada vez que se detiene para comprobar que el reloj de la pared marca igual que el suyo.
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De repente, se abre la puerta de los quirófanos, y una lacónica enfermera dice mi nombre. Me levanto como un resorte y la sigo, me da una bata y unos cubrezapatos, y mecánicamente me recita una serie de instrucciones mientras me adorno con el ridículo uniforme. Mi cabeza y mi pulso se aceleran. Entro en otra sala y veo asomar la cabeza de mi hijo, “venga un empujón más y ya está” dice alguien. Mi mujer parece tranquila, aunque visiblemente cansada. En efecto, segundos más tarde el bebé esta fuera y antes de que me pueda dar cuenta la doctora lo pone en mis brazos diciendo no se qué del nervioso padre. Miro al bebé y el me devuelve la mirada fijamente, como reconociéndome. En sus ojos veo los del otro Manuel que se fue hace menos de un año. Ironías de la vida. La pediatra me arrebata a Manuel y dice que ahora me lo devuelve. Mi mujer sonríe. Son las tres y veinte de la mañana y, por una vez, el tiempo se ha detenido.
 
  • #69
los segundos atascados

El problema suele ser el mismo en todos los relojes caros: se atascan los segundos. El cliente siempre es el mismo, o lo parece. Siempre con un traje gris y un teléfono móvil que no deja de sonar. <?xml:namespace prefix = o ns = "urn:schemas-microsoft-com:office:office" /><o:p></o:p>
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He venido porque me han dicho que es usted el mejor. <o:p></o:p>
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El relojero mira sobre sus gafas, y encoge los hombros con la indiferencia del que piensa que probablemente esté en lo cierto. <o:p></o:p>
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Necesito que me revise el reloj. Al principio iba bien, pero de un tiempo a esta parte anda como loco. Quiero llegar a tiempo a los sitios, y siempre ando retrasado. Vuelvo a casa, y los niños ya están dormidos. Me tengo que despertar a las siete, y a las seis ya tengo los ojos despiertos. Necesito que me lo ajuste. Pero ojo, que es un reloj muy exclusivo. Trátelo con cuidado, y procure no dejarle marcas. <o:p></o:p>
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El hombre de la bata alarga sus manos e inspecciona el reloj con la frialdad del cirujano. Pase mañana, a las nueve en punto. Lo dice en voz baja, pero con la exactitud de quien trabaja reparando el tiempo. <o:p></o:p>
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Ya en la trastienda, a la luz de un flexo, con cuidado y sobre un paño, el viejo relojero quita la tapa trasera para descubrir un intrincado mundo de engranajes, rubíes y tornillos azulados. <o:p></o:p>
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Poco a poco, y con la ayuda de unas pinzas y una lupa, el hombre comienza a descubrir los segundos atascados entre las ruedas dentadas: segundos robados al ocio, minutos perdidos y nunca recuperados, momentos retrasados de palabras nunca dichas, instantes postergados...<o:p></o:p>
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Uno a uno, y con la paciencia del artesano de las cosas pequeñas, el hombre de pelo gris y gafas en equilibrio va retirando los segundos atascados y las horas muertas, y las va depositando en un cristal cóncavo, resto de un reloj que nunca llegó a resucitar. <o:p></o:p>
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Cierra el reloj reparado, lo limpia con un paño, y lo mete en un sobre de color marrón. Más tarde abre un cajón de la mesa de trabajo, y coge una bolsa de terciopelo negra, cerrada por una cuerda ancha. La abre con cuidado, y deja caer en ella los segundos depositados en el recipiente de cristal. El fondo de la bolsa está oscuro, no se ve nada, y parece como la noche, como el tiempo infinito, como el agujero de un pozo a <?xml:namespace prefix = st1 ns = "urn:schemas-microsoft-com:office:smarttags" /><st1:personName w:st="on" ProductID="la eternidad. El">la eternidad. El</st1:personName> viejo relojero ata nuevamente la bolsa con un doble nudo, y la encierra en el fondo del único cajón con cerradura de la relojería. <o:p></o:p>
 
  • #70
El cumpleaños

El cumpleaños

El hecho de que la fecha coincidiera con un Sábado, parecía todo un presagio. A las ocho de la mañana ya llevaba algunas horas dando vueltas en la cama. No podía seguir durmiendo de la emoción. Recordé los seis de Enero de mi niñez. Me sentía exactamente igual. Mi mujer abrió entonces sus enormes ojos y me dedicó una sonrisa.
  • Felicidades cariño. Hoy es el gran día. ¿Qué tal resulta despertarse con cuarenta?.
  • Por el momento, es igual que con treinta y nueve, pero a lo largo del día, todo cambiará- le contesté mientras ella me dedicaba un risilla cómplice- me voy a levantar porque no aguanto mas en la cama. Voy a comprar churros y a por el periódico. Ahora mismo vengo- le dije mientras le daba un beso en la frente.
En el hall, cogí las llaves y me quedé mirando mi reloj, mi fiel Invicta modelo 9937.
  • Querido amigo…estas son las últimas horas que tú y yo vamos a estar juntos- susurré, mientras me lo ponía en la muñeca.
Hace unos ocho años, me había prometido autoregalarme el reloj de mis sueños, tal día como hoy, para superar la crisis de los cuarenta. En base a su precio entonces, hice una estimación al alza de su importe a ocho años vista, en base a un valor de IPC. Dividí esa cantidad estimada entre los meses que quedaban hasta el día de hoy, y cada primero del nuevo mes, metía en una cajita la cantidad acordada. Para ello, dejé de fumar y dije que no a muchas copas. Mis pulmones y mi hígado tenían que agradecerle mucho. Cuantas noches de insomnio, imaginármelo puesto me hizo mas llevadera la espera del nuevo día. Cuantas esperas de autobús, cuantos momentos muertos, su imagen ahuyentó el aburrimiento.

Salí de casa nervioso, intentando ralentizar mis pasos. Sin saber muy bien como, me encontré frente al escaparate. Intenté calcular cuantas veces me habría detenido frente a él. Sonreí. Hoy era la última vez. Una vez que lograra mi objetivo ya me olvidaría del resto de relojes del mundo, ya no compraría mas revistas especializadas y me retiraría del foro de Relojes Especiales. Miré la hora en el Invicta por última vez. Cuidadosamente, me quité el reloj y lo introduje en el interior de la chaqueta. Me sentía nervioso y la emoción me embargaba. Respiré hondo, abrí la puerta de la tienda y entré.

En el mostrador, me recibió el encargado.
  • Hola, señor. Hoy es el gran día- me dijo amablemente.
  • Si, por fin. Como dice Machado, "todo pasa y todo llega"-le respondí.
El encargado cogió una caja de color verde de la parte inferior del mostrador, la abrió y extrajo un Rolex Submariner 16610, de acero. Había visto cientos de fotos, pero ninguna le hacía justicia.
  • Es precioso- exclamé con toda la sobriedad que pude.
  • Todo un clásico, señor- respondió el empleado de la tienda- Pruébeselo.
Tomé el reloj y lo ajusté en mi muñeca. Bajé el brazo y sentí su peso. Una sensación indescriptible me embargó. Me quedé un rato observando la esfera negra a través del zafiro.
  • Como usted bien decía…Es todo un clásico- comenté- el reloj de toda una vida.
  • Y de varias, señor…y de varias vidas- respondió.
En ese momento, pensé como sería la vida a partir de ahora. Permanecí reflexionando unos minutos, visualizándome a mi mismo, en el reflejo del zafiro del rolex.

- Y aquí estoy, veinte años después de aquel momento, tomando café contigo.
  • ¿Por qué lo hiciste, papá?- preguntó mi hijo.
  • Escuchame- le respondí, mirándole fijamente a los ojos- lo mas bonito de esta vida, es la ilusion y la ilusión es inalcanzable.
Mi hijo se quedó en silencio, observándome. Miré la hora en mi viejo Invicta 9937.
- Vámonos, que se hace tarde. Tu madre me espera en casa- le invité mientras nos levantamos de la mesa.
 
  • #71
Los muros de tu fortaleza...

Fascinado miro el escaparate, detrás del cristal impolutos relojes esperan que alguien se atreva a regalarles la vida que no tienen y sobre todo esperando para regalar la vida que ellas saben dar.

La decisión de entrar en esa tienda, la entrada de un incierto camino, la quesada pachanga con los amigos y sus bicis, el descolgar la “oxidado” reloj de su caja para darle unas vueltecitas….…..todo esto puede ser un fascinante primer paso y seguro que no fácil, nadie te puede decir que lo es, porque primero hay que atravesar el muro.

Resulta curioso como es el devenir de lo inesperado en nuestra vida, nos empeñamos en blindar nuestras percepciones contra la adversidad exterior, aun sabiendo que dejaremos fuera cosas maravillosas. Pero todo tiene un límite y una resistencia, ese fatídico momento llegará y cuando se derrumben los muros de tu fortaleza, es cuando estarás realmente perdido. Te has pasado demasiado tiempo aislado sin saber el valor real de tu coraje y eso se paga.

Desolado contemplo los restos derruidos de lo que un día fueron muros, derrotado por percibir mi personalidad, hasta ahora resguardecida, como una impoluta hoja en blanco, perfecta e inmaculada pero sencillamente vacía sin nada escrito, con el agravante añadido de que cada envite inesperado del destino hace un pliegue y así la hoja es cada vez un poco más pequeña, cada nueva adversidad significará que la hoja tendrá un nuevo pliegue y será más reducida y así una y otra vez.

Pero estas líneas no son réquiem postrero ni lamento desgarrado del condenado, estas líneas aspiran a retumbar en el aire como el olifante de Roldan pidiendo desesperada ayuda en Ronces valles, estas líneas no podrán evitar los altos muros de tu fortaleza, ni que esa hoja de la personalidad quizás sea impoluta e inmaculada con los reiterados pliegues que seguro nos regalará la adversidad, pero quizás estas líneas puedan de alguna manera conseguir que dejes alguna puerta abierta entre los muros y respecto a los inevitables pliegues…….sabrías hacer una pajarita….?

Si tu lectura ha llegado hasta aquí, ese era mi cometido y por satisfecho me doy, ahora tu tendrás la opción de pasar del post o sencillamente detenerte unos segundos y esbozar una tímida sonrisa…..y construir la mejor de las puertas para cualquier muro por alto, ancho e infranqueable que sea, porque seguro que detrás de esa puerta hay un estupendo camino para recorrer.
 
  • #72
Reflejos de un reloj :

Ella miro al viento, a los pájaros, al sol, a ninguna parte. No era capaz de buscar su mirada, sabía que lloraba. El buscaba cara, un suspiro un atisbo de esperanza, pero… no lo encontraba. Atrás quedaron las tardes sin minutos, los días sin horas, los momentos sin segundos. Al poco de comenzar su relación, él prometió que mientras estuvieran juntos, no haría caso al reloj. Y lo cumplió. Cada noche al llegar a casa, dejaba el reloj en el despacho y cerraba la puerta, quería hacer de su compañía una eternidad. Pero en la guerra del tiempo sólo hay un ganador, es él amo de nuestras vidas, y sólo el consiguió borrar de ella esas hermosas reminiscencias.
¿Como podía eliminar los recuerdos de esa compra conjunta en su primer viaje? Un par de Hamiltons, uno para ella otro para él. Cientos de relojes han pasado por sus manos, pero ninguno como ese, más lujosos, más baratos, la melodía de sus tic tac, sonaba a la canción del primer baile.
Cada vez que abría la cajita de los relojes, ÉL, asomaba su esfera, esfera que guardaba el destello de sus verdes ojos, su correa, la aterciopelada piel de ella….
Nada volverá a ser lo de antes, todo paso, ya sólo son recuerdos en un reloj, reloj de unos recuerdos…
 
  • #73
Reflejos de un reloj

Ella miro al viento, a los pájaros, al sol, a ninguna parte. No era capaz de buscar su mirada, sabía que lloraba. El buscaba cara, un suspiro un atisbo de esperanza, pero… no lo encontraba. Atrás quedaron las tardes sin minutos, los días sin horas, los momentos sin segundos. Al poco de comenzar su relación, él prometió que mientras estuvieran juntos, no haría caso al reloj. Y lo cumplió. Cada noche al llegar a casa, dejaba el reloj en el despacho y cerraba la puerta, quería hacer de su compañía una eternidad. Pero en la guerra del tiempo sólo hay un ganador, es él amo de nuestras vidas, y sólo el consiguió borrar de ella esas hermosas reminiscencias.
¿Como podía eliminar los recuerdos de esa compra conjunta en su primer viaje? Un par de Hamiltons, uno para ella otro para él. Cientos de relojes han pasado por sus manos, pero ninguno como ese, más lujosos, más baratos, la melodía de sus tic tac, sonaba a la canción del primer baile.
Cada vez que abría la cajita de los relojes, ÉL, asomaba su esfera, esfera que guardaba el destello de sus verdes ojos, su correa, la aterciopelada piel de ella….
Nada volverá a ser lo de antes, todo paso, ya sólo son recuerdos en un reloj, reloj de unos recuerdos…
 
  • #74
El Regalo Imperfecto

Siempre que escucho ese estribillo de Sabina "... Era un noche cualquiera, puede ser que fuera trece ..." no puedo evitar rememorar ese día, en el que cumplí 18 años, momento en el que te crees todopoderoso ante la vida, y que tus únicas metas son ligar con la tía más buena del instituto, y probablemente convertirte en jugador profesional de fútbol.

Ese día, me levanté como cualquier otra mañana, fui felicitado por mis padres y mis hermanos, y sin más me fuí a clase, a mi regreso, hubo una comida familiar, acompañada de su tarta, y algún que otro regalo, que no logro recordar, pero si uno que llegó por correo, era de mi abuelo, lo abrí sumamente ilusionado, y dentro había una preciosa caja, y dentro una de las grandes aficiones de él, un reloj usado, ponía ROLEX, y pude comprobar que tenía un problema, para que funcionara, tenía que llevarlo puesto, y moverlo, sino al cabo de unas horas se paraba, no lograba entender porque no funcionaba como el resto, no obstante, dejé en la mesilla mi CASIO y me lo puse; salí a la calle a celebrar mi día con mis amigos, y todo perfecto.

Cuando regresaba sólo a casa por las calles de Madrid, según mi nuevo reloj a las 12:40 se cruzaron en mi camino dos individuos, y con la amabilidad que acompaña esta situación, me dejaron sin cartera y sin ese regalo imperfecto que llevaba en mi muñeca, del que nunca mas supe.

Mi abuelo intentó transmitirme su afición, y ahora que han pasado los años, y él ya no está, siento en lo más profundo de mi ser, que aquel regalo imperfecto, es una de esas maravillas que siempre añoraré tener, y cuyo objetivo tengo en mente desde que se realmente lo que implica ese regalo imperfecto .....
 
  • #75
Tiempo de esperanza

TIEMPO DE ESPERANZA​

Aquí estoy sentado, derrotado. Malditas multinacionales. Treinta años, treinta, llenos de horas extras, viajes , reuniones de última hora. Tantos años dedicados a la empresa y ahora a mis 52 años, me viene Brihuega con estas:

- Marcos, la verdad es que el puesto debiera ser para ti, pero, .... entiendelo, la Central, quiere para ese puesto......, como diría yo......, una persona con otro perfil.........

. Y menos años, no te jode, le dije. ¿Y la experiencia qué?, ¿Y tiempo que he robado a mi familia para dárselos a esta empresa?........ ¿No me vengas con esas Brihuega. No me hables de la CENTRAL, parece como si esto lo decidiera un cerebro electrónico. Y eso no, lo hacen personas, personas como tu Brihuega.

- Perdona Marcos, .....yo............

- Es igual olvídalo. Me largo. Esta tarde no vengo.

Y aquí me tenéis , como un bobo, sólo en casa, sin saber que hacer. Merche, en el trabajo. Los niños en clases de piano. Y yo,..... yo como un imbécil, Sentado en el salón. Hundido.

Es curioso, no recordaba el reloj de arena que le traje a Merche de uno de mis viajes. Lo cojo, le doy la vuelta, lo volteo nuevamente. Nunca se me había ocurrido, pero al ver caer la arena, es como si se desangrara. Casi noto el dolor que debe sentir, grano a grano, perdiendo el oro de su arena. inexorable, sin remedio. Ahora soy yo el que en realidad se desangra. Hasta hoy no había pensado en la muerte, la vejez, y de pronto....Todo de golpe.

Ya perdió el reloj todo su oro, vencido, desangrado. Lo volteo y nuevamente tiene su sangre intacta, renace de sus cenizas. Sonrío, puedo volver a luchar con ilusión por mi vida. Todavía me quedan muchas vueltas de reloj para rendime. Sólo que esta vez seré yo quien administre "mi arena".
 
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