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CHOCOLATE a la taza

  • Iniciador del hilo Aitor64
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Estado
Hilo cerrado
  • #26
Lo malo del microondas es la temperatura que yo no soy capaz de controlarla. En su dia se me ocurrio hacerme mis propios bombones y sinceramente, me parece complicadisimo. Desde entonces aprendi que los bombones son caros pero tienen su curro.
 
  • #27
¿Y que me decís de los chocolates "antiguos"?

¿Y que me decís de los chocolates "antiguos"?

Esos que ya no existen pero que acompañan a la niñez de muchos de nuestros mayores.

Uno de los más conocidos, probablemente fueron los CHOCOLATES MATÍAS LOPEZ.

Su publicidad fue algo tremendamente novedoso en esa época (1872).

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Hoy en día, mucho me temo que no sería la más adecuada para vender.

Probablemente en aquella época tampoco.

Porque unos años después la cambió por esta otra...

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Tanto fue el éxito de la marca que pronto le salieron competidores.

Y el bueno de D. Matías contratacó con los argumentos, llegando a usar su foto para distinguir su chocolate de otros...

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Y por último, uno de los botes (latas) de chocolate en polvo Matías López...

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El rey del chocolate


Llegó a Madrid con lo puesto y supo pronto hacerse un hueco en la sociedad. Matías López (Sarria, 1825-Madrid, 1891) levantó de la nada un imperio en torno al chocolate y llegó a convertirse en una de las mayores fortunas de su tiempo y en uno de los empresarios más importantes de Europa.

Fue el inventor de la mercadotecnia: publicitó su marca con carteles y estampillas y fue el primer empresario en poner carátula a las libras de chocolate para distinguirse de los demás y atraer al comprador.

Construyó en El Escorial una gran fábrica de chocolate (más de 500 trabajadores) y pronto compitió con las casas europeas de mayor prestigio, como Cadbury o Meurnier.

Fue un empresario modelo: creó planes de pensiones para sus trabajadores y lo que hoy llamamos seguridad social, implantó economatos y fue un precursor de la ciudad jardín aplicada a la fábrica y a las viviendas de los obreros. Incluso llegó a elaborar un tímido programa para recoger las reivindicaciones laborales de sus operarios.
Participó en la Exposición Universal de París de 1889, donde fue el primer industrial español en mostrar sus productos. En la capital francesa tuvo ocasión de conocer a Gustave Eiffel

Como buen empresario, Matías López sabía que para dar a conocer sus productos necesitaba valerse de las herramientas de la publicidad. Para ello, lo primero que hizo fue lo más sencillo en la época: usar el boca a boca. Por las calles de Madrid pronto se empezó a conocer el nombre de la Fábrica de chocolates de Matías López, puesto que lo que había hecho éste era mandar unas pequeñas muestras de sus productos a distintas tiendas de la capital. De esta manera los clientes que frecuentaban esos establecimientos podían probar sus chocolates, pero no podían adquirirlos porque aún no había llegado el stock suficiente. Con esta estrategia, Matías López se aseguraba que las tiendas le hicieran grandes pedidos para abastecer a los clientes que ya habían quedado encandilados con el sabor dulzón del cacao.


Sin embargo, el apogeo de la publicidad de la Fábrica de este gallego llegó a partir de 1875, cuando conoció por las calles de Madrid al publicista Francisco Ortego y Vereda, quien había llevado una vida digamos que “complicada” hasta ese momento. Ortego se había dedicado a realizar caricaturas satíricas sobre la monarquía de Isabel II, lo que le había costado algunas vacaciones forzadas en la cárcel y la fama de republicano. A su vez, Matías López quería publicitarse, pero por entonces la mitad de la gente era analfabeta, por lo que el gallego pensó en que la mejor forma de publicitarse sería mediante un cartel que se leyera por sí solo.


Contrató a Ortego y Vereda por 8 pesetas, y éste se puso a crear unos cartones que pasarán a la historia de este país por ser los primeros carteles publicitarios que se pueden considerar como tal. En ellos, el artista plasmó su estilo personal, esto es, caricaturas muy cuidadas, vestidos a caballo entre lo goyesco y lo vulgar y el contraste entre personas de distintas clases sociales. Así, por ejemplo, creó el cartel más famoso de la Fábrica de Chocolates de Matías López. En él se podían ver a una pareja de mujeres famélicas, y por encima de ellas la frase: “Antes de tomar el chocolate de López”; a su lado, una pareja de muy buen ver, en cuya parte superior rezaba: “Después de tomar el chocolate de López”; y, por último, un par de personas de aspecto envidiable para la gente de la época y que estaban así porque eran los que “Toman dos veces al día Chocolate de López”. Este cartel, que las gentes del pueblo aún conocen hoy en día, tomó el nombre popular de “Los gordos y los flacos”, en clara referencia a sus personajes.


Además de la revolución que causó este cartel en el mundo de la publicidad, Matías López también fue pionero en el uso de su propia imagen en los letreros que acompañaban las cajas con el exquisito manjar. Tomó esta decisión después de que se crearan otras empresas de chocolate que se asemejaban mucho a la suya y le hacían competencia desleal: “Aviso importante: algunas fábricas de chocolate han adoptado en sus cubiertas los mismos colores de papeles que hace tanto tiempo venía usando la casa de Matías López, y para evitar equivocaciones, el Sr. López previene al público, que desde hoy llevarán las cubiertas de sus chocolates su retrato, y recomienda vean si la cubierta dice: Chocolate de Matías López. Llevan además en la pasta y cubierta el precio, nombre y apellido, rogando al público se fije muy especialmente en el nombre de Matías, pues hay otros fabricantes que llevan el mismo apellido” decía un envoltorio de los Chocolates de Matías López.

Llegó a ser diputado a Cortes por Sarria en 1872 y poco después obtuvo un escaño en el Senado. A pesar de ser republicano, el rey Alfonso XII lo nombró senador vitalicio, sin duda en reconocimiento a su fortuna, ya que Matías López era uno de los mayores contribuyentes a la Hacienda del Estado.

Abandonó Sarria en 1840, cuando tenía 15 años, en compañía de su madre para instalarse en Madrid, a donde llegó con un sombrero y unos zuecos.

El chocolate era por aquel entonces un dinámico negocio en la capital y Matías López pronto tuvo el suyo. En 1851 montó un molino para chocolate en la calle Jacomettrezo, detrás de la plaza del Callao, y poco después puso a tres de sus trabajadores molinos en A Coruña, Lugo y Madrid. Fue probablemente el primer empresario español que se adaptó a las ideas de Stuart Mill de romper con la tradición en la transmisión de bienes. No paró en su dedicación hasta construir un gran complejo fabril en El Escorial, rodeado de jardines, con el fin de romper la sensación de suburbio, e hizo casas para los obreros con ventanas con cristales, algo inusual entonces.

Cuando emprendió la expansión definitiva de su negocio, sólo en España se consumían 24.000.000 libras de chocolate, que representaban 140.000.000 de reales, es decir unos 35 millones de pesetas.

El secreto del éxito de los chocolates de López eran las mezclas de distintas clases de cacao, a los que añadía canela y miel para quitarle el sabor amargo. Mezclaba, eso sí, los chocolates de mejor calidad, porque, como él mismo decía, todo chocolate que costase menos de cinco reales era malo, luego era un producto que debía de ser caro.

Publicó un libro sobre El chocolate, su origen, su fabricación y su utilidad, en el que escribía con conocimiento de causa: sus chocolates, por entonces, ya habían sido premiados en las exposiciones de Londres, París, Bayona, Burdeos, Lisboa, Madrid, Nápoles y Viena.

Una de las batallas de Matías Lopez, que presidió varias sociedades económicas en la capital y colaboró en la creación de la Cámara de Comercio de Madrid, fue contra los aranceles sobre el chocolate, que consideraba debían ser rebajados. Fue un republicano moderado, que militó en las mismas filas que su amigo Manuel Becerra, y defendió con denuedo la abolición de los fueros vascos. En su Sarria natal, donde levantó un chalé de estilo francés, quedó constancia de su filantropía con la construcción de escuelas y un asilo.

Después de dejar a un hijo la dirección de la fábrica de El Escorial, retomó otra de sus actividades que había dejado relegada, la especulación urbanística, que en esto también fue precursor el emprendedor lucense.

Su entierro, en 1891, en Madrid, fue multitudinario. El Papa, en gratitud por su obra caritativa, dio a su viuda el título de Marquesa de Casa López. Había sido una de las mayores fortunas de su tiempo, y se cuenta que en su afán de ahorrar, Matías López dormía bajo el mostrador de su tienda.

La fábrica de Chocolates Matías López estuvo abierta en El Escorial hasta la década de 1960.

FUENTES:
LAOPINIONCORUÑA.ES
EL ECO DE LA SIERRA
 
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  • #28
He probado unos bombones de Valor de la serie Maridajes cuya idea es mezclar bombones con vino y lo cierto es que me han gustado mucho.

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He mirado en la pagina y hay otros con muy buena pinta:
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He encontrado los Eraclea y he pedido el de naranja y canela. Esta bueno, aunque me sigo quedando con los de la chocolateria que he comentado.
 
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