B
barbicas
Forer@ Senior
Sin verificar
Su finalidad, sus objetivos, se centran en presentar a la persona, estamento, institución o grupo que se quiere calificar, enjuiciar o criticar, como “un alguien” desacreditado, desautorizado, o incapaz (según la R.A.E., primera acepción, para definir la palabra descalificar).
La descalificación, trata de eludir la valoración de los hechos con rigor, para obtener una sentencia global establecida a priori. La complicidad con la descalificación se tiene cuando el individuo o grupo, rehúsan el esfuerzo de la información contrastada y plural, por el simple hecho de dar por buenas las palabras de otros, siempre y cuando “me sean afines”, política o ideológicamente.
Esta tendencia a la descalificación global supone un auténtico cáncer para la convivencia en un sistema democrático. La tendencia a descalificar supone un proceso de anulación de la personalidad contraria, lo que permite la imposición de las propias ideas como las únicas aceptables y posibles. La ética de la razón se construye sobre la evidencia de que nadie tiene el monopolio de la verdad, lo contrario supone “la muerte civil del otro”.
La crítica, debe basarse en el juicio de los contenidos de las ideas, de la trascendencia de las actuaciones, en la reflexión y posterior justificación de los errores y aciertos, e incidencia positiva o negativa en las personas, respetando escrupulosamente la libertad y derechos cívicos.
Enjuiciar, debe ser siempre el resultado de un cierto desapasionamiento visceral y de un apasionamiento intelectual. Justo lo contrario de lo que es la descalificación.
La actitud de la descalificación debe marcar más, a los ojos del ciudadano sensato, a quien la ejerce, que contra quien se ejerce.
La armonía social es uno de los más difíciles proyectos humanos, pero también es el más relevante. Hemos de luchar por una crítica constructiva, que mejore las perspectivas de convivencia y libertad, necesitamos, todos, referentes éticos que, por encima de las personas, objetiven los aciertos y errores sobre los auténticos valores cívicos.
Felices vaciones.
Un abrazo a todos. Vicente.
La descalificación, trata de eludir la valoración de los hechos con rigor, para obtener una sentencia global establecida a priori. La complicidad con la descalificación se tiene cuando el individuo o grupo, rehúsan el esfuerzo de la información contrastada y plural, por el simple hecho de dar por buenas las palabras de otros, siempre y cuando “me sean afines”, política o ideológicamente.
Esta tendencia a la descalificación global supone un auténtico cáncer para la convivencia en un sistema democrático. La tendencia a descalificar supone un proceso de anulación de la personalidad contraria, lo que permite la imposición de las propias ideas como las únicas aceptables y posibles. La ética de la razón se construye sobre la evidencia de que nadie tiene el monopolio de la verdad, lo contrario supone “la muerte civil del otro”.
La crítica, debe basarse en el juicio de los contenidos de las ideas, de la trascendencia de las actuaciones, en la reflexión y posterior justificación de los errores y aciertos, e incidencia positiva o negativa en las personas, respetando escrupulosamente la libertad y derechos cívicos.
Enjuiciar, debe ser siempre el resultado de un cierto desapasionamiento visceral y de un apasionamiento intelectual. Justo lo contrario de lo que es la descalificación.
La actitud de la descalificación debe marcar más, a los ojos del ciudadano sensato, a quien la ejerce, que contra quien se ejerce.
La armonía social es uno de los más difíciles proyectos humanos, pero también es el más relevante. Hemos de luchar por una crítica constructiva, que mejore las perspectivas de convivencia y libertad, necesitamos, todos, referentes éticos que, por encima de las personas, objetiven los aciertos y errores sobre los auténticos valores cívicos.
Felices vaciones.
Un abrazo a todos. Vicente.
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