Osinar
Forer@ Senior
Sin verificar
como casi todo. Por ejemplo, la mayor parte de los cansancios son, la mayor parte de las veces, psicológicos. Uno está cansado, verdaderamente cansado, cuando decide que está cansado, y rara vez antes. Y uno está muy ocupado, ocupadísimo, cuando lo decide, o sea, cuando describe de esa jaez al estado de su agenda.
Pero todo eso, aunque lo reputo cierto y ciertísimo, solamente me sirve para consolarme. Y es que finalmente voy a pasar en Madrid la mayor parte del mes de agosto. Así que he decidido que es precisamente Madrid el mejor lugar para hacer transcurrir las hojas del calendario de este octavo mes. Nada de praderas, cumbres, playas, barcos... Urbe. Urbe matritense, especialmente si es además urbe matrutina.
De modo que, como lo tengo pendiente desde Navidad, acometeré una hercúlea: escribir un pequeño libro que tengo prometido a gente y a mi. Y como me da mucho corte "escribir un libro", porque me parece que para ese viaje harían falta alforjas más ilustres que las mías, pues he tomado una decisión psicológica: en vez de escribir un libro, voy a escribir en un libro. Que no es lo mismo, suponiendo que permanezcan vivos aquellos conceptos gramaticosos que discernían el Complemento Directo del Circunstancial de Lugar. Que lo dudo.
Con que necesitaba un libro para escribir en él. Tras noches de claro en claro en pos de la definición de Libro (sobre todo versus Cuaderno) di en pasar días de turbio en turbio afanadoto en la búsqueda.
Tapas duras. Papel gordo. Pero no satinado. Pero tampoco sin satinar. Más de doscientas páginas, eso seguro. Ojalá tamaño folio. Pero vale bien cuartilla. No menor. Compatible con el jardín y sus salpicaduras. De raza verde, porque simboliza tanto de lo que pienso echarle al papel...
Mil vueltas. Lo de mil es, como habréis entendido enseguida, psicológico. Como casi todo. Y como casi siempre, llegó la solución del lugar más inesperado, o sea, el más sencillo, el inmediato, el obvio.
El Corte Inglés. Hay que joderse.
Hojas de cien gramos, surcadas por inoportunas pero no insufribles rayitas. Cubierta entre bien-plasticosa y semi-pieluda, erótica al tacto, adecuada al intento. Su bolsita de por dentro de por atrás. Se llama Cross: pariente será de las plumas porque resulta igual de pijín su estampa. Me gusta. Unas líneas en su vientre con la vieja Pelikan y con una miniatura que me ha llegado ayer mismo de Alcampo, una delicia enanita y por cierto de rendimiento excelso.
De modo que comienzo está misma noche a escribir en un libro. En este:
Pero todo eso, aunque lo reputo cierto y ciertísimo, solamente me sirve para consolarme. Y es que finalmente voy a pasar en Madrid la mayor parte del mes de agosto. Así que he decidido que es precisamente Madrid el mejor lugar para hacer transcurrir las hojas del calendario de este octavo mes. Nada de praderas, cumbres, playas, barcos... Urbe. Urbe matritense, especialmente si es además urbe matrutina.
De modo que, como lo tengo pendiente desde Navidad, acometeré una hercúlea: escribir un pequeño libro que tengo prometido a gente y a mi. Y como me da mucho corte "escribir un libro", porque me parece que para ese viaje harían falta alforjas más ilustres que las mías, pues he tomado una decisión psicológica: en vez de escribir un libro, voy a escribir en un libro. Que no es lo mismo, suponiendo que permanezcan vivos aquellos conceptos gramaticosos que discernían el Complemento Directo del Circunstancial de Lugar. Que lo dudo.
Con que necesitaba un libro para escribir en él. Tras noches de claro en claro en pos de la definición de Libro (sobre todo versus Cuaderno) di en pasar días de turbio en turbio afanadoto en la búsqueda.
Tapas duras. Papel gordo. Pero no satinado. Pero tampoco sin satinar. Más de doscientas páginas, eso seguro. Ojalá tamaño folio. Pero vale bien cuartilla. No menor. Compatible con el jardín y sus salpicaduras. De raza verde, porque simboliza tanto de lo que pienso echarle al papel...
Mil vueltas. Lo de mil es, como habréis entendido enseguida, psicológico. Como casi todo. Y como casi siempre, llegó la solución del lugar más inesperado, o sea, el más sencillo, el inmediato, el obvio.
El Corte Inglés. Hay que joderse.
Hojas de cien gramos, surcadas por inoportunas pero no insufribles rayitas. Cubierta entre bien-plasticosa y semi-pieluda, erótica al tacto, adecuada al intento. Su bolsita de por dentro de por atrás. Se llama Cross: pariente será de las plumas porque resulta igual de pijín su estampa. Me gusta. Unas líneas en su vientre con la vieja Pelikan y con una miniatura que me ha llegado ayer mismo de Alcampo, una delicia enanita y por cierto de rendimiento excelso.
De modo que comienzo está misma noche a escribir en un libro. En este: