G
Guillermo66
Novat@
Sin verificar
Cuando muchos sábados dedico algún rato a la limpieza de mis plumas, siempre aparecen los peques con esa mezcla de curiosidad por las cosas que hace su padre, la belleza de las estilográficas y la particular historia que cada una tiene. Os lo podéis imaginar: tertulia-cadena industrial junto al fregadero y, mientras uno limpia, otra seca, dejándolas el peque con el plumín sobre papel absorbente. El final siempre recurrente: ¿papá cuando tendremos nuestra pluma?, pues "cuando os permitan dejar el lápiz en el colegio". Y, por fin, a la mayor ya se lo han permitido.
Hoy, cuando se han levantado, los he llevado a la "Estilográfica Moderna". Es una de las pocas tiendas especializadas, quizás la de mayor encanto, que quedan en mi ciudad. Quería transmitirles, no solo el placer de los instrumentos de escritura, sino el de mantener una agradable conversación con atentos profesionales.
La mayor ha salido con sus dos primeras plumas, una preciosa Lamy azul turquesa y una inoxcrom de fantasía, acompañadas de los respectivos cartuchos y de un corrector de tinta.
Pero la sorpresa ha sido también para el pequeño. Mientras asistía asombrado a las pruebas de elección que hacía su hermana, se ha acercado a él uno de los responsables de la tienda (el padre), y tras pedirme permiso para regalarle su primera pluma, le ha atendido como si de un adulto se tratara, dándole a elegir entre varias plumas de fantasía. Pero no sólo eso. Tras interesarse por si quería ser yo quién le diera las primeras nociones de cómo escribir con estilográfica, y autorizarle a que fuese él quién se las impartiera (¡quién mejor que aquél que lleva tantos años mimándolas!), ambos han pasado un rato disfrutando de pruebas, conversación y garabatos. Todos sabemos la inmensa alegría que nos produce ver la ilusión en los ojos de un niño.
Hoy poseen sus primeras plumas. Pero, sobre todo, han disfrutado una vez más del placer de aprender de quien sabe, cuando el conocimiento se transmite con dedicación y afecto. Como han dicho al salir, "cuando se nos acaben los cartuchos, vendremos a esta tienda".
Pequeños detalles como el que acabo de relatar, determinan que apoye a este tipo de tiendas, aún cuando el precio en ocasiones pueda resultar un poquito más caro.
Perdón por el ladrillo y saludos.
Hoy, cuando se han levantado, los he llevado a la "Estilográfica Moderna". Es una de las pocas tiendas especializadas, quizás la de mayor encanto, que quedan en mi ciudad. Quería transmitirles, no solo el placer de los instrumentos de escritura, sino el de mantener una agradable conversación con atentos profesionales.
La mayor ha salido con sus dos primeras plumas, una preciosa Lamy azul turquesa y una inoxcrom de fantasía, acompañadas de los respectivos cartuchos y de un corrector de tinta.
Pero la sorpresa ha sido también para el pequeño. Mientras asistía asombrado a las pruebas de elección que hacía su hermana, se ha acercado a él uno de los responsables de la tienda (el padre), y tras pedirme permiso para regalarle su primera pluma, le ha atendido como si de un adulto se tratara, dándole a elegir entre varias plumas de fantasía. Pero no sólo eso. Tras interesarse por si quería ser yo quién le diera las primeras nociones de cómo escribir con estilográfica, y autorizarle a que fuese él quién se las impartiera (¡quién mejor que aquél que lleva tantos años mimándolas!), ambos han pasado un rato disfrutando de pruebas, conversación y garabatos. Todos sabemos la inmensa alegría que nos produce ver la ilusión en los ojos de un niño.
Hoy poseen sus primeras plumas. Pero, sobre todo, han disfrutado una vez más del placer de aprender de quien sabe, cuando el conocimiento se transmite con dedicación y afecto. Como han dicho al salir, "cuando se nos acaben los cartuchos, vendremos a esta tienda".
Pequeños detalles como el que acabo de relatar, determinan que apoye a este tipo de tiendas, aún cuando el precio en ocasiones pueda resultar un poquito más caro.
Perdón por el ladrillo y saludos.