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Lo ultimo de Nick Cave. Push The Sky Away

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Cada nuevo disco de Nick Cave, ya sea con “malas semillas” o sin ellas, se convierte en uno de los acontecimientos del año. “Push The Sky Away”, su primer trabajo junto a los Bad Seeds desde 2008, no iba a ser la excepción, máxime porque en este tiempo se ha dedicado tan de lleno a Grinderman y a las bandas sonoras que parecía que los Bad Seeds estaban, cuando menos, adormilados. Así que bastó que se diera a conocer la noticia de un nuevo lanzamiento para que se armara un buen revuelo que tampoco cesó cuando se dio a conocer la portada del disco, una sencilla fotografía en blanco y negro firmada por Dominique Issermann: sin duda una de las mejores, pero también envuelta en polémica. No pocos fueron los que vieron en esa foto con reminiscencias de la obra de Francesca Woodman a un Nick Cave castigador expulsando Eva del paraíso y algún que otro medio la publicó con la advertencia de “NSFW” (no apta para ver en el trabajo). Al final, no es más que una foto en la que se puede ver cómo Nick Cave abre las ventanas de su habitación para iluminar a su mujer, la modelo de la foto (es lo que tiene vivir rodeado de un halo de malditismo, que hasta la foto más sencilla se convierte en objeto de teorías extrañas). Para más inri, se trata del primer álbum de los Bad Seeds sin la presencia de Mick Harvey, que se sintió excluido de aquellas giras de Nick Cave en las que iba acompañado de parte de los Bad Seeds, casualmente, los mismos que formaban Grinderman. Así pues, la polémica estaba servida casi antes de conocer nada del disco. Y entonces llegó el single, “We Know Who U R”, en el que no sólo tuvo la “osadía” de reducir palabras a la mera consonante, como si fuera un adolescente mandando un whatsapp, sino que además, ¡sorpresa!, añadía toques electrónicos. Más de un fan se llevó las manos a la cabeza porque, admitámoslo, el fan de Nick Cave no quiere más sobresaltos que los que provocan las cuerdas del violín de Warren Ellis.



A diferencia de otras viejas glorias que se aferran a su juventud y se empeñan en copiar la fórmula con la que triunfaron hasta cargarse su legado, Nick Cave ha ido evolucionando con los años, de forma progresiva pero sin pausa, por lo que a nadie sorprende ya cuando se desmarca con un álbum sosegado, lleno de baladas y medios tiempos. Incluso cuando opta por dar rienda suelta a su vena más rockera lo hace sin complejos y prácticamente con la misma ferocidad de sus inicios. Nick Cave vuelve ahora con un álbum que en apariencia se sitúa en la línea de sus trabajos más melancólicos (“The Boatman's Call”, “No More Shall We Part”, “Abbatoir Blues / The Lyre Of Orpheus”)... pero sólo en apariencia, porque en cuanto se rasca un poco nos encontramos ante un álbum mucho más áspero que los ya citados, oscuro, casi opresivo, que poco o nada tiene del optimismo de canciones como “Breathless”. Sí, ciertamente hay baladas, pero son guturales, nihilistas, áridas, y algunas como “Mermaids” profundamente desoladoras. Es cierto que la primera escucha deja una falsa sensación de optimismo, pero a medida que uno se adentra en el mundo que Nick Cave ha construido en “Push The Sky Away” descubre que es un disco noctámbulo y oscuro en el que hay una cierta gravedad, tanto temática como musical. No miente Nick Cave cuando dice que si este álbum fuera un hijo sería ese “niño fantasma en la incubadora cuyos pequeños y temblorosos latidos son los loops de Warren Ellis”. Basta con escuchar el disco para comprobar que las palabras de Cave no son una boutade, y que en este álbum la presencia de Ellis tiene más presencia que nunca, ya sea tocando el violín de forma trémula o sincopada, marcando la pulsión emocional de cada tema. Y, sí, también se encarga de esos loops que al principio tanto sorprendieron pero que después de todo encajan de forma absolutamente natural en esa maquinaria que son los Bad Seeds. Quienes aún sean alérgicos a cualquier tipo de cambio encontrarán al Nick Cave más clásico en “Mermaids” (una de esas baladas capaces de poner la carne de gallina a cualquier), en “Water's Edge” (el corte más rockero del disco, con esas reflexiones en torno a la indiferencia que se desarrolla con la edad) o incluso en “Higgs Boson Blues”. Hay incluso espacio para la autorreferencia en “Finishing Jubilee Street”, en la que Cave cuenta un sueño que tiene tras terminar de componer “Jubilee Street” y en el que se encuentra con una mujer joven escondiéndose (¿origen, quizás, de la idea tras el vídeo de “Jubilee Street”?) y en el que participa uno de esos coros a los que el australiano tiene tanta querencia.



“Push The Sky Away” es accesible desde el primer momento, pero a diferencia de lo que sucede con los últimos discos de Nick Cave & The Bad Seeds, en éste sólo se aprecian todos los detalles a media que aumentan las escuchas y se van descubriendo esas aristas más propias de los tiempos de “From Her To Eternity”, por más que las canciones vengan envueltas en forma de baladas o medios tiempos. Da igual que Cave haya sentado la cabeza: musicalmente, aún está a años luz de abrazar ideales burgueses.

Y por aquí nos alegramos.


fuente.. https://www.playgroundweb.com/
 
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