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Sin verificar
Apreciados foreros:
Hoy quiero compartir con vosotros una vivencia personal: Cómo nació mi afición a los relojes.
Como recordaréis los que peináis canas (si la alopecia aún lo permite) , hubo un tiempo que quiero considerar no tan lejano, aunque estamos hablando del milenio pasado, en que no había más relojes que los puramente mecánicos.
En esa pretérita época anterior al cuarzo y las pilas de botón, todos llevábamos lo que ahora conocemos como “vintages”, eufemismo piadoso para referirnos a esas auténticas antiguallas.
Los más pudientes podían disfrutar de piezas de marca de prestigio (las que todos conocemos y alguna otra ya desaparecida), normalmente chapados en oro y en algunos casos de oro macizo.
El resto de los mortales debíamos conformarnos con relojes sencillos, es decir esferas sencillitas (nada de florituras: como máximo segundero y fecha), nada de funciones especiales (crono, GMT, fases lunares, …), cajas de metales “plebeyos” (ni soñar con el acero inoxidable, que noble debe ser cuando, sin ir más lejos, en alemán se llama “Edelstahl”, o sea acero noble). Lo más normal eran variopintas aleaciones que pronto empezaban a oxidarse con el sudor de la muñeca.
Pero no nos preocupábamos de ello, pues la mayoría de gente teníamos asumido que el reloj era un instrumento utilitario, es decir, que servía sólo para leer la hora y nada más. Intentábamos cuidarlos pero, si por algún percance o por el uso prolongado se deterioraban o averiaban seriamente, acababan en el fondo de un cajón, pues no tenían ya ningún valor (más o menos lo que ocurre ahora con cualquier oriental de mercadillo)
Con una diferencia fundamental EMHO: en aquella época no se hacían relojes “malos” como algunos de ahora, destinados a durar lo que la pila y poco más, hasta que el usuario se canse y lo sustituya por otro.
Un reloj podía ser sencillo y modesto, pero llevaba un movimiento mecánico fabricado para durar decenios, en algunos casos, como el mío, usados a diario por ignorantes que no teníamos ni idea de lo que había dentro, ni mucho menos que requirieran más atención que dares cuerda todos los días hasta que dejaran de andar de puro viejo (de revisiones, limpieza, lubricación y ajuste, ni p…era idea)
En estas condiciones, ningún fabricante serio podía permitirse fabricar relojes que no fueran tremendamente robustos y fiables, resistentes al trato duro y al desgaste por dejadez del propietario.
La mejor fórmula para aunar todas estas virtudes era la sencillez de diseño y la calidad y esmero en la fabricación y montaje.
La mejor prueba de ello es que, en muchos casos, estos venerables y arcaicos aparatos han sobrevivido a los más modernos relojes de cuarzo, : que cuando aparecieron en el mercado, parecía que iban a erradicar total y definitivamente a los mecánicos. Pensemos en lo que ocurrió con la máquina de escribir al aparecer el PC o con la cámara fotográfica de película fotosensible de haluros de plata (alias carrete) al aparecer la digital.
Pues bien, está claro, al menos para los “pirados” que nos comunicamos a través de foros como este, que el reloj mecánico está más vivo que nunca, y en algunos casos las mismas piezas de los 60 y 70, auténticos supervivientes natos.
Pues bien, el título de este hilo se refiere a uno de ellos: se trata del reloj de mi querido suegro (q.e.p.d.), que por una feliz circunstancia heredé yo en lugar de uno de sus dos hijos varones.
Es un TITAN automático de principios de los 70 (un lujo para aquella época) que después de muchos años en uso y posteriormente en desuso llego a mis manos bastante deteriorado.
Debió haber sufrido una desafortunada intervención por parte de un manazas, porque la esfera estaba bastante desfigurada. Además la caja estaba oxidada por el reverso (típico efecto del sudor) y el plástico tenía un buen repertorio de los consabidos golpes, rayas y roces.
En este estado y habiéndome yo, como tantos otros (a ver quién se atreve a negarlo) pasado al cuarzo a principios de los 80, sólo su valor sentimental salvó a esta antigualla de ir a la basura.
Pero, lo que son la cosas, a mediados o finales de los 90, no recuerdo muy bien, mi querido SEIKO de cuarzo con brazalete no extensible, se quedó pequeño para mi muñeca, que había ido “fortaleciéndose” paralelamente a otras partes de mi anatomía (cosas de la edad)
En aquel momento mi interés por los relojes no daba ni para preocuparme en comprar otro cuarzo, así que desempolvé el TITAN de mi suegro, le di cuerda sacudiéndolo un buen rato (ni siquiera sabía que se pudiera remontar manualmente), me lo puse y funcionó perfectamente hasta hoy, con una muy aceptable precisión y regularidad de marcha que a mí, aunque lego en la materia, me pareció asombrosa conociendo su historia, acostumbrado a la absoluta precisión y ausencia total de problemas de los SEIKO.
Entre el cariño que le tengo a ese reloj por el motivo que ya he mencionado y el placer que durante años me ha producido llevarlo (su moderado pero apreciable peso en la muñeca, la sensación de “darle vida” al moverlo, que me manifiesta agradecido con el leve siseo del mecanismo de carga automática, la precisión de marcha y el alegre trotar del segundero, que tras años de cuarzos había olvidado, he terminado enamorándome de este venerable “vintage”.
Ello es una moneda de dos caras, como ya sabréis los que habéis pasado por este proceso antes que yo: por un lado te enamoras de los relojes, con lo que descubres un nuevo y fascinante mundo por explorar, y por otro lado te haces esclavo de estos pequeños tiranos que reclaman atención y cuidados constantes (ya se sabe que “sarna con gusto, no pica”)
En mi caso, las consecuencias han sido bastante radicales:
· Una vez redescubiertos los “mecánicos”, empecé indagar acerca de marcas y modelos actuales. Lo que lo que al principio sólo era curiosidad ha acabado siendo un “cuelgue” bastante serio (si no, no estaría ahora compartiéndolo con vosotros)
· Después de mucho deliberar, negociar con la socia al 50% de nuestra SL familiar, ahorrar y esperar la ocasión propicia, hace escasas semanas he estrenado mi primera adquisición seria, un magnífico Breitling Navitimer, modelo que, por algún motivo que no alcanzo a explicar racionalmente, me gusta desde hace mucho tiempo más que ningún otro de cualquier marca, independientemente de su precio.
Acerca de él he escrito este post:
https://relojes-especiales.com/foros/foro-general/mis-favoritos-breitling-navitimer-rolex-submar-ner-y-omega-speedmaster-125524/
· He hecho restaurar el Titan, también mi primera incursión en el mundo de los “vintage” (¿entendéis ahora lo del “cuelgue”?)
Vamos por este último asunto.
La restauración, muy digna y con la que he quedado satisfecho, la encargué a Tomás Colomer, relojería de larga tradición en Barcelona. :
Ha consistido básicamente en limpiar y cromar la caja, cambiar la corona y el plástico, y restaurar la esfera a su estado (casi) original, todo lo cual no es poca cosa teniendo en cuenta cómo estaba el reloj.
Así ha quedado este TITAN, listo para encarar por lo menos otros 40 años de vida (espero):
No conozco el nombre ni más referencias del modelo que las que aparecen grabadas en la tapa:
Para los que os interese la técnica, el movimiento es un suizo RONDA-MATIC (automático) 1239-21, trotadora de segundos, día y fecha, 17 rubíes y 21.600 bph (3 Hz).
Ahí van unas fotos del movimiento:
Adjunto también link a una web fabulosa de referencia de movimientos antiguos:
http://www.ranfft.de/cgi-bin/bidfun-db.cgi?10&ranfft&0&2uswk&Ronda_1239_21
El resultado EMHO es espectacular, reloj nuevo y al mismo tiempo con la solera de una auténtico “vintage”, lo que me parece más auténtico que un modelo nuevo de estética “retro”, aunque para gustos, colores.
Cono estoy interesado en conocer más sobre este reloj, si tenéis uno igual o parecido ruego contestéis poniendo fotos y comentarios de vuestros “juguetes”.
Os lo agradezco de antemano y espero que esta historia os haya parecido interesante.
Un saludo :
Hoy quiero compartir con vosotros una vivencia personal: Cómo nació mi afición a los relojes.
Como recordaréis los que peináis canas (si la alopecia aún lo permite) , hubo un tiempo que quiero considerar no tan lejano, aunque estamos hablando del milenio pasado, en que no había más relojes que los puramente mecánicos.
En esa pretérita época anterior al cuarzo y las pilas de botón, todos llevábamos lo que ahora conocemos como “vintages”, eufemismo piadoso para referirnos a esas auténticas antiguallas.
Los más pudientes podían disfrutar de piezas de marca de prestigio (las que todos conocemos y alguna otra ya desaparecida), normalmente chapados en oro y en algunos casos de oro macizo.
El resto de los mortales debíamos conformarnos con relojes sencillos, es decir esferas sencillitas (nada de florituras: como máximo segundero y fecha), nada de funciones especiales (crono, GMT, fases lunares, …), cajas de metales “plebeyos” (ni soñar con el acero inoxidable, que noble debe ser cuando, sin ir más lejos, en alemán se llama “Edelstahl”, o sea acero noble). Lo más normal eran variopintas aleaciones que pronto empezaban a oxidarse con el sudor de la muñeca.
Pero no nos preocupábamos de ello, pues la mayoría de gente teníamos asumido que el reloj era un instrumento utilitario, es decir, que servía sólo para leer la hora y nada más. Intentábamos cuidarlos pero, si por algún percance o por el uso prolongado se deterioraban o averiaban seriamente, acababan en el fondo de un cajón, pues no tenían ya ningún valor (más o menos lo que ocurre ahora con cualquier oriental de mercadillo)
Con una diferencia fundamental EMHO: en aquella época no se hacían relojes “malos” como algunos de ahora, destinados a durar lo que la pila y poco más, hasta que el usuario se canse y lo sustituya por otro.
Un reloj podía ser sencillo y modesto, pero llevaba un movimiento mecánico fabricado para durar decenios, en algunos casos, como el mío, usados a diario por ignorantes que no teníamos ni idea de lo que había dentro, ni mucho menos que requirieran más atención que dares cuerda todos los días hasta que dejaran de andar de puro viejo (de revisiones, limpieza, lubricación y ajuste, ni p…era idea)
En estas condiciones, ningún fabricante serio podía permitirse fabricar relojes que no fueran tremendamente robustos y fiables, resistentes al trato duro y al desgaste por dejadez del propietario.
La mejor fórmula para aunar todas estas virtudes era la sencillez de diseño y la calidad y esmero en la fabricación y montaje.
La mejor prueba de ello es que, en muchos casos, estos venerables y arcaicos aparatos han sobrevivido a los más modernos relojes de cuarzo, : que cuando aparecieron en el mercado, parecía que iban a erradicar total y definitivamente a los mecánicos. Pensemos en lo que ocurrió con la máquina de escribir al aparecer el PC o con la cámara fotográfica de película fotosensible de haluros de plata (alias carrete) al aparecer la digital.
Pues bien, está claro, al menos para los “pirados” que nos comunicamos a través de foros como este, que el reloj mecánico está más vivo que nunca, y en algunos casos las mismas piezas de los 60 y 70, auténticos supervivientes natos.
Pues bien, el título de este hilo se refiere a uno de ellos: se trata del reloj de mi querido suegro (q.e.p.d.), que por una feliz circunstancia heredé yo en lugar de uno de sus dos hijos varones.
Es un TITAN automático de principios de los 70 (un lujo para aquella época) que después de muchos años en uso y posteriormente en desuso llego a mis manos bastante deteriorado.
Debió haber sufrido una desafortunada intervención por parte de un manazas, porque la esfera estaba bastante desfigurada. Además la caja estaba oxidada por el reverso (típico efecto del sudor) y el plástico tenía un buen repertorio de los consabidos golpes, rayas y roces.
En este estado y habiéndome yo, como tantos otros (a ver quién se atreve a negarlo) pasado al cuarzo a principios de los 80, sólo su valor sentimental salvó a esta antigualla de ir a la basura.
Pero, lo que son la cosas, a mediados o finales de los 90, no recuerdo muy bien, mi querido SEIKO de cuarzo con brazalete no extensible, se quedó pequeño para mi muñeca, que había ido “fortaleciéndose” paralelamente a otras partes de mi anatomía (cosas de la edad)
En aquel momento mi interés por los relojes no daba ni para preocuparme en comprar otro cuarzo, así que desempolvé el TITAN de mi suegro, le di cuerda sacudiéndolo un buen rato (ni siquiera sabía que se pudiera remontar manualmente), me lo puse y funcionó perfectamente hasta hoy, con una muy aceptable precisión y regularidad de marcha que a mí, aunque lego en la materia, me pareció asombrosa conociendo su historia, acostumbrado a la absoluta precisión y ausencia total de problemas de los SEIKO.
Entre el cariño que le tengo a ese reloj por el motivo que ya he mencionado y el placer que durante años me ha producido llevarlo (su moderado pero apreciable peso en la muñeca, la sensación de “darle vida” al moverlo, que me manifiesta agradecido con el leve siseo del mecanismo de carga automática, la precisión de marcha y el alegre trotar del segundero, que tras años de cuarzos había olvidado, he terminado enamorándome de este venerable “vintage”.
Ello es una moneda de dos caras, como ya sabréis los que habéis pasado por este proceso antes que yo: por un lado te enamoras de los relojes, con lo que descubres un nuevo y fascinante mundo por explorar, y por otro lado te haces esclavo de estos pequeños tiranos que reclaman atención y cuidados constantes (ya se sabe que “sarna con gusto, no pica”)
En mi caso, las consecuencias han sido bastante radicales:
· Una vez redescubiertos los “mecánicos”, empecé indagar acerca de marcas y modelos actuales. Lo que lo que al principio sólo era curiosidad ha acabado siendo un “cuelgue” bastante serio (si no, no estaría ahora compartiéndolo con vosotros)
· Después de mucho deliberar, negociar con la socia al 50% de nuestra SL familiar, ahorrar y esperar la ocasión propicia, hace escasas semanas he estrenado mi primera adquisición seria, un magnífico Breitling Navitimer, modelo que, por algún motivo que no alcanzo a explicar racionalmente, me gusta desde hace mucho tiempo más que ningún otro de cualquier marca, independientemente de su precio.
Acerca de él he escrito este post:
https://relojes-especiales.com/foros/foro-general/mis-favoritos-breitling-navitimer-rolex-submar-ner-y-omega-speedmaster-125524/
· He hecho restaurar el Titan, también mi primera incursión en el mundo de los “vintage” (¿entendéis ahora lo del “cuelgue”?)
Vamos por este último asunto.
La restauración, muy digna y con la que he quedado satisfecho, la encargué a Tomás Colomer, relojería de larga tradición en Barcelona. :
Ha consistido básicamente en limpiar y cromar la caja, cambiar la corona y el plástico, y restaurar la esfera a su estado (casi) original, todo lo cual no es poca cosa teniendo en cuenta cómo estaba el reloj.
Así ha quedado este TITAN, listo para encarar por lo menos otros 40 años de vida (espero):
No conozco el nombre ni más referencias del modelo que las que aparecen grabadas en la tapa:
Para los que os interese la técnica, el movimiento es un suizo RONDA-MATIC (automático) 1239-21, trotadora de segundos, día y fecha, 17 rubíes y 21.600 bph (3 Hz).
Ahí van unas fotos del movimiento:
Adjunto también link a una web fabulosa de referencia de movimientos antiguos:
http://www.ranfft.de/cgi-bin/bidfun-db.cgi?10&ranfft&0&2uswk&Ronda_1239_21
El resultado EMHO es espectacular, reloj nuevo y al mismo tiempo con la solera de una auténtico “vintage”, lo que me parece más auténtico que un modelo nuevo de estética “retro”, aunque para gustos, colores.
Cono estoy interesado en conocer más sobre este reloj, si tenéis uno igual o parecido ruego contestéis poniendo fotos y comentarios de vuestros “juguetes”.
Os lo agradezco de antemano y espero que esta historia os haya parecido interesante.
Un saludo :
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