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ZIL, el fabricante ruso de limusinas, se encuentra al mismo borde de la quiebra, y podría abandonar la producción de vehículos en cualquier momento según han señalado las autoridades. La compañía, fundada en 1916, acumula unas deudas asfixiantes, y se ha visto envuelta en un importante escándalo de corrupción que ya forzó la expulsión del alcalde de Moscú Yury Luzhkov. Su sucesor, Sergei Sobyanin, ha afirmado que la histórica compañía no es ya un fabricante de automóviles, sino una máquina de blanquear dinero para el antiguo alcalde y sus socios.
Al menos de forma oficial, ZIL se dedica principalmente a la producción de vehículos industriales, particularmente camiones y maquinaria de obra, aunque es más conocida en Occidente por fabricar las limusinas de los líderes de la antigua Unión Soviética. Su primer automóvil fue el ZIS-101 de 1936, un sedán con motor V8 de 90 CV que en su día utilizó Stalin como coche oficial.
Actualmente ZIL sólo ofrece dos automóviles: el ZIL-41047 Limousine y el ZIL-41041 Sedan. Estos dinosaurios de la época comunista están equipados con motores carburados de 7,7 litros y ocho cilindros, poseen una transmisión automática de tres marchas, y desarrollan 315 CV de potencia. La compañía sólo fabrica (o fabricaba) un puñado anualmente, pero a pesar de que tienen un precio comparable al de las grandes berlinas de representación occidentales, de alguna forma, se estarían vendiendo a pérdida.
Para que comprender cómo están las cosas en ZIL, la empresa adeuda 200 millones de rublos (5 millones euros) a sus empleados, pero su depuesto jefe tenía un sueldo anual de 250 millones (6 millones de euros). La única salida posible parece ser la liquidación de sus activos. La antigua fábrica podría ser convertida en una universidad, y parte de su terreno se utilizaría para levantar bloques de apartamentos.
El gobierno ruso, que desde hace tiempo se ha pasado a las marcas alemanas y sólo desempolva sus ZIL para los desfiles militares, encargó el año pasado a la compañía el desarrollo de una limusina moderna, pero finalmente parece que no saldrá de los discos duros de sus ordenadores. El último presidente en hacer uso habitual de un ZIL fue Boris Yeltsin.