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La habitación del hijo

Estado
Hilo cerrado
Golo

Golo

Habitual
Sin verificar
Uno de esos artículos que Pérez-Reverte nos regala a veces en los que no hay palabrotas y que hace que se te salten las lágrimas. Precioso.


<table border="0" cellpadding="0" cellspacing="0" width="400"> <tbody><tr> <td background="img/firmas/firmasep.gif" width="7"> </td> <td valign="middle" width="95">
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</td> <td valign="middle"> <table bgcolor="#666666" border="0" cellpadding="0" cellspacing="0" width="100%" height="94"> <tbody><tr> <td width="5"> </td> <td>LA HABITACIÓN DEL HIJO</td> </tr> <tr> <td class="firmatitulo1" width="5"> </td> <td class="firmatitulo1">
</td> </tr> </tbody></table> </td> <!--<td width="8" rowspan=2 valign=top>
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</td>--> </tr> <tr> <td colspan="3">
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</td> </tr> </tbody></table> <table border="0" cellpadding="0" cellspacing="0" width="400"><tbody><tr><td width="8"> </td> <td class="firmatexto" valign="top" width="370">


Lo conoce mejor que a ella misma. O creía conocerlo, porque el joven silencioso y reservado que ahora vive en la casa le parece, en ocasiones, un extraño. El niño dejó de serlo hace tiempo. A veces, cuando está fuera, la madre se queda un rato en su habitación, callada, mirando los objetos, los libros –ella compró los primeros y los puso allí, soñando con el lector que alguna vez sería–, las fotos de amigos, de chicas. Las medallas que ganó en el colegio, tenaz, esforzado. Valiente como ella procuró enseñarle a ser. Con el ejemplo del padre: un buen hombre que nunca dice tres frases seguidas, pero que jamás faltó a su deber, ni hizo nada que no fuera honrado. Que educó al hijo con más ejemplos que palabras.

Inmóvil en la habitación, aspira su olor. Desde hace mucho es seco, masculino. Distinto del que tanto añora: aroma de cuerpecito menudo en pijama, olorcillo a carne tibia, casi a fiebre. A bebé y niño pequeño, que con el tiempo se desvanece y no regresa nunca. El crío que aparecía en la cama a medianoche con las mejillas húmedas, después de una pesadilla, para refugiarse a su lado, entre las sábanas. Quizá algún día recupere ese olor con un nieto, o una nieta. Con otro cuerpecito al que estrechar entre los brazos. Ojalá no esté demasiado mayor para entonces, piensa. Que aún tenga fuerza y salud para ocuparse de él, o de ella. Para disfrutarlos.

Libros. Hay muchos en la habitación, y jalonan veinticinco años de una vida. Infantiles, aventuras, viajes, textos escolares, materias universitarias, novela, ensayo, arte, historia. Desde niño, leyéndole cuentos e historietas, orientándolo con cautela, ella fue transmitiéndole el amor por la palabra escrita. La puerta maravillosa a mundos y vidas que acaban por multiplicar la propia: aspiraciones, sueños, anhelos cuajados en largas horas de lectura y templados en la imaginación. La intensidad de una mirada joven que explora el mundo en el descubrimiento de sí misma. Estos libros llevaron al muchacho a reconocerse entre los demás, a moverse con seguridad por el territorio exterior, a descubrir y planear un futuro. A estudiar una carrera bella y poco práctica, relacionada con la lengua, el pasado, el arte y la historia. A licenciarse en sueños maravillosos. En cultura y memoria.

Ahora ella, inquieta, se pregunta si hizo bien. Si la lucidez que estos libros dieron a su hijo no sirve más bien para atormentarlo. Lo sospecha al verlo salir de casa para entrevistas de trabajo de las que siempre vuelve hosco, derrotado. Cuando lo ve teclear en el ordenador buscando un resquicio imposible por donde introducirse y empezar una vida propia: la que soñó. Cuando lo ve callado, ausente, abrumado por el rechazo, la impotencia, la falta de esperanza que pronto sustituye, en su generación, a las ilusiones iniciales. Recuerda a los amigos que empezaron juntos la carrera animándose entre sí, dispuestos a comerse el mundo, a vivir lo que libros y juventud anunciaban gozosos. Cómo fueron desertando uno tras otro, desmotivados, hartos de profesores incompetentes o egoístas, de un sistema académico absurdo, injusto, estancado en sí mismo. De una universidad ajena a la realidad práctica, convertida en taifas de vanidades, incompetencia y desvergüenza. Pese a todo, su hijo aguantó hasta el final. Fue de los pocos: acabó los estudios. Licenciado en tal o cual. Un título. Una expectativa fugaz. Luego vino el choque con la realidad. La ausencia absoluta de oportunidades. El peregrinaje agotador en busca de trabajo. Los cientos de currículum enviados, el esfuerzo continuo e inútil. Y al fin, la resignación inevitable. El silencio. Tantas horas, días, años, de esfuerzo sin sentido. La urgencia de aferrarse a cualquier cosa. Hace una semana, cuando llenaba el formulario para solicitar un trabajo de dependiente en una tienda de ropa de marca, el consejo desolador de un amigo: «No pongas que tienes título universitario. Nadie emplea a gente que pueda causarle problemas».

Tocando los libros en sus estantes, la madre se pregunta si fue ella quien se equivocó. Si no tendría razón su marido al sostener que no está el mundo para chicos con sueños en la cabeza y libros bajo el brazo. Si al pretenderlo culto y lúcido no lo hizo diferente, vulnerable. Expuesto a la infelicidad, la barbarie, el frío intenso que hace afuera. Es entonces cuando, abriendo un libro al azar, encuentra unas líneas subrayadas –a lápiz y no con bolígrafo ni marcador, ella siempre insistió en eso desde que él era pequeño–: «En el mar puedes hacerlo todo bien, según las reglas, y aun así el mar te matará. Pero si eres buen marino, al menos sabrás dónde te encuentras en el momento de morir».

Se queda un instante con el libro abierto, pensativa. Releyendo esas líneas. Después lo cierra despacio, devolviéndolo a su lugar. Y sonríe mientras lo hace. Una sonrisa pensativa. Dulce. Tal vez no se equivocó por completo, concluye. O no tanto como cree. Puede que él forjara sus propias armas para sobrevivir, después de todo. Quizá mereció la pena.
</td></tr></tbody></table>

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Me gusta mucho Pérez Reverte, creo que representa bastante el sentir de la mayoría de españoles, y desde luego sabe tomar como nadie el pulso del día a día...
 
tengo un tio que si es muy seguidor de este excelente escritor.Algo bueno teniamos que tener en este pais digo yo.
 
Creo que hay algo de demagogia en el escrito; la idea de fondo puede no ser mala, pero su plasmación me parece sensiblera y flojilla; se ve claro que pretende atacar o criticar el sistema educativo universitario, por malo; sin duda lo es. Pero, lo de encontrar trabajo o no, sólo en parte depende de eso. ¿Cuántos sí encuentran trabajo?. Me parece que es la formación del carácter de las personas lo que más ayuda a luchar en la vida y lo que está claro es que poco o nada se forma en lucha, disciplina, derrota de uno mismo etc... Por mucho que se le lea, aconseje y proteja a un hijo, si éste sólo está dispuesto a enfrentarse a la vida cuando lo tiene todo resuelto, estilo "si sacas la carrera ya tienes la vida arreglada", los palos van a ser tremendos. Creí que no diría nunca esto, pero cuando se hacía la mili la gente tenía más claro a qué tenía que enfrentarse en la vida, que no estaba sólo y aislado al margen de la gente, que no todo en la vida es mi casa, padres, familia y amigos. Por otra parte,... bueno, mejor lo dejo, ya que en este sistema de comunicación cibernético, el transmitir ideas puede dar lugar a malentendidos, que en una conversación cara a cara no se producirían. Lo que también es cierto es que al final, todo se resuelve: se encontrará trabajo y se pegará un polvo antes de morir, en el 99% de los casos.

Saludos,
 
Creo que hay algo de demagogia en el escrito; la idea de fondo puede no ser mala, pero su plasmación me parece sensiblera y flojilla; se ve claro que pretende atacar o criticar el sistema educativo universitario, por malo; sin duda lo es. Pero, lo de encontrar trabajo o no, sólo en parte depende de eso. ¿Cuántos sí encuentran trabajo?. Me parece que es la formación del carácter de las personas lo que más ayuda a luchar en la vida y lo que está claro es que poco o nada se forma en lucha, disciplina, derrota de uno mismo etc... Por mucho que se le lea, aconseje y proteja a un hijo, si éste sólo está dispuesto a enfrentarse a la vida cuando lo tiene todo resuelto, estilo "si sacas la carrera ya tienes la vida arreglada", los palos van a ser tremendos. Creí que no diría nunca esto, pero cuando se hacía la mili la gente tenía más claro a qué tenía que enfrentarse en la vida, que no estaba sólo y aislado al margen de la gente, que no todo en la vida es mi casa, padres, familia y amigos. Por otra parte,... bueno, mejor lo dejo, ya que en este sistema de comunicación cibernético, el transmitir ideas puede dar lugar a malentendidos, que en una conversación cara a cara no se producirían. Lo que también es cierto es que al final, todo se resuelve: se encontrará trabajo y se pegará un polvo antes de morir, en el 99% de los casos.

Saludos,

a mí tb me empiezan a parecer algo cansinos los personajes tipo de este escritor (que por otro lado tiene muy buenas novelas): el prototipo de "beautiful loser" ya está muy manido, y además me parece un poco incoherente pretender que una persona con lecturas sea más proclive al desengaño y al choque con la realidad que una sin ellas (salvo que sus lecturas sean del tipo de libros que escribe este señor claro :D).

Francamente me cuesta crear que alguien con lecturas bien asimiladas de Kafka, Dostoievsky, Huxley, Scott Fitzgerald por decir sólo unos pocos se le esperen muchos desengaños en la horrible tarea de pasar procesos de selección y buscarse pisos de alquiler...
 
O Reverte se ha explicado mal o tú no lo sigues, porque piensa lo que dices. Y por otro lado el artículo me parece muy bueno pues presenta la congoja de la madre. Ha escrito mucho sobre la educación en perspectiva y comparto su opinión que es la tuya y no es la de los que han creado este sistema lamentable.

A veces está bien poner la lupa sobre una protagonista concreta, que no todo va a ser generalizar e intentar arreglar el mundo.
 
O Reverte se ha explicado mal o tú no lo sigues, porque piensa lo que dices. Y por otro lado el artículo me parece muy bueno pues presenta la congoja de la madre. Ha escrito mucho sobre la educación en perspectiva y comparto su opinión que es la tuya y no es la de los que han creado este sistema lamentable.

A veces está bien poner la lupa sobre una protagonista concreta, que no todo va a ser generalizar e intentar arreglar el mundo.


igual lo he entendido mal, es lógico que tengamos muchas interpretaciones.

a mí es que no me convence esa tendencia, un poco cateta en el fondo, que creo entrever (pero ojo, igual me equivoco) en el mensaje de que ser culto y leído es a efectos prácticos una rémora, pero que en el fondo compensa porque se vive la vida más intensamente, se es más persona patatín patatán.

Lo siento, pero no trago: la cultura y el conocimiento tienen un lado oscuro, es cierto, en cuánto desvelan una complejidad, caos e incertidumbre que pocos sospechan cuando se empieza en ello, pero proporciona infinitas e incontables ventajas en el día a día, sea cuál sea tu profesión o desempeño.

Una persona con cierto nivel cultural se defiende infinitamente mejor en cualquier contexto social (y el profesional suele ser uno de ellos): comprende mejor las reacciones y la dinámica, ve los hilos y las fuerzas que las sostienen y causan, gestionan mejor sus expectativas y es capaz de desarrollar estrategias a largo plazo.

Por lo tanto no trago con la tesis de que a las personas cultas les tenga que ir necesariamente peor porque este es un mundo de catetos. Les podrá ir mal, pero no por ser cultas, sino por tener otro tipo de desórdenes (timidez, vanidad) que poco o nada tienen que ver.
 
igual lo he entendido mal, es lógico que tengamos muchas interpretaciones.

a mí es que no me convence esa tendencia, un poco cateta en el fondo, que creo entrever (pero ojo, igual me equivoco) en el mensaje de que ser culto y leído es a efectos prácticos una rémora, pero que en el fondo compensa porque se vive la vida más intensamente, se es más persona patatín patatán.

Lo siento, pero no trago: la cultura y el conocimiento tienen un lado oscuro, es cierto, en cuánto desvelan una complejidad, caos e incertidumbre que pocos sospechan cuando se empieza en ello, pero proporciona infinitas e incontables ventajas en el día a día, sea cuál sea tu profesión o desempeño.

Una persona con cierto nivel cultural se defiende infinitamente mejor en cualquier contexto social (y el profesional suele ser uno de ellos): comprende mejor las reacciones y la dinámica, ve los hilos y las fuerzas que las sostienen y causan, gestionan mejor sus expectativas y es capaz de desarrollar estrategias a largo plazo.

Por lo tanto no trago con la tesis de que a las personas cultas les tenga que ir necesariamente peor porque este es un mundo de catetos. Les podrá ir mal, pero no por ser cultas, sino por tener otro tipo de desórdenes (timidez, vanidad) que poco o nada tienen que ver.

Amen. Lo has expresado tan bien que no puedo decir otra cosa. :clap::clap:
 
El artículo a mi me ha gustado, sobre todo por lo acertado que está cuando dice que la universidad es lo peor. Lo llama taifa de vanidades, y de verdad que acierta. No he visto lugar con más estupidos, con más soberbia, vagancia y necedad por m2 que en la universidad.
 
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