RelojdeCUCO
Milpostista
Sin verificar
Hola.
Abro este hilo en este subforo off-topic con la sola intención de dejar plasmados algunos sentimientos respecto a una amistad. Si a alguien le molestase, por lo que fuere, le ruego disculpas, nunca sería esa mi intención, la de molestar a nadie. Y de ser necesario, dejo la puerta abierta para que el Administrador o Moderador de turno puedan eliminarlo.
Así que ahora ya puedo liberar mi sentimiento apresado entre los barrotes blandos de un tiempo que parecía alargarse eternamente.
- Mañana empezaré a…- Espera que aún no es el momento…y así un día tras otro han ido quedando atrás cerca de 250 muescas en el invisible calendario que impertérrito me iba anunciando; - Venga…no lo dejes pasar… ÉL se lo merece…
Y aquí estoy de nuevo con la intención de cerrar definitivamente un duelo que no esperé ni deseaba pero que jamás pensé podría alargarse tanto. Porque…¿puede llegar a ser tan honda, tan profunda, tan enraizada una amistad? Una amistad corta, tan corta que no llegó ni a los dos años. No sé qué decir, solo reconozco que el dolor poco a poco ha ida dejando paso a una cierta y reconfortante alegría por haber podido compartir una amistad con alguien que de todo corazón me la brindó y yo intenté corresponderle.
Disculpa, llevas un rato leyendo y no te he contado de qué va esto. Para que puedas entenderlo, sin cansar a otros que puede si lo hayan intuido, te dejo un enlace de los antecedentes de este mi nuevo mensaje.
https://relojes-especiales.com/thre...taciÓn-llega-la-despedida-in-memoriam.410648/
Sí, estoy hablando de Blas Martínez. E intentaré, si es que no os canso demasiado y llegáis leyendo hasta el final, contaros lo que la emoción, a veces, no permite expresarse como uno quisiera. Explicar cómo Blas intentó quedarse para siempre conmigo mientras viva. Lo intentó y nadie mejor que yo puedo asegurar que lo está consiguiendo.
En las postrimerías del año 2015, cuando Blas ya estaba tocado por el hálito de la Parca pero se resistía a admitir tan cruda realidad, hablamos, bien lo recuerdo, de vivencias de nuestra niñez, de chavales, de jóvenes, de amores enternecedores, amores que nunca florecieron, otros que se marchitaron…y entre tantas otras cosas más, de los principios de nuestra lucha en el mundo laboral. Y en una de tantas charlas, siempre por teléfono pues no logramos llegar a conocernos en persona, le contaba cómo tuve la oportunidad de dar un giro copernicano a mi vida abocado a una segura mejor situación laboral y en consecuencia económica. Y sigo recordando cómo me invitó a que se lo contase en un escrito y remitiese en un e-mail. Fue entonces cuando le comenté que había publicado un libro en que contaba algunas cosas de esas. Se lo envié como regalo de Navidad con mi especial dedicación.
Un día, cuando la enfermedad estaba casi a punto de arrebatarle hasta el aliento, con voz rota, tenue, pero firme me confesaba que se había portado mal conmigo, que no había leído el libro que con tanto cariño le había dedicado…que supiera disculparle, pero que no se veía con ánimos de hacerlo, leerlo, ya que no podría poner la atención tal como le habría gustado de estar bien de salud. Que no me preocupara que seguro llegarían días en que podría leerlo y releerlo…Y no llegaron nunca porque se fue. Pero mucho agradecí sus palabras mostrando el detalle de una sensibilidad que me enseñaba a valorar al amigo que la vida me regaló.
Pasaron los meses y Blas quedó dormido para siempre en un frio nicho que nunca podrá saber la ventura que ha tenido de recoger el débil y menguado cuerpo de un ser tan excepcional. Cinco días habían pasado desde su entierro cuando una tarde recibí una llamada de un móvil conocido pero la voz del que llamaba me era totalmente desconocida. En la pantalla del móvil se leía, Blas Martínez y un escalofrío recorrió todo mi cuerpo desde la cabeza los pies. - Imposible, no puede ser que me llame Blas, me decía. Iba en el coche y tuve que parar a toda prisa porque sentía que por momentos me iba a bloquear, que una fuerza extraña me agarrotaba.
- Diga…¿Blas, eres tú...? No puede ser…¡Diga…!
Y una voz grave me informa que es el hermano de Blas, que le disculpe, pero que tiene que hablar conmigo, que debe comentarme algo referente a su difunto hermano.
Le escuché atento. Y me explicó que pocas horas antes de fallecer, Blas lo llamó y le dejó un encargo muy concreto.
- Un libro escrito por usted, que deseaba quedase entre las pertenencias de la familia y me encargó que lo guardase siempre como muestra y recuerdo de una amistad con alguien al que apreciaba mucho. Usted, porque usted es…
Le di las gracias y le mostré mi agradecimiento por el detalle de comunicármelo. No había acabado mis palabras cuando oigo que me dice;
- Por favor, deberá facilitarme una dirección para hacerle llegar una cajita que me pidió le enviase cuando él ya no estuviera. La tengo en las manos, no puedo decirle qué hay dentro, no lo sé, pero no se preocupe se la remitiré donde me diga.
Y así fue como pocos días después una agencia de transportes me entregó un pequeño paquete en el que aparecía mi nombre escrito con letra de mano temblorosa pero que fácilmente reconocí que era de Blas.
¿Me creerás si te digo que estuve varios días sin poder abrirla y comprobar que había dentro? Pues sí, es verdad. Seis o siete días estuvo la caja delante de mí en la mesa y bien tentado estuve de no abrirla dejándola tal como la recibí haciendo honor al recuerdo de la persona que había tenido el detalle de acordarse de mí en sus últimas horas de vida.
Hasta que un día, allá cuando la alborada comienza a robarle el tiempo a la oscuridad, me decidí a abrirla.
Mi sorpresa fue mayúscula. En mis manos tenía el último detalle de un amigo que quiso dejar firmado el sello de nuestra amistad con una especie de corazón que latiendo pudiera suplir en mis manos al suyo, a su persona, a su amistad… Y una escueta pero aclaradora nota que decía.
- Luis, es para ti, no lo dejes parar, es mi corazón, dale cuerda y así podré seguir viviendo cuando el que llevo dentro pronto se pare. Tu amigo que espera seas tan feliz como yo le he sido compartiendo contigo ratos y aficiones. Adiós Luis, un fuerte abrazo para siempre. Blas Martínez.
Y aquí está conmigo. Ha vivido esos casi 250 días sin parar. Blas ha podido seguir estando a mi lado, en silencio pero bien notaba que sobrevolaba a mi alrededor entre Tic-tac y Tic-tac…
Pero todo duelo llega a su fin y como decía más arriba, ha llegado el momento en que el dolor se ha transformado en una reconfortante e inmensa alegría por haber podido gozar de un buen amigo. Y como nexo de unión de entrambos, SU CORAZÓN, aunque no palpite, ESTÁ PARA SIEMPRE EN MIS MANOS.
Blas siempre seguirá presente en mi recuerdo y si alguna vez flaqueara mi pobre memoria, este precioso Dugena, su CORAZÓN, bien se cuidará de recordármelo. - Tic-tac, tic-tac, tic-tac…¡Hola Blas…!
De nuevo vuelvo a pedirte disculpas por lo extenso de este escrito, pero no he podido recortarlo más, Blas bien se lo merece. Es mi último homenaje en el foro a un amigo.
NOTA: Cuando entré en el perfil de Blas ya fallecido y el reloj conmigo, busqué sus mensajes me encontré con que en el hilo de venta del Dugena ponía “Vendid@” y en una última entrada; In memoriam “El post ha sido borrado por Goldoff.” Entonces fue cuando me di cuenta que Blas había preparado con antelación su regalo, lo que él quería que fuese su CORAZÓN en manos del amigo, en previsión de un final que aunque aún tardó unos meses desgraciadamente llegó.
Saludos.
Abro este hilo en este subforo off-topic con la sola intención de dejar plasmados algunos sentimientos respecto a una amistad. Si a alguien le molestase, por lo que fuere, le ruego disculpas, nunca sería esa mi intención, la de molestar a nadie. Y de ser necesario, dejo la puerta abierta para que el Administrador o Moderador de turno puedan eliminarlo.
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CON SU CORAZÓN EN MIS MANOS…
Ahora cuando acaricio su último recuerdo. Ahora cuando entro a leer algo de lo que nos carteamos…Si, ahora que han pasado ya largos 21 meses desde que se marchó, ahora… Ahora ya no me quedan lágrimas en ese pozo cuasi eterno de los recuerdos para saludar al ausente.
Así que ahora ya puedo liberar mi sentimiento apresado entre los barrotes blandos de un tiempo que parecía alargarse eternamente.
- Mañana empezaré a…- Espera que aún no es el momento…y así un día tras otro han ido quedando atrás cerca de 250 muescas en el invisible calendario que impertérrito me iba anunciando; - Venga…no lo dejes pasar… ÉL se lo merece…
Y aquí estoy de nuevo con la intención de cerrar definitivamente un duelo que no esperé ni deseaba pero que jamás pensé podría alargarse tanto. Porque…¿puede llegar a ser tan honda, tan profunda, tan enraizada una amistad? Una amistad corta, tan corta que no llegó ni a los dos años. No sé qué decir, solo reconozco que el dolor poco a poco ha ida dejando paso a una cierta y reconfortante alegría por haber podido compartir una amistad con alguien que de todo corazón me la brindó y yo intenté corresponderle.
Disculpa, llevas un rato leyendo y no te he contado de qué va esto. Para que puedas entenderlo, sin cansar a otros que puede si lo hayan intuido, te dejo un enlace de los antecedentes de este mi nuevo mensaje.
https://relojes-especiales.com/thre...taciÓn-llega-la-despedida-in-memoriam.410648/
Sí, estoy hablando de Blas Martínez. E intentaré, si es que no os canso demasiado y llegáis leyendo hasta el final, contaros lo que la emoción, a veces, no permite expresarse como uno quisiera. Explicar cómo Blas intentó quedarse para siempre conmigo mientras viva. Lo intentó y nadie mejor que yo puedo asegurar que lo está consiguiendo.
En las postrimerías del año 2015, cuando Blas ya estaba tocado por el hálito de la Parca pero se resistía a admitir tan cruda realidad, hablamos, bien lo recuerdo, de vivencias de nuestra niñez, de chavales, de jóvenes, de amores enternecedores, amores que nunca florecieron, otros que se marchitaron…y entre tantas otras cosas más, de los principios de nuestra lucha en el mundo laboral. Y en una de tantas charlas, siempre por teléfono pues no logramos llegar a conocernos en persona, le contaba cómo tuve la oportunidad de dar un giro copernicano a mi vida abocado a una segura mejor situación laboral y en consecuencia económica. Y sigo recordando cómo me invitó a que se lo contase en un escrito y remitiese en un e-mail. Fue entonces cuando le comenté que había publicado un libro en que contaba algunas cosas de esas. Se lo envié como regalo de Navidad con mi especial dedicación.
Un día, cuando la enfermedad estaba casi a punto de arrebatarle hasta el aliento, con voz rota, tenue, pero firme me confesaba que se había portado mal conmigo, que no había leído el libro que con tanto cariño le había dedicado…que supiera disculparle, pero que no se veía con ánimos de hacerlo, leerlo, ya que no podría poner la atención tal como le habría gustado de estar bien de salud. Que no me preocupara que seguro llegarían días en que podría leerlo y releerlo…Y no llegaron nunca porque se fue. Pero mucho agradecí sus palabras mostrando el detalle de una sensibilidad que me enseñaba a valorar al amigo que la vida me regaló.
Pasaron los meses y Blas quedó dormido para siempre en un frio nicho que nunca podrá saber la ventura que ha tenido de recoger el débil y menguado cuerpo de un ser tan excepcional. Cinco días habían pasado desde su entierro cuando una tarde recibí una llamada de un móvil conocido pero la voz del que llamaba me era totalmente desconocida. En la pantalla del móvil se leía, Blas Martínez y un escalofrío recorrió todo mi cuerpo desde la cabeza los pies. - Imposible, no puede ser que me llame Blas, me decía. Iba en el coche y tuve que parar a toda prisa porque sentía que por momentos me iba a bloquear, que una fuerza extraña me agarrotaba.
- Diga…¿Blas, eres tú...? No puede ser…¡Diga…!
Y una voz grave me informa que es el hermano de Blas, que le disculpe, pero que tiene que hablar conmigo, que debe comentarme algo referente a su difunto hermano.
Le escuché atento. Y me explicó que pocas horas antes de fallecer, Blas lo llamó y le dejó un encargo muy concreto.
- Un libro escrito por usted, que deseaba quedase entre las pertenencias de la familia y me encargó que lo guardase siempre como muestra y recuerdo de una amistad con alguien al que apreciaba mucho. Usted, porque usted es…
Le di las gracias y le mostré mi agradecimiento por el detalle de comunicármelo. No había acabado mis palabras cuando oigo que me dice;
- Por favor, deberá facilitarme una dirección para hacerle llegar una cajita que me pidió le enviase cuando él ya no estuviera. La tengo en las manos, no puedo decirle qué hay dentro, no lo sé, pero no se preocupe se la remitiré donde me diga.
Y así fue como pocos días después una agencia de transportes me entregó un pequeño paquete en el que aparecía mi nombre escrito con letra de mano temblorosa pero que fácilmente reconocí que era de Blas.
¿Me creerás si te digo que estuve varios días sin poder abrirla y comprobar que había dentro? Pues sí, es verdad. Seis o siete días estuvo la caja delante de mí en la mesa y bien tentado estuve de no abrirla dejándola tal como la recibí haciendo honor al recuerdo de la persona que había tenido el detalle de acordarse de mí en sus últimas horas de vida.
Hasta que un día, allá cuando la alborada comienza a robarle el tiempo a la oscuridad, me decidí a abrirla.
Mi sorpresa fue mayúscula. En mis manos tenía el último detalle de un amigo que quiso dejar firmado el sello de nuestra amistad con una especie de corazón que latiendo pudiera suplir en mis manos al suyo, a su persona, a su amistad… Y una escueta pero aclaradora nota que decía.
- Luis, es para ti, no lo dejes parar, es mi corazón, dale cuerda y así podré seguir viviendo cuando el que llevo dentro pronto se pare. Tu amigo que espera seas tan feliz como yo le he sido compartiendo contigo ratos y aficiones. Adiós Luis, un fuerte abrazo para siempre. Blas Martínez.
Y aquí está conmigo. Ha vivido esos casi 250 días sin parar. Blas ha podido seguir estando a mi lado, en silencio pero bien notaba que sobrevolaba a mi alrededor entre Tic-tac y Tic-tac…
Pero todo duelo llega a su fin y como decía más arriba, ha llegado el momento en que el dolor se ha transformado en una reconfortante e inmensa alegría por haber podido gozar de un buen amigo. Y como nexo de unión de entrambos, SU CORAZÓN, aunque no palpite, ESTÁ PARA SIEMPRE EN MIS MANOS.
Blas siempre seguirá presente en mi recuerdo y si alguna vez flaqueara mi pobre memoria, este precioso Dugena, su CORAZÓN, bien se cuidará de recordármelo. - Tic-tac, tic-tac, tic-tac…¡Hola Blas…!
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De nuevo vuelvo a pedirte disculpas por lo extenso de este escrito, pero no he podido recortarlo más, Blas bien se lo merece. Es mi último homenaje en el foro a un amigo.
NOTA: Cuando entré en el perfil de Blas ya fallecido y el reloj conmigo, busqué sus mensajes me encontré con que en el hilo de venta del Dugena ponía “Vendid@” y en una última entrada; In memoriam “El post ha sido borrado por Goldoff.” Entonces fue cuando me di cuenta que Blas había preparado con antelación su regalo, lo que él quería que fuese su CORAZÓN en manos del amigo, en previsión de un final que aunque aún tardó unos meses desgraciadamente llegó.
Saludos.