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La aventura: conducir a 300
Y no lo digo yo, lo dice Carlos Hernández, director de la revista Automóvil, en el nº 111 (de Abril de 1987). De su “Carta del director” rescatamos nostálgicamente y con el mayor de los respetos el siguiente texto, que evoca otros tiempos, otras pruebas y otra vara de medir.
Querido lector de Automóvil:
Viajar a 300 km/h hasta ahora era algo prácticamente limitado a los aviones y al “tren-bala” japonés. Realmente parece una locura, y probablemente lo sea si se intenta por la red normal de carreteras. Para viajar a esta velocidad haría falta un planteamiento totalmente diferente. Tendrían que crearse las “super-autopistas”: calzada con secciones el doble o el triple de anchas, larguísimos carriles de aceleración y deceleración, asfaltos especiales de gran adherencia y perfecto drenaje, una señalización gigantesca, visible a larga distancia, una normativa especial para la velocidad mínima… Vamos, una revolución. Pero, ¿acaso no lo ha
sido la creación de la moderna red de autopistas?
Hoy en día raro es el coche con un mínimo de pretensiones que no supere con facilidad los 200 km/h, una cota que hace 20 años sólo estaba reservada a algunos deportivos puros. Pero la nueva meta está ahí: 300 km/h. Por ahora limitada a unos pocos vehículos, esta capacidad de correr sólo puede desarrollarse en unas condiciones muy especiales, y como aquí cerca no contamos con un lago salado como el californiano, hubo que hacer la experiencia en una tranquila autopista alemana (donde la velocidad aún es libre). Los vehículos elegidos no son de estricta serie, pero gozan de todas las bendiciones del TÜV germano para poderse matricular y circular libremente. ¿Están listos? Pues abróchense bien fuerte el cinturón y prepárense para la sensación de ir a 300 con un Porsche, un Ferrari y un Mercedes.
Carlos Hernández
El primer hombre que consiguió superar los 300 km/h fue Sir Henry Segrave, tal día como hoy pero hace 84 años: 29 de Marzo de 1927. Concretamente su record consitió en alcanzar los 327.97 km/h, con lo que era la primera persona en superar la barrera de las 200 millas por hora (el sistema métrico no interesaba demasiado a los americanos en aquella época, de hecho, la mayoría de los record de velocidad están movidos por la emoción de superar determinada velocidad en mph, pues son los americanos de los EUA los más aficionados a este tipo de records). Segrave es la única persona en la historia que ostentó simultaneamente los records de máxima velocidad en tierra y agua, lo cual no es casualidad.
Para lograr los 300 km/h -que es la cifra que hoy nos importa- necesitó un 1000 HP Sunbeam Mystery, o sea: un Sunbeam de 1000 caballos (en realidad eran cerca de 900). Este coche estaba equipado con dos motores de avión que transmitían la potencia a las ruedas traseras por medio de una cadena a la salida de la caja de cambios. Un método bastante rudimentario, incluso para la época. La caja de cambios y el piloto iban en posición central, entre los dos motores.
Estos motores provenían de un exitoso barco de carreras llamado Maple Leaf IV, que 15 años antes (en 1912) había sido el primero en superar la velocidad de 50 nudos. Su potencia máxima era de aproximadamente 450 caballos a 2000 rpm.
La vida de Sir Henry Segrave fue a velocidad de vértigo. Hasta tal punto que murió en 1930, tras batir casi “accidentalmete” el record de velocidad sobre agua, pero esto ya es otra historia.
Hoy en día los 300 km/h no son un juego, pero sin duda estás más cercanos. El coche de serie más barato con el que se puede llegar a esta cifra era hace algo más de un año el 911 997 Carrera S Mk. II, que probamos en 8000vueltas. Sin embargo en 1987 no era tan barato ni tan “tranquilo” alcanzar los 300. En la comparativa de Automóvil, los coches que se citaban eran: Mercedes 300 E AMG, Ferrari 328 Turbo Koenig y Porsche 911 Ruf, ninguno de origen (AMG aún no estaba tan estrechamente ligada a Mercedes y sus preparaciones no se consideraban equipamiento de serie).
Con cualquiera de estos coches alcanzar los 300 km/h era una aventura, no sólo por la peligrosidad que ello conllevaba sino también por la escasa fiabilidad de alguno de estos modelos. Con algunos coche actuales alcanzar la marca de 300km/h se trata de algo puramente anecdótico. Quizá hoy se vean como una excentricidad, pero las opciones para alcanzar los 300 km/h con un coche de serie eran muy escasas en 1987, tanto, que sólo existían dos coches en el mercado capaces de alcanzarlos:
El Ferrari 288 GTO presentado en 1984. Fue todo un hito en su época. La obsesión con la velocidad en este coche llegó a tal punto que hubo quien lo modificó para llegar hasta los 500 km/h (una historia que vale la pena leer).
El otro, cómo no, el Porsche 959; con 50 caballos más y 3 años de retraso. Cargado con tecnología nunca vista hasta la fecha y con tracción total, en una tirada limitada a sólo 200 ejemplares.
En la actualidad es más sencillo conseguir un coche que alcance los 300 km/h; de hecho, desde 38.000€ podéis compraros un 996 Turbo (que alcanza los 305 km/h) y por 34.900 hay un Ferrari 456 GT (uno de mis Ferraris favoritos y un elegantísimo GT) que nos deja justo en los 300 km/h. Viendo estos precios creo que haría una barbaridad porque, a pesar de haber disfrutado de las altas velocidades en algunas ocasiones, he de reconocer que tengo pendiente un reto: conducir a 300 km/h.
Y vosotros, ¿os habéis puesto a 300 km/h?.
Fuente 8000vueltas.
Y no lo digo yo, lo dice Carlos Hernández, director de la revista Automóvil, en el nº 111 (de Abril de 1987). De su “Carta del director” rescatamos nostálgicamente y con el mayor de los respetos el siguiente texto, que evoca otros tiempos, otras pruebas y otra vara de medir.
Querido lector de Automóvil:
Viajar a 300 km/h hasta ahora era algo prácticamente limitado a los aviones y al “tren-bala” japonés. Realmente parece una locura, y probablemente lo sea si se intenta por la red normal de carreteras. Para viajar a esta velocidad haría falta un planteamiento totalmente diferente. Tendrían que crearse las “super-autopistas”: calzada con secciones el doble o el triple de anchas, larguísimos carriles de aceleración y deceleración, asfaltos especiales de gran adherencia y perfecto drenaje, una señalización gigantesca, visible a larga distancia, una normativa especial para la velocidad mínima… Vamos, una revolución. Pero, ¿acaso no lo ha
sido la creación de la moderna red de autopistas?
Hoy en día raro es el coche con un mínimo de pretensiones que no supere con facilidad los 200 km/h, una cota que hace 20 años sólo estaba reservada a algunos deportivos puros. Pero la nueva meta está ahí: 300 km/h. Por ahora limitada a unos pocos vehículos, esta capacidad de correr sólo puede desarrollarse en unas condiciones muy especiales, y como aquí cerca no contamos con un lago salado como el californiano, hubo que hacer la experiencia en una tranquila autopista alemana (donde la velocidad aún es libre). Los vehículos elegidos no son de estricta serie, pero gozan de todas las bendiciones del TÜV germano para poderse matricular y circular libremente. ¿Están listos? Pues abróchense bien fuerte el cinturón y prepárense para la sensación de ir a 300 con un Porsche, un Ferrari y un Mercedes.
Carlos Hernández
Esta carta del año 1987 ya habla de lo que hoy sigue siendo una obsesión para muchos: conducir a la máxima velocidad posible, y 300 km/h es un buen listón en el año 2011. Sin embargo la historia de los 300 km/h comienza mucho antes, concretamente hace 84 años.El primer hombre que consiguió superar los 300 km/h fue Sir Henry Segrave, tal día como hoy pero hace 84 años: 29 de Marzo de 1927. Concretamente su record consitió en alcanzar los 327.97 km/h, con lo que era la primera persona en superar la barrera de las 200 millas por hora (el sistema métrico no interesaba demasiado a los americanos en aquella época, de hecho, la mayoría de los record de velocidad están movidos por la emoción de superar determinada velocidad en mph, pues son los americanos de los EUA los más aficionados a este tipo de records). Segrave es la única persona en la historia que ostentó simultaneamente los records de máxima velocidad en tierra y agua, lo cual no es casualidad.
Para lograr los 300 km/h -que es la cifra que hoy nos importa- necesitó un 1000 HP Sunbeam Mystery, o sea: un Sunbeam de 1000 caballos (en realidad eran cerca de 900). Este coche estaba equipado con dos motores de avión que transmitían la potencia a las ruedas traseras por medio de una cadena a la salida de la caja de cambios. Un método bastante rudimentario, incluso para la época. La caja de cambios y el piloto iban en posición central, entre los dos motores.
Estos motores provenían de un exitoso barco de carreras llamado Maple Leaf IV, que 15 años antes (en 1912) había sido el primero en superar la velocidad de 50 nudos. Su potencia máxima era de aproximadamente 450 caballos a 2000 rpm.
La vida de Sir Henry Segrave fue a velocidad de vértigo. Hasta tal punto que murió en 1930, tras batir casi “accidentalmete” el record de velocidad sobre agua, pero esto ya es otra historia.
Hoy en día los 300 km/h no son un juego, pero sin duda estás más cercanos. El coche de serie más barato con el que se puede llegar a esta cifra era hace algo más de un año el 911 997 Carrera S Mk. II, que probamos en 8000vueltas. Sin embargo en 1987 no era tan barato ni tan “tranquilo” alcanzar los 300. En la comparativa de Automóvil, los coches que se citaban eran: Mercedes 300 E AMG, Ferrari 328 Turbo Koenig y Porsche 911 Ruf, ninguno de origen (AMG aún no estaba tan estrechamente ligada a Mercedes y sus preparaciones no se consideraban equipamiento de serie).
Con cualquiera de estos coches alcanzar los 300 km/h era una aventura, no sólo por la peligrosidad que ello conllevaba sino también por la escasa fiabilidad de alguno de estos modelos. Con algunos coche actuales alcanzar la marca de 300km/h se trata de algo puramente anecdótico. Quizá hoy se vean como una excentricidad, pero las opciones para alcanzar los 300 km/h con un coche de serie eran muy escasas en 1987, tanto, que sólo existían dos coches en el mercado capaces de alcanzarlos:
El Ferrari 288 GTO presentado en 1984. Fue todo un hito en su época. La obsesión con la velocidad en este coche llegó a tal punto que hubo quien lo modificó para llegar hasta los 500 km/h (una historia que vale la pena leer).
El otro, cómo no, el Porsche 959; con 50 caballos más y 3 años de retraso. Cargado con tecnología nunca vista hasta la fecha y con tracción total, en una tirada limitada a sólo 200 ejemplares.
En la actualidad es más sencillo conseguir un coche que alcance los 300 km/h; de hecho, desde 38.000€ podéis compraros un 996 Turbo (que alcanza los 305 km/h) y por 34.900 hay un Ferrari 456 GT (uno de mis Ferraris favoritos y un elegantísimo GT) que nos deja justo en los 300 km/h. Viendo estos precios creo que haría una barbaridad porque, a pesar de haber disfrutado de las altas velocidades en algunas ocasiones, he de reconocer que tengo pendiente un reto: conducir a 300 km/h.
Y vosotros, ¿os habéis puesto a 300 km/h?.
Fuente 8000vueltas.