mijarojos
Habitual
Sin verificar
El 05/01/12, Carlos Gil <cgil@malaga.es> escribió:
> Artículo redactado por un funcionario del Grupo A.
> Difícilmente se puede expresar mejor la situación actual
>
>
> Resulta que en la década prodigiosa del pelotazo, cuando media España se lo
> llevaba calentito a casa, cuando un encofrador sin estudios se embolsaba
> tres mil euros, cuando hasta el último garrulo montaba una constructora y en
> connivencia con un par de concejales se forraba sin cuento, cuando un gañán
> que no sabía levantar tres ladrillos a derechas se paseaba en Audi, los
> funcionarios aguantaban y penaban. Nadie se acordaba de ellos. Eran los
> parias, los que hacían números para cuadrar su hipoteca, hacer la compra en
> el Carrefour y llegar a fin de mes, porque un nutrido grupo de compatriotas
> se estaba haciendo de oro inflando el globo de la economía hasta llegar a lo
> que ahora hemos llegado.
>
> Y ahora que el asunto explota y se viene abajo, la culpa del desmadre. es de
> los funcionarios. Los alcaldes, diputados y senadores que gobiernan la cosa
> pública a cambio de una buena morterada no son responsable de nada y nos
> apuntan directamente a nosotros: somos demasiados, hay que ultracongelarnos,
> somos poco productivos. Los responsables bancarios que prestaron dinero a
> quienes sabían que no podrían devolverlo tampoco se dan por aludidos. Todos
> los intermediarios inmobiliarios, especuladores, amigos de alcalde y
> compañeros de partida de casino de diputado provincial no tenían noticia del
> asunto. Nosotros sí. Como diría José Mota: ¿Ellos? No. ¿Nosotros? Si. Siendo
> así que ellos? No. Por tanto, nosotros? Si.
>
> La culpa, según estos preclaros adalides de la estupidez, es del juez,
> abogado del estado, inspector de hacienda, administrador civil del estado
> que, en lugar de dedicarse a la especulación inmobiliaria a toca teja, ha
> estado cinco o seis años recluido en su habitación, pálido como un vampiro,
> con menos vida social que una rata de laboratorio y tanto sexo como un
> chotacabras, para preparar unas oposiciones monstruosas y de resultado
> siempre incierto, precedidas, como no podía ser de otra forma, de otros
> cinco arduos años de carrera. Del profesor que ha sorteado destinos en
> pueblos que no aparecen en el mapa para meter en vereda a benjamines que
> hacen lo que les sale de los genitales porque sus progenitores han abdicado
> de sus responsabilidades. Del auxiliar administrativo del Estado natural de
> Écija y destinado en Barcelona que con un sueldo de 1000 euros paga un
> alquiler mensual de 700 y soporta estoicamente que un taxista que gana 3000
> le diga joder, que suerte, funcionario.
>
> La culpa es nuestra. A poco que nos descuidemos nosotros los funcionarios
> seremos el chivo expiatorio de toda una caterva de inútiles, vividores,
> mangantes, políticos semianalfabetos, altos cargos de nombramiento digital,
> truhanes, pícaros, periodistas ganapanes y economistas de a verlas venir que
> sabían perfectamente que el asunto tarde o temprano tenía que petar, pero
> que aprovecharon a fondo el momento al grito de mientras dure dura! y que
> ahora, con esa autoridad que da tener un rostro a prueba de bomba, se pasan
> al otro lado del río y no sólo tienen recetas para arreglar lo que ellos
> mismo ayudaron a estropear, sino que, además, han llegado a la conclusión de
> que los culpables son... tachan...los funcionarios.
>
> Soy funcionario. Y además bastante recalcitrante: tengo cinco títulos
> distintos. Ganados compitiendo en buena lid contra miles de candidatos. ¿Y
> saben qué? No me avergüenzo de nada. No debo nada a nadie (sólo a mi
> familia, maestros y profesores). No tengo que pedir perdón. No me tocó la
> lotería. No gané el premio gordo en una tómbola. No me expropiaron una
> finca. No me nombraron alto cargo, director provincial ni vocal asesor por
> agitar un carnet político que nunca he tenido.
>
> Aprobé frente a tribunales formados por ceñudos señores a los que no conocía
> de nada. En buena lid: sin concejal proclive, pariente político, mano
> protectora ni favor de amigo. Después de muchas noches de desvelos,
> angustias y desvaríos y con la sola e inestimable compañía de mis santos
> cojones. Como tantos y tantos compañeros anónimos repartidos por toda España
> a los que ahora algunos mendaces quieren convertir, por arte de
> birli-birloque, en culpables de la crisis.
>
> Amigos funcionarios, estamos rodeados de gente muy tonta y muy hija de puta.
>
> PD. Si alguien, en cualquier contexto, os reprocha -como es frecuente-
> vuestra condición de funcionario os propongo el refinado argumento que yo
> utilizo en estos casos, en memoria del gran Fernando Fernán-Gómez: váyase
> Usted a la mierda, hombre, a la puta mierda.
>
> Artículo redactado por un funcionario del Grupo A.
> Difícilmente se puede expresar mejor la situación actual
>
>
> Resulta que en la década prodigiosa del pelotazo, cuando media España se lo
> llevaba calentito a casa, cuando un encofrador sin estudios se embolsaba
> tres mil euros, cuando hasta el último garrulo montaba una constructora y en
> connivencia con un par de concejales se forraba sin cuento, cuando un gañán
> que no sabía levantar tres ladrillos a derechas se paseaba en Audi, los
> funcionarios aguantaban y penaban. Nadie se acordaba de ellos. Eran los
> parias, los que hacían números para cuadrar su hipoteca, hacer la compra en
> el Carrefour y llegar a fin de mes, porque un nutrido grupo de compatriotas
> se estaba haciendo de oro inflando el globo de la economía hasta llegar a lo
> que ahora hemos llegado.
>
> Y ahora que el asunto explota y se viene abajo, la culpa del desmadre. es de
> los funcionarios. Los alcaldes, diputados y senadores que gobiernan la cosa
> pública a cambio de una buena morterada no son responsable de nada y nos
> apuntan directamente a nosotros: somos demasiados, hay que ultracongelarnos,
> somos poco productivos. Los responsables bancarios que prestaron dinero a
> quienes sabían que no podrían devolverlo tampoco se dan por aludidos. Todos
> los intermediarios inmobiliarios, especuladores, amigos de alcalde y
> compañeros de partida de casino de diputado provincial no tenían noticia del
> asunto. Nosotros sí. Como diría José Mota: ¿Ellos? No. ¿Nosotros? Si. Siendo
> así que ellos? No. Por tanto, nosotros? Si.
>
> La culpa, según estos preclaros adalides de la estupidez, es del juez,
> abogado del estado, inspector de hacienda, administrador civil del estado
> que, en lugar de dedicarse a la especulación inmobiliaria a toca teja, ha
> estado cinco o seis años recluido en su habitación, pálido como un vampiro,
> con menos vida social que una rata de laboratorio y tanto sexo como un
> chotacabras, para preparar unas oposiciones monstruosas y de resultado
> siempre incierto, precedidas, como no podía ser de otra forma, de otros
> cinco arduos años de carrera. Del profesor que ha sorteado destinos en
> pueblos que no aparecen en el mapa para meter en vereda a benjamines que
> hacen lo que les sale de los genitales porque sus progenitores han abdicado
> de sus responsabilidades. Del auxiliar administrativo del Estado natural de
> Écija y destinado en Barcelona que con un sueldo de 1000 euros paga un
> alquiler mensual de 700 y soporta estoicamente que un taxista que gana 3000
> le diga joder, que suerte, funcionario.
>
> La culpa es nuestra. A poco que nos descuidemos nosotros los funcionarios
> seremos el chivo expiatorio de toda una caterva de inútiles, vividores,
> mangantes, políticos semianalfabetos, altos cargos de nombramiento digital,
> truhanes, pícaros, periodistas ganapanes y economistas de a verlas venir que
> sabían perfectamente que el asunto tarde o temprano tenía que petar, pero
> que aprovecharon a fondo el momento al grito de mientras dure dura! y que
> ahora, con esa autoridad que da tener un rostro a prueba de bomba, se pasan
> al otro lado del río y no sólo tienen recetas para arreglar lo que ellos
> mismo ayudaron a estropear, sino que, además, han llegado a la conclusión de
> que los culpables son... tachan...los funcionarios.
>
> Soy funcionario. Y además bastante recalcitrante: tengo cinco títulos
> distintos. Ganados compitiendo en buena lid contra miles de candidatos. ¿Y
> saben qué? No me avergüenzo de nada. No debo nada a nadie (sólo a mi
> familia, maestros y profesores). No tengo que pedir perdón. No me tocó la
> lotería. No gané el premio gordo en una tómbola. No me expropiaron una
> finca. No me nombraron alto cargo, director provincial ni vocal asesor por
> agitar un carnet político que nunca he tenido.
>
> Aprobé frente a tribunales formados por ceñudos señores a los que no conocía
> de nada. En buena lid: sin concejal proclive, pariente político, mano
> protectora ni favor de amigo. Después de muchas noches de desvelos,
> angustias y desvaríos y con la sola e inestimable compañía de mis santos
> cojones. Como tantos y tantos compañeros anónimos repartidos por toda España
> a los que ahora algunos mendaces quieren convertir, por arte de
> birli-birloque, en culpables de la crisis.
>
> Amigos funcionarios, estamos rodeados de gente muy tonta y muy hija de puta.
>
> PD. Si alguien, en cualquier contexto, os reprocha -como es frecuente-
> vuestra condición de funcionario os propongo el refinado argumento que yo
> utilizo en estos casos, en memoria del gran Fernando Fernán-Gómez: váyase
> Usted a la mierda, hombre, a la puta mierda.
>
Última edición por un moderador: