Yo diría que el Santos: hay cientos de marcas de relojes con modelos art deco que, sin ser en absoluto copias del tanque, tienen cierto parecido porque es la estética de una época, son además diseños intemporales que en muchos casos perduran, sea porque algunos no envejecen, sea porque otros envejecen tan bien que hoy tienen un extraño encanto retrofuturista. El Santos es otra cosa: un "perro verde" (de raza, pero verde) en su época, un diseño racionalista de antes de la ola de racionalismo en el diseño industrial y la arquitectura, el primer reloj de pulsera para hombre cuando los
Chucknorris de su tiempo medían el mismo con sus catalinos y sabonetas, que eran el epítome de la virilidad; fue el primer
peluco diseñado expresamente para cubrir las exigencias de un pionero de la aviación que no debían ser muchas pero que tenían que ser de aúpa si miramos el avión del Sr. Santos Dumond, que hace 110 años debía ser el colmo de la tecnología pero que hoy, más que un avión parece un
desvencijadas y atadas entre si con palos y alambre (
tampoco se quedaba atrás).
Tal vez Cartier concibió esa curiosa caja cuadrada de enorme bisel con tornillos por todas partes pensando en que las aeronaves de Dumond podían aterrizar de cualquier forma previsible e imprevisible y que tenía que resistir guantazos
de los que entran pocos en un kilo dotándola de una solidez estructural que para si hubieran querido las máquinas voladoras de los albores de la aviación. Fuera esa u otra la razón de las inconfundibles líneas del Cartier Santos, el caso es que hizo ni más ni menos que eso, algo inconfundible: un reloj rectangular es un reloj rectangular por mucho que se parezca al tanque; uno cuadrado de gran bisel sujeto por tornillos siempre nos hace pensar en el Santos. Para mi, el Cartier por antonomasia y por perro verde.