bilhana
Milpostista
Sin verificar
Ayer lunes el consejero de Economía de la Generalitat, Andreu Mas-Colell, pronunció una conferencia en al Fòrum Europa Tribuna Catalunya. ¿Su conclusión? Que Catalunya necesita muchos Pita. No, no es una interpretación de las palabras del Conseller, es literal. Podéis leer la conferencia íntegra, pero para aquellos a los que no les apetezca, o no se atrevan con el catalán, aquí tenéis la conclusión de la conferencia traducida. Pita empieza a ser profeta en su tierra...
Dejen que les ponga dos ejemplos extraídos sólo de lo que en los últimos días ha tenido eco en la prensa internacional de referencia. Por un lado, nos lo ha dicho Le Monde, el grupo catalán de perfumería y moda Puig, que conocéis bien, ha comprado la firma de moda Jean-Paul Gaultier compitiendo en la primera división internacional. Por otro lado, el New York Times nos hablaba del trabajo de un relojero artesanal de nuestro país que seguro que muchos de ustedes no conocen bien. Permítanme, pues, que los cuente una historia de la que extraeré algunas lecciones.
Los protagonistas son Aniceto Jiménez Pita y su hijo Daniel. El señor Jiménez Pita nació en Oliva de Mérida en 1947, es relojero autodidacta y a los once años ya fabricó su primer mecanismo. Abrió su relojería al público en Barcelona a los 24 años y su marca se llama Pita-Barcelona. Tiene dos patentes valoradas por su ingenio y, desde 2006, es miembro de la Académie Horlogère des Créateurs Indépendants, que se define como un grupo de 30 grandes maestros de la relojería, mayoritariamente suizos y alemanes, evidentemente. Y que salen en el New York Times.
Lo que podría ser un pequeño taller con un magnífico y casi solitario artesano -al parecer no tiene aprendices-tiene proyección internacional gracias al valor añadido de su hijo Daniel, licenciado y con un MBA. Es, veis, una historia sobre la savia y el dinamismo que lleva la inmigración, sobre la importancia de una primera generación de universitarios muy bien formados, sobre la internacionalización de un pequeño negocio, sobre el valor de la marca Barcelona, sobre la conveniencia de impulsar la formación profesional, etc.
Y esto, "Puig" y "Pitas", es lo que necesitamos y lo que, si no somos lo suficientemente torpes para impedirlo, podemos tener. Una tradición, la nuestra, de gente creativa, valiente y trabajadora que ha dado y ha sabido acoger docenas de Puig y cientos de Pita. Debe continuar haciéndolo.