Esta semana que tocaba mercadillo del barrio, y algunos no lo creeréis, pero en los mercadillos no dejan de pasar cosas. A mí no me ha aparecido una Conway, pero sí una bagatelita y un boli con propaganda de un banco que también decía estar en el centro (y luego se fusionó con otros etc.) , y me hace ilusión porque mi padre hace años me pasó una parecida que le regaló el mismo banco cuando tenía cuenta en él, y así podemos hacer indagaciones “arqueológicas”.
En la foto están, desde la izquierda, la del mercadillo, la de mi padre, una prima cercana de la primera con la marca Flaminaire, el boli, y la roja es una Dator que tiene su relación y su ámbito propio. La del mercadillo funciona a pistón, la de mi padre (se le ha borrado el logo del banco) es igual pero de cartuchos, la Flaminaire es igual que la primera, de piston, pero con un clip distinto, que es igual que el del boli, el boli lleva la marca Reform en el clip y la Dator roja lleva también la firma Reform en el plumín. Así que parece que estamos descubriendo el origen de algo.
Hasta donde recuerdo, Dator y Flaminaire eran marcas de encendedores que distribuía Flamagas, así que esto empieza a cuadrar. Parece que vamos deduciendo que a Flamagas le hacía el material de escritura Reform. Por cierto que Flamagas (me han dicho algunos tenderos) también distribuía Sailor en los años 90. Cuando dejó de hacerlo, se acabaron las plumas Sailor en la mayoría de las tiendas, al menos en esta ciudad.
De cuando era universitario, y alguna otra después a salto de mata, he reunido una cuadrilla de plumas como la roja, solo que no llevan la marca Dator escrita, aunque lo ponía en los expositores. Tienen el plumín esmaltado de color a juego, y sin inscripciones, pero idéntico a la “manzanita” de arriba.
A lo que iba: puedo juraros que estas Flaminaire, Dator y propaganda de origen Reform tienen los plumines más veloces que he manejado en la vida, incluyendo todas las marcas de prestigio y las Nisu integrales. Deslizan como auténticos fórmula 1. A veces hasta demasiado, suelo preferir que las plumas me paren un poco para controlarme la arquitectura de la letra, porque si la mano se embala todo lo que quiere, a veces se acaba escribiendo un paisaje de dunas. Pero así y todo, a mí me parece prueba de una fabricación de plumines esmeradísima aunque no sean con materiales preciosos.
Les he tenido afición en algunas épocas, a la roja la recuerdo en un cursillo de verano en Salamanca, y las otras se han merecido sus temporadas de curro también porque su fiabilidad es inmaculada. Dan una primera impresión de fragilidad por el plástico ligero del cuerpo, pero a la hora de moverse han soportado el trajín impasibles. A la de cartuchos se le va yendo el dorado del plumín, y se le fue el logo del banco, y a la Flaminaire se le ha borrado la F inicial, es un estampado que se puede borrar con alcohol, así que si un día me canso de patrocinar al banco, lo friego y a otra cosa mariposa. Pero por ahora prefiero mantener el documento y recuerdo.
Y en resumen: me admira lo agradecidas que pueden ser unas plumas tan sencillitas.