Sanza
Baneado
Buenas.
Como no sé tener la boca cerrada, y esta habilidad mía coincide históricamente con un considerable trasiego de bebida, efectivamente me enrolé voluntario y beodo en un partido de fútbol. De fútbol sala.
Eso.
Resulta que una serie de individuos de nacionalidad argentina retan sistemáticamente a los aborígenes de aquí mismo a lo de la pelota, y al parecer debían necesitar un recambio para la última baja (o defunción, vaya usted a saber) así que…el país me necesitaba.
Bueno, el caso es que me planto allí, intentando identificar (cosa de las cervezas) al fulano que me metió en esto, guiñando mucho los ojos y poniendo cara de que me esperaban para jugar la Champions mañana mismo, y que vaya suerte que tenían de contar con mi talento.
La verdad que disfuncionalmente vestido - nunca he visto a un futbolero con una camiseta de propaganda de Leroy Merlín- pero con unas zapatillas compradas para la ocasión, que creo que llevaba House en un episodio de la V temporada.
Un poco raras, pero es que yo no sé de calzado deportivo ni de viabilidad invernal, por poner otro ejemplo.
Con la mala suerte, volviendo a lo que importa, de que allí estaban todos, y tenían pinta de querer jugar.
Si es que no me sale nada bien.
A ver, revisión de mi equipo:
Euhhhhh…menos mal que la pista está a ras de suelo…si hubiera que subir algún piso, se precisarían unos cuatro viajes de ascensor, sin correr riesgos, para menear la humanidad de tan sólo seis personas. De hecho, estoy prácticamente seguro de que los logotipos de Nike en la ropa son falsos (es imposible que la marca deportiva pensará jamás en fabricar tales gigantescas tallas con algún objetivo comercial diferente a vestir al Naranjito).
Y sí, tras estar convencido de que uno escondía el balón bajo la camiseta, me desilusioné viendo que no.
Son todos muy simpáticos, pero esto tiene un aspecto diabólico.
Saltamos a la cancha. Trotamos por la cancha. Sudamos prácticamente toda la cancha y aún nadie ha sacado un balón, y la super-tripa es evidentemente no desmontable.
Un halo de esperanza. Sale un jugador de los nuestros (cumple el biotipo) con una pelota y da unos quince toques seguidos sin moverse del sitio!!!!! Lástima que al decimosexto, le arrea un viaje a nuestro portero, aproximadamente en el mismo centro de la cara, y este, con poco espíritu de compañerismo, empieza a cagarse en todos los familiares del primero.
Se ve que ha perdido una lentilla, y eso también se ve (o no se ve) que es perjudicial para la vista.
Salen los argentinos. En realidad se les oye salir, porque no callan. Desde que pensaba que salían, hasta que aparecieron por la pista, comprendí todo lo relativo a la inmortalidad del cangrejo, me quedó definitivamente claro el por qué del cambio climático, y tome apuntes sobre una serie de acrobacias en la cama que uno debía estar contándole a otro para descansar de los temas principales
Sí, son argentinos. Delgados, guapos, media melena, camisetas argentinas impecables y medias a juego.
Y zapatos que por algún motivo no se parecen en absoluto a los míos.
Yo me quiero ir de aquí.
Básicamente, el primer gol nos lo meten porque se está paseando una rubia, lo que todos entendemos por una rubia, por la primera grada. Y naturalmente todos los españoles la miramos.
Bueno, excepto el portero, aunque no tiene ningún mérito porque le falta una lentilla, y quizás piensa que es un cura, o algo.
Lamentablemente lo de la lentilla tampoco ayuda mucho a parar un balón, y menos aún que se cubra con las manos la cara…pero es lógico, el bruto ese le ha chutado fuerte, sin ninguna consideración, a traición, sin avisar ni nada.
Uno-cero. Estos animales de bellota no siguen mi consejo de irnos pero ya a tomar algo, e incluso se lo toman a mal...supongo que estos son los típicos cirios de vestuario del Real Madrid, y tal. Por Dios, por lo que debe de pasar Schuster…
Se ve que hay que seguir, aunque ahora es más difícil porque nos dan el balón a nosotros (?). A todo esto, la rubia ha felicitado a todo el equipo argentino, y a mi no me ha felicitado así nadie en la vida, que yo recuerde.
Empiezo a pensar que esto era una trampa.
Uno que lleva una cinta en el pelo, y unos mocos enormes que le cuelgan de la nariz, saca desde un punto pintado en el centro, creo, con el consiguiente compromiso para otro de los nuestros. Se deben llevar mal o algo, porque yo no le hago eso a un amigo ni loco.
Resulta que hay un argentino más grande que los demás, rapado al cero, con un tatuaje que le asoma por el cuello, una perilla absurdamente perfecta, los pendientes del Capitán Sparrow, y una expresión fija en la cara muy convincente, y resulta también por casualidad que es muy mañoso en tirarse por el suelo., con carrerilla, con los pies por delante, y arrasar un área bastante grande.
Yo juraría que hasta le ha quitado la pintura al suelo.
Resultado: Nunca había visto a un hombre llorar así.
Ni a los de la ambulancia tener tantas complicaciones para subir a un moribundo en una camilla aparentemente tan estrecha…se nos cae el compañero por los dos lados a la vez…aunque gracias a mi habitual meticulosidad, consigo que no se olviden la pierna (al fin sirvo para algo).
Tímidamente, habíamos relacionado a la madre del argentino grande con la profesión más antigua del mundo, pero nos ha durado poco…no se puede comentar casi nada mientras te machacan el estómago, es algo físico, como estornudar con los ojos abiertos.
Estoy poniéndome muy triste, siempre que me pegan me pongo triste…y además se ve que la entrada –dice la rubia- era legal, y gesticula con los brazos, y finalmente con un dedo.
A mi prácticamente me da igual, lo de conservar los dientes ha pasado al primer puesto de mis prioridades.
Bueno, son muy organizados! Les da con seis para zurrarnos, y para seguir metiendo goles. Lo cual agradezco, porque de vez en cuando los encargados de las leches paran para felicitar a sus compañeros, y tal…a ver si les engaño, y en una de estas me abrazo a ellos, les confundo, y me dejan tranquilo.
Al parecer ya estamos en paz, y nos dejan seguir poniéndonos delante mientras juegan al fútbol, meten más goles, se abrazan, etc; y entiendo que esto ha llegado a su fin cuando vuelven los temas ecuménicos, las frases kilométricas, y siete amigas de la rubia que se ponen, injustamente, en la parte del campo de nuestros nuevos amigos.
Ah, no. No estamos en paz: tengo que poner dinero porque nos habíamos apostado una cena, y, por lo que he puesto, es una boda, o algo.
Espero que haya pulpo, porque no imagino otra cosa que aún pueda morder…
Ah, un problema menos: me hacen señas de que yo no voy
Me paso al mús, que con una mesa por medio, que dar vueltas, a mi no me cogen otra vez.
Puñetera cerveza.
Como no sé tener la boca cerrada, y esta habilidad mía coincide históricamente con un considerable trasiego de bebida, efectivamente me enrolé voluntario y beodo en un partido de fútbol. De fútbol sala.
Eso.
Resulta que una serie de individuos de nacionalidad argentina retan sistemáticamente a los aborígenes de aquí mismo a lo de la pelota, y al parecer debían necesitar un recambio para la última baja (o defunción, vaya usted a saber) así que…el país me necesitaba.
Bueno, el caso es que me planto allí, intentando identificar (cosa de las cervezas) al fulano que me metió en esto, guiñando mucho los ojos y poniendo cara de que me esperaban para jugar la Champions mañana mismo, y que vaya suerte que tenían de contar con mi talento.
La verdad que disfuncionalmente vestido - nunca he visto a un futbolero con una camiseta de propaganda de Leroy Merlín- pero con unas zapatillas compradas para la ocasión, que creo que llevaba House en un episodio de la V temporada.
Un poco raras, pero es que yo no sé de calzado deportivo ni de viabilidad invernal, por poner otro ejemplo.
Con la mala suerte, volviendo a lo que importa, de que allí estaban todos, y tenían pinta de querer jugar.
Si es que no me sale nada bien.
A ver, revisión de mi equipo:
Euhhhhh…menos mal que la pista está a ras de suelo…si hubiera que subir algún piso, se precisarían unos cuatro viajes de ascensor, sin correr riesgos, para menear la humanidad de tan sólo seis personas. De hecho, estoy prácticamente seguro de que los logotipos de Nike en la ropa son falsos (es imposible que la marca deportiva pensará jamás en fabricar tales gigantescas tallas con algún objetivo comercial diferente a vestir al Naranjito).
Y sí, tras estar convencido de que uno escondía el balón bajo la camiseta, me desilusioné viendo que no.
Son todos muy simpáticos, pero esto tiene un aspecto diabólico.
Saltamos a la cancha. Trotamos por la cancha. Sudamos prácticamente toda la cancha y aún nadie ha sacado un balón, y la super-tripa es evidentemente no desmontable.
Un halo de esperanza. Sale un jugador de los nuestros (cumple el biotipo) con una pelota y da unos quince toques seguidos sin moverse del sitio!!!!! Lástima que al decimosexto, le arrea un viaje a nuestro portero, aproximadamente en el mismo centro de la cara, y este, con poco espíritu de compañerismo, empieza a cagarse en todos los familiares del primero.
Se ve que ha perdido una lentilla, y eso también se ve (o no se ve) que es perjudicial para la vista.
Salen los argentinos. En realidad se les oye salir, porque no callan. Desde que pensaba que salían, hasta que aparecieron por la pista, comprendí todo lo relativo a la inmortalidad del cangrejo, me quedó definitivamente claro el por qué del cambio climático, y tome apuntes sobre una serie de acrobacias en la cama que uno debía estar contándole a otro para descansar de los temas principales
Sí, son argentinos. Delgados, guapos, media melena, camisetas argentinas impecables y medias a juego.
Y zapatos que por algún motivo no se parecen en absoluto a los míos.
Yo me quiero ir de aquí.
Básicamente, el primer gol nos lo meten porque se está paseando una rubia, lo que todos entendemos por una rubia, por la primera grada. Y naturalmente todos los españoles la miramos.
Bueno, excepto el portero, aunque no tiene ningún mérito porque le falta una lentilla, y quizás piensa que es un cura, o algo.
Lamentablemente lo de la lentilla tampoco ayuda mucho a parar un balón, y menos aún que se cubra con las manos la cara…pero es lógico, el bruto ese le ha chutado fuerte, sin ninguna consideración, a traición, sin avisar ni nada.
Uno-cero. Estos animales de bellota no siguen mi consejo de irnos pero ya a tomar algo, e incluso se lo toman a mal...supongo que estos son los típicos cirios de vestuario del Real Madrid, y tal. Por Dios, por lo que debe de pasar Schuster…
Se ve que hay que seguir, aunque ahora es más difícil porque nos dan el balón a nosotros (?). A todo esto, la rubia ha felicitado a todo el equipo argentino, y a mi no me ha felicitado así nadie en la vida, que yo recuerde.
Empiezo a pensar que esto era una trampa.
Uno que lleva una cinta en el pelo, y unos mocos enormes que le cuelgan de la nariz, saca desde un punto pintado en el centro, creo, con el consiguiente compromiso para otro de los nuestros. Se deben llevar mal o algo, porque yo no le hago eso a un amigo ni loco.
Resulta que hay un argentino más grande que los demás, rapado al cero, con un tatuaje que le asoma por el cuello, una perilla absurdamente perfecta, los pendientes del Capitán Sparrow, y una expresión fija en la cara muy convincente, y resulta también por casualidad que es muy mañoso en tirarse por el suelo., con carrerilla, con los pies por delante, y arrasar un área bastante grande.
Yo juraría que hasta le ha quitado la pintura al suelo.
Resultado: Nunca había visto a un hombre llorar así.
Ni a los de la ambulancia tener tantas complicaciones para subir a un moribundo en una camilla aparentemente tan estrecha…se nos cae el compañero por los dos lados a la vez…aunque gracias a mi habitual meticulosidad, consigo que no se olviden la pierna (al fin sirvo para algo).
Tímidamente, habíamos relacionado a la madre del argentino grande con la profesión más antigua del mundo, pero nos ha durado poco…no se puede comentar casi nada mientras te machacan el estómago, es algo físico, como estornudar con los ojos abiertos.
Estoy poniéndome muy triste, siempre que me pegan me pongo triste…y además se ve que la entrada –dice la rubia- era legal, y gesticula con los brazos, y finalmente con un dedo.
A mi prácticamente me da igual, lo de conservar los dientes ha pasado al primer puesto de mis prioridades.
Bueno, son muy organizados! Les da con seis para zurrarnos, y para seguir metiendo goles. Lo cual agradezco, porque de vez en cuando los encargados de las leches paran para felicitar a sus compañeros, y tal…a ver si les engaño, y en una de estas me abrazo a ellos, les confundo, y me dejan tranquilo.
Al parecer ya estamos en paz, y nos dejan seguir poniéndonos delante mientras juegan al fútbol, meten más goles, se abrazan, etc; y entiendo que esto ha llegado a su fin cuando vuelven los temas ecuménicos, las frases kilométricas, y siete amigas de la rubia que se ponen, injustamente, en la parte del campo de nuestros nuevos amigos.
Ah, no. No estamos en paz: tengo que poner dinero porque nos habíamos apostado una cena, y, por lo que he puesto, es una boda, o algo.
Espero que haya pulpo, porque no imagino otra cosa que aún pueda morder…
Ah, un problema menos: me hacen señas de que yo no voy
Me paso al mús, que con una mesa por medio, que dar vueltas, a mi no me cogen otra vez.
Puñetera cerveza.