Jesús
Gran Cruz al Mérito Forero
Sin verificar
Gran cruz
De Luis Garicano en Nada es Gratis
Un breve comentario sobre mi mesa redonda, efectivamente a rebosar como ya ha comentado Antonio (más abajo)—público de pie, en las escaleras, en el suelo…
Estábamos Giles Tremlett, corresponsal de The Economist y el Guardian, Raphael Minder, del NYT y yo. Hablamos de la desconfianza de los inversores extranjeros en España, tema que no es la primera vez que tocamos en este blog. Algunas cosas que comentaron.
1. No, no hay conspiración contra España. Los datos de paro y de inmobiliario son en sí suficientemente preocupantes.
2. Parte de la desconfianza se debe a que los números son muy poco transparentes. Se dan, existen, pero las definiciones son oscuras (uno de ellos dijo “¿que porras es eso de préstamos subestandards, como se definen? ¿Que se incluye?”) y las comparaciones que se utilizan, períodos de tiempo, agrupaciones, introducen mucho sesgo “adrede,” lo cual induce desconfianza.
3. No hay tanta preocupación por la deuda autonómica, porque piensan que al final el estado si tiene la forma de meterla en cintura.
4. El público español no tiene ni idea de lo que se les viene encima en enero- no se está haciendo para nada labor suficiente de concienciación.
5. Coincidieron en que los políticos no son ni peores ni mejores que en otros países. Pero si veían una diferencia: un sistema de partidos estalinista, dominado por los de arriba, y en el que es prácticamente imposible la renovación que sólo se produce por error de los “mandos” (el caso Zp dijeron es una confirmación de la regla, no una excepción). En España hace falta una figura fresca, que ilusione, a la Obama, pero el sistema no podría producir un Obama.
6. Las empresas españolas tienen buenos cuadros, España tiene buenas escuelas de negocio, pero si, hay riesgo de que empiecen a mudarse al extranjero, o a ser compradas por extranjeros en un momento como el actual.
7. La prensa española es preocupantemente dependiente de los grandes poderes económicos, en su opinión, y no es capaz de criticar adecuadamente a las grandes empresas.
Un breve comentario sobre mi mesa redonda, efectivamente a rebosar como ya ha comentado Antonio (más abajo)—público de pie, en las escaleras, en el suelo…
Estábamos Giles Tremlett, corresponsal de The Economist y el Guardian, Raphael Minder, del NYT y yo. Hablamos de la desconfianza de los inversores extranjeros en España, tema que no es la primera vez que tocamos en este blog. Algunas cosas que comentaron.
1. No, no hay conspiración contra España. Los datos de paro y de inmobiliario son en sí suficientemente preocupantes.
2. Parte de la desconfianza se debe a que los números son muy poco transparentes. Se dan, existen, pero las definiciones son oscuras (uno de ellos dijo “¿que porras es eso de préstamos subestandards, como se definen? ¿Que se incluye?”) y las comparaciones que se utilizan, períodos de tiempo, agrupaciones, introducen mucho sesgo “adrede,” lo cual induce desconfianza.
3. No hay tanta preocupación por la deuda autonómica, porque piensan que al final el estado si tiene la forma de meterla en cintura.
4. El público español no tiene ni idea de lo que se les viene encima en enero- no se está haciendo para nada labor suficiente de concienciación.
5. Coincidieron en que los políticos no son ni peores ni mejores que en otros países. Pero si veían una diferencia: un sistema de partidos estalinista, dominado por los de arriba, y en el que es prácticamente imposible la renovación que sólo se produce por error de los “mandos” (el caso Zp dijeron es una confirmación de la regla, no una excepción). En España hace falta una figura fresca, que ilusione, a la Obama, pero el sistema no podría producir un Obama.
6. Las empresas españolas tienen buenos cuadros, España tiene buenas escuelas de negocio, pero si, hay riesgo de que empiecen a mudarse al extranjero, o a ser compradas por extranjeros en un momento como el actual.
7. La prensa española es preocupantemente dependiente de los grandes poderes económicos, en su opinión, y no es capaz de criticar adecuadamente a las grandes empresas.