P
PEPELIZA
Milpostista
Sin verificar
[SIZE=-1]Un vasco iba por la calle y se encontró un espejito de cartera, lo levantó, se miró y dijo: ¡Anda la ostia! A este tío lo conozco.... y se lo guardó en el bolsillo del pantalón.
De regreso a su casa volvió a mirarse al espejo y repitió: ¡Ah joder! ¡Qué a este tío lo conozco! Al entrar a su casa guardó el espejo en el bolsillo de su pantalón y se sentó en la mesa del comedor. Mientras la Idoya le servía la comida, el vasco volvía a mirarse en el espejo y repetía: ¡Ostia! ¡Yo a este tío lo conozco!
Cuando Idoia se dió cuenta que se guardaba algo, le preguntó: Oye, Mikel ¿qué tienes en la mano? ¡Nada importante, mujer! Y se guardó el espejo en el bolsillo del pantalón. Terminada la cena el vasco se fue a dormir dejando el pantalón sobre una silla.
La Idoya, intrigada, una vez dormido el marido se acercó a la silla y sacó el espejo del bolsillo del pantalón, se miró al mismo y dijo: ¡Ya lo sabía! ¡Es una foto de mujer! ¡Y qué cara de puta que tiene![/SIZE]
De regreso a su casa volvió a mirarse al espejo y repitió: ¡Ah joder! ¡Qué a este tío lo conozco! Al entrar a su casa guardó el espejo en el bolsillo de su pantalón y se sentó en la mesa del comedor. Mientras la Idoya le servía la comida, el vasco volvía a mirarse en el espejo y repetía: ¡Ostia! ¡Yo a este tío lo conozco!
Cuando Idoia se dió cuenta que se guardaba algo, le preguntó: Oye, Mikel ¿qué tienes en la mano? ¡Nada importante, mujer! Y se guardó el espejo en el bolsillo del pantalón. Terminada la cena el vasco se fue a dormir dejando el pantalón sobre una silla.
La Idoya, intrigada, una vez dormido el marido se acercó a la silla y sacó el espejo del bolsillo del pantalón, se miró al mismo y dijo: ¡Ya lo sabía! ¡Es una foto de mujer! ¡Y qué cara de puta que tiene![/SIZE]