P
PET
Habitual
Sin verificar
Eran algo más de las once de la mañana cuando salí de casa. Hoy es domingo, y en las pequeñas ciudades la gente acostumbra a ponerse sus mejores ropas, a peinarse especialmente bien, marcando la raya a la derecha o a la izquierda según gustos. Con la cara fresca y bien aseado, salí de casa dando un paseo sin más intención que la de encontrame con un amigo para charlar un rato. Habíamos quedado en la plazoleta que hay a los pies de la Catedral. Allí coincidimos los dos con extrema puntualidad. Nos sentamos en un banco y comenzamos a hablar.
A primera hora no hacía calor, pero como el sol ya comienza a tomar fuerza, sobre las doce y media nos arremangamos. El llevaba un Omega de oro que era de su padre, y yo llevaba mi reverso.
Estuvimos hablando cerca de hora y media sobre mil cosas. La gente paseaba por las cercanías, y la mayor parte lo hacía sin prisa. Nosotros estábamos viendo pasar el tiempo, como si no hubiese nada que hacer, como si tuviésemos la eternidad por delante.
En unos momentos de silencio pensé que todos los días deberían ser así, sin prisa. Fui consciente de que cuando se acabe nuestro tiempo en la tierra perderemos el placer de medir algo tan valioso y tan escaso como el tiempo. Acaso la mejor forma de gastarlo sea verlo pasar, y medirlo con un JLC.
A mi me parece sin embargo que Dios pensó en todo cuando nos puso en la tierra y creó el Paraíso. Cuando vayamos a la morada donde el tiempo es eterno, seguro que a la entrada nos dan un reverso a cada uno. Al fin y al cabo, qué mejor lugar para sentarse y contemplar el paso de las horas.
Este es el reloj que entregan cuando llegas al cielo (tiene dos horarios, el terrestre y el del Paraiso):
A primera hora no hacía calor, pero como el sol ya comienza a tomar fuerza, sobre las doce y media nos arremangamos. El llevaba un Omega de oro que era de su padre, y yo llevaba mi reverso.
Estuvimos hablando cerca de hora y media sobre mil cosas. La gente paseaba por las cercanías, y la mayor parte lo hacía sin prisa. Nosotros estábamos viendo pasar el tiempo, como si no hubiese nada que hacer, como si tuviésemos la eternidad por delante.
En unos momentos de silencio pensé que todos los días deberían ser así, sin prisa. Fui consciente de que cuando se acabe nuestro tiempo en la tierra perderemos el placer de medir algo tan valioso y tan escaso como el tiempo. Acaso la mejor forma de gastarlo sea verlo pasar, y medirlo con un JLC.
A mi me parece sin embargo que Dios pensó en todo cuando nos puso en la tierra y creó el Paraíso. Cuando vayamos a la morada donde el tiempo es eterno, seguro que a la entrada nos dan un reverso a cada uno. Al fin y al cabo, qué mejor lugar para sentarse y contemplar el paso de las horas.
Este es el reloj que entregan cuando llegas al cielo (tiene dos horarios, el terrestre y el del Paraiso):
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