eufrasia
De la casa
Sin verificar
en el planeta donde yo naci habia cosas que jutificaban totalmente las corrientes literarias como el realismo magico ese que cacareaba el gabo, y que tiene sus origenes en los libros de autores españoles como contreras paso y brasileños como adonias filho, ademas de rulfo y otros
el gabo contaba una vez en barcelona, que un circo fue presa de una tormenta maritima mientras el barco donde viajaba se acercaba a las costas de tierra del fuego, y que al otro dia pasada la tormenta los pescadores sacaron de las aguas atlanticas leones ahogados y cachos de tienda, algun gorila y otros extraños pescados descomunales provenientes del planeta africano
yo tengo una cosa asi pa contar, y tiene relacion con los relojes, porque mi madre nacio en una hacienda, una estancia dicen alla, que mi abuelo compro con unos dineros que gano en un negocio de imprentas en montevideo, alli crecieron tres vasquitos rubios, dos de ojos azul celeste y una (mi madre) con unos profundos ojos marrones
un dia en montevideo alguien con un compas como el que queria tirar mi abuela para ver donde debia haber nacido yo (la mujer no se conformaba con que una cosa tan rara estuviera sobre el planeta) alguien con un compas, digo, decidio que la estancia de mi abuelo quedaba en la zona de una presa de aguas tremebundas que lo cubriria todo con su vuelo devastador
y le expropiaron la estancia, pero lo curioso es que una vez pasado el trauma de desarraigo que toda la familia ha sentido siempre, por diferentes razones, mi madre y mis tios se adaptaron perfectamente a vivir en el pueblo en que yo naci, de mis abuelos no digo nada porque eran emigrantes geneticos, el desarraigo es tan endemico en mi familia que parece que nos agarremos a las sillas aunque nos esten volando la casa cuando hay alguna hecatombe
todos los años, la familia en patota iba a mirar la cruz de la capilla de la estancia, porque era estancia con capilla y con reloj, y claro que no sacaron ni una cosa ni otra, sino que en la tierra purpurea de la tarde, sonaba la campana y a veces, solo a veces, a horas concretas, y mi abuela que era una vasca compacta como una piedra, decia que el tiempo de la felicidad de la familia se habia hundido alli
nosotros en cambio, siempre fuimos muy felices, porque al menos tenemos el recuerdo amanecido de dos generaciones hundido bajo las aguas del valle de la tierra purpurea, hay otros que ni eso
el gabo contaba una vez en barcelona, que un circo fue presa de una tormenta maritima mientras el barco donde viajaba se acercaba a las costas de tierra del fuego, y que al otro dia pasada la tormenta los pescadores sacaron de las aguas atlanticas leones ahogados y cachos de tienda, algun gorila y otros extraños pescados descomunales provenientes del planeta africano
yo tengo una cosa asi pa contar, y tiene relacion con los relojes, porque mi madre nacio en una hacienda, una estancia dicen alla, que mi abuelo compro con unos dineros que gano en un negocio de imprentas en montevideo, alli crecieron tres vasquitos rubios, dos de ojos azul celeste y una (mi madre) con unos profundos ojos marrones
un dia en montevideo alguien con un compas como el que queria tirar mi abuela para ver donde debia haber nacido yo (la mujer no se conformaba con que una cosa tan rara estuviera sobre el planeta) alguien con un compas, digo, decidio que la estancia de mi abuelo quedaba en la zona de una presa de aguas tremebundas que lo cubriria todo con su vuelo devastador
y le expropiaron la estancia, pero lo curioso es que una vez pasado el trauma de desarraigo que toda la familia ha sentido siempre, por diferentes razones, mi madre y mis tios se adaptaron perfectamente a vivir en el pueblo en que yo naci, de mis abuelos no digo nada porque eran emigrantes geneticos, el desarraigo es tan endemico en mi familia que parece que nos agarremos a las sillas aunque nos esten volando la casa cuando hay alguna hecatombe
todos los años, la familia en patota iba a mirar la cruz de la capilla de la estancia, porque era estancia con capilla y con reloj, y claro que no sacaron ni una cosa ni otra, sino que en la tierra purpurea de la tarde, sonaba la campana y a veces, solo a veces, a horas concretas, y mi abuela que era una vasca compacta como una piedra, decia que el tiempo de la felicidad de la familia se habia hundido alli
nosotros en cambio, siempre fuimos muy felices, porque al menos tenemos el recuerdo amanecido de dos generaciones hundido bajo las aguas del valle de la tierra purpurea, hay otros que ni eso
