Claudio
Milpostista
Sin verificar
Es un chiste que he sacado de una revista suiza de los años 1940. Lo he traducido como he podido del francés.
Entonces, el azar dirigió a la misma calle a un tercer relojero que, sin empacharse para nada por la suficiencia de sus competidores, erigió como enseña: "¡El mejor relojero de la calle!".
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Un relojero, instalando su tienda en una calle de París, puso en ella esta enseña poco modesta: "El mejor relojero de París".
Poco tiempo después, llegó cerca de allí un competidor que, para no ser menos, se tituló: "El mejor relojero del mundo".Entonces, el azar dirigió a la misma calle a un tercer relojero que, sin empacharse para nada por la suficiencia de sus competidores, erigió como enseña: "¡El mejor relojero de la calle!".
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