El pan de muerto o chaquetía

Cuando era pequeño el día más importante del año era el 31 de octubre, el día de Difuntos.
La razón es que donde nací existía, y aún hoy perdura, una curiosa tradición.
Como el día 31 era dedicado a la limpieza y preparación de las tumbas de los familiares existía una celebración paralela con el objeto de apartar a los niños de esa realidad.
Las madres elaboraban un dulce llamado chaquetía, cuya base es la masa del pan común, y los niños pasaban la tarde en el campo sin la compañía de ningún adulto.



Los dulces solían tener la forma de animales como galápagos, piojos, culebras, un nido con huevos... y además se acompañaban con frutos secos como almendras, nueces y pasas.

Era un día tan importante para la chiquillería que si el día era laborable estaba socialmente aceptado que esa tarde no se asistiera a la escuela.

Aproximadamente al cumplir los 14 años se dejaba de participar en el evento.
Aquella sensación de estar sólos sin la compañía de ningún adulto a nuestro libre albedrío era una sensación inigualable.

Saludos.


Cruzando el río Mara

¡Qué curiosa tradición! Imagino lo mayores que se sentirían los críos, dejados solos sin la supervisión de adultos. No había oído nunca hablar de ella, así que gracias por compartirla:

Muy bonita la tradición, ¿y ahora?. No sé si ese "cuando era pequeño" se remonta muy atrás.

La costumbre sigue existiendo aunque algo descafeinada. Ahora algunos adultos también acuden a las reuniones y supervisan todo

Cruzando el río Mara

Curiosa tradición, y efectiva en cuanto a lo de alejar a los niños de este tema.
No la conocía en absoluto.
Gracias por la ilustración.
Un saludo.

Los niños tienen una conciencia de la muerte que nosotros les transmitimos. Si se la transmitimos como algo horrendo así lo verán ellos. Hay culturas como en ciertas zonas de México o la India en las que la muerte es motivo de celebración y su homenaje anual, sobre todo en México, una fiesta.

Yo desde pequeño he ido al cementerio a ver a los abuelos, sólo conocí a uno de cuatro, y era como ir a "saludarlos". Nada tétrico ni malo.

Hermosos recuerdos de esa niñez tan amable... y lo de las galletas parece una tradición de iniciación a la adultez...
Saludos y buen domingo