A
AngelSpeedmaster
Novat@
Sin verificar
Hola, ante todo, gracias a los administradores por aceptarme en este foro, y saludos cordiales a sus participantes.
Desde adolescente me gustan los relojes, particularmente los antiguos: repararlos, examinarlos... es una relajante afición que he retomado después de algunos años.
Restauro de todo: desde coches antiguos, radios de válvulas y antiguos auto-radios de transistores de germanio, muebles, gramófonos... hasta relojes de todo tipo.
En este aspecto, he realizado algunos trabajos de reconstrucción y restauración en relojes de gran tamaño (pared, Morez, sobremesa...) pero hay uno del que me encuentro particularmente orgulloso: se encuentra en el Museo de Mérida, y es un reloj de torre: el antiguo reloj de la fachada del Ayuntamiento, que se desmontó en los años 80 del siglo pasado sin ningún cuidado ni ánimo de conservación para poner un horror electrónico, (eso sí: muy exacto y al que no hay que dar cuerda), y que milagrosamente sobrevivió al óxido y la incuria, hasta que asumí el deber cívico de restaurarlo gratuitamente para mi ciudad. Se encontraron también la esfera y agujas, pero no la campana, que se quebró al dejarla caer en aquellos años. Este reloj se encuentra hoy funcionando en el Museo, con un sistema de transmisión por cadena que tuve que hacer para las que sus preciosas agujas Bréguet giraran, y un sistema de poleas que veréis en las fotos para las pesas. Se instaló un trampantojo en la pared que representa la fachada del Ayuntamiento de Mérida.
Por supuesto, también me dedico a lo pequeño: actualmente voy a acometer la restauración, entre otros, de un Hebdomas 101 y un Omega calibre 35,5L, que compré en mal estado y con una esfera Longines, cuya esfera original he hallado tras mucho buscar (40 mm de diámetro, dos patillas y unos inusuales 9mm de distancia entre segundero y agujas).
También estoy revisando, con muchísimo cuidado, limpieza, método y paciencia mi Omega Speedmaster Professional calibre 861.
Os contaré la historia de este reloj: lo encontré en el escaparate de una tienda del rastro de Madrid, hallazgo en sí milagroso, además del asombroso precio por el que me lo vendieron: 10.000 pesetas de la época (1997) porque "es un Omega aunque esté roto". No tenía pulsera ni corona (sí la tija); el cristal completamente rayado y el taquímetro ilegible por los roces y el maltrato, además del muelle real roto. Pero, amigos míos: una vez limpio, comprobé que la caja estaba en aceptable estado, aunque su tapa posterior acusaba un gran desgaste testigo de un uso duradero y fiel a su anterior dueño; y el calibre y la esfera intactos. Las agujas acusaban el paso del tiempo, pero con su noble pátina, intactas.
Como en aquel entonces no tenía conocimientos ni instrumentos apropiados para hacerlo yo mismo, lo repararon en la casa Omega que existía entonces en la calle Princesa de Madrid: pusieron una pulsera nueva original, taquímetro nuevo, pulieron su cristal, hicieron el servicio del calibre y repusieron la corona. Me ha acompañado diariamente desde entonces, pero hace un mes se le rompió el muelle real y un pasador de la pulsera, y he de hacerle ya el servicio completo. No sé si hacerlo yo mismo, o confiarlo a un experto. Desde luego, sé hacerlo, pero es la limpieza lo que me preocupa: no tengo lavadora, y este no es un reloj cualquiera. ¿Qué me sugerís?
Y como no puedo abusar más de vuestra paciencia, os pongo fotos del Reloj “Comtoise” Arsène Crètin de 1883 comercializado por Canseco del Ayuntamiento de Mérida del que os he hablado; de mi precioso Morez Ojo de Buey que compré en Tarancón (tengo cuatro Morez más, más corrientes), y de los que ahora voy a restaurar: el Hebdomas 101, el Omega con esfera Longines, otros dos Omega de bolsillo, un precioso Hebdomas de pulsera que he encontrado en Sofía (Bulgaria) a un precio ridículo y que espera su momento (funciona, pero necesita una revisión a fondo); y de un precioso Longines de pulsera con calibre 12.68Z.
Compartiré más cosas con vosotros, aunque aquí vengo -sobre todo- a aprender.
Un saludo.
Ángel.
Desde adolescente me gustan los relojes, particularmente los antiguos: repararlos, examinarlos... es una relajante afición que he retomado después de algunos años.
Restauro de todo: desde coches antiguos, radios de válvulas y antiguos auto-radios de transistores de germanio, muebles, gramófonos... hasta relojes de todo tipo.
En este aspecto, he realizado algunos trabajos de reconstrucción y restauración en relojes de gran tamaño (pared, Morez, sobremesa...) pero hay uno del que me encuentro particularmente orgulloso: se encuentra en el Museo de Mérida, y es un reloj de torre: el antiguo reloj de la fachada del Ayuntamiento, que se desmontó en los años 80 del siglo pasado sin ningún cuidado ni ánimo de conservación para poner un horror electrónico, (eso sí: muy exacto y al que no hay que dar cuerda), y que milagrosamente sobrevivió al óxido y la incuria, hasta que asumí el deber cívico de restaurarlo gratuitamente para mi ciudad. Se encontraron también la esfera y agujas, pero no la campana, que se quebró al dejarla caer en aquellos años. Este reloj se encuentra hoy funcionando en el Museo, con un sistema de transmisión por cadena que tuve que hacer para las que sus preciosas agujas Bréguet giraran, y un sistema de poleas que veréis en las fotos para las pesas. Se instaló un trampantojo en la pared que representa la fachada del Ayuntamiento de Mérida.
Por supuesto, también me dedico a lo pequeño: actualmente voy a acometer la restauración, entre otros, de un Hebdomas 101 y un Omega calibre 35,5L, que compré en mal estado y con una esfera Longines, cuya esfera original he hallado tras mucho buscar (40 mm de diámetro, dos patillas y unos inusuales 9mm de distancia entre segundero y agujas).
También estoy revisando, con muchísimo cuidado, limpieza, método y paciencia mi Omega Speedmaster Professional calibre 861.
Os contaré la historia de este reloj: lo encontré en el escaparate de una tienda del rastro de Madrid, hallazgo en sí milagroso, además del asombroso precio por el que me lo vendieron: 10.000 pesetas de la época (1997) porque "es un Omega aunque esté roto". No tenía pulsera ni corona (sí la tija); el cristal completamente rayado y el taquímetro ilegible por los roces y el maltrato, además del muelle real roto. Pero, amigos míos: una vez limpio, comprobé que la caja estaba en aceptable estado, aunque su tapa posterior acusaba un gran desgaste testigo de un uso duradero y fiel a su anterior dueño; y el calibre y la esfera intactos. Las agujas acusaban el paso del tiempo, pero con su noble pátina, intactas.
Como en aquel entonces no tenía conocimientos ni instrumentos apropiados para hacerlo yo mismo, lo repararon en la casa Omega que existía entonces en la calle Princesa de Madrid: pusieron una pulsera nueva original, taquímetro nuevo, pulieron su cristal, hicieron el servicio del calibre y repusieron la corona. Me ha acompañado diariamente desde entonces, pero hace un mes se le rompió el muelle real y un pasador de la pulsera, y he de hacerle ya el servicio completo. No sé si hacerlo yo mismo, o confiarlo a un experto. Desde luego, sé hacerlo, pero es la limpieza lo que me preocupa: no tengo lavadora, y este no es un reloj cualquiera. ¿Qué me sugerís?
Y como no puedo abusar más de vuestra paciencia, os pongo fotos del Reloj “Comtoise” Arsène Crètin de 1883 comercializado por Canseco del Ayuntamiento de Mérida del que os he hablado; de mi precioso Morez Ojo de Buey que compré en Tarancón (tengo cuatro Morez más, más corrientes), y de los que ahora voy a restaurar: el Hebdomas 101, el Omega con esfera Longines, otros dos Omega de bolsillo, un precioso Hebdomas de pulsera que he encontrado en Sofía (Bulgaria) a un precio ridículo y que espera su momento (funciona, pero necesita una revisión a fondo); y de un precioso Longines de pulsera con calibre 12.68Z.
Compartiré más cosas con vosotros, aunque aquí vengo -sobre todo- a aprender.
Un saludo.
Ángel.