jdiaz26
Habitual
Sin verificar
Escribo estas líneas desde el país transalpino, el cual desde hace no pocos años, visito menos por placer que por trabajo, aunque siempre sea un placer visitarlo.
El caso es que el año pasado, vine a la ciudad en la que ahora me encuentro: Bergamo. Ya entonces pude comprobar como el señor que me atendió en un restaurante llevaba un Rolex Submariner en su muñeca. Algo que tampoco me sorprendió en primer lugar porque pensé que se trataba del propietario y en segundo lugar por el buen gusto preponderante en este país. Durante el resto de mi viaje, fueron abundantes las piezas de reputadas casas relojeras suizas que pude encontrar en las muñecas de algunos habitantes de ciudades del norte del país.
Pero lo de hoy alcanza cotas que superan lo que había visto hasta la fecha. Esta mañana, he salido a comprar algo para desayunar, y el señor que estaba en la caja en la panadería llevaba un Sub. Eso me ha recordado el episodio del año pasado. Pero resulta que ahora acabo de volver de cenar en el primer restaurante (pizzería) que me he encontrado al salir por la puerta. Pues bien, el señor que se ocupaba de la caja, llevaba un Patek Philippe Nautilus. Intuyo que se trataba del dueño, aunque vestía el mismo uniforme que el personal que atendía las mesas. Y la señora que hablaba con él y recogía platos de las mesas con un Cartier de oro en su muñeca, debía ser su señora.
Es verdad que también he visto al dueño de algún restaurante español con un Daytona de oro blanco o un Frank Muller. Pero esos eran restaurantes enormes, en zonas turísticas (Ibiza), con precios desorbitados y con clientes VIP. En Bergamo he cenado en una pequeña pizzería como pueden haber 100 en toda la ciudad. No parece por tanto que se trate sólo de un tema de poder adquisitivo, sino más bien de darle más o menos importancia a ciertas cosas. En definitiva, me alegra ver como en Italia disfrutan de ciertos artículos de lujo sin complejos. Sin entrar en si unos tienen la razón y otros no, cada uno intenta ser feliz a su manera, y así es imposible equivocarse. Pero por encima de estas consideraciones, admiro el gusto de estos italianos.
El caso es que el año pasado, vine a la ciudad en la que ahora me encuentro: Bergamo. Ya entonces pude comprobar como el señor que me atendió en un restaurante llevaba un Rolex Submariner en su muñeca. Algo que tampoco me sorprendió en primer lugar porque pensé que se trataba del propietario y en segundo lugar por el buen gusto preponderante en este país. Durante el resto de mi viaje, fueron abundantes las piezas de reputadas casas relojeras suizas que pude encontrar en las muñecas de algunos habitantes de ciudades del norte del país.
Pero lo de hoy alcanza cotas que superan lo que había visto hasta la fecha. Esta mañana, he salido a comprar algo para desayunar, y el señor que estaba en la caja en la panadería llevaba un Sub. Eso me ha recordado el episodio del año pasado. Pero resulta que ahora acabo de volver de cenar en el primer restaurante (pizzería) que me he encontrado al salir por la puerta. Pues bien, el señor que se ocupaba de la caja, llevaba un Patek Philippe Nautilus. Intuyo que se trataba del dueño, aunque vestía el mismo uniforme que el personal que atendía las mesas. Y la señora que hablaba con él y recogía platos de las mesas con un Cartier de oro en su muñeca, debía ser su señora.
Es verdad que también he visto al dueño de algún restaurante español con un Daytona de oro blanco o un Frank Muller. Pero esos eran restaurantes enormes, en zonas turísticas (Ibiza), con precios desorbitados y con clientes VIP. En Bergamo he cenado en una pequeña pizzería como pueden haber 100 en toda la ciudad. No parece por tanto que se trate sólo de un tema de poder adquisitivo, sino más bien de darle más o menos importancia a ciertas cosas. En definitiva, me alegra ver como en Italia disfrutan de ciertos artículos de lujo sin complejos. Sin entrar en si unos tienen la razón y otros no, cada uno intenta ser feliz a su manera, y así es imposible equivocarse. Pero por encima de estas consideraciones, admiro el gusto de estos italianos.