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Cuando uno es capaz de poner encima de la mesa 370 millones de euros por divorciarse de su mujer, desembolsar 28 por darse un capricho en forma de coche debe resultar incluso gratificante. Al multimillonario Craig McCaw (Washington, 1949) no le suele temblar la mano a la hora de estampar su firma bajo cantidades que aturden al resto de los mortales.
Coches parece que no le faltan al tal McCaw