[h=1]La compacta que quiso ser más[/h]Nacida a mediados de verano, la FinePix E510 fue presentada junto a sus dos hermanas en la pasada edición de la feria Photokina. Aun teniendo como elemento diferenciador un angular extremo equivalente a 28 mm y una rosca para integrar otros objetivos, la E510 pasa por una compacta digital más. Podría decirse que no es ni bonita ni fea. Más bien, la primera palabra que viene a la cabeza es "extraña": una máquina de 5 millones de píxeles que casi no pesa, hecha de plástico, pero que transmite la sensación de robustez; automática y manual, con una pantalla enorme de 2 pulgadas… y un caos de botones, diales y palanquitas.
Simple de forma…
El chasis de la FinePix E510, de plástico y con un panel frontal metálico en mate, no es precisamente un armazón, que digamos. De hecho, evoca recuerdos de aquellos juguetes de la infancia cuyas partes no acababan de encajar del todo, aunque funcionaran y se accionasen con un ¡clic! mecánico.
Sus líneas son rectangulares, al más puro estilo clásico, al igual que la gran empuñadura de la que dispone. El diseño parece girar alrededor de la relativamente grande pantalla TFT de 2 pulgadas y 154.000 píxeles de resolución, que ocupa un lugar prevaleciente en el centro del cuerpo y es el eje de los demás botones y diales.
Casi todos los otros controles están distribuidos en la parte derecha de la máquina, justo en el lugar donde cae el hueco de la mano cuando se agarra la empuñadura. Obviamente, es éste un detalle que le resta puntos a la ergonomía.
La sensación general de poca estabilidad queda un tanto contrarrestada cuando nos fijamos en las prestaciones del cuerpo. La cámara integra un flash de tipo pop-up, un dial que ofrece varias opciones automáticas (con cuatro escenas clásicas) y manuales (el modo propiamente manual y los de prioridad al diafragma y a la obturación) y una óptica con un nada despreciable angular de 28 mm.
Se trata de un objetivo fuera de lo común en este segmento, al que complementa una rosca para convertirlo a un teleobjetivo o a un más acusado angular con lentes de conversión accesorias de 1,94x (177 mm) y 0,76x (21,30 mm), respectivamente.
Pero la simpleza en la construcción sigue allí, en los detalles del acabado, y a menudo es en esas pequeñas cosas donde una cámara compacta puede destacar sobre las demás de su categoría.
… y compleja de uso
Moverse y orientarse por sus funciones ya deja de ser un juego de niños. Y es que la distribución interna de funciones y menús de esta máquina no está nada clara. Parece que nos adentremos en un universo paralelo con normas propias que afectan desde el orden de los menús, hasta otras cosillas relacionadas con la intuición.
Para integrar los preajustes existen dos botones que conviven en la parte inferior derecha de la cámara: el botón "F" y el llamado "Menú", situado este último en el centro de un dial de cuatro direcciones.
Lo habitual en cualquier cámara es que dichos parámetros estén todos juntos, pero en la E510 hay distinciones: mediante el botón "F", se accede a un menú desde el que se pueden variar las sensibilidades (100, 200 y 400 ISO), la calidad de imagen y el modo de color, tres parámetros que poco tienen que ver entre sí, mientras que las demás funciones las acapara el botón "Menú".
Seguramente se hubiera podido asignar el control de todas estas funciones a un solo botón, con el consecuente ahorro de espacio en la carcasa.
Una vez dentro del menú, comprobamos que no existe una diferenciación jerárquica que separe lo que son las funciones habituales -léase balance de blancos, medición, compensación de la exposición, etc.- de las típicas herramientas de configuración de la máquina.
Para hacer un cambio de idioma, por ejemplo, habrá que adentrarse en un menú que resta al mismo nivel que las opciones de captura y que, a su vez, se despliega en otro menú oculto de hasta cuatro pestañitas más. El acceso a estos controles, en definitiva, se hace complejo, absolutamente lioso y lento.
Y como suele llover sobre mojado, las quejas a la torpe maniobrabilidad de la E510 se extienden a lo que más importa: la captura de imágenes. Entre tantos tumbos por los menús intentando eliminar los dichosos "bips" y las preferencias de usuario o, simplemente, investigando un poco, uno acaba desquiciado. Así, cuando llega el momento de disparar, no hay piedad con el más mínimo inconveniente.
Son pequeños contratiempos que van sumando puntos negativos. Es el caso, por ejemplo, de otro fallo que encontramos en la poco lógica forma de cambiar los diafragmas y las velocidades en el modo manual. Cuando lo habitual sería que para seleccionar una velocidad más rápida se usara la flecha situada en la parte superior del dial de direcciones y la inferior para disminuirla, en la Finepix E510 funciona al revés.
Claro que todos estos embrollos no los vamos a sufrir si trabajamos con los modos automáticos. Entonces, los menús se reducen y se simplifican las cosas.
Ni rastro de SuperCCD
Pero no todo son problemas en esta cámara. Cuando se trata de disparar, sus 5 millones de píxeles responden de forma muy aceptable. La FinePix E510 puede con archivos de hasta 2592 x 1944 puntos. Hay que tener en cuenta que la cámara, al igual que el resto de componentes de la familia FinePix E, incorpora un CCD convencional, en vez del otrora flamante SuperCCD, el sensor de propiedad de la compañía nipona.
Independientemente de la tecnología del sensor, su resolución efectiva de 5 millones de píxeles permite obtener copias impresas de tamaño DIN-A3.
Por otro lado, la óptica, provista de un buen rango de distancias focales (28-91 mm) y de unas máximas aberturas de f2,9-8, brinda una buena nitidez y tampoco presenta distorsiones de barrilete o acerico evidentes a primera vista. Lógicamente, y dado su generoso angular, siempre sufrirá un poco del primer efecto.
La E510 no muestra problemas de foco destacables. La máxima distancia a la que permite hacer foco en macro no es muy pronunciada: 6,7 centímetros, aunque en la función denominada súper-macro esta distancia se reduce a 2,6 centímetros. El enfoque macro, cabe reconocerlo, reproduce con atino cualquier tipo de textura.
El tedioso halo púrpura
Otra cosa es la respuesta que ofrece la óptica en las zonas de alto contraste. En este tipo de capturas aparece el temido halo púrpura, que nos indica que el objetivo sufre de aberraciones cromáticas. En todo caso, la reproducción de los colores en general es buena y da una sensación de realidad.
En este sentido, el flash también está bien compensado: dispone de 5 pasos escalonados de 1/3 EV que regulan su potencia. Resulta fácil ajustarlo para que dé un contraste suave y unos tonos naturales.
La única lacra que arrastra el flash de la E510 es la lentitud con la que se abre y activa. Hasta que el flash no se carga, la cámara resta paralizada y la pantalla queda en negro durante un buen rato. Y este ritual se repite cada vez que disparamos, con la consecuente pérdida de tiempo.
El horquillado de sensibilidades, de 80 a 400 ISO, ofrece el rendimiento esperado: buenas imágenes a 80 y 100 ISO, con una nitidez suficiente y una correcta reproducción del color, mientras que a partir de 200 ISO y, sobre todo, a 400 ISO, se forman artificios y surge el problema de las aberraciones cromáticas.
En cambio, los preajustes de los balances de blancos responden de forma satisfactoria. En este capítulo, sólo puede criticársele a la E510 que no incluya una opción de calibración manual para hacer el balance a medida. Una carencia, por qué no decirlo, impropia de una máquina de estas características.
La vida de las baterías de la E510 parece no agotarse. Duran y duran, a pesar de funcionar con sólo dos baterías de Ni-MH, de tamaño AA. En este sentido, la E510 está más que aprobada.
Una compacta diferente, pero una compacta más
Con este cuerpo es fácil pasar desapercibida. Y es que la FinePix E510 no es ni muy pequeña, ni su diseño es muy espectacular. Tampoco se podría decir que sea muy bonita; nada del otro mundo.
El caso es que, a pesar de no destacar por su físico, la E510 tiene detalles muy valiosos escondidos en su interior. Para empezar, está dotada de un angular de 28 mm, de una rosca para objetivos y de buen un conjunto de controles manuales de la exposición, como la prioridad al diafragma o a la velocidad y el modo absolutamente manual. Los 5 megapíxeles o los también cinco niveles de compensación del flash son otros aspectos reseñables de la E510.
Pero la cámara oculta también aspectos muy decepcionantes: la ergonomía (en cuanto a distribución de menús y jerarquía de funciones), el inexplicable lapso de tiempo provocado por la activación del flash, los acabados del cuerpo, etc.
En suma, la FinePix E510, que podría haberse puesto muy por delate de otras, se queda corta por una cuestión de diseño, funcionalidad y detalles estéticos.