E
Evighetens
Forer@ Senior
Sin verificar
Saludos a todos.
Abro este hilo para compartir una experiencia de esas que para quien no la entienda parece una tontería, pero que los que hemos tenido la suerte de ser sensibles respecto a este tipo de música nos parece algo mágico, algo que le cambia a uno la vida: un concierto de la banda canadiente Godspeed You! Black Emperor.
Fue el miércoles 31 de Octubre de 2012 en la Sala Apolo en Barcelona, a las 8 se abrieron las puertas, el público entró, pidió bebidas, se sentó...la gente hablaba y se movía. De repente empezó a sonar un violín con ciertas influencias del folk, todo el mundo miraba a su alrededor para ver de donde salía ese sonido, que resultó provenir de uno de los componentes de Dead Rat Orchestra (un grupo que desconocía). Tras unos instantes, apareció de entre la multitud otro de los componentes con unos cascabeles atados a los pies y, ambos descalzos, nos deleitaron con preciosas y sencillas canciones a ras de suelo, para luego subir al escenario y desplegar un sinfín de recursos, entre dos personas (faltaba el tercer músico, que había sido padre por cuarta vez y no podía asistir) y en media hora se nos mostró el jugo que se le puede sacar a un violín, un violonchelo, una guitarra con tres cuerdas y algún que otro instrumento raro, como un hilo metálico o un pequeño micrófono metido en la boca. Tras la despedida en español, una gran ovación y un gran respeto por parte de los asistentes dejaron paso a un zumbido grave, profundo, que se metía por todos tus poros y te hacía vibrar físicamente debido al volumen, ese sonido bautizado como "hope drone" (zumbido/zángano de la esperanza en inglés) que iba acompañado de la proyección de la palabra "HOPE" en una pantalla blanca. No se durante cuanto se emitió ese sonido...diez minutos? veinte? cuatro horas? Daba igual, era el preludio de algo especial, seguro.
Entró una violinista que, poco a poco, fue destacando por encima del hope drone con un sonido agudo y lastimero acompañado con una leve de guitarra e imágenes a ratos bucólicas, a ratos extrañas, impactantes, potentes. Allí estaban, Godspeed You! Black Emperor, una banda de culto, unos músicos imprescindibles, de lo más grande que le ha pasado a la música a pesar del nulo reconocimiento en las esferas superficiales del mundo del arte. Dos baterías, tres guitarras, un violín y un bajo, eso necesitaron para llenar durante dos horas toda la Sala Apolo de post-rock, de belleza apocalíptica, de ruido ensordecedor a la par que hermoso. Que temas tocaron? No lo recuerdo. Cuantos? No lo se, nunca dejaron de tocar hasta el final, eso no es lo importante, lo importante es que lo que desencadenan estos músicos en el interior de las personas es algo que supera la comprensión humana, despiertan uno de los sentimientos más bonitos que se pueden sentir: sonreír y llorar a la vez. Miraras donde miraras podías encontrar gente con los ojos cerrados, sonriendo, llorando, moviéndose extasiada, con las manos apuntando al cielo. Miraras donde miraras podías encontrar gente feliz, en paz.
Dicen que el post-rock es música apocaliptica, te lleva durante minutos a través de un sinuoso camino que parece no tener fin, hasta que te lleva a lo más alto, explota en un clímax que te lanza al vacío y, mientras caes, puedes ver todo lo bello del mundo desde arriba, desde un lugar privilegiado...y luego...la nada. Se fueron prácticamente sin despedirse, tan solo uno de ellos hizo un leve movimiento con la mano, se escondieron dejando los instrumentos solos, sonando. Pues eso mismo vivimos los que asistimos a esta obra de arte, los efectos de cuya explosión todavía se sienten días después, por suerte.
Muchas gracias a los que hayáis leído hasta aquí, siento la extensión del post, pero creo que un evento así bien merecía una explicación un tanto pausada.
Abro este hilo para compartir una experiencia de esas que para quien no la entienda parece una tontería, pero que los que hemos tenido la suerte de ser sensibles respecto a este tipo de música nos parece algo mágico, algo que le cambia a uno la vida: un concierto de la banda canadiente Godspeed You! Black Emperor.
Fue el miércoles 31 de Octubre de 2012 en la Sala Apolo en Barcelona, a las 8 se abrieron las puertas, el público entró, pidió bebidas, se sentó...la gente hablaba y se movía. De repente empezó a sonar un violín con ciertas influencias del folk, todo el mundo miraba a su alrededor para ver de donde salía ese sonido, que resultó provenir de uno de los componentes de Dead Rat Orchestra (un grupo que desconocía). Tras unos instantes, apareció de entre la multitud otro de los componentes con unos cascabeles atados a los pies y, ambos descalzos, nos deleitaron con preciosas y sencillas canciones a ras de suelo, para luego subir al escenario y desplegar un sinfín de recursos, entre dos personas (faltaba el tercer músico, que había sido padre por cuarta vez y no podía asistir) y en media hora se nos mostró el jugo que se le puede sacar a un violín, un violonchelo, una guitarra con tres cuerdas y algún que otro instrumento raro, como un hilo metálico o un pequeño micrófono metido en la boca. Tras la despedida en español, una gran ovación y un gran respeto por parte de los asistentes dejaron paso a un zumbido grave, profundo, que se metía por todos tus poros y te hacía vibrar físicamente debido al volumen, ese sonido bautizado como "hope drone" (zumbido/zángano de la esperanza en inglés) que iba acompañado de la proyección de la palabra "HOPE" en una pantalla blanca. No se durante cuanto se emitió ese sonido...diez minutos? veinte? cuatro horas? Daba igual, era el preludio de algo especial, seguro.
Entró una violinista que, poco a poco, fue destacando por encima del hope drone con un sonido agudo y lastimero acompañado con una leve de guitarra e imágenes a ratos bucólicas, a ratos extrañas, impactantes, potentes. Allí estaban, Godspeed You! Black Emperor, una banda de culto, unos músicos imprescindibles, de lo más grande que le ha pasado a la música a pesar del nulo reconocimiento en las esferas superficiales del mundo del arte. Dos baterías, tres guitarras, un violín y un bajo, eso necesitaron para llenar durante dos horas toda la Sala Apolo de post-rock, de belleza apocalíptica, de ruido ensordecedor a la par que hermoso. Que temas tocaron? No lo recuerdo. Cuantos? No lo se, nunca dejaron de tocar hasta el final, eso no es lo importante, lo importante es que lo que desencadenan estos músicos en el interior de las personas es algo que supera la comprensión humana, despiertan uno de los sentimientos más bonitos que se pueden sentir: sonreír y llorar a la vez. Miraras donde miraras podías encontrar gente con los ojos cerrados, sonriendo, llorando, moviéndose extasiada, con las manos apuntando al cielo. Miraras donde miraras podías encontrar gente feliz, en paz.
Dicen que el post-rock es música apocaliptica, te lleva durante minutos a través de un sinuoso camino que parece no tener fin, hasta que te lleva a lo más alto, explota en un clímax que te lanza al vacío y, mientras caes, puedes ver todo lo bello del mundo desde arriba, desde un lugar privilegiado...y luego...la nada. Se fueron prácticamente sin despedirse, tan solo uno de ellos hizo un leve movimiento con la mano, se escondieron dejando los instrumentos solos, sonando. Pues eso mismo vivimos los que asistimos a esta obra de arte, los efectos de cuya explosión todavía se sienten días después, por suerte.
Muchas gracias a los que hayáis leído hasta aquí, siento la extensión del post, pero creo que un evento así bien merecía una explicación un tanto pausada.
