Sanza
Baneado
Nada, que somos todos tan especiales y tan guayssssssssssss:
El reputado Director de Cine torrelaveguense Pedro Telechea nos ha regalado este artículo. Aquí tenéis:
Escribo desde Barcelona, que además de ser un lugar en el cual merece la pena trabajar, resulta que también tiene a bien que sus radios hablen de los equipos de segunda, segunda b y, por supuesto, tercera.
Aquí hay programas cotidianos que hablan de la Santboiá, del L’Hospitalet, de quien sea y, además hay un carrusel del fin de semana sólo para esos equipos. Es curioso, al contrario que en Cantabria.
Y es que uno ya está un poco harto de Cantabria, de su perpetuo anquilosamiento, de ese pensamiento barato y populista, de esa ciudad que lo acapara todo desde que ganó la maldita guerra civil.
Y como hoy estoy lejos, obligado a trabajar fuera, pues me ha dado la gana de escribir sobre el odio pero, ¿por qué?
Pues creo que odiar es muy sano, no creo que haya que pasar apuro por decir que yo odio. Y no sólo eso, sino que odiar me ayuda a sanear mi inteligencia, me ayuda a soportar las contradicciones del sentido común y me ayuda a sobrevivir ante los necios.
Y no me duelen prendas en decir que cuando oí por la radio el sorteo de la Uefa, odié una vez más, y hoy me apetece contarlo en Grada Gimnástica, porque estoy entre amigos, porque me siento a gusto, porque me da la gana… y porque es lo único que me queda.
Como gimnástico estoy aburrido de la aburrida directiva que lleva las riendas de nuestro club, de esos gestos decimonónicos y absurdos que algunos han adoptado como pose, de la permanente desidia en la que nos encontramos… y mientras deseo que cambien los tiempos, que mi equipo crezca, que mi corazón vuelva a emocionarse abrazado a otro gimnástico mientras celebramos algo, pues odio.
Odio ese sorteo de Uefa, odio el día en que el equipo filial del equipo del “pensamiento único” nos bajó a Tercera, como si fuéramos una mierda; que es lo que somos para ellos. Odio cuando esa afición advenediza y ventajista canta esa cántico del folclore franquista y encima los plumillas del reino lo comparan con el “you’ll never walk alone”… ¡pero cómo se puede ser tan osados!
Y es que el odio me tranquiliza, pero también me jode; y me jode mucho, no tengáis dudas, porque sé que me hace pequeño, que me hace insignificante. Y es que si no cómo os explicáis que en Cantabria haya pasado el Centenario como si no hubiera pasado y ya veréis cómo cuando se celebre el otro Centenario lo harán fiesta nacional y misa obligatoria. Y sino al tiempo.
En fin, que toda esta reflexión empezó aquí, en Barcelona, como podría haber empezado en Madrid, ya que en Madrid también se habla de la Tercera y su carrusel de los domingos por la mañana es mítico. O sea, lo mismo que en Cantabria.
Pedro Telechea, director de cine
El reputado Director de Cine torrelaveguense Pedro Telechea nos ha regalado este artículo. Aquí tenéis:
Escribo desde Barcelona, que además de ser un lugar en el cual merece la pena trabajar, resulta que también tiene a bien que sus radios hablen de los equipos de segunda, segunda b y, por supuesto, tercera.
Aquí hay programas cotidianos que hablan de la Santboiá, del L’Hospitalet, de quien sea y, además hay un carrusel del fin de semana sólo para esos equipos. Es curioso, al contrario que en Cantabria.
Y es que uno ya está un poco harto de Cantabria, de su perpetuo anquilosamiento, de ese pensamiento barato y populista, de esa ciudad que lo acapara todo desde que ganó la maldita guerra civil.
Y como hoy estoy lejos, obligado a trabajar fuera, pues me ha dado la gana de escribir sobre el odio pero, ¿por qué?
Pues creo que odiar es muy sano, no creo que haya que pasar apuro por decir que yo odio. Y no sólo eso, sino que odiar me ayuda a sanear mi inteligencia, me ayuda a soportar las contradicciones del sentido común y me ayuda a sobrevivir ante los necios.
Y no me duelen prendas en decir que cuando oí por la radio el sorteo de la Uefa, odié una vez más, y hoy me apetece contarlo en Grada Gimnástica, porque estoy entre amigos, porque me siento a gusto, porque me da la gana… y porque es lo único que me queda.
Como gimnástico estoy aburrido de la aburrida directiva que lleva las riendas de nuestro club, de esos gestos decimonónicos y absurdos que algunos han adoptado como pose, de la permanente desidia en la que nos encontramos… y mientras deseo que cambien los tiempos, que mi equipo crezca, que mi corazón vuelva a emocionarse abrazado a otro gimnástico mientras celebramos algo, pues odio.
Odio ese sorteo de Uefa, odio el día en que el equipo filial del equipo del “pensamiento único” nos bajó a Tercera, como si fuéramos una mierda; que es lo que somos para ellos. Odio cuando esa afición advenediza y ventajista canta esa cántico del folclore franquista y encima los plumillas del reino lo comparan con el “you’ll never walk alone”… ¡pero cómo se puede ser tan osados!
Y es que el odio me tranquiliza, pero también me jode; y me jode mucho, no tengáis dudas, porque sé que me hace pequeño, que me hace insignificante. Y es que si no cómo os explicáis que en Cantabria haya pasado el Centenario como si no hubiera pasado y ya veréis cómo cuando se celebre el otro Centenario lo harán fiesta nacional y misa obligatoria. Y sino al tiempo.
En fin, que toda esta reflexión empezó aquí, en Barcelona, como podría haber empezado en Madrid, ya que en Madrid también se habla de la Tercera y su carrusel de los domingos por la mañana es mítico. O sea, lo mismo que en Cantabria.
Pedro Telechea, director de cine