tortuga
Forer@ Senior
Sin verificar
De sobras es sabido que soy un pervertido y degenerado usuario de servicios sexuales. Pues bien, en mi amplia y prolongada experiencia de veterano arrabalero y vicioso jamás había visto lo que estoy viendo ahora. Aunque parezca mentira, es verdad, doy fé, os cuento:
En la ciudad donde vivo han puesto una casa de citas, la casa decente y límpia, no es que sea gran cosa, aunque es dignísima, pero el material es de primera categoría, pero la particularidad es que las profesionales son chinas. Nunca había tenido relaciones con las féminas de esta honorable cultura y clarostá he quedado seducido por su delicadeza, atención y belleza.
Recientemente estuve, me recibió saludándome a la manera oriental, una matrona de aspecto severo que me hizo pasar a una dependencia en la que había un confortable sillón de piel orejudo, una exquisita acuarela de la dinastía Ming colgaba de una austera pared , también había una mesa pequeña que contenía un jarrón con flores frescas, un frutero repleto de frutas y una cubitera con hielo y cava.
Seguidamente vino a presentarse una chinita morena y preciosa ataviada con lencería fina, que se presentó y me sirvió amablemente una copa de cava y unas nueces de macadamia.
Acto seguido me acompañó a otra dependencia que tenía una luz más tenue con olor a incienso de mirra. Pacientemente esperó risueña a que finalizara de beberme el cava y me quiso ofrecer más, pero con un gesto manual denegué la ofrenda.
Fue entonces cuando se acercó a mí y comenzó a desnudarme lentamente, como si fuese un niño me quitó amorosamente hasta los calcetines y me ofreció un albornoz blanco impoluto.
Seguidamente me cogió de la mano y me acompañó a una ducha de gresite que había en la misma dependencia, reguló la tempereatura del agua, me quitó el albornoz y empezó a lavarme frotándome y acariciándome suavemente.
A continuación me secó y me hizo un masaje tonificándome todo el cuerpo con leche corporal que olía a coco. El tiempo estaba suspendido y no sabía si era un sueño o realidad.
Fueron tres asaltos, bueno dos porque el tercero no pude terminarlo, quedé extasiado y henchido de felicidad. Recuerdo que me trasladó otra vez a la ducha y mientras ella me enjabonaba con dulzura y parsimonía, aun me costaba recuperar el resuello. Volvió a vestirme lentamente y me puso hasta los calcetines y acordonó risueña mis zapatos.
Me despedí añorándola ya por anticipado. Me dijo que los honorarios por sus sevicios eran 50€. Fue entonces cuando le pregunté su nombre:
Me dijo que se llamaba Parnis.
Os dejo su foto.
Salidos
En la ciudad donde vivo han puesto una casa de citas, la casa decente y límpia, no es que sea gran cosa, aunque es dignísima, pero el material es de primera categoría, pero la particularidad es que las profesionales son chinas. Nunca había tenido relaciones con las féminas de esta honorable cultura y clarostá he quedado seducido por su delicadeza, atención y belleza.
Recientemente estuve, me recibió saludándome a la manera oriental, una matrona de aspecto severo que me hizo pasar a una dependencia en la que había un confortable sillón de piel orejudo, una exquisita acuarela de la dinastía Ming colgaba de una austera pared , también había una mesa pequeña que contenía un jarrón con flores frescas, un frutero repleto de frutas y una cubitera con hielo y cava.
Seguidamente vino a presentarse una chinita morena y preciosa ataviada con lencería fina, que se presentó y me sirvió amablemente una copa de cava y unas nueces de macadamia.
Acto seguido me acompañó a otra dependencia que tenía una luz más tenue con olor a incienso de mirra. Pacientemente esperó risueña a que finalizara de beberme el cava y me quiso ofrecer más, pero con un gesto manual denegué la ofrenda.
Fue entonces cuando se acercó a mí y comenzó a desnudarme lentamente, como si fuese un niño me quitó amorosamente hasta los calcetines y me ofreció un albornoz blanco impoluto.
Seguidamente me cogió de la mano y me acompañó a una ducha de gresite que había en la misma dependencia, reguló la tempereatura del agua, me quitó el albornoz y empezó a lavarme frotándome y acariciándome suavemente.
A continuación me secó y me hizo un masaje tonificándome todo el cuerpo con leche corporal que olía a coco. El tiempo estaba suspendido y no sabía si era un sueño o realidad.
Fueron tres asaltos, bueno dos porque el tercero no pude terminarlo, quedé extasiado y henchido de felicidad. Recuerdo que me trasladó otra vez a la ducha y mientras ella me enjabonaba con dulzura y parsimonía, aun me costaba recuperar el resuello. Volvió a vestirme lentamente y me puso hasta los calcetines y acordonó risueña mis zapatos.
Me despedí añorándola ya por anticipado. Me dijo que los honorarios por sus sevicios eran 50€. Fue entonces cuando le pregunté su nombre:
Me dijo que se llamaba Parnis.
Os dejo su foto.
Salidos