aesthetics
Forer@ Senior
Sin verificar
Internet está lleno de reviews del Daytona. Asi que me limitaré a dejar algunas de mis impresiones personales sobre el modelo, acompañadas de fotografías de mi cosecha. Esto no va a ser un review al uso, sino la historia de cómo terminé con un Daytona. 
Ponemos cómodos, que va tocho.
Como algunos sabéis, al principio era anti-Rolex. Me parecían de gente presuntuosa, más preocupada de la ostentación que de las características del propio reloj.
El tiempo me enseñó que estaba muy equivocado. Que entre los usuarios de la marca había auténticos connaiseurs relojeriles y que los modelos de la corona encerraban detalles únicos. Que su fama no se debía únicamente a sus conocidas campañas de marketing, sino a su contrastada robustez e imitada estética y que las pasiones que suscitaban tenían fundamento.
El primer modelo en el que me interesé fue -cómo no- el Submariner. Además de ser un mito de la relojería y uno de los iconos de la marca, era el único diver con todas las características que buscaba: diámetro contenido (40mm), estética clásica, robustez más que probada y un fantástico servicio post-venta. Así que, después de mucho meditarlo, terminé picando con un 14060M. Reconozco que fue un flechazo
y desde que me lo puse la primera vez supe que no sería mi último Rolex.
Tiempo después, empecé a interesarme en otro de sus modelos míticos; el Daytona. Me gustó saber que fue el primer Rolex en equipar un calibre completamente in-house en mucho tiempo (el primero fue el calibre 1500, presentado en 1957). Me encantó conocer la evolución con respecto al 16520, el anterior Daytona, que montaba calibre Zenith. Aprendí que el nuevo Daytona tiene un 20% menos de partes que su predecesor (un dato curioso es el número de tornillos distintos: 12 en el cal 4130 vs 40 en el cal 4030), que su reserva de marcha es mayor (72h vs 54h, gracias a poder montar un barrilete más grande) y que su mecanismo automático es (hasta un 68%) más efectivo. Después leí sobre el embrague vertical (desmontable y reparable, a diferencia de otros cronógrafos de renombre) y empecé a empaparme de los cambios estéticos que había sufrido a lo largo de su historia.
Además, Rolex es especialista en dotar a sus productos un gran valor intangible. En el Daytona, fue su historia la que me tocó la fibra sensible. La conexión de Rolex con las carreras: el patrocinio a Malcom Campbell, cómo se acuñó el nombre del modelo (que inicialmente se llamó "Le Mans") y cómo enamoró a Paul Newman, que se convirtió en embajador del modelo.
Conocí su evolución desde las primeras referencias hasta los más insignificantes cambios en la última referencia (el cambio de las thin hands a las fat hands en la serie F, la inclusión del anillo de seguridad ROLEXROLEXROLEX y la incorporación del Blue Parachrome, a partir de 2005 -serie Z-, el cambio en el cierre -de la referencia 78490 a la 78590-...).
En ese momento mi cerebro ya había decidido por mi: quería un Daytona. Mantuve una pelea con mi conciencia: al principio me parecía una locura: ¡semenante desembolso en un reloj! Mi lado cuerdo no hacía más que recordarme que muchas familias pueden vivir meses con lo que cuesta. Que en los tiempos que corren, sería peligroso llevarlo. Que estaría permanentemente preocupado por lo que pudiera pasarle… Pero nada de ésto pudo con la pasión. Lo consulté con mi MDD, esperando que ella impusiese cordura y me ayudase a descartar la compra. Pero todo lo contrario. Me dijo “Ya nos conocemos, eres todo pasión y antes o después lo vas a comprar, así que cómpralo cuanto antes y disfruta de él todo el tiempo posible”. El empujón que me faltaba. Amigos… la caza estaba en marcha.
Antes de lanzarme a por la presa, debía elegirla cuidadosamente. Tenía claro que quería el 116520, pero, ¿y el el color de la esfera? ¿blanca o negra? Después de ver un millón de fotos de ambas en todas las condiciones de luz imaginables, me decidí por la blanca. Por su mejor legibilidad y porque Rolex fabrica muchos relojes deportivos bonitos con esfera negra, pero pocos son los que ofrece con esfera blanca.
La siguiente elección, el cierre: ¿el más nuevo, compartido con el GMT-II-C, y de mayor tamaño (ref 78590) o el 78490, exclusivamente montado en el Daytona y más pequeño? Mis muñecas son pequeñas y el cierre 78490 parecía cómodo y además, más exclusivo, así que fue el elegido. La serie, por tanto, estaba acotada por arriba: tenía que ser anterior a la serie V. ¿Y cómo acotarla por debajo? Quería uno con el Blue Parachrom. Me hacía ilusión que la espiral fuera azul, aunque nunca fuese a verla. Así que debía ser un Z o M. Una vez definida la víctima, lo siguiente era buscarla. Se iniciaba, así, esa dulce espera en que el dedo reposa sobre el gatillo y la mente está fija en la presa. Y de repente, ésta aparece. BANG.
Y una vez pulsado, hasta que la pieza llega a casa, la espera se vuelve tensa y las dudas empiezan a asaltarte ¿la descripción será fiel a las fotografías? ¿vendrá bien ajustado? ¿y si no cumple mis expectativas? ¿me cansaré de él?
Hasta que, días después, recibo el mensaje del tracking: ¡ya ha llegado a casa! Llamo, nervioso, y me lo confirman: está esperándote. En el trabajo, el tiempo parecía detenerse. No eres capaz de concentrarme en lo que hacía...
Y después, la toma de contacto. La noche de bodas.
Todo mimos, atenciones y fotografías de enamorados. Desde entonces hasta hoy. Y espero que éste amor dure para siempre.
Solo hay un par de detalles que no me enamoran
. Nada que no supiera antes de comprarlo, pero que podría mejorarse (atentos, señores de Rolex): el armis y las asas a espejo, imanes de dedos y microrayas, que le restan valor como herramienta. Y el exceso de literatura en el dial (fallo endémico de muchos Rolex actuales), que afea la esfera.
Gracias a todos por haber llegado hasta aqui. Como premio, unas fotos que, en sucesivas sesiones, he ido tomando de la nueva pieza.
Una foto general (es mi actual wallpaper)
La esfera tiene una buena legibilidad nocturna:
Los pulsadores del crono, enroscados:
El cierre ref 78490, abierto…
Y cerrado…
El cristal de zafiro, que asoma unos milímetros:
El anillo de seguridad:
Acompañado del Sub:
Puesto en la muñeca de su nuevo orgulloso propietario:
Y algunas, más artísticas:
[
Ponemos cómodos, que va tocho.
Como algunos sabéis, al principio era anti-Rolex. Me parecían de gente presuntuosa, más preocupada de la ostentación que de las características del propio reloj.
El tiempo me enseñó que estaba muy equivocado. Que entre los usuarios de la marca había auténticos connaiseurs relojeriles y que los modelos de la corona encerraban detalles únicos. Que su fama no se debía únicamente a sus conocidas campañas de marketing, sino a su contrastada robustez e imitada estética y que las pasiones que suscitaban tenían fundamento.El primer modelo en el que me interesé fue -cómo no- el Submariner. Además de ser un mito de la relojería y uno de los iconos de la marca, era el único diver con todas las características que buscaba: diámetro contenido (40mm), estética clásica, robustez más que probada y un fantástico servicio post-venta. Así que, después de mucho meditarlo, terminé picando con un 14060M. Reconozco que fue un flechazo
y desde que me lo puse la primera vez supe que no sería mi último Rolex.Tiempo después, empecé a interesarme en otro de sus modelos míticos; el Daytona. Me gustó saber que fue el primer Rolex en equipar un calibre completamente in-house en mucho tiempo (el primero fue el calibre 1500, presentado en 1957). Me encantó conocer la evolución con respecto al 16520, el anterior Daytona, que montaba calibre Zenith. Aprendí que el nuevo Daytona tiene un 20% menos de partes que su predecesor (un dato curioso es el número de tornillos distintos: 12 en el cal 4130 vs 40 en el cal 4030), que su reserva de marcha es mayor (72h vs 54h, gracias a poder montar un barrilete más grande) y que su mecanismo automático es (hasta un 68%) más efectivo. Después leí sobre el embrague vertical (desmontable y reparable, a diferencia de otros cronógrafos de renombre) y empecé a empaparme de los cambios estéticos que había sufrido a lo largo de su historia.
Además, Rolex es especialista en dotar a sus productos un gran valor intangible. En el Daytona, fue su historia la que me tocó la fibra sensible. La conexión de Rolex con las carreras: el patrocinio a Malcom Campbell, cómo se acuñó el nombre del modelo (que inicialmente se llamó "Le Mans") y cómo enamoró a Paul Newman, que se convirtió en embajador del modelo.
Conocí su evolución desde las primeras referencias hasta los más insignificantes cambios en la última referencia (el cambio de las thin hands a las fat hands en la serie F, la inclusión del anillo de seguridad ROLEXROLEXROLEX y la incorporación del Blue Parachrome, a partir de 2005 -serie Z-, el cambio en el cierre -de la referencia 78490 a la 78590-...).
En ese momento mi cerebro ya había decidido por mi: quería un Daytona. Mantuve una pelea con mi conciencia: al principio me parecía una locura: ¡semenante desembolso en un reloj! Mi lado cuerdo no hacía más que recordarme que muchas familias pueden vivir meses con lo que cuesta. Que en los tiempos que corren, sería peligroso llevarlo. Que estaría permanentemente preocupado por lo que pudiera pasarle… Pero nada de ésto pudo con la pasión. Lo consulté con mi MDD, esperando que ella impusiese cordura y me ayudase a descartar la compra. Pero todo lo contrario. Me dijo “Ya nos conocemos, eres todo pasión y antes o después lo vas a comprar, así que cómpralo cuanto antes y disfruta de él todo el tiempo posible”. El empujón que me faltaba. Amigos… la caza estaba en marcha.
Antes de lanzarme a por la presa, debía elegirla cuidadosamente. Tenía claro que quería el 116520, pero, ¿y el el color de la esfera? ¿blanca o negra? Después de ver un millón de fotos de ambas en todas las condiciones de luz imaginables, me decidí por la blanca. Por su mejor legibilidad y porque Rolex fabrica muchos relojes deportivos bonitos con esfera negra, pero pocos son los que ofrece con esfera blanca.
La siguiente elección, el cierre: ¿el más nuevo, compartido con el GMT-II-C, y de mayor tamaño (ref 78590) o el 78490, exclusivamente montado en el Daytona y más pequeño? Mis muñecas son pequeñas y el cierre 78490 parecía cómodo y además, más exclusivo, así que fue el elegido. La serie, por tanto, estaba acotada por arriba: tenía que ser anterior a la serie V. ¿Y cómo acotarla por debajo? Quería uno con el Blue Parachrom. Me hacía ilusión que la espiral fuera azul, aunque nunca fuese a verla. Así que debía ser un Z o M. Una vez definida la víctima, lo siguiente era buscarla. Se iniciaba, así, esa dulce espera en que el dedo reposa sobre el gatillo y la mente está fija en la presa. Y de repente, ésta aparece. BANG.
Y una vez pulsado, hasta que la pieza llega a casa, la espera se vuelve tensa y las dudas empiezan a asaltarte ¿la descripción será fiel a las fotografías? ¿vendrá bien ajustado? ¿y si no cumple mis expectativas? ¿me cansaré de él?
Hasta que, días después, recibo el mensaje del tracking: ¡ya ha llegado a casa! Llamo, nervioso, y me lo confirman: está esperándote. En el trabajo, el tiempo parecía detenerse. No eres capaz de concentrarme en lo que hacía...
Y después, la toma de contacto. La noche de bodas.
Todo mimos, atenciones y fotografías de enamorados. Desde entonces hasta hoy. Y espero que éste amor dure para siempre.Solo hay un par de detalles que no me enamoran
. Nada que no supiera antes de comprarlo, pero que podría mejorarse (atentos, señores de Rolex): el armis y las asas a espejo, imanes de dedos y microrayas, que le restan valor como herramienta. Y el exceso de literatura en el dial (fallo endémico de muchos Rolex actuales), que afea la esfera.Gracias a todos por haber llegado hasta aqui. Como premio, unas fotos que, en sucesivas sesiones, he ido tomando de la nueva pieza.
Una foto general (es mi actual wallpaper)
La esfera tiene una buena legibilidad nocturna:
Los pulsadores del crono, enroscados:
El cierre ref 78490, abierto…
Y cerrado…
El cristal de zafiro, que asoma unos milímetros:
El anillo de seguridad:
Acompañado del Sub:
Puesto en la muñeca de su nuevo orgulloso propietario:
Y algunas, más artísticas:
:
Ahora en serio, amigo ...
