Que don Américo desbarraba también lo suyo se sabía desde antes de 1948; lo dejó bien claro Sánchez Albornoz; lo remachó hace ahora treinta años, tal vez alguno más, Eugenio Asensio. Nombrar los conversos a don Américo era como nombrar las caballerías a don Quijote. Parece ser que los tiros no van por ahí. Digo parece ser, yo lo que oigo.
La acusación (¿todavía es una acusación?) que algunos hacen a Cervantes de su homosexualidad, o el deseo de sumar un genio más al colectivo gay, que esto nunca se sabe, no tiene más fundamento que una lectura bastante sesgada de sus peripecias en Argel, y del deseo de ahormar el texto a una teoría; ciertas corrientes de crítica literaria que no voy a citar ponen en práctica el viejo y siempre renovado principio de Lenin: si la realidad no se ajusta a la teoría, peor para la realidad, cito muy, muy de memoria. Cervantes quiso procurarse un mejor trato en Argel para evitar la muerte, la tortura o las condiciones de extrema degradación y miseria en que vivían los cautivos, no estaba amancebado con moro ni cristiano alguno. De Argel, por cierto, hizo lo posible por escapar antes de que los mercedarios lo sacaran libre, y así lo cuenta en la Historia del cautivo: pocos amores dejaría atrás. No lo sé, todo esto a mí me pilla muy de nuevas; igual es todo al revés.
Si Cervantes fuera misógino, no podrían explicarse La Galatea, su tratamiento de la Marcela del Quijote la Auristela del Persiles, Preciosa...Motivos tuvo: las hermanas (hay quien dice que también la madre, no lo sé, las hermanas seguro), conocidas como las Cervantas salieron putas de armas tomar y esto causó bastantes problemas a Cervantes. Otra cosa es si eso aparece novelado o no en el Quijote. Toda lectura de un texto es válida, decía Roland Barthes, y creo que es así, si tiene en cuenta todos los elementos del texto y solo los elemetos del texto. Que se me hace a mí que será sin quitar ni poner, sobre poco más o menos.
Sancho no es un personaje plano: evoluciona de tal manera que se va quijotizando al mismo tiempo que don Quijote, sin dejar de ser un orate, va adquiriendo el sentido común cazurro y apegado a la tierra que caracteriza al Sancho de 1605, amén de otros muchos rasgos que sería largo enumerar. Y este es precisamente un rasgo de la novela moderna: el personaje se va conformando en la obra, se hace a lo largo de la novela. Esto no ocurría con los libros de caballerías (Cacho Blecua dixit y pixit) o con otras ficciones que llamándose novelescas poco o nada tienen que ver con la novela moderna. Otro cantar serían Lazarillo y Guzmán, y por ser otro cantar no van en este.
De que el Quijote no sea para niños, se defiende el mismo Cervantes: los niños lo manosean, los jóvenes lo leen...el crescendo indica las múltiples lecturas, incluida la fragmentaria (manosean) e intanscendente, superficial, de un niño.
De si es o no es amargo, allá cada cual, pero España no estaba para risas. Cervantes dice más de una vez hablando de obras literarias buenas que no lo pudieran ser si no tuvieran de todo. Él se lo sabrá, y al que Dios se la dé, san Pedro, cuya festividad celebra hoy la Iglesia Católica, se la bendiga. Y siendo hoy san Pedro, felicidades para todos los Juanes, menos para Zapatero.