El barroquismo desaforado que nos invade tiene que ver mucho con el lujo supremo como argumento de venta. Cada uno hace lo que puede pero hay ejemplos infames como los que señaláis. Me temo, sin embargo, que es un mal que afecta a todos. Montblanc, desde hace ya algunos años, ha caído en ese lamentable pozo con sus ediciones especiales con las que ya no sabe qué hacer. Claro, tanto homenaje, tanto personaje famoso, tanto patrón... a ver cómo lo concentras en el diseño de algo tan limitado y que, encima, sirva para escribir.
Otro tanto pasa con Montegrappa y otras muchas italianas que, de tan especiales que quieren ser, han terminado por convertirse en el museo de los horrores. Lo estrambótico como signo de lo exclusivo.
Aquí os traigo uno de los últimos ejemplos: una cosa que nadie diría que es una pluma y resulta que es, en realidad, un objeto muy curioso. Pero cuando ví que eram en realidad, una estilográfica, me dió un ataque de risa:
La he visto en ECI y hay que reconocer que se han gastado sus buenos dineros en la producción. Oro, brillos, metales preciosos, diseño, presentación... El resultado, para mi gusto, digno de un estante de ferromodelista y muy poco en la mano de un escritor.