LuisG
Tropicalizado
Sin verificar
Este mensaje lo he puesto al final del hilo de Bucherer, ya que responde a una opinión vertida allí, pero creo que el debate que abre es más general, así que si el moderador no lo ve incorrecto, lo reproduzco aquí, ampliado y con foto (el primer párrafo se refiere al hilo de Bucherer, lógicamente):
El hilo es fantástico, espectacular, digno de permanecer para siempre en la cabecera y en los esenciales. El trabajo que lleva detrás, además, prestigia a su autor -por el esfuerzo, por la dedicación, por las ansias de conocimiento y por ponerlos a disposición de los demás- y en este caso aún más por tratarse de una marca poco conocida pero de gran nivel e interés.
Dicho esto, una vez más debo decir que no estoy en absoluto de acuerdo con la idea que subyace en esta frase del hilo:
No me limitaré a enseñar un buscado ejemplar de marca consagrada, tampoco un extravagante y módico setentero. Siquiera un honorable intermedio.
Me ha dolido, especialmente, lo de "siquiera un honorable intermedio", que refuerza de forma indubitable la voluntad de la frase anterior de colocar al reloj setentero en lo más bajo, despreciable y prescindible del escalafón; cosa que ya apuntaba, de manera excesivamente amplia y generalista, el uso del adjetivo "módico".
Me parece, y ya lo he dicho varias veces, que la no conexión personal con una determinada estética, la de los 70, no debería hacer desmerecer por sistema una etapa importante de la relojería. Una etapa marcada por la apuesta incorrecta de las grandes marcas por las nuevas tecnologías, que, en muchas ocasiones, se demostraron flor de un día. Pero resulta que ese error fue de las grandes marcas, que en busca del dolar apostaron a menudo por lo que no debían. A ellas habría que acusar, no a las marcas menores, aunque su capacidad financiera o su prestigio les permitieran después salir del abismo en que ellas mismas se habían metido, mientras que otras marcas menores, afectados sus mercados por los devaneos tecnológico-fashion de las major, no podían seguir el ritmo de inversión ni el cambio de línea productiva y acabaron desapareciendo. Muchas de esas marcas no hubieran desaparecido si grandes como Omega, Longines, Tissot, Hamilton, Bulova, Zenith o tantas otras no hubieran traicionado su pasado en aras de una modernidad incierta.
Probablemente, si los miramos bien, esos "módicos y extravagantes setenteros" a los que tanto se mira por encima del hombro salvaron en muchas ocasiones el futuro de la relojería tal y como la conocemos hoy, apostando por la maquinaria mecánica de toda la vida mientras las grandes marcas se dedicaban a hacer el idiota con relojes y tecnologías que el paso del tiempo superó rápidamente.
Y, por otro lado, hay relojes muy caracterísiticos de los años 70 a los que aún está por ver si alguien los ha superado en capacidad de aunar a la vez tecnología, fiabilidad y diseño; el mismo Zodiac Astrographic, sin ir más lejos. O el impresionante desarrollo de los relojes de buceo durante el salto de década entre los 60 y los 70.
Los 70 fueron claramente la etapa más convulsa de la historia de la industria relojera. Y por ello mismo una etapa en la que podría haberse hundido o refundarse hasta ser la boyante máquina de hacer dinero y productos fantásticos que es hoy. Sólo por eso, no deberíamos despreciar los relojes de esa época; incluso los más sencillos de entonces -que, por cierto, suelen ser mecánicos- contribuyeron a mantener vivo el interés de la gente por los relojes "de toda la vida", mientras pasaba la tormenta del cuarzo, el Led, el Lcd y las esferas raras y de colores vivos.
A mi me aburren soberanamente los Patek Philippe, todos iguales y con esas insulsas esferas. Un día, viendo una exposición de PP vintage en Unión Suiza, me preguntaba si todos los expuestos eran el mismo reloj... Pero no por eso voy a despreciar la historia de la marca y su calidad tecnológica, con una historia que va ya por el tercer siglo. De la misma manera, pero a la inversa, debería procederse con la relojería de los 70. Porque su valor fue otro, pero fue valor.
Y para el que no esté del todo convencido, le recomiendo una lectura a este fantástico libro de Pieter Döensen, que dice mucho más de lo que yo sabré nunca sobre lo que ocurrió en aquella época: No sólo desde el punto de vista estético-histórico sino especialmente desde el del diseño industrial y las razones y direcciones de la investigación tecnológica de esos años (el autor, aparte de coleccionista de relojes "raros" es ingeniero industrial)
Dicho todo lo cual seguiré coleccionando relojes de los 70 e investigando cuáles fueron los cambios en la industria relojera de entonces y sus por qués. De hecho, es mucho más entretenido -no digo "mejor"- que los 50 o la primeras mitad de los 60, donde todos los relojes eran iguales por fuera y muy parecidos por dentro. Preciosos, eso sí.
Hala, he dicho, que uno tiene su corazoncito. Y ante la previsible avalancha de reconvenciones por el mensaje u opiniones divergentes, pues ya saco yo mismo el
El hilo es fantástico, espectacular, digno de permanecer para siempre en la cabecera y en los esenciales. El trabajo que lleva detrás, además, prestigia a su autor -por el esfuerzo, por la dedicación, por las ansias de conocimiento y por ponerlos a disposición de los demás- y en este caso aún más por tratarse de una marca poco conocida pero de gran nivel e interés.
Dicho esto, una vez más debo decir que no estoy en absoluto de acuerdo con la idea que subyace en esta frase del hilo:
No me limitaré a enseñar un buscado ejemplar de marca consagrada, tampoco un extravagante y módico setentero. Siquiera un honorable intermedio.
Me ha dolido, especialmente, lo de "siquiera un honorable intermedio", que refuerza de forma indubitable la voluntad de la frase anterior de colocar al reloj setentero en lo más bajo, despreciable y prescindible del escalafón; cosa que ya apuntaba, de manera excesivamente amplia y generalista, el uso del adjetivo "módico".
Me parece, y ya lo he dicho varias veces, que la no conexión personal con una determinada estética, la de los 70, no debería hacer desmerecer por sistema una etapa importante de la relojería. Una etapa marcada por la apuesta incorrecta de las grandes marcas por las nuevas tecnologías, que, en muchas ocasiones, se demostraron flor de un día. Pero resulta que ese error fue de las grandes marcas, que en busca del dolar apostaron a menudo por lo que no debían. A ellas habría que acusar, no a las marcas menores, aunque su capacidad financiera o su prestigio les permitieran después salir del abismo en que ellas mismas se habían metido, mientras que otras marcas menores, afectados sus mercados por los devaneos tecnológico-fashion de las major, no podían seguir el ritmo de inversión ni el cambio de línea productiva y acabaron desapareciendo. Muchas de esas marcas no hubieran desaparecido si grandes como Omega, Longines, Tissot, Hamilton, Bulova, Zenith o tantas otras no hubieran traicionado su pasado en aras de una modernidad incierta.
Probablemente, si los miramos bien, esos "módicos y extravagantes setenteros" a los que tanto se mira por encima del hombro salvaron en muchas ocasiones el futuro de la relojería tal y como la conocemos hoy, apostando por la maquinaria mecánica de toda la vida mientras las grandes marcas se dedicaban a hacer el idiota con relojes y tecnologías que el paso del tiempo superó rápidamente.
Y, por otro lado, hay relojes muy caracterísiticos de los años 70 a los que aún está por ver si alguien los ha superado en capacidad de aunar a la vez tecnología, fiabilidad y diseño; el mismo Zodiac Astrographic, sin ir más lejos. O el impresionante desarrollo de los relojes de buceo durante el salto de década entre los 60 y los 70.
Los 70 fueron claramente la etapa más convulsa de la historia de la industria relojera. Y por ello mismo una etapa en la que podría haberse hundido o refundarse hasta ser la boyante máquina de hacer dinero y productos fantásticos que es hoy. Sólo por eso, no deberíamos despreciar los relojes de esa época; incluso los más sencillos de entonces -que, por cierto, suelen ser mecánicos- contribuyeron a mantener vivo el interés de la gente por los relojes "de toda la vida", mientras pasaba la tormenta del cuarzo, el Led, el Lcd y las esferas raras y de colores vivos.
A mi me aburren soberanamente los Patek Philippe, todos iguales y con esas insulsas esferas. Un día, viendo una exposición de PP vintage en Unión Suiza, me preguntaba si todos los expuestos eran el mismo reloj... Pero no por eso voy a despreciar la historia de la marca y su calidad tecnológica, con una historia que va ya por el tercer siglo. De la misma manera, pero a la inversa, debería procederse con la relojería de los 70. Porque su valor fue otro, pero fue valor.
Y para el que no esté del todo convencido, le recomiendo una lectura a este fantástico libro de Pieter Döensen, que dice mucho más de lo que yo sabré nunca sobre lo que ocurrió en aquella época: No sólo desde el punto de vista estético-histórico sino especialmente desde el del diseño industrial y las razones y direcciones de la investigación tecnológica de esos años (el autor, aparte de coleccionista de relojes "raros" es ingeniero industrial)
Dicho todo lo cual seguiré coleccionando relojes de los 70 e investigando cuáles fueron los cambios en la industria relojera de entonces y sus por qués. De hecho, es mucho más entretenido -no digo "mejor"- que los 50 o la primeras mitad de los 60, donde todos los relojes eran iguales por fuera y muy parecidos por dentro. Preciosos, eso sí.
Hala, he dicho, que uno tiene su corazoncito. Y ante la previsible avalancha de reconvenciones por el mensaje u opiniones divergentes, pues ya saco yo mismo el
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