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El güisqui más caro del mundo, testigo de la historia
Día 29/11/2012 - 01.32h
Una botella de 12.000 euros puede verse junto a los exclusivos relojes de Eberhard & Co en la joyería Abrines desde este martes
ABC
Cada copa de este güisqui saldría a unos 1.000 euros
El lujo es una cuestión de tiempo, porque es justamente lo único que no se puede comprar. Lo más parecido a atrapar el tiempo se exhibe desde este martes en la joyería Abrines: una botella de güisqui de 12.000 euros. Se trata de un licor que ha pasado 50 años envejeciendo y se embotrelló a principios de los años 90 del siglo pasado. Cada una de las 60 botellas que hoy quedan en el mundo han sido testigos de la historia el Reino Unido desde su casa en Escocia. Ni Isabel II de Inglaterra, que este año cumple 60 años en el trono, reinaba sobre sus subditos cuando este güisqui nació.
La historia de esta bebida se remonta a 1937. En ese año Isabel II es aún princesa y, con once años, no piensa en reinar. Cuando el fundador de Glenfiddich, William Grant, llena nueve barricas con su licor en honor de sus nueve hijos, Eduardo VIII acababa de suceder a su padre, el Rey Jorge V. Pocos meses después debe dejar el trono, por su relación con la divorciada Wallis Simpson y por su cercanía con el régimen de Adolf Hitler. Y entonces le sucede Jorge VI, su hermano menor. La botella que hoy vale 12.000 euros no ha vivido más que unos pocos años aún y ya ha visto pasar a dos reyes por el trono inglés. No serán los últimos.
Solo cinco años después de empezar a envejecer en Escocia, llega la II Guera Mundial. Luego, la caída de Hitler, Europa asolada y el Plan Marshall. En Buckinham cambian una vez más de inquilino en 1951. Ahora sí, Isabel II es coronada -curiosamente en las fiestas de su llegada al trono se sirve güisqui Glenfidditch-. Y es solo reina, porque el último emperador de la India será su padre. El licor de los Grant llegó a la barrica en un Imperio y saldrá en un reino. De lo poco que pierde valor en esta historia.
El güisqui Glenfiddich ha llegado a venderse por 50.000 euros
Todo el siglo XX ha pasado por sus destilerías: el hombre llega a la Luna y Margaret Tatcher a Downing Street. Kennedy deja este mundo después de recibir un tiro y Eva Perón también fallece, ella no por pistola sino por un cáncer. Alemania reúnida y los Balcanes, separados. Y llega 1991: en el «anus horribilis» de la Reina, los Grant deciden embotellar su licor. Por el camino y mientras el güisqui duerme en Escocia, la mitad de sus reinos, entre ellos Sudáfrica, Pakistán y Ceilán, obtuvieron su independencia y se convirtieron en repúblicas.
Desde entonces y hasta hoy, tanto el trono británico como las destilerías de Glenfidditch han ido ganando en años y experiencia. En valor, al fin y al cabo. Los escoceses celebran 125 primaveras. La reina, 60 en el trono. Un aniversario de diamantes, le han llamado al de Isabel II. Como los que se venden en la joyería Abrines, donde el güisqui más caro -y con más historia- puede verse desde hoy.
El lujo del tiempo
Pero, ¿qué hace un güisqui expuesto en una joyería? En primer lugar, su precio nada tiene que envidiar al de cualquier diamante. Pero además, su exhibición coincide con la presentación de la nueva colección de los relojes Eberhard & Co: el Chrono 4 Full Injection. La marca de cronógrafos exclusivos usa el carbono para que sus creaciones sean inmunes a la corrosión. Además, la firma mostrará otros modelos: Extra-Fort Roue à Colonnes Grande Date 125 Aniversario, Champion V y Tazio Nuvolari Data. Algunos de sus relojes han alcanzado en el mecado precios imposibles: desde los 56.000 euros que pagó un comprador anónimo por uno de sus relojes históricos hasta el Extrafort 125 aniversario de hombre, que cuesta 16.810 euros o el modelo femenino Gilda Florale, que solo se puede hacer a medida y cuesta mas de 20.000. El tiempo, una vez más, es sinónimo de lujo.
El güisqui más caro del mundo, testigo de la historia
Día 29/11/2012 - 01.32h
Una botella de 12.000 euros puede verse junto a los exclusivos relojes de Eberhard & Co en la joyería Abrines desde este martes
ABC
Cada copa de este güisqui saldría a unos 1.000 euros
El lujo es una cuestión de tiempo, porque es justamente lo único que no se puede comprar. Lo más parecido a atrapar el tiempo se exhibe desde este martes en la joyería Abrines: una botella de güisqui de 12.000 euros. Se trata de un licor que ha pasado 50 años envejeciendo y se embotrelló a principios de los años 90 del siglo pasado. Cada una de las 60 botellas que hoy quedan en el mundo han sido testigos de la historia el Reino Unido desde su casa en Escocia. Ni Isabel II de Inglaterra, que este año cumple 60 años en el trono, reinaba sobre sus subditos cuando este güisqui nació.
La historia de esta bebida se remonta a 1937. En ese año Isabel II es aún princesa y, con once años, no piensa en reinar. Cuando el fundador de Glenfiddich, William Grant, llena nueve barricas con su licor en honor de sus nueve hijos, Eduardo VIII acababa de suceder a su padre, el Rey Jorge V. Pocos meses después debe dejar el trono, por su relación con la divorciada Wallis Simpson y por su cercanía con el régimen de Adolf Hitler. Y entonces le sucede Jorge VI, su hermano menor. La botella que hoy vale 12.000 euros no ha vivido más que unos pocos años aún y ya ha visto pasar a dos reyes por el trono inglés. No serán los últimos.
Solo cinco años después de empezar a envejecer en Escocia, llega la II Guera Mundial. Luego, la caída de Hitler, Europa asolada y el Plan Marshall. En Buckinham cambian una vez más de inquilino en 1951. Ahora sí, Isabel II es coronada -curiosamente en las fiestas de su llegada al trono se sirve güisqui Glenfidditch-. Y es solo reina, porque el último emperador de la India será su padre. El licor de los Grant llegó a la barrica en un Imperio y saldrá en un reino. De lo poco que pierde valor en esta historia.
El güisqui Glenfiddich ha llegado a venderse por 50.000 euros
Todo el siglo XX ha pasado por sus destilerías: el hombre llega a la Luna y Margaret Tatcher a Downing Street. Kennedy deja este mundo después de recibir un tiro y Eva Perón también fallece, ella no por pistola sino por un cáncer. Alemania reúnida y los Balcanes, separados. Y llega 1991: en el «anus horribilis» de la Reina, los Grant deciden embotellar su licor. Por el camino y mientras el güisqui duerme en Escocia, la mitad de sus reinos, entre ellos Sudáfrica, Pakistán y Ceilán, obtuvieron su independencia y se convirtieron en repúblicas.
Desde entonces y hasta hoy, tanto el trono británico como las destilerías de Glenfidditch han ido ganando en años y experiencia. En valor, al fin y al cabo. Los escoceses celebran 125 primaveras. La reina, 60 en el trono. Un aniversario de diamantes, le han llamado al de Isabel II. Como los que se venden en la joyería Abrines, donde el güisqui más caro -y con más historia- puede verse desde hoy.
El lujo del tiempo
Pero, ¿qué hace un güisqui expuesto en una joyería? En primer lugar, su precio nada tiene que envidiar al de cualquier diamante. Pero además, su exhibición coincide con la presentación de la nueva colección de los relojes Eberhard & Co: el Chrono 4 Full Injection. La marca de cronógrafos exclusivos usa el carbono para que sus creaciones sean inmunes a la corrosión. Además, la firma mostrará otros modelos: Extra-Fort Roue à Colonnes Grande Date 125 Aniversario, Champion V y Tazio Nuvolari Data. Algunos de sus relojes han alcanzado en el mecado precios imposibles: desde los 56.000 euros que pagó un comprador anónimo por uno de sus relojes históricos hasta el Extrafort 125 aniversario de hombre, que cuesta 16.810 euros o el modelo femenino Gilda Florale, que solo se puede hacer a medida y cuesta mas de 20.000. El tiempo, una vez más, es sinónimo de lujo.