joler
De la casa
Sin verificar
NOTA: las fotos tardarán unos minutos en estar disponibles.
En el periodo que abarca de 1950 a 1970 se suceden a ritmo de vértigo una serie de cambios que dan como fruto un nuevo panorama de la relojería a nivel mundial.Desde el punto de vista tecnológico destacan la aparición del reloj de diapasón fabricado por Bulova así como la presentación de los primeros cuarzos ya en el año 1969.
Desde el punto de vista industrial la creciente pujanza de la industria japonesa amenaza la hegemonía suiza en la relojería tradicional a pesar de que el mercado se inunda con movimientos suizos de bajo costo para frenar su avance.
Este tempestuoso devenir plagado de amenazas y también de oportunidades había sido oportunamente detectado por Tissot quien desde el año 1952 se afanaba en diseñar un calibre llamado a revolucionar la relojería tradicional.
En Tissot habían estudiado a conciencia las “debilidades” de la relojería tradicional y habían llegado a tres conclusiones.1) La fabricación de un calibre es intensiva en mano de obra especializada y, por consiguiente, lenta y cara.2) La necesidad de revisiones periódicas (limpieza, aceitado) son un lastre que conviene eliminar.3) Tanto el proceso de fabricación como el de mantenimiento encarecen el coste total de un reloj mecánico a lo largo de su vida útil.
Partiendo de estas premisas Tissot se dispuso a diseñar un movimiento que se pudiera producir en su mayor parte de forma automática, que no necesitara de revisiones periódicas y que fuera barato.
Fue así como en 1971 nació el Astrolon, un movimiento mecánico fabricado en plástico que no necesita lubricación pero que tampoco admite reparación.
En definitiva, Tissot creó el primer movimiento de usar y tirar adelantándose a su tiempo en varias décadas y, aunque comercialmente fue un fracaso, ese mismo concepto subyace en los Swatch, el reloj que una década después hizo renacer a la relojería suiza.
El Astrolón es un movimiento realmente innovador y revolucionario que implica no sólo el uso de nuevos materiales sino también un nuevo diseño y una nueva forma de fabricarlo y comercializarlo.
Realizado en plástico moldeado por inyección y montado en una cadena de montaje semi-automática en 15 pasos que reducía en un 40% los tiempos de fabricación lo que permitía ponerlo a la venta por 50 dólares.
Aunque es fácil simplificar al referirse al plástico lo cierto es que hablar de un material autolubricante con cualidades parecidas a lo que hoy llamamos teflón era entonces ciencia ficción.
Además fue necesario construir las piezas con un nivel de precisión de 10 micras para garantizar un correcto ensamblaje sin tornillos.
Fue ese diseño en plástico lo que permitió fabricar la platina en una sola pieza, algo para lo que antes eran necesarias 40 operaciones diferentes, y prescindir de los tornillos de fijación automatizando en gran parte el proceso de fabricación.
Con el uso de ese nuevo material autolubricante el reloj ya no necesitaba ser abierto para limpiarlo y reponer aceites de forma periódica evitando las gravosas y molestas revisiones.
Por si todo ello fuera poco, los ingenieros de Tissot aseguraban que la calidad del movimiento era tal que se podía ajustar en rango de cronómetro.
Pero el uso del plástico no es la única innovación del Astrolon. Todo el diseño del calibre ha sido remodelado reduciendo el número de piezas que pasa de 96 en un modelo tradicional a 52.
Para ello, en Tissot se inspiraron en la idea de Roskopf quien 100 años atrás había construido “el reloj de los pobres” reduciendo el número de piezas a 57.
Si en el diseño de Roskopf se elimina la rueda de centro y se remacha una rueda más en el barrilete que hace la función de esta, en Tissot dieron una vuelta más a la idea y diseñaron un barrilete multifunción con cuatro ruedas dentadas superpuestas que cumplen otras tantas funciones.
La imagen muestra el barrilete del Astrolon junto a un barrilete convencional.
Las dos primeras ruedas, ambas metálicas, son las responsables de cargar la cuerda mediante el giro de la corona y de trasmitir la fuerza del muelle real al rodaje a través de una rueda que se ubica fuera del centro de la platina.
Las ruedas de plástico son las encargadas del mecanismo de puesta en hora y de transmitir el impulso directamente al cañón de minutos.
En esta imagen se observa como el cañón de minutos engrana directamente en el barrilete.
El escape quizás no sea de una belleza arrebatadora pero su funcionamiento es impecable y su montaje excepcionalmente fácil. El áncora es muy parecida a la que monta el Swatch System 51 que ahora se publicita como revolucionario.
El volante cuenta con un antichoque especial para este calibre y un sistema de regulación que puede manipularse sin necesidad de acceder al interior del movimiento desde un regulador situado en la platina.
Las ruedas del rodaje carecen de pivotes ya que estos se encuentran en la propia platina. En su lugar cuentan con unos pequeños orificios que cumplen muy bien su cometido y facilitan el montaje y desmontaje que, para ser un reloj que no admite reparación, ha sido muy sencillo
El calibre está tan bien fabricado que el encaje de la enorme platina superior sobre los ejes se produce con extraordinaria facilidad.
Incluso la última vuelta del espiral queda alojada por arte de magia en el registro de la raqueta.
Tissot había previsto una garantía de 3 años y durante su vigencia el calibre se cambiaba por uno nuevo.
Al término de la garantía el cambio de calibre seguía siendo la opción recomendada por el fabricante por su rapidez y bajo coste.
Como es sabido, el Astrolon fue un enorme fracaso de ventas. Tissot sólo vendió 15.000 unidades por año y en sus almacenes atesoraba 500.000 calibres que al final acabaron en marcas de segunda fila como Sears o Smiths.
El Astrolon no pasará a la historia por ser el antecedente directo de los Swatch de usar y tirar que salvaron la industria suiza ni por anticipar la mayor parte de las soluciones del System 51.
No subió a la Luna ni cruzó el Canal de la Mancha ni conquistó una gran cumbre pero es el único calibre mecánico de la historia de la relojería que despierta el interés de los peces.
Y con esto me despidoEsperando que haya gustadoQue el otro día en un puebloHasta piedras me tiraron.
En el periodo que abarca de 1950 a 1970 se suceden a ritmo de vértigo una serie de cambios que dan como fruto un nuevo panorama de la relojería a nivel mundial.Desde el punto de vista tecnológico destacan la aparición del reloj de diapasón fabricado por Bulova así como la presentación de los primeros cuarzos ya en el año 1969.
Desde el punto de vista industrial la creciente pujanza de la industria japonesa amenaza la hegemonía suiza en la relojería tradicional a pesar de que el mercado se inunda con movimientos suizos de bajo costo para frenar su avance.
Este tempestuoso devenir plagado de amenazas y también de oportunidades había sido oportunamente detectado por Tissot quien desde el año 1952 se afanaba en diseñar un calibre llamado a revolucionar la relojería tradicional.
En Tissot habían estudiado a conciencia las “debilidades” de la relojería tradicional y habían llegado a tres conclusiones.1) La fabricación de un calibre es intensiva en mano de obra especializada y, por consiguiente, lenta y cara.2) La necesidad de revisiones periódicas (limpieza, aceitado) son un lastre que conviene eliminar.3) Tanto el proceso de fabricación como el de mantenimiento encarecen el coste total de un reloj mecánico a lo largo de su vida útil.
Partiendo de estas premisas Tissot se dispuso a diseñar un movimiento que se pudiera producir en su mayor parte de forma automática, que no necesitara de revisiones periódicas y que fuera barato.
Fue así como en 1971 nació el Astrolon, un movimiento mecánico fabricado en plástico que no necesita lubricación pero que tampoco admite reparación.
En definitiva, Tissot creó el primer movimiento de usar y tirar adelantándose a su tiempo en varias décadas y, aunque comercialmente fue un fracaso, ese mismo concepto subyace en los Swatch, el reloj que una década después hizo renacer a la relojería suiza.
El Astrolón es un movimiento realmente innovador y revolucionario que implica no sólo el uso de nuevos materiales sino también un nuevo diseño y una nueva forma de fabricarlo y comercializarlo.
Realizado en plástico moldeado por inyección y montado en una cadena de montaje semi-automática en 15 pasos que reducía en un 40% los tiempos de fabricación lo que permitía ponerlo a la venta por 50 dólares.
Aunque es fácil simplificar al referirse al plástico lo cierto es que hablar de un material autolubricante con cualidades parecidas a lo que hoy llamamos teflón era entonces ciencia ficción.
Además fue necesario construir las piezas con un nivel de precisión de 10 micras para garantizar un correcto ensamblaje sin tornillos.
Fue ese diseño en plástico lo que permitió fabricar la platina en una sola pieza, algo para lo que antes eran necesarias 40 operaciones diferentes, y prescindir de los tornillos de fijación automatizando en gran parte el proceso de fabricación.
Con el uso de ese nuevo material autolubricante el reloj ya no necesitaba ser abierto para limpiarlo y reponer aceites de forma periódica evitando las gravosas y molestas revisiones.
Por si todo ello fuera poco, los ingenieros de Tissot aseguraban que la calidad del movimiento era tal que se podía ajustar en rango de cronómetro.
Pero el uso del plástico no es la única innovación del Astrolon. Todo el diseño del calibre ha sido remodelado reduciendo el número de piezas que pasa de 96 en un modelo tradicional a 52.
Para ello, en Tissot se inspiraron en la idea de Roskopf quien 100 años atrás había construido “el reloj de los pobres” reduciendo el número de piezas a 57.
Si en el diseño de Roskopf se elimina la rueda de centro y se remacha una rueda más en el barrilete que hace la función de esta, en Tissot dieron una vuelta más a la idea y diseñaron un barrilete multifunción con cuatro ruedas dentadas superpuestas que cumplen otras tantas funciones.
La imagen muestra el barrilete del Astrolon junto a un barrilete convencional.
Las dos primeras ruedas, ambas metálicas, son las responsables de cargar la cuerda mediante el giro de la corona y de trasmitir la fuerza del muelle real al rodaje a través de una rueda que se ubica fuera del centro de la platina.
Las ruedas de plástico son las encargadas del mecanismo de puesta en hora y de transmitir el impulso directamente al cañón de minutos.
En esta imagen se observa como el cañón de minutos engrana directamente en el barrilete.
El escape quizás no sea de una belleza arrebatadora pero su funcionamiento es impecable y su montaje excepcionalmente fácil. El áncora es muy parecida a la que monta el Swatch System 51 que ahora se publicita como revolucionario.
El volante cuenta con un antichoque especial para este calibre y un sistema de regulación que puede manipularse sin necesidad de acceder al interior del movimiento desde un regulador situado en la platina.
Las ruedas del rodaje carecen de pivotes ya que estos se encuentran en la propia platina. En su lugar cuentan con unos pequeños orificios que cumplen muy bien su cometido y facilitan el montaje y desmontaje que, para ser un reloj que no admite reparación, ha sido muy sencillo
El calibre está tan bien fabricado que el encaje de la enorme platina superior sobre los ejes se produce con extraordinaria facilidad.
Incluso la última vuelta del espiral queda alojada por arte de magia en el registro de la raqueta.
Tissot había previsto una garantía de 3 años y durante su vigencia el calibre se cambiaba por uno nuevo.
Al término de la garantía el cambio de calibre seguía siendo la opción recomendada por el fabricante por su rapidez y bajo coste.
Como es sabido, el Astrolon fue un enorme fracaso de ventas. Tissot sólo vendió 15.000 unidades por año y en sus almacenes atesoraba 500.000 calibres que al final acabaron en marcas de segunda fila como Sears o Smiths.
El Astrolon no pasará a la historia por ser el antecedente directo de los Swatch de usar y tirar que salvaron la industria suiza ni por anticipar la mayor parte de las soluciones del System 51.
No subió a la Luna ni cruzó el Canal de la Mancha ni conquistó una gran cumbre pero es el único calibre mecánico de la historia de la relojería que despierta el interés de los peces.
Y con esto me despidoEsperando que haya gustadoQue el otro día en un puebloHasta piedras me tiraron.
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