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Relojero ciego. De Bilbao tenía que ser...

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Compañeros, os adjunto esta historia que demuestra que los de Bilbao (o cerca) somos de otra pasta. [emoji1787][emoji1787]

Un par de post más abajo tenéis la historia.

El enlace anterior era sólo para suscriptores.
 
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Sólo para suscriptores?
 
Cierto, solo suscriptores.
Muy curioso, no obstante. Imagino que se dedicaría a relojes lo suficientemente grandes como para reconocer las piezas con sus manos o para vislumbrar a duras penas el objeto si conservaba algo de visión. Rectifico tras leer el copia-pega del artículo: impresionante hombre.
Me ha recordado al libro de Richard Dawkins
 
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El relojero ciego de Muxika

Andrés López de Larrucea, que había perdido por completo la visión a los 7 años, iba de caserío en caserío recomponiendo resortes y engranajes: «Cuando un hombre se propone una cosa, no cabe duda de que la consigue», decía

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Andrés explica el funcionamiento de un reloj al reportero Carlos, en 1954. /#CLAUDIO

CARLOS BENITOMartes, 5 febrero 2019, 09:17

Andrés López de Larrucea fue un personaje muy popular en la comarca de#Gernika, con una fama que llegó a extenderse más allá de las fronteras de Bizkaia y de Euskadi. En 1945, la revista 'Cuadernos de relojería' le hizo una entrevista en la que explicaba cómo aprendió a recomponer esas maquinarias minúsculas y apretadas, que a los profanos nos parecen un desquiciante rompecabezas: «Nadie me enseñó nada, tuve que aprender solo, con mucha paciencia. Fueron muchos los días que tuve por compañero un despertador en la mano, hasta poder conocer todos sus entresijos de funcionamiento.#Lo desmonté por completo y, pieza a pieza, fui descubriendo su forma de funcionar. Incluso, donde el tacto de mis dedos no llegaba, me lo ponía en la boca y con la lengua llegaba a los más pequeños orificioshasta conocerlo por completo», relataba entonces Andrés, en una respuesta recogida por José Daniel Barquero Cabrero en su libro 'Todo sobre los relojes de bolsillo'. Nuestro protagonista, ciego desde los 7 años, solo contaba con el tacto y el oído para sacar adelante esa tarea, con una precisión quirúrgica que pasmaba a locales y forasteros.

'El Ciego de Kanpantxu' había nacido a finales del siglo XIX en#Ajangiz#(en aquella época, integrado aún en Gernika) y vivía en un caserío de#Muxika. Su historia aparece dos veces en la hemeroteca de EL CORREO: le dedicaron un primer reportaje en 1954, firmado por el redactor Carlos, y catorce años más tarde recibió la visita de#Munitibar, un auténtico especialista en curiosidades del agro vizcaíno. A partir de aquellas dos entrevistas se puede reconstruir a grandes trazos su biografía, que incluye una escala obligada en el accidente que le marcó para siempre:#a los 7 años, estaba jugando con un hermano a explotar botes con cal cuando la sustancia alcanzó a ambos niños en los ojos. Andrés perdió por completo la visión,mientras que su hermano la salvó; según la familia, por haberse lavado con vino.
Andrés fabricaba albardas para burros, pero era más conocido por otras dos habilidades. Una de ellas contaba con bastante tradición entre los invidentes de la época: afinaba acordeones y los tocaba en romerías de la comarca, como las de#Mendata#o#Lekeitio. Su otra especialidad, la relojería, constituía una rareza casi inconcebible que él mismo no alcanzaba a justificar, más allá de decir que en su juventud se había obsesionado con el funcionamiento de esos mecanismos que medían el tiempo. Fue desmontando poco a poco aquel despertador iniciático:#examinaba con los dedos cada engranaje y cada resorte hasta que se sentía capaz de reconocerlos, para después meterlos en una caja, mezclarlos con otras piezas y buscarlos.#«Y lo arreglé, ¡no faltaba más! Cuando un hombre se propone una cosa, no cabe duda de que la consigue. Solo hace falta que Dios le conceda mucha paciencia», comentaba.

Un duro más la merienda

Su primer encargo se lo hizo un conocido que había sido alcalde de Ajangiz. Era otro despertador que el hombre daba por inservible, pero Andrés logró repararlo en tres días. «De esto hace treinta y cuatro años y hoy es el día en que el despertador sigue funcionando», se enorgullecía en 1954. Y ahí arrancó su inesperado oficio, que pronto le llevó a recorrer los caseríos de la zona con su makila, en busca de relojes averiados. Al principio cobraba un duro más la merienda o la comida, pero con los años fue aumentando la tarifa y llegó a los cinco duros.#Si la reparación tenía lugar en su caserío, Andrés prefería poner manos a la obra por la noche, sumido en una oscuridad que habría impedido el trabajo de cualquier otro relojero. En el silencio de la madrugada, le llegaban con más nitidez el tictac de la maquinaria y los roces sigilosos de las piezas,#que a menudo resultaban decisivos para el diagnóstico.
La destreza de Andrés levantaba la lógica expectación, de manera que sus visitas reunían a menudo a un público fascinado, que contemplaba sus movimientos con una atención más propia de una velada de magia. Entre los hitos de su carrera, 'El Ciego de Kanpantxu' citaba el reloj de pared del Hotel Vasco de Gernika, que se paraba en los cuartos: «Cuando yo llegué allí, estaban en el salón muchos de los clientes y amigos del pueblo. Me subí a una silla y, después de quitarle la tapa con el cristal, anduve con las agujas. No tuve mucho trabajo: cerré la esfera y, con un ligero movimiento, la situé de forma distinta. El reloj estaba desnivelado».#También logró poner en marcha el reloj de la iglesia de Muxika, que requirió un diente extra en un engranaje defectuoso.#Y, por supuesto, no faltaban los escépticos que trataban de ponerle en aprietos con algún desafío, como aquel de#Durango#que le entregó una caja de zapatos con un montón de piezas dentro y, dos días después, recibió el reloj perfectamente montado.

En la entrevista de noviembre de 1968,#Andrés ya tenía 77 años y se había retirado de andar por los caseríos.#«Pero todavía me siguen trayendo relojes. Ahora solo me entretengo», decía. Y, con el cigarro en la comisura de los labios, cogía su acordeón y les tocaba a los periodistas unas porrusaldas de alegría contagiosa.
 
Preciosa historia, casi de cuento. ;-)
 
Una gran historia que nos demuestra que cuando hay determinación, no hay excusas, gracias por compartirla, saludos.
 
. Incluso, donde el tacto de mis dedos no llegaba, me lo ponía en la boca y con la lengua llegaba a los más pequeños orificios hasta conocerlo por completo.
:clap::clap::clap:
 
Una historia fascinante. Gracias.
 
Guauuu!! Qué maravilla!
:clap::clap:
 
  • #10
Me has alegrado la mañana. :ok::
 
  • #11
Cuesta creerlo, menudo genio
 
  • #12
Nada es imposible si existe determinación. Gracias por la historia.
 
  • #13
Una historia muy bonita, gracias por compartir.
 
  • #14
Eso sí que es finura trabajando. Muchas gracias por compartir
 
  • #15
¡Si es que somos la hostia, pues!
 
  • #16
Coño! Se trata del hermano del abuelo de mi suegro. Doy fé. Aunque se ha perdido el “de Larrucea” (tan sabiniano) con el paso de los años y ahora es solo “Larrucea”.
 
  • #17
Increible historia, me ha encantado!... gracias por compartir!
 
  • #18
Interesante historia de superación y valentía, gracias por compartir esta maravillosa historia.
 
  • #19
Impresionante y bonita historia.
 
  • #21
Vaya,,bonita historia,,gracias pr compartir.
 
  • #22
Simplemente un genio, increible!!!!
Gracias por compartir.


Saludos
 
  • #23
Simplemente un genio, increible!!!!
Gracias por compartir.


Saludos
 
  • #24
Preciosa historia. Gracias.
 
  • #25
Coño... no conocía esta historia y yo vivo en Muxika...
 
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