P
peperete
Forer@ Senior
Sin verificar
Un poco de historia para que los afortunados con algún premio del sorteo de mañana sepan de donde les ha venido su buena fortuna.
Allá por el año 1.873, el potentado santoñés Don Juan Manuel Manzanedo y González, Marqués de Manzanedo y Duque de Santoña, la mayor fortuna del reino y una de las más importantes de Europa, hecha con el sudor de su frente y con la venta de algún que otro negro, conoce en La Habana a una elegante dama veinte años más joven que él: Doña María del Carmen Hernández y Espinosa de los Monteros.
“La Señá Mariquita Hernández” como se la conocía por su tierra natal, era granadina y era hermosa (creo que estas dos acepciones van siempre unidas), con el característico desparpajo y la natural simpatía de las mujeres ambiciosas que saben lo que quieren cuando fijan una presa, y lógicamente el marqués, ante tal despliegue de sensualidad cae en los dos errores más comunes de los millonarios sobrados de dinero y años, que son enamorarse y casarse.
Llegados a este punto, los marqueses se trasladan a España para atender sus negocios de ferrocarriles, bancos y minas, quedando la pobre marquesa aburrida en el palacio que le regala su recién estrenado marido, y que ahora conocemos como Museo Nacional de las Artes Decorativas de la calle Montalbán. Sin dar palo al agua y ociosa todo el día sin su marido al lado, se dedica a ayudar a los pobres y a los huérfanos (¿a qué me suena a mí esto?), visitando hospitales de niños y atendiendo necesitados. En una de éstas en las que estaba, uno de los hospitales infantiles necesitaba de una buena suma de dinero y, en lugar de sacarlo de su bolsillo (esto también me suena) se le enciende la bombilla: “voy a hacer una rifa, y la llamaré el sorteo del niño porque es para los niños”.
El Rey Alfonso Xll conmovido por la buena intención del fin que se persigue, y sin pensar ni un momento en los préstamos que le daba el Marqués para sus batallitas, exime a la marquesa de pagar el 4% de impuestos que tributaban las rifas de la época y deja que se quede con todo el beneficio obtenido (que pila de coincidencias con la actualidad) para que haga buen uso de ello.
El sorteo se continúa haciendo año tras año incluso después de morir los Marqueses y en 1.941 se institucionaliza oficialmente, pasando a denominarse “el sorteo del Niño” y adquiriendo el rango de sorteo extraordinario tal y como lo conocemos hoy en día.
Esta es a grandes rasgos la historia del sorteo del Niño y su vinculación con Santoña, de modo que si los agraciados quieren celebrarlo con unas buenas anchoas…ya saben de dónde tienen que ser.
Un saludo.
Allá por el año 1.873, el potentado santoñés Don Juan Manuel Manzanedo y González, Marqués de Manzanedo y Duque de Santoña, la mayor fortuna del reino y una de las más importantes de Europa, hecha con el sudor de su frente y con la venta de algún que otro negro, conoce en La Habana a una elegante dama veinte años más joven que él: Doña María del Carmen Hernández y Espinosa de los Monteros.
“La Señá Mariquita Hernández” como se la conocía por su tierra natal, era granadina y era hermosa (creo que estas dos acepciones van siempre unidas), con el característico desparpajo y la natural simpatía de las mujeres ambiciosas que saben lo que quieren cuando fijan una presa, y lógicamente el marqués, ante tal despliegue de sensualidad cae en los dos errores más comunes de los millonarios sobrados de dinero y años, que son enamorarse y casarse.
Llegados a este punto, los marqueses se trasladan a España para atender sus negocios de ferrocarriles, bancos y minas, quedando la pobre marquesa aburrida en el palacio que le regala su recién estrenado marido, y que ahora conocemos como Museo Nacional de las Artes Decorativas de la calle Montalbán. Sin dar palo al agua y ociosa todo el día sin su marido al lado, se dedica a ayudar a los pobres y a los huérfanos (¿a qué me suena a mí esto?), visitando hospitales de niños y atendiendo necesitados. En una de éstas en las que estaba, uno de los hospitales infantiles necesitaba de una buena suma de dinero y, en lugar de sacarlo de su bolsillo (esto también me suena) se le enciende la bombilla: “voy a hacer una rifa, y la llamaré el sorteo del niño porque es para los niños”.
El Rey Alfonso Xll conmovido por la buena intención del fin que se persigue, y sin pensar ni un momento en los préstamos que le daba el Marqués para sus batallitas, exime a la marquesa de pagar el 4% de impuestos que tributaban las rifas de la época y deja que se quede con todo el beneficio obtenido (que pila de coincidencias con la actualidad) para que haga buen uso de ello.
El sorteo se continúa haciendo año tras año incluso después de morir los Marqueses y en 1.941 se institucionaliza oficialmente, pasando a denominarse “el sorteo del Niño” y adquiriendo el rango de sorteo extraordinario tal y como lo conocemos hoy en día.
Esta es a grandes rasgos la historia del sorteo del Niño y su vinculación con Santoña, de modo que si los agraciados quieren celebrarlo con unas buenas anchoas…ya saben de dónde tienen que ser.
Un saludo.