Con 9 años ya me expulsaron de los Escolapios. No fue la única.... ni la segunda ni la tercera vez. Me crié en el campo semislavaje. De muy niño ya sabía manejar las bestias...sin montura pues no tenía fuerza para aparejarlas, si no estaba mi abuelo a mano. Sé colocar trampas de todo tipo, para culaquier tipo de animal, a lazo o cepo. Era criminal, me encantaba buscar escorpiones, coger serpientes y me picaban las avispas continuamente. Mis perros eran canallescos y cuando se escapaban, a mi abuelo le costaba el dinero de las ovejas que liquidaban en las fincas limítrofes... pero eran de su nieto Alberto, no pasaba nada, pagaba religiosamente y no los mataba. Eran los perros de su nieto.
Tenía un águila culebrera, suelta, que le mataba los pollos a mi abuelo, pero como con los perros , no pasaba nada, era mia.
Siempre tenía rayones ( jabalíes) que me seguían todas partes... hasta que mia abuelo decidía que debían ocupar la cazuela... lo cual me entristecía hasta que llegaba el siguiente. El último se llamó Massini.
Me lo pasaba como los indios, le robaba las motos a los hombres que tenía trabajando mi abuelo y se las dejaba sin gasolina, me metía en los incendios , en los pozos, en cualquier cosa que fuera peligrosa, le robaba los Celtas a los trabajadoes y me los fumaba con mi hermano sin saber lo que hacía, pero molaba. Si no, me fumaba los pajotes huecos en el pajar... con el riesgo de incendio que eso suponía, pero yo no lo veía, bebía leche directamente de la vaca sin hervir y nunca trinqué brucelosis, le tiraba en los huevos a los toros y cochinos con al escopetilla de plomo y hacía rodeo montado en los carneros, mi abuela me lavaba dos veces por semana en un barreño de zinc con agua calentada en la candela con el cubo negro y un jarrillo de lata fabricado por mai abuelo, priemor a la luz de un candil, luego de un carburo y más tarde del petromax (muchos no sabrán ni de lo que hablo). Siempre me escaldaba vivo, iba con mi abuelo todas las tardes a recoger los huevos de las gallinas que vivían en libertad y muchas noches de verano, dormía a al intemperie, bajo una parra, con mi abuelo, pero de eso hace ya mucho tiempo, en la Sierra norte de Sevilla, junto a un afluente del Guadalquivir... en fin, me lo pasaba de puta madre, no como ahora, que estoy hecho un gilipollas.
Echo de menos mi infancia y adolescencia. Y a mi abuelo. Nunca, jamás, nada será igual.