eufrasia
De la casa
Sin verificar
UNA MANZANA ?
Lo imposible en una mujer es no tener la última palabra !!!
Cuento en dos partes
Primera parte:
Ocurrió un domingo por la mañana, en un autobús que va de Bnei-Brak
(barrio religioso en los alrededores de Tel Aviv) a Jerusalem.
El autobús estaba lleno de talmidei yeshiva (estudiantes religiosos que estudian, estudian y no trabajan).
En la última parada, antes de salir a la ruta, sube una joven muy bien
formada, vistiendo muy moderna minifalda, un grane informal escote, que se sienta en el único asiento libre, cerca de un estudiante religioso.
El muchacho, inmutable, saca de su bolsillo una manzana y se la ofrece a la muchacha. Ésta, asombrada, le agradece y pregunta a qué se debía tal gentileza, a lo cual el muchacho le responde:
- 'Hasta que Eva no comió la manzana, no se dió cuenta que estaba desnuda'.
Segunda parte:
Después de una semana, nuevamente, domingo por la mañana, el mismo
autobús, y en la misma parada sube la misma muchacha, pero, esta vez,
vestida con ropa mucho más recatada. Y se sienta al lado del mismo estudiante ortodoxo.
Al cabo de unos minutos, abre su bolsa y le ofrece al muchacho una manzana.
Éste, asombrado, le pregunta cual es el motivo de esta amabilidad. A lo que la muchacha responde:
- 'Hasta que Adán no comió la manzana, no supo que había que trabajar para mantener a Eva...'
Lo imposible en una mujer es no tener la última palabra !!!
Cuento en dos partes
Primera parte:
Ocurrió un domingo por la mañana, en un autobús que va de Bnei-Brak
(barrio religioso en los alrededores de Tel Aviv) a Jerusalem.
El autobús estaba lleno de talmidei yeshiva (estudiantes religiosos que estudian, estudian y no trabajan).
En la última parada, antes de salir a la ruta, sube una joven muy bien
formada, vistiendo muy moderna minifalda, un grane informal escote, que se sienta en el único asiento libre, cerca de un estudiante religioso.
El muchacho, inmutable, saca de su bolsillo una manzana y se la ofrece a la muchacha. Ésta, asombrada, le agradece y pregunta a qué se debía tal gentileza, a lo cual el muchacho le responde:
- 'Hasta que Eva no comió la manzana, no se dió cuenta que estaba desnuda'.
Segunda parte:
Después de una semana, nuevamente, domingo por la mañana, el mismo
autobús, y en la misma parada sube la misma muchacha, pero, esta vez,
vestida con ropa mucho más recatada. Y se sienta al lado del mismo estudiante ortodoxo.
Al cabo de unos minutos, abre su bolsa y le ofrece al muchacho una manzana.
Éste, asombrado, le pregunta cual es el motivo de esta amabilidad. A lo que la muchacha responde:
- 'Hasta que Adán no comió la manzana, no supo que había que trabajar para mantener a Eva...'