Catilina
Milpostista
Verificad@ con 2FA
Como sabéis he estado este mes de enero, abandonando mis funciones de moderador, en Argentina trabajando.
Pero después del trabajo nos reservamos tres días para visitar Calafate y conocer los glaciares. Y aprovechando hice algunas fotos relojeras, para malpagar mi deserción temporal del RE con un post de G-Shock en/con el hielo.
En primer lugar decir que los glaciares son el fenómeno natural que más impresionante me ha resultado en vivo, el más diferente respecto a fotografías y vídeos. Iguazú es increíble, y existe una diferencia importante entre la idea y la realidad a pie de catarata (y lo sé bien: nos metieron debajo de la catarata el anterior enero), pero es de grado más que de categoría. Los glaciares no son mucho más que lo que se muestra en las fotos o películas, son otra cosa.
Elegimos dos excursiones en nuestros tres días de estancia, la primera el trekking conocido como Big Ice.
El Big Ice implica seis horas de camino, más de cuatro sobre el glaciar Perito Moreno con crampones, existía la opción del Minitrekking, de hora y media, pero yo dije que me negaba a ir a una actividad que llevara un “mini” en su título (duro CxFiter dixit). Mis compañeros, de primeras, aducían que después de un mes de trabajo diario ininterrumpido e intenso quizá fuera excesiva una actividad que se limitaba a personas entre los dieciocho y los cincuenta años, con un montón de restricciones (no sobrepeso, no embarazadas, no personas con problemas cardiovaculares, respiratorias...) y avisos sobre su dureza (pues eso es lo que mola so cenutrios).
En primer lugar insistí en mi argumentario sobre base chucknorriseana, y apunté que en la otra actividad parecía que darían un “Mi pequeño Pony” Rosa a cada uno para que le cepillásemos el pelo mientras andábamos y que eran unas lloronas patéticas. Inexplicablemente este discurso, pleno de lógica y sentido, no parecía convencer a mis compañeros (¿?), así que les recordé que tres de nosotros tenemos bastante más de cuarenta y en unos añitos no íbamos a poder elegir: simplemente no nos dejarían hacerlo. La fugacidad del tiempo y la edad que se acumula son una apuesta segura, se apuntaron ante la idea de que quizá nunca más pudieran hacerlo.
Aquí una foto del Perito Moreno, antes del trekking das un paseo de una hora por las plataformas que muestran su frente. Tuvimos suerte, vimos y escuchamos tres grandes desprendimientos y vimos cómo las olas consecuentes barrían lenta pero desmesuradamente el lago, llegando hasta sus orillas. Creo que te hacen dar este paseo para (a) calentar y para (b) que veas que no vas a subir a cualquier cosa. En todo caso constaté que ya se estaba rompiendo antes de que yo estuviera arriba, por lo que no se me podría acusar de quebrarlo con mis poderosos pasos .
En esta, sobre el Perito Moreno, los relojes que llevábamos los cuatro compañeros, aclaro, en pro de mi honorabilidad, que pese a ser el director de la empresa no obligo a los compañeros a llevar G-Shocks, sino que son todos entusiastas radicales. De hecho, después de contagiarles la afición se dedican a ningunearme a los mecánicos con crueldad manifiesta (cría cuervos, dales un criterio y pensarán en la relojería ¡¡¡con lógica!!! ¿Hasta dónde hemos de llegar?).
Una en pleno trekking:
Comiendo sobre el glaciar:
Los guías nos dijeron que fuimos el grupo que mejor anduvo en ese día, en los demás o bien alguien se rajó, jodiéndoles (porque cualquier otra palabra sería un eufemismo) la excursión a sus compañeros, o bien tenían un ritmo lentísimo. Por ello llegamos al punto de retorno antes de lo previsto y los guías nos dieron a elegir entre andar unos minutos más –quince de ida, quince de vuelta- para ver un lago que se había formado en el glaciar y que era inusualmente grande y hermoso, o volvernos a un ritmo más tranquilo. El grupo se decidió por ir a verlo aunque implicase un ritmo de vuelta más exigente, no hubo necesidad de despeñar a nadie por negarse, lo que habría lamentado, pero me habría parecido una opción razonable ante la disidencia.
Y aquí está el premio:
Los expedicionarios en el lago:
Y aquí una panorámica del lago, que era absolutamente indescriptible, por lo que no intentaré hacerlo, me limito a mostrarlo:
Al terminar el "paseo", en el refugio, nos dieron un café, que puesto que tuvimos un tiempo perfecto y, si acaso, demasiado caluroso, no hacía tanta falta como normalmente:
Como decían que la caminata era de seis horas y uno es pelín neurótico de esto de medir el tiempo -lo que en este espacio espero que sea mejor comprendido que en otros- puse el cronómetro al iniciar la marcha desde el refugio y lo paré nada más volver a él, creo que están dentro de los márgenes de tolerancia :
En el barco que te lleva de vuelta te ofrecen un whisky con hielo del Perito Moreno, debido a la ocasión (y a la calidad del whisky) me salté la norma de no ponerle hielo a otro whisky que no sea Glenfarclas, además así queda algo del Perito Moreno en nosotros :
Y así terminó la primera de nuestras dos actividades, al día siguiente nos habíamos apuntado a una tranquila para recuperarnos.
Ríos de Hielo: Un viaje en barco para visitar varios glaciares, entre ellos el Upsala, y el Spegazzini, dos de los más impresionantes que hay: El Upsala es el que, por varios motivos, desprende bloques de hielo flotantes (icebergs) de más tamaño y más hermosos, mostrando unos azules imposibles de creer si no se ven, e impresionantes, tanto como estos:
Aquí el hielo que usan para el whisky es del Upsala, y como mis compañeros estaban hartitos de fotos de relojes lo ilustro con un amigo que hice allí y que llevaba un Cartier Seatimer cronógrafo, que es de lo que más que gusta de la marca. Al parecer había dejado la afición a los relojes por el coleccionismo de teléfonos antiguos y me estuvo enseñando fotos, además de ilustrándome sobre el tema ¡¡¡alucinante!!! Aunque al hablarle del foro y pedirle una foto para poner acá creo que estoy llevándole de nuevo por el ¿mal? camino .
Después vimos el Spegazzini, que es el más alto de los glaciares de este parque ¡¡más de ciento diez metros!! El muro de Invernalia es un jodío escalón al lado de esto:
Aquí con unos barcos, de tres pisos y unos diez metros de altura, al lado para que hagáis una idea comparativa:
Y para terminar la foto mas friki-relojera de todas, porque al final no me llevé el Rangeman, pero nada más salir de casa para ir al avión activé el crono y nada más soltar las maletas lo paré. Aquí está, en horas, minutos, segundos y centésimas de segundo lo que duró nuestra aventura en Argentina:
Pues eso les cuento señores, que ya ando por aquí y que espero compensar mi deserción temporal con este reportaje
Pero después del trabajo nos reservamos tres días para visitar Calafate y conocer los glaciares. Y aprovechando hice algunas fotos relojeras, para malpagar mi deserción temporal del RE con un post de G-Shock en/con el hielo.
En primer lugar decir que los glaciares son el fenómeno natural que más impresionante me ha resultado en vivo, el más diferente respecto a fotografías y vídeos. Iguazú es increíble, y existe una diferencia importante entre la idea y la realidad a pie de catarata (y lo sé bien: nos metieron debajo de la catarata el anterior enero), pero es de grado más que de categoría. Los glaciares no son mucho más que lo que se muestra en las fotos o películas, son otra cosa.
Elegimos dos excursiones en nuestros tres días de estancia, la primera el trekking conocido como Big Ice.
El Big Ice implica seis horas de camino, más de cuatro sobre el glaciar Perito Moreno con crampones, existía la opción del Minitrekking, de hora y media, pero yo dije que me negaba a ir a una actividad que llevara un “mini” en su título (duro CxFiter dixit). Mis compañeros, de primeras, aducían que después de un mes de trabajo diario ininterrumpido e intenso quizá fuera excesiva una actividad que se limitaba a personas entre los dieciocho y los cincuenta años, con un montón de restricciones (no sobrepeso, no embarazadas, no personas con problemas cardiovaculares, respiratorias...) y avisos sobre su dureza (pues eso es lo que mola so cenutrios).
En primer lugar insistí en mi argumentario sobre base chucknorriseana, y apunté que en la otra actividad parecía que darían un “Mi pequeño Pony” Rosa a cada uno para que le cepillásemos el pelo mientras andábamos y que eran unas lloronas patéticas. Inexplicablemente este discurso, pleno de lógica y sentido, no parecía convencer a mis compañeros (¿?), así que les recordé que tres de nosotros tenemos bastante más de cuarenta y en unos añitos no íbamos a poder elegir: simplemente no nos dejarían hacerlo. La fugacidad del tiempo y la edad que se acumula son una apuesta segura, se apuntaron ante la idea de que quizá nunca más pudieran hacerlo.
Aquí una foto del Perito Moreno, antes del trekking das un paseo de una hora por las plataformas que muestran su frente. Tuvimos suerte, vimos y escuchamos tres grandes desprendimientos y vimos cómo las olas consecuentes barrían lenta pero desmesuradamente el lago, llegando hasta sus orillas. Creo que te hacen dar este paseo para (a) calentar y para (b) que veas que no vas a subir a cualquier cosa. En todo caso constaté que ya se estaba rompiendo antes de que yo estuviera arriba, por lo que no se me podría acusar de quebrarlo con mis poderosos pasos .
En esta, sobre el Perito Moreno, los relojes que llevábamos los cuatro compañeros, aclaro, en pro de mi honorabilidad, que pese a ser el director de la empresa no obligo a los compañeros a llevar G-Shocks, sino que son todos entusiastas radicales. De hecho, después de contagiarles la afición se dedican a ningunearme a los mecánicos con crueldad manifiesta (cría cuervos, dales un criterio y pensarán en la relojería ¡¡¡con lógica!!! ¿Hasta dónde hemos de llegar?).
Una en pleno trekking:
Comiendo sobre el glaciar:
Los guías nos dijeron que fuimos el grupo que mejor anduvo en ese día, en los demás o bien alguien se rajó, jodiéndoles (porque cualquier otra palabra sería un eufemismo) la excursión a sus compañeros, o bien tenían un ritmo lentísimo. Por ello llegamos al punto de retorno antes de lo previsto y los guías nos dieron a elegir entre andar unos minutos más –quince de ida, quince de vuelta- para ver un lago que se había formado en el glaciar y que era inusualmente grande y hermoso, o volvernos a un ritmo más tranquilo. El grupo se decidió por ir a verlo aunque implicase un ritmo de vuelta más exigente, no hubo necesidad de despeñar a nadie por negarse, lo que habría lamentado, pero me habría parecido una opción razonable ante la disidencia.
Y aquí está el premio:
Los expedicionarios en el lago:
Y aquí una panorámica del lago, que era absolutamente indescriptible, por lo que no intentaré hacerlo, me limito a mostrarlo:
Al terminar el "paseo", en el refugio, nos dieron un café, que puesto que tuvimos un tiempo perfecto y, si acaso, demasiado caluroso, no hacía tanta falta como normalmente:
Como decían que la caminata era de seis horas y uno es pelín neurótico de esto de medir el tiempo -lo que en este espacio espero que sea mejor comprendido que en otros- puse el cronómetro al iniciar la marcha desde el refugio y lo paré nada más volver a él, creo que están dentro de los márgenes de tolerancia :
En el barco que te lleva de vuelta te ofrecen un whisky con hielo del Perito Moreno, debido a la ocasión (y a la calidad del whisky) me salté la norma de no ponerle hielo a otro whisky que no sea Glenfarclas, además así queda algo del Perito Moreno en nosotros :
Y así terminó la primera de nuestras dos actividades, al día siguiente nos habíamos apuntado a una tranquila para recuperarnos.
Ríos de Hielo: Un viaje en barco para visitar varios glaciares, entre ellos el Upsala, y el Spegazzini, dos de los más impresionantes que hay: El Upsala es el que, por varios motivos, desprende bloques de hielo flotantes (icebergs) de más tamaño y más hermosos, mostrando unos azules imposibles de creer si no se ven, e impresionantes, tanto como estos:
Aquí el hielo que usan para el whisky es del Upsala, y como mis compañeros estaban hartitos de fotos de relojes lo ilustro con un amigo que hice allí y que llevaba un Cartier Seatimer cronógrafo, que es de lo que más que gusta de la marca. Al parecer había dejado la afición a los relojes por el coleccionismo de teléfonos antiguos y me estuvo enseñando fotos, además de ilustrándome sobre el tema ¡¡¡alucinante!!! Aunque al hablarle del foro y pedirle una foto para poner acá creo que estoy llevándole de nuevo por el ¿mal? camino .
Después vimos el Spegazzini, que es el más alto de los glaciares de este parque ¡¡más de ciento diez metros!! El muro de Invernalia es un jodío escalón al lado de esto:
Aquí con unos barcos, de tres pisos y unos diez metros de altura, al lado para que hagáis una idea comparativa:
Y para terminar la foto mas friki-relojera de todas, porque al final no me llevé el Rangeman, pero nada más salir de casa para ir al avión activé el crono y nada más soltar las maletas lo paré. Aquí está, en horas, minutos, segundos y centésimas de segundo lo que duró nuestra aventura en Argentina:
Pues eso les cuento señores, que ya ando por aquí y que espero compensar mi deserción temporal con este reportaje
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