Sanza
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Buenas.
Que si veis el encantador de perros.
Yo me lo paso bien.
El encantador ese, que no sé si es hawaiano, o chino, o mejicano, o todo junto (de dos en dos, eso sí) agarra a un perro cretino o majadero, y te lo arregla.
He deducido que en realidad si el perro es malo es porque sus dueños también necesitan terapia, y de hecho a veces mira a los propietarios como si prefiriera meterlos a ellos en una jaula elegantemente electrificada.
Los perros tienen muchas utilidades, y contraindicaciones.
Una madre estaba contenta porque su hija adolescente no metía nada, gracias a un bicho malencarado que no dejaba que se acercase ni el párroco.
Había un marido encabronado porque no hacía uso desde hace meses, pues el cabrón del perro se había hecho dueño y señor de la cama y le mordía el culo si lo dejaba al descubierto, o algo así.
Otro conseguía transformar la cocina en un parque de atracciones, y abría y cerraba cosas para encaramarse a los sitios donde había comida, y de postre dejaba unos regalitos inconcebibles en relación al tamaño del chucho.
Creo que estoy mezclando programas, pues hay otro donde una inglesa dominatrix (os juro que viste de cuero ajustada, y tiene una cara de que aquí-va-a-pasar-algo) también resetea perros descerebrados.
Esta mujer tiene más problemas, pues estadísticamente uno de cada tres perros se la quiere tirar, y además son muy grandes, y mayormente nadie les detiene (a veces creo escuchar a propietarios jaleándolos)
El encantador ese tiene una chalet con tres mil o cuatro mil perros suyos, y cuando hay algún caso especialmente agudo, le suelta en mitad de todos.
No sé si el perro se acojona, o le convencen sus congéneres de que no haga el indio, pero después de los anuncios sale saludando con la pata y sólo ladra para avisar cuándo cambian los semaforos.
Sin embargo, en ocasiones las cosas salen mal, y recurren a lo que parece la solución definitiva para todo: lo capan.
Al perro.
A las perras no sé, yo creo que es un programa machista porque salen pocas, o feminista porque todas están cuerdas, supuestamente.
Qué es salir mal: pues que echa a correr el perro y no para hasta la República Popular China, se caga encima de los zapatos del encantador, que se vuelve menos encantador, o sigue intentándo aparearse con la dominatrix o en su defecto el Pocoyo del niño.
Sin embargo, nadie se enfada, ni cuando muerde en directo al prota.
Creo que a esta gente en particular no les permiten llevar armas.
También es verdad que a los dueños les suele faltar un verano.
Algunos hipotecan la casa para pagar a los perros bogavantes, agua de Vichy, solomillos a la pimienta, y toda suerte de manjares y exquisiteces, que los canes devuelven agradecidamente a la alfombra tras el proceso digestivo.
O los visten de Prada y Gucci, de temporada, y disponen de cuartos con servicio (criadas) y televisión por cable.
Bueno, quizás estoy exagerando, aún no he visto a ningún pastor de Brie con plasma de más de 32". Psche.
Y, desde luego, sólo usan los humanos aquellos muebles (cama, sofá, mesa...) que al dichoso (feliz) perro le viene en gana dejar tranquilo, eso sí, tras marcarlo copiosamente.
Hala.
En fin, que si os gusta.
Yo me lo paso bien.
Un saludo, y si os devuelve el perro el ordenador, contestad algo.
Que si veis el encantador de perros.
Yo me lo paso bien.
El encantador ese, que no sé si es hawaiano, o chino, o mejicano, o todo junto (de dos en dos, eso sí) agarra a un perro cretino o majadero, y te lo arregla.
He deducido que en realidad si el perro es malo es porque sus dueños también necesitan terapia, y de hecho a veces mira a los propietarios como si prefiriera meterlos a ellos en una jaula elegantemente electrificada.
Los perros tienen muchas utilidades, y contraindicaciones.
Una madre estaba contenta porque su hija adolescente no metía nada, gracias a un bicho malencarado que no dejaba que se acercase ni el párroco.
Había un marido encabronado porque no hacía uso desde hace meses, pues el cabrón del perro se había hecho dueño y señor de la cama y le mordía el culo si lo dejaba al descubierto, o algo así.
Otro conseguía transformar la cocina en un parque de atracciones, y abría y cerraba cosas para encaramarse a los sitios donde había comida, y de postre dejaba unos regalitos inconcebibles en relación al tamaño del chucho.
Creo que estoy mezclando programas, pues hay otro donde una inglesa dominatrix (os juro que viste de cuero ajustada, y tiene una cara de que aquí-va-a-pasar-algo) también resetea perros descerebrados.
Esta mujer tiene más problemas, pues estadísticamente uno de cada tres perros se la quiere tirar, y además son muy grandes, y mayormente nadie les detiene (a veces creo escuchar a propietarios jaleándolos)
El encantador ese tiene una chalet con tres mil o cuatro mil perros suyos, y cuando hay algún caso especialmente agudo, le suelta en mitad de todos.
No sé si el perro se acojona, o le convencen sus congéneres de que no haga el indio, pero después de los anuncios sale saludando con la pata y sólo ladra para avisar cuándo cambian los semaforos.
Sin embargo, en ocasiones las cosas salen mal, y recurren a lo que parece la solución definitiva para todo: lo capan.
Al perro.
A las perras no sé, yo creo que es un programa machista porque salen pocas, o feminista porque todas están cuerdas, supuestamente.
Qué es salir mal: pues que echa a correr el perro y no para hasta la República Popular China, se caga encima de los zapatos del encantador, que se vuelve menos encantador, o sigue intentándo aparearse con la dominatrix o en su defecto el Pocoyo del niño.
Sin embargo, nadie se enfada, ni cuando muerde en directo al prota.
Creo que a esta gente en particular no les permiten llevar armas.
También es verdad que a los dueños les suele faltar un verano.
Algunos hipotecan la casa para pagar a los perros bogavantes, agua de Vichy, solomillos a la pimienta, y toda suerte de manjares y exquisiteces, que los canes devuelven agradecidamente a la alfombra tras el proceso digestivo.
O los visten de Prada y Gucci, de temporada, y disponen de cuartos con servicio (criadas) y televisión por cable.
Bueno, quizás estoy exagerando, aún no he visto a ningún pastor de Brie con plasma de más de 32". Psche.
Y, desde luego, sólo usan los humanos aquellos muebles (cama, sofá, mesa...) que al dichoso (feliz) perro le viene en gana dejar tranquilo, eso sí, tras marcarlo copiosamente.
Hala.
En fin, que si os gusta.
Yo me lo paso bien.
Un saludo, y si os devuelve el perro el ordenador, contestad algo.