A día de hoy, un reloj es una de las escasas joyas que puede lucir un hombre sin parecer otra cosa.
Y, puestos a elegir una joya, pues un reloj automático. ¿Por qué? Pues por su alma. No es lo mismo joyería que bisutería, por muy cara que sea ésta. Hay cuarzos caros, carísimos(el Breitling B-1, por ejemplo) y mecanicos baratos(un Seiko Monster, por ejemplo). Y sentir el movimiento de un 7750 en la muñeca no es lo mismo que ver la hora. Para reloj exacto, un radiocontrolado. Por poco más de 100€ tienes uno. Y si no, qué coño, la puedes mirar en el móvil(hoy en día, atadura sempiterna). O incluso preguntársela a alguna chica que esté buena y, quién sabe, a lo mejor además de la hora te da su número de teléfono. Disfrutarás de otras cosas, pero no sentirás lo mismo. Quizás igual de placentero, pero diferente.
Es algo que no se puede explicar. ¿Cómo explicar tumbar 200Kg de acero a 180, o pasar una curva con pedal a fondo y sentir cómo estás a punto de perder el control? No tiene explicación, hay que vivirlo. ¿Cómo describir la vibración del movimiento cuando carga, o el raspar de la cuerda al dar vida a un viejito? Imposible.